En 1980, China tenía 1.4 autor por millón de habitantes, Irán tenía 10 y Brasil 31. En 2024, China llegó a 1,710 autores por millón de habitantes, Irán a 1,231 y Brasil quedó con 932 (imagen: Freepik)
El análisis fue realizado por Carlos Henrique de Brito Cruz, exdirector científico de la FAPESP, a partir de la base de datos Elsevier Scopus, que abarca 100 millones de publicaciones y más de 7 mil editoriales científicas en todo el mundo
El análisis fue realizado por Carlos Henrique de Brito Cruz, exdirector científico de la FAPESP, a partir de la base de datos Elsevier Scopus, que abarca 100 millones de publicaciones y más de 7 mil editoriales científicas en todo el mundo
En 1980, China tenía 1.4 autor por millón de habitantes, Irán tenía 10 y Brasil 31. En 2024, China llegó a 1,710 autores por millón de habitantes, Irán a 1,231 y Brasil quedó con 932 (imagen: Freepik)
Por Karina Toledo | Agência FAPESP – Un análisis realizado a partir de la base de datos Elsevier Scopus revela una profunda transformación en la geografía de la ciencia a lo largo de los últimos 30 años. Mientras que en 1994 la gran mayoría (87 %) de los artículos publicados contaba con autores radicados en países de ingresos altos (HIC, por su sigla en inglés), en 2024 la mayor parte (60 %) fue firmada por científicos residentes en países de ingresos bajos y medios (LMIC), como Brasil, India, Rusia y China, entre muchos otros. Esta base de datos abarca más de 100 millones de publicaciones de más de 7 mil editoriales científicas de todo el mundo.
El crecimiento del número de autores en China —que superó al de Estados Unidos en 2015— contribuyó significativamente a este movimiento, y el estudio constata que varias otras naciones de ingresos bajos y medios también tuvieron una participación relevante. “Si excluimos a China de este análisis y también a Estados Unidos, los 28 países de ingresos bajos y medios con más autores se sitúan por delante [en número de autores] de los 27 países de la Unión Europea más el Reino Unido”, comenta Carlos Henrique de Brito Cruz, exdirector científico de la FAPESP, actual vicepresidente sénior de Redes de Investigación en Elsevier y autor del estudio.
Los datos forman parte de un documento (science-policy brief) presentado por Brito Cruz en el 10.º Foro Multisectorial sobre Ciencia, Tecnología e Innovación para los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), realizado en mayo en la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en Nueva York, Estados Unidos.
“Para identificar la ubicación de cada autor, utilizamos la dirección institucional que el investigador informa al firmar una publicación [uno de los campos de la base de datos Scopus, donde también consta el país donde está radicada la institución a la que pertenece]. Esta dirección es independiente de la nacionalidad de la persona e indica dónde trabaja”, explica Brito Cruz a la Agência FAPESP. “Medimos el número de artículos científicos con autores en cada país y también el número de autores en cada país.”
La categorización de los países se realizó según los criterios del Banco Mundial, que considera países de ingresos altos a aquellos con una Renta Nacional Bruta per cápita de 13,845 dólares estadounidenses o más (79 naciones); por debajo de ese valor se encuentran los países de ingresos bajos y medios (134 naciones). “Hay muchos más habitantes en los países de ingresos bajos y medios y, aun así, hace 30 años, solo el 9 % de los autores residía en esas naciones. En 2024, la cifra saltó al 60 %”, cuenta Brito Cruz.
Según el estudio, el número de artículos publicados globalmente ha crecido a una tasa del 5 % anual, impulsado en buena medida por el aumento en la cantidad de autores que trabajan en países emergentes. Este movimiento se atribuye al hecho de que gran parte de los países de ingresos bajos y medios han estado dedicados, durante los últimos 50 años, a construir capacidad científica y tecnológica (C&T), lo que incluye la creación de universidades, institutos de investigación, agencias de fomento y centros industriales de investigación y desarrollo (I+D), entre otros tipos de infraestructura científica.
En opinión de Brito Cruz, muchas economías emergentes comprendieron que, para generar desarrollo económico y social, necesitaban contar con capacidad en C&T en sectores estratégicos. “Algunos países lo hicieron con más empeño, determinación y eficacia; otros, con menos. China, en 1980, tenía 1.4 autor por millón de habitantes, Irán tenía 10 y Brasil 31. En 2024, China llegó a 1,710 autores por millón de habitantes, Irán a 1,231 y Brasil quedó con 932”, relata.
Aún según Brito Cruz, Brasil fue superado por Irán en 2011 y por China en 2019. De 1993 a 2003, el número de autores por millón de habitantes en Brasil creció un 12 % anual, en China también un 12 % y en Irán un 22 %. Entre 2014 y 2024, el crecimiento en Brasil fue del 4 % anual, en China del 12 % y en Irán del 5 %.
“La tasa de crecimiento de los países de ingresos altos es del 3 % anual. No es bueno que países que aún están formando su sistema de C&T [los de ingresos bajos y medios] presenten cifras similares a las de países ya consolidados. Brasil viene perdiendo velocidad de crecimiento desde 2012; deberíamos preocuparnos por eso, lo que yo he llamado ‘el síndrome del Rey Lear’. En la obra de Shakespeare, el Bufón le dice al rey: ‘No debiste envejecer antes de volverte sabio’. Brasil necesita más investigadores para evitar volverse demasiado viejo antes de volverse sabio”, destaca.
Agenda 2030
La producción científica relacionada con la Agenda 2030 de la ONU, lanzada en 2015, también refleja esta nueva geografía de la ciencia. En 2024, el 59 % de las publicaciones sobre los ODS tuvo autores radicados en países de ingresos bajos y medios. La tasa de crecimiento de los artículos sobre los ODS entre 2015 y 2024 fue mayor en esos países (12.7 % anual) que en los de ingresos altos (5.4 % anual). En 2024, para diez de los 17 ODS que integran la agenda de la ONU, la proporción de artículos con autores de países de ingresos bajos y medios (59 %) ya era superior a la de los de ingresos altos (54 %). Como explica el texto, la suma difiere del 100 % porque hay publicaciones con autores pertenecientes a ambos grupos.
“Los esfuerzos de los países emergentes para crear capacidad en ciencia y tecnología ayudan a avanzar mejor y más rápido en la Agenda 2030. Dicho de otro modo: sin esos esfuerzos estaríamos mucho más atrás en el cumplimiento de los ODS”, afirma Brito Cruz.
Entre las 38 principales agencias de fomento mencionadas en más de 10 mil artículos sobre los ODS publicados entre 2020 y 2024, 20 son de países de ingresos bajos y medios, con destaque para las nueve de China, cuatro de India y tres de Brasil: el Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq), la Coordinación de Perfeccionamiento del Personal de Nivel Superior (Capes) y la FAPