Aunque este linaje del SARS-CoV-2 es menos agresivo que los anteriores, el aumento explosivo de la cantidad de infecciones deja una vez más al sistema de salud del país al borde del colapso. La falta de test y el apagón de datos en el Ministerio de Salud impiden que se realice una evaluación precisa de la situación (foto: Marcelo Camargo/Agência Brasil)

Médicos de la primera línea efectúan un balance de los dos meses de la variante ómicron en Brasil
17-02-2022
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Aunque este linaje del SARS-CoV-2 es menos agresivo que los anteriores, el aumento explosivo de la cantidad de infecciones deja una vez más al sistema de salud del país al borde del colapso. La falta de test y el apagón de datos en el Ministerio de Salud impiden que se realice una evaluación precisa de la situación

Médicos de la primera línea efectúan un balance de los dos meses de la variante ómicron en Brasil

Aunque este linaje del SARS-CoV-2 es menos agresivo que los anteriores, el aumento explosivo de la cantidad de infecciones deja una vez más al sistema de salud del país al borde del colapso. La falta de test y el apagón de datos en el Ministerio de Salud impiden que se realice una evaluación precisa de la situación

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Aunque este linaje del SARS-CoV-2 es menos agresivo que los anteriores, el aumento explosivo de la cantidad de infecciones deja una vez más al sistema de salud del país al borde del colapso. La falta de test y el apagón de datos en el Ministerio de Salud impiden que se realice una evaluación precisa de la situación (foto: Marcelo Camargo/Agência Brasil)

 

Por Karina Toledo  |  Agência FAPESP – “La cepa de Dios”, “un virus vacunal” y “regalo de Navidad anticipado” fueron algunos de los términos que se utilizaron para describir a la variante ómicron del SARS-CoV-2 al final del año pasado, cuando se la identificó en Sudáfrica.

Distintos estudios han sugerido que este linaje del nuevo coronavirus es efectivamente menos agresivo que los anteriores, entre otros factores porque posee una menor capacidad de invadir el epitelio pulmonar. Por otra parte, la mayor afinidad con las células de las vías aéreas superiores parece haber dotado a ómicron de un poder de propagación que ha sido comparado con el del sarampión, uno de los patógenos más contagiosos hasta ahora descritos. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), ómicron contamina a cien personas cada tres segundos en el mundo.

En Brasil, esto se ha visto reflejado en sucesivos récords de casos diarios de COVID-19. Durante el último sábado de enero (29/01), por ejemplo, se registraron 207.316 nuevas infecciones, de acuerdo con el consorcio brasileño de medios de prensa que actualiza los datos de la pandemia con base en información de las secretarías de salud de los estados. La media móvil de casos durante los siete días anteriores a ese fue de 183.896, un equivalente a un 165 % con respecto a la registrada dos semanas antes.

Para los expertos que Agência FAPESP escuchó, el hecho de que la cantidad de internaciones y muertes por COVID-19 no esté aumentando en la misma proporción obedece más bien a la inmunidad previa de la población –ya sea debido a la vacunación o por infecciones anteriores– que a las características intrínsecas del virus.

“Entre las personas no vacunadas, la enfermedad no es tan leve y puede llevar a la muerte u ocasionar lesiones importantes. El tema es que este virus ha encontrado un hospedante diferente, que ya no es virgen a la exposición”, afirma el médico Paulo Saldiva, docente de la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (FM-USP).

Esta también es la opinión de Elnara Negri, neumóloga del Hospital Sírio-Libanês. “Es una variante muy parecida a las anteriores. El tema es que en Brasil tenemos la dicha de contar con una población con una buena cobertura vacunal. El único paciente que tuve que intubar durante esta ola hasta este momento no estaba inmunizado. Y desarrolló una neumonía provocada por el SARS-CoV-2 con trombosis de microcirculación clásica. En la gran mayoría de las personas atendidas, la enfermedad mostró un buen curso y considero que la vacuna es la gran responsable de eso”, dice.

En colaboración con sus colegas del Departamento de Patología de la FM-USP, entre ellos Saldiva, Negri fue una de las primeras personas en el mundo en postular la hipótesis que indica que los trastornos de la coagulación sanguínea se encontrarían en la base de los síntomas más graves del COVID-19, entre ellos la insuficiencia respiratoria y la fibrosis pulmonar (lea más en: agencia.fapesp.br/33261 y agencia.fapesp.br/37176). La médica remarca que incluso entre personas vacunadas, fundamentalmente entre ancianos e individuos con comorbilidades, ómicron puede causar coagulopatía.

“Si aproximadamente al sexto día de síntomas, en lugar de mejorar, el paciente empieza a tener fiebre, dolor lumbar y una desmejora en lo que hace al cansancio o el malestar, es hora de ir al médico y hacerse análisis para ver si hay coagulopatía”, advierte.

El infectólogo Esper Kallás, de la FM-USP, destaca que en los lugares donde la cobertura vacunal es más baja, la cantidad de personas hospitalizadas con COVID-19 ha aumentado en forma significativa. Un ejemplo de ello es el Distrito Federal en Brasil, donde la tasa de ocupación de camas en las unidades de terapia intensiva (UTI) llegó nuevamente al 100 %. Según la Secretaría de Salud del DF, el 90 % de los internados por COVID-19 no se vacunó o está con su inmunización incompleta. En otros seis estados –Espírito Santo, Goiás, Mato Grosso do Sul, Pernambuco, Piauí y Rio Grande do Norte– la ocupación en las UTI se ubica por arriba del 80 %. En el caso de las UTI pediátricas, la situación es crítica en al menos tres estados: Mato Grosso do Sul, Maranhão y Rio Grande do Norte.

La tendencia indica también un alza en la cifra de muertes: fueron 695 el 29/01, totalizando 626.643 defunciones desde el comienzo de la pandemia. La media móvil de muertes aumentó entonces un 243 % con relación a dos semanas atrás.

Un vuelo a ciegas

Los especialistas escuchados para la elaboración de este reportaje afirman que la escasez de pruebas de diagnóstico y el apagón de datos en el Ministerio de Salud de Brasil –causado por un presunto ataque hacker perpetrado el día 10 de diciembre– han dificultado el análisis preciso de la evolución de la ola de la variante ómicron en el país.

“Estamos un tanto perdidos con relación a la tasa de letalidad, por ejemplo, que es una información importantísima y que puede ayudar a convencer a la gente a vacunarse”, dice Saldiva.

Según el investigador, este problema también es reflejo de las escasas inversiones en vigilancia epidemiológica en los estados. “En el apogeo de la pandemia, la falta de recursos humanos se suplió acá en el estado de São Paulo con la labor de la comunidad académica, que trabajó en forma voluntaria. Pero los equipos ahora se han desmovilizado”, comenta.

En la tercera semana de enero, según investigadores del Imperial College London (Reino Unido), la tasa de transmisión del SARS-CoV-2 llegó a 1,78 en Brasil, el mayor índice desde julio de 2020. Esto significa que cada cien personas infectadas les transmitieron entonces el virus a otras 178. El grupo británico no calculaba ese índice para Brasil desde diciembre de 2021, debido al apagón de datos en el Ministerio de Salud nacional.

Qué cambió

Durante la primera ola de la pandemia, en 2020, se consideraba que la pérdida del olfato y del gusto constituían uno de los principales indicios de la infección provocada por el SARS-CoV-2. Negri comenta que ese síntoma no ha sido observado y, por otra parte, el dolor de garganta pasó a ser mucho más recurrente. “La fiebre y la tos todavía son comunes. Algunos pacientes también padecen diarrea”, informa.

La pediatra Ana Escobar informa algo parecido entre los niños, la mayoría sin vacunación aún. “En general empiezan con dolor de garganta, después fiebre –que puede llegar a 39 °C y durar dos o tres días– y dolor de cabeza y en el cuerpo. Al cuarto día aproximadamente los niños ya están bien. Pero en ocasiones la tos se mantiene hasta el décimo día”, comenta.

Aunque en esa población el surgimiento de la enfermedad no haya cambiado de manera significativa, según destaca la médica, la cantidad de niños acometidos es proporcionalmente mucho mayor con ómicron. “Por eso es normal que aumenten también las internaciones, fundamentalmente entre aquellos que tienen alguna patología de base: enfermedades pulmonares crónicas, reumatológicas o cáncer.”

Werther Brunow de Carvalho, coordinador de las UTI pediátricas y neonatales del Instituto del Niño, remarca que la variante ómicron –al igual las cepas anteriores– puede causar síndrome inflamatorio multisistémico pediátrico (SIM-P), una condición caracterizada por la fiebre persistente y la inflamación de diversos órganos, tales como el corazón, los intestinos y los pulmones.

“El porcentaje de niños que desarrollan el síndrome es menor con ómicron, pero puede ocurrir. Por eso mismo, no cabe duda de que debemos vacunarlos”, afirma Brunow de Carvalho. El Instituto del Niño está vinculado al Hospital de Clínicas, el complejo hospitalario administrado por la FM-USP.

El médico comenta que en otro hospital de São Paulo donde también trabaja (el Hospital Santa Catarina), la cantidad de niños atendidos con síntomas de infección respiratoria se duplicó en enero con relación al mes anterior. “Aparte del SARS-CoV-2, hay casos de gripe, rinovirus, parainfluenza y virus respiratorio sincicial”, comenta.

Las mujeres embarazadas y puérperas siguen constituyendo una de las poblaciones de mayor riesgo de padecer las formas graves de COVID-19, informa la obstetra Rossana Pulcineli, docente de la FM-USP e integrante del Observatorio Obstétrico Brasileño (OOBr). Datos dados a conocer por el grupo el año pasado, antes de la llegada de la variante ómicron, apuntan que las probabilidades de muerte de gestantes no vacunadas son un 526 % mayores que las de una embarazada completamente inmunizada.

“Entre las mujeres hospitalizadas sin vacunarse, falleció el 15 %. Esta cifra se reduce al 9 % entre las que ya cuentan con una dosis del inmunógeno y a un 3 % entre aquellas que están con su esquema vacunal completo”, comenta.

Según la médica, aunque ómicron causa cuadros más leves, fundamentalmente entre las mujeres gestantes inmunizadas, la cantidad de internaciones por síndrome gripal volvió a aumentar en esa población, al trepar de 147 en noviembre a 1.643 en enero, según los datos más recientes del Sistema de Información de Vigilancia Epidemiológica de la Gripe (Sivep-Gripe). Entre las hospitalizadas, el 43,5 % tiene diagnóstico confirmado de COVID-19, el 4,8 % de gripe (influenzavirus H3N2) y en un 51,6 % no se precisó la causa, lo que constituye un reflejo de la escasa disponibilidad de test de diagnóstico.

“Se sabe que las mujeres embarazadas responden mal a la gripe y no se hizo ningún monitoreo cuando los casos empezaron a aumentar. Estuvimos durante semanas sin datos actualizados en un momento crítico como este”, dice Pulcineli, quien también hace hincapié en la importancia de que las embarazadas se pongan la tercera dosis de la vacuna.

En lo que atañe a los tratamientos con eficacia comprobada, Kallás comenta que existen dos que han sido aprobados para su aplicación en Brasil: el antiviral remdesivir y los anticuerpos monoclonales. “Pero son medicamentos caros y el gobierno no ha hecho un esfuerzo para que la población acceda a ellos”, comenta.
 

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