Foto tomada en Belterra, en la Amazonia brasileña, en 2019, cuatro años después de que un incendio arrasase a ese fragmento forestal que ya padecía múltiples perturbaciones antropogénicas, tales como la extracción selectiva de madera, los efectos de borde y otros incendios (foto: Marizilda Cruppe/Red Amazonia Sostenible)

Un estudio muestra que la degradación causada por humanos afecta al 38 % de la Amazonia
27-07-2023
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En un artículo publicado en la revista Science por 35 científicos de instituciones brasileñas e internacionales se consigna que las emisiones de carbono resultantes de esta acción son equivalentes a las de la deforestación. En dicho trabajo se analizaron el fuego en la selva, el efecto de borde, las talas ilegales y las sequías extremas

Un estudio muestra que la degradación causada por humanos afecta al 38 % de la Amazonia

En un artículo publicado en la revista Science por 35 científicos de instituciones brasileñas e internacionales se consigna que las emisiones de carbono resultantes de esta acción son equivalentes a las de la deforestación. En dicho trabajo se analizaron el fuego en la selva, el efecto de borde, las talas ilegales y las sequías extremas

27-07-2023
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Foto tomada en Belterra, en la Amazonia brasileña, en 2019, cuatro años después de que un incendio arrasase a ese fragmento forestal que ya padecía múltiples perturbaciones antropogénicas, tales como la extracción selectiva de madera, los efectos de borde y otros incendios (foto: Marizilda Cruppe/Red Amazonia Sostenible)

 

Por Luciana Constantino  |  Agência FAPESP – Aparte del aumento de los índices de deforestación registrado desde el año 2018 en la Amazonia, la mayor y la más biodiversa selva tropical del mundo enfrenta otros procesos de degradación provocados por humanos que amenazan su futuro.

Un estudio publicado en la revista Science muestra que aproximadamente el 38 % de la actual área de la Amazonia padece algún tipo de degradación causada por cuatro factores: el fuego, la extracción selectiva de madera (mayoritariamente ilegal), los efectos de borde (que son los cambios en las zonas selváticas situadas al lado de zonas deforestadas) y las sequías extremas, cada vez más frecuentes como consecuencia del cambio climático.

De acuerdo con esta investigación, las emisiones de carbono resultantes de esta pérdida gradual de vegetación –entre 50 millones de toneladas y 200 millones de toneladas anuales (de 0,05 a 0,2 petagramo de carbono, PgC)– son equivalentes o incluso mayores que las registradas debido al desmonte, que suman entre 60 millones de toneladas y 210 millones de toneladas anuales (de 0,06 a 0,21 PgC/año).

Los científicos definen como degradación a los cambios transitorios o a largo plazo en las condiciones de la selva causados por humanos, que provocan la pérdida gradual de la vegetación. Esas áreas no poseen las mismas estructuras, la resiliencia y las funciones de una selva intacta. En tanto, la deforestación comprende la alteración de la cobertura del suelo, debido al cambio de la vegetación nativa por pasturas, por ejemplo.

Este trabajo apunta también que la degradación forestal puede disminuir la evapotranspiración hasta un 34 % y provocar de ese modo daños a la biodiversidad e impactos socioeconómicos en las comunidades locales, fundamentalmente las tradicionales, como las indígenas y las ribereñas. La evapotranspiración es el proceso que le devuelve agua a la atmósfera a través de la evaporación del líquido elemento que se encuentra presente en el suelo, junto a la transpiración de las plantas.

“Contamos con una vasta literatura sobre el funcionamiento, las causas y los impactos del desmonte, pero no está relacionada con la degradación; por eso nos enfocamos en entender este proceso. Y una de las conclusiones del estudio indicó que la degradación es, al menos en parte, un proceso independiente de la deforestación”, le explica a Agência FAPESP el ecólogo David Montenegro Lapola, del Centro de Investigaciones Meteorológicas y Climáticas Aplicadas a la Agricultura (Cepagri), de la Universidad de Campinas (Unicamp), en Brasil.

Montenegro Lapola es uno de los líderes del estudio, junto a Patrícia Pinho, del Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonia (Ipam), y cuenta con el apoyo de la FAPESP en el marco de dos proyectos (15/02537-7 y 20/08940-6). Ambos investigadores suscriben el artículo junto a otros 33 científicos de instituciones brasileñas como el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe) y el Centro Nacional de Monitoreo y Alertas de Desastres Naturales (Cemaden), aparte de instituciones internacionales, entre ellas universidades americanas y europeas.

