Al contemplar altas emisiones de gases de efecto invernadero en 2060, se esperan extinciones como la de la lagartija cola roja (Vanzosaura rubricauda) (foto: Sarah Mângia)
Un estudio referido al área de existencia de diez especies de lagartos y serpientes de una zona que abarca tres biomas sudamericanos (el Gran Chaco, el Cerrado y la Caatinga) muestra que la elevación de las temperaturas durante las próximas décadas puede llevar algunas de ellas a la extinción y achicar o desplazar las áreas adecuadas para la vida de otras. Los científicos brasileños a cargo de la investigación abogan por la expansión de las unidades de conservación de protección integral adecuadas para este grupo de animales
Un estudio referido al área de existencia de diez especies de lagartos y serpientes de una zona que abarca tres biomas sudamericanos (el Gran Chaco, el Cerrado y la Caatinga) muestra que la elevación de las temperaturas durante las próximas décadas puede llevar algunas de ellas a la extinción y achicar o desplazar las áreas adecuadas para la vida de otras. Los científicos brasileños a cargo de la investigación abogan por la expansión de las unidades de conservación de protección integral adecuadas para este grupo de animales
Al contemplar altas emisiones de gases de efecto invernadero en 2060, se esperan extinciones como la de la lagartija cola roja (Vanzosaura rubricauda) (foto: Sarah Mângia)
Por André Julião | Agência FAPESP – Los reptiles que viven en suelos arenosos de áreas secas ya han sido señalados como beneficiarios del aumento de las temperaturas durante las próximas décadas, debido a la presunta expansión de las áreas adecuadas para su vida y porque de por sí toleran las altas temperaturas.
Pero un estudio publicado en el Journal of Arid Environments por científicos brasileños muestra que este escenario puede ser muy distinto.
“Observamos que los cambios climáticos alterarán la distribución geográfica de los reptiles y provocarán la extinción de algunas especies, lo opuesto a lo que se pensaba”, resume Júlia Oliveira, primera autora del trabajo, realizado como parte de su maestría en la Universidad del Estado de Maranhão (Uema), en Brasil.
Este estudio integra el proyecto intitulado “Evolución y biogeografía de la herpetofauna: patrones, procesos e implicaciones para la conservación en un escenario de cambios ambientales y climáticos”, coordinado por Thaís Guedes, docente del Instituto de Biología de la Universidad de Campinas (IB-Unicamp) y directora de la investigación de maestría de Oliveira.
“Las especies estudiadas tienen la peculiaridad de estar adaptadas a las áreas de suelos arenosos, lo que las dotó de características tales como las patas menguadas o ausentes, ojos diminutos y escamas en la punta de la cabeza levantadas, adaptaciones del cuerpo para vivir en este tipo de ambientes. Por eso el área adecuada para la vida de estas especies, en el presente y en el futuro, depende también de las condiciones específicas del suelo”, explica Guedes.
El estudio tuvo en cuenta registros de existencia de diez especies adaptadas a los suelos arenosos (psamófilas) existentes en la llamada Diagonal de Formaciones Abiertas o Diagonal Seca. Son éstas dos de las denominaciones que se emplean para definir al corredor de bosques secos que cruza América del Sur desde el Gran Chaco argentino y paraguayo pasando por el Cerrado, la sabana brasileña, para llegar hasta los matorrales de Caatinga, estos dos últimos en Brasil.
Se analizaron cinco especies de lagartos y cinco de serpientes. Con base en la información referente a la existencia de las especies, se añadieron datos sobre el clima actual, el tipo de suelo y otras variables que hacen posible la supervivencia de estos animales.
Posteriormente se efectuaron simulaciones de cómo estarían esos lugares en escenarios optimistas y pesimistas de concentración de gases de efecto invernadero en 2040 y en 2060. Dichos escenarios son los que proyecta el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Los modelos indicaron también las regiones adecuadas para las especies al respecto de las cuales aún no se han concretado estudios de campo para verificar la presencia de estos animales. Según los investigadores, se trata de áreas prioritarias para futuras prospecciones, como las dunas del río São Francisco, en el estado de Bahía, y manchas de suelo arenoso en la Caatinga del estado de Piauí, que se mostraron altamente aptas para albergar incluso especies endémicas, que solamente existen allí.
