Sala de negociación de la COP30: el artículo está firmado por ocho investigadores, entre ellos tres del CEPID ARIES de la FAPESP (foto: Rafa Neddermeyer/COP30)
En un artículo publicado en una revista científica, el grupo destaca que el país debe alinear sus políticas internas con los compromisos internacionales
En un artículo publicado en una revista científica, el grupo destaca que el país debe alinear sus políticas internas con los compromisos internacionales
Sala de negociación de la COP30: el artículo está firmado por ocho investigadores, entre ellos tres del CEPID ARIES de la FAPESP (foto: Rafa Neddermeyer/COP30)
Por Luciana Constantino | Agência FAPESP – En medio de las discusiones de la COP30, que por primera vez se realiza en la Amazonia, en Belém (estado de Pará, Brasil), un grupo brasileño de investigadores hace una advertencia sobre la urgencia de que Brasil lidere un camino que transforme promesas en acciones prácticas en el combate al calentamiento global. En su visión, el país, como sede de la 30ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre las Mudanzas Climáticas, necesita alinear sus políticas internas con compromisos internacionales, destacando la conservación de los bosques y la justicia climática.
Los científicos resaltan la necesidad de “revertir políticas antiambientales, aplicar leyes de combate a la deforestación y fortalecer a los actores del desarrollo sostenible para transformar promesas en acciones concretas por medio de reformas legislativas, de la restauración del licenciamiento ambiental y de la protección de los derechos de los pueblos indígenas”. El artículo fue publicado el 28 de octubre en la revista científica International Environmental Agreements: Politics, Law and Economics.
Está firmado por ocho investigadores, entre ellos tres del ARIES (sigla en inglés de Instituto Paulista de Resistencia a los Antimicrobianos), un Centro de Investigación, Innovación y Difusión (CEPID, por sus siglas en portugués) financiado por la FAPESP, con sede en la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp). Los demás firmantes pertenecen a las universidades de São Paulo (USP), Federal de Alagoas (Ufal) y a la Escola Nacional de Saúde Pública Sergio Arouca (Fiocruz).
“Brasil tiene que aprovechar toda esta visibilidad internacional para realmente poner en marcha aquello con lo que se compromete, buscando limitar el calentamiento global del planeta. Y, aun siendo un evento mundial, la COP es una oportunidad para presentar propuestas nacionales, como el Plan de Acción en Salud de Belém”, afirma a la Agência FAPESP la bióloga Daniela Debone, primera autora del artículo. Posdoctoranda en ARIES, ella cuenta con una beca de la FAPESP.
El plan de acción fue presentado por Brasil con el objetivo de fortalecer la adaptación y la resiliencia del área de salud frente a las mudanzas climáticas por medio del avance de sistemas integrados de vigilancia y monitoreo, además de promover políticas basadas en evidencias y la innovación. Forma parte de la programación de los días temáticos de la COP30, que incluyó salud (12 y 13 de noviembre).
El tema se inserta entre los enfoques del ARIES, cuyo objetivo es producir investigación para comprender los mecanismos y la evolución de la resistencia antimicrobiana, fomentando medidas innovadoras para su mitigación y promoviendo cambios en políticas de salud pública mediante un abordaje basado en los conceptos de Salud Única (One Health). Su equipo de investigadores principales está compuesto por representantes de tres universidades paulistas, además de especialistas nacionales e internacionales de más de 20 instituciones de enseñanza e investigación.
La resistencia antimicrobiana (AMR, por sus siglas en inglés), que también está vinculada a las mudanzas climáticas, es considerada por las Naciones Unidas como una de las principales amenazas para la salud pública global.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que los cambios climáticos estarán relacionados con cerca de 250 mil muertes por año (entre 2030 y 2050) debido a desnutrición, enfermedades infecciosas y estrés térmico. La AMR, por su parte, podría ser responsable de 10 millones de muertes anuales en ese mismo período, además de un costo adicional para los sistemas de salud de 1 trillón de dólares, según el Banco Mundial.
“Nosotros, los científicos, tenemos que traducir los conocimientos y hallazgos de las investigaciones para la sociedad, contribuyendo con insumos para las políticas públicas. En ese sentido, hacemos una advertencia de que necesitamos salir del plano del discurso. Contamos con una masa crítica generada por la ciencia brasileña que es muy importante, incluyendo investigadores en el IPCC [Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático], como el profesor Paulo Artaxo. Podemos mostrar caminos y ejemplificar concretamente cómo pasar a prácticas más sostenibles”, evalúa la profesora Simone Miraglia, del ARIES y líder del Laboratorio de Economía, Salud y Polución Ambiental (Lespa) de la Unifesp. Miraglia y Artaxo también firman el trabajo.
Una idea surgida de la realidad
Debone cuenta que la propuesta del artículo surgió en mayo, período en que comenzó a participar en una serie de eventos promovidos por la Comisión Unifesp para la COP30.
Ese mismo mes, el Senado brasileño aprobó el proyecto 2.159/2021 –la Ley General del Licenciamiento Ambiental–, que posteriormente pasó por la Cámara de Diputados y fue sancionado en agosto por el Ejecutivo, con 63 vetos.
Vista por algunos sectores como una forma de debilitar y vaciar las reglas de licenciamiento y por otros como una manera de agilizar los procesos de liberación de obras, la ley es citada en el artículo. Para los investigadores, es un cambio que puede “agravar aún más los conflictos de tierras, sostener la narrativa engañosa del ‘capitalismo verde’ y perjudicar los derechos de los pueblos tradicionales e indígenas”, señalados como responsables de conservar la selva.
Además, los científicos señalan como medidas antiambientales la construcción de una carretera en Belém que deforestó hectáreas de selva; la reconstrucción del tramo central de 408 kilómetros de la carretera BR-319 (entre las capitales estatales de Manaus y Porto Velho), que afecta áreas de la Amazonia; y las discusiones sobre el marco temporal, con impactos en la demarcación de tierras indígenas.
El marco temporal es una tesis jurídica según la cual los pueblos indígenas tienen derecho únicamente a las tierras que ocupaban o ya disputaban el 5 de octubre de 1988, fecha de promulgación de la Constitución. Fue establecido por la Ley 14.701/2023, aprobada por el Congreso Nacional, contraria en su momento al entendimiento del Supremo Tribunal Federal (STF).
La tesis y otros artículos llegaron a ser vetados por el Ejecutivo, pero los vetos fueron rechazados por diputados y senadores, que mantuvieron el texto íntegro. La ley vuelve a estar bajo cuestionamiento en el STF, que no tiene plazo para decidir si es inconstitucional o no.
Por otro lado, los científicos citan como avances de Brasil la reducción de la deforestación y la disminución de la emisión de gases de efecto invernadero. Entre agosto de 2024 y julio de 2025, la tasa de deforestación en la llamada Amazonia Legal (área que abarca los nueve estados brasileños donde ocurre el bioma amazónico) alcanzó el tercer menor nivel de la serie histórica (desde 1988), con 5,796 km² – una reducción del 11%.
Impulsado por la caída en la deforestación, Brasil registró en 2024 el menor nivel de emisión de gases de efecto invernadero desde 2009, con una disminución de casi el 17 % – fueron 2.145 mil millones de toneladas de CO₂ equivalente (GtCO₂e).
Consultado por medio de su asesoría de comunicación, el Ministerio del Medio Ambiente, involucrado en las discusiones de la COP, no se manifestó.
“Los cambios climáticos ya vienen siendo debatidos desde hace mucho tiempo. Ahora todos esperan acciones factibles, que realmente se lleven a cabo. Espero que esta COP sirva como un punto de inflexión en una perspectiva mundial. Que empecemos a ver acciones que modifiquen las emisiones de gases de efecto invernadero y los demás factores causantes de esos cambios”, afirma el posdoctorando en ARIES Ronan Adler Tavella, también autor del artículo y becario FAPESP.
Un escenario real
Al abordar la urgencia climática, el grupo recuerda que las temperaturas globales ya han aumentado hasta 1.6 °C en relación con los niveles preindustriales, con áreas continentales registrando elevaciones de hasta 2.1 °C, “evidenciando la aceleración de los impactos climáticos y la necesidad crítica de acción inmediata”.
“La visión declarada por Brasil de una bioeconomía amazónica próspera, en la que el bosque en pie valga más que talado, solo ganará credibilidad si el país rompe de forma decisiva con los modelos destructivos del pasado”, escriben.
En este escenario, Tavella destaca un estudio reciente publicado en Anthropocene Science, liderado por él y Debone, para evaluar los efectos a corto y largo plazo de las lluvias extremas que devastaron varios municipios en el estado de Rio Grande do Sul en mayo de 2024.
Los resultados destacan la necesidad de repensar las estrategias de gestión de inundaciones, principalmente en áreas urbanas, con la integración de proyecciones climáticas en la planificación, el refuerzo de la infraestructura de control de inundaciones y la adopción de soluciones basadas en la naturaleza para aumentar la resiliencia.
“Además de las lluvias de mayo, vimos a lo largo de todo el año pasado numerosos otros casos de inundaciones y eventos extremos en todo el mundo. Esta es una realidad que se ha intensificado. Y será una preocupación constante en todo el planeta”, completa el investigador.
El artículo Brazil’s climate leadership paradox: hosting COP30 amid domestic environmental rollbacks puede leerse en: link.springer.com/article/10.1007/s10784-025-09700-1.
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