Los investigadores trabajaron con una revisión analítica de datos científicos basados en imágenes satelitales y de información recabada en campo, publicados anteriormente y referentes a alteraciones en la región amazónica entre 2001 y 2018. Ese trabajo se desarrolló en el marco del proyecto Analysis, Integration and Modelling of the Earth System (Aimes), vinculado a la iniciativa internacional Future Earth, que congrega a científicos e investigadores abocados al estudio de la sostenibilidad.

De acuerdo con estos resultados, el 5,5 % de la Amazonia (que corresponde a 0,36 km² x 106 km²) se encuentra afectado por alguna forma de degradación si se analizan los datos existentes de extensión del fuego, los efectos de borde y la extracción de madera entre 2001 y 2018. Al añadirse los datos de las sequías extremas, la estimación del área total degradada llega al 38 % (2,5 x 106 km²). Distintas regiones de la selva pueden verse afectadas por uno o más factores.

De acuerdo con los datos del Programa de Monitoreo de la Selva Amazónica Brasileña vía Satélite (Prodes), del Inpe, la Amazonia perdió 11.568 km² en área deforestada entre el 1º de agosto de 2021 y el 31 de julio del año pasado. Es el segundo valor desde 2008 y el equivalente al territorio de Jamaica. En el período anterior –de agosto de 2020 a julio de 2021–, el desmonte ya había llegado a 13.038 km². Los estados de Pará, Amazonas, Mato Grosso y Rondônia concentraron casi el 90 % del total.

El futuro

El grupo de científicos del cual Montenegro Lapola forma parte trabajó con proyecciones para el año 2050 y señaló que los cuatro factores de degradación, aliados a los cambios climáticos, seguirán ubicándose entre las principales causas de las emisiones de carbono, independientemente del crecimiento o la merma de la deforestación de la selva.

Por eso sugieren que los esfuerzos tendientes a contener el desmonte deben aliarse a políticas de combate contra la degradación. Y proponen la creación de un sistema de monitoreo integrado, por ejemplo, con la ayuda de distintos tipos de tecnologías y de sensores para captar datos, aparte de la prevención y el combate contra la tala ilegal de madera y el control del uso del fuego.

Otro punto que el grupo destaca es el refinamiento de la estructura de proyectos de REDD+, un incentivo desarrollado en el ámbito de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC) para recompensar económicamente a los países en desarrollo por sus resultados en la disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero provenientes de la deforestación y de la degradación forestal.

“La cohibición del uso del fuego, de la explotación ilegal de madera e incluso del efecto de borde, que está directamente relacionado con la deforestación, son procesos que Brasil y los otros países amazónicos pueden y deben plantearse. Es nuestra responsabilidad. No obstante, al hablar de la degradación causada por las sequías extremas relacionadas con el cambio climático global, esto se convierte en una responsabilidad de todo el mundo, en la que todos los países deben obrar para disminuir sus emisiones. De lo contrario, la selva seguirá sufriendo la degradación”, añade Montenegro Lapola.

El artículo lleva también las firmas de los investigadores Liana Anderson, del Cemaden, Luiz Eduardo Oliveira e Cruz de Aragão, jefe de la División de Observación de la Tierra y Geoinformática (DIOTG) del Inpe, y Philip Fearnside, del Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonia (Inpa), quienes cuentan con el apoyo de la FAPESP (proyectos 20/08916-8, 16/02018-2, 20/16457-3 y 20/15230-5).

El destacado de Science

Con el título de “Amazonia perdida. Degradación y destrucción forestal” (en traducción libre), el destacado de la edición del 27 de enero de la revista Science en su portada no se restringía únicamente al artículo, sino que también abarcaba una revisión analítica que contó con la participación de brasileños como el investigador Carlos Nobre y la botánica Lúcia Garcez Lohmann, del Instituto de Biociencias de la Universidad de São Paulo (IB-USP).

El grupo encabezado por James Albert, del Departamento de Biología de la University of Louisiana at Lafayette, revisó los impulsores del cambio en la Amazonia y demostró que las alteraciones provocadas por humanos están produciéndose mucho más rápidamente que las transformaciones ambientales naturales del pasado. Garcez Lohmann también cuenta con el apoyo de la FAPESP (12/50260-6 y 18/23899-2).

Puede leerse el artículo intitulado The drivers and impacts of Amazon forest degradation en el siguiente enlace: www.science.org/doi/10.1126/science.abp8622.

 

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