La extinción y la pérdida de áreas
Incluso en el cuadro optimista para 2040, con niveles moderados de emisiones, las diez especies analizadas pierden áreas adecuadas y esto supera a los beneficios en cuanto al terreno y al clima. El llamado calanguinho-de-rabo-azul (Micrablepharus maximiliani) y el lagarto-do-rabo-vermelho (Vanzosaura savanicola) tendrían las mayores pérdidas de área (un 88 % y un 99 % respectivamente), lo que implica la extinción para el último.
Las perspectivas no mejoran mucho para el año 2060, incluso en un escenario optimista con respecto a los cambios climáticos. En este, todas las especies analizadas pierden áreas de vida, de un 2,5 % a un 100 %. Se extinguirían el lagarto-do-rabo-vermelho y las serpientes conocidas con nombres tales como falsa-coral (Rodriguesophis iglesiasi) y cobra-corredeira (Phalotris matogrossensis). Para otros dos lagartos y una serpiente se previeron pérdidas de áreas de entre un 60 % y un 82 %.
El escenario climático pesimista para 2040 también prevé más pérdidas que ganancias de áreas adecuadas para todas las especies, y para dos especies se pronostican pérdidas de área superiores al 76 %.
Las perspectivas son similares cuando se consideran altas emisiones en el año 2060, con pérdidas aún más significativas. Aun cuando los beneficios previstos son mayores para algunas especies que en otros escenarios, las pérdidas serán mayores todavía, incluso con extinciones como la de la lagartija cola roja (Vanzosaura rubricauda).
Para los investigadores, los resultados son sumamente preocupantes, más aún porque las amenazas de este tipo han sido soslayadas con relación a los reptiles que viven enterrados en los suelos arenosos.
Los autores acotan que la evaluación más reciente de amenaza de extinción de reptiles del Instituto Chico Mendes de Conservación de la Biodiversidad (ICMBio, vinculado al Ministerio de Medio Ambiente y Cambio Climático de Brasil, que define el grado de amenazas de especies a nivel nacional, es del año 2022, y aún no contempla los cambios climáticos como un factor de amenaza. Las directrices son las mismas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), un organismo de referencia global en lo concerniente a este tipo de análisis.
“De acuerdo con los criterios que se tienen en cuenta actualmente al evaluar el grado de amenaza, algunas de las especies al respecto de las cuales estamos previendo grandes pérdidas e incluso su extinción ni siquiera estarían amenazadas. Esto debe cambiar durante la próxima evaluación”, sostiene Oliveira.
Una de las medidas con miras a evitar o al menos morigerar la catástrofe anunciada consistiría en crear nuevas unidades de conservación de protección integral o ampliar las existentes en forma optimizada, en lugares aptos para la vida de esas especies en el presente y en el futuro.
Comparadas con la extensión territorial de la Diagonal Seca, las áreas protegidas en esos biomas son diminutas: corresponden a menos del 2 % de la Caatinga, del 10 % del Cerrado y del 9 % del Gran Chaco.
“Nuestro estudio demuestra que las condiciones climáticas del futuro pueden disminuir la efectividad de las actuales unidades de conservación para proteger la diversidad de esos reptiles”, afirma Guedes.
Sucede que, si bien se han creado 27 áreas protegidas durante los últimos seis años en la Diagonal Seca, del total de unidades de conservación existentes en el Cerrado y en la Caatinga, menos del 16 % se encuentra apto para la existencia de esos lagartos y serpientes en futuros escenarios climáticos.
De este modo, los autores arriban a la conclusión de que puede suceder con los reptiles de suelos arenosos algo parecido a lo que ya se ha previsto para las aves, las plantas y los mamíferos de la Caatinga. Estudios de otros grupos han demostrado que para esos grupos lo más probable es que se produzca una homogeneización de especies, con unas pocas generalistas reemplazando a aquellas raras y especialistas (lea más en: agencia.fapesp.br/50596 y agencia.fapesp.br/44892).
“Un mensaje optimista de este estudio indica que aún existe potencial para descubrir nuevas áreas de existencia de especies de reptiles adaptados a vivir en suelos arenosos. Pero la principal advertencia indica que en un planeta en transformación los escenarios climáticos futuros deben incorporarse perentoriamente a los planes de conservación”, culmina diciendo Guedes.
El trabajo contó con el apoyo de la FAPESP también mediante una beca de posdoctorado otorgada a Karoline Ceron.
El artículo intitulado Climate change in open environments: Revisiting the current distribution to understand and safeguard the future of psammophilous squamates of the Diagonal of Open Formations of South America se encuentra disponible en este enlace: www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S014019632300188X.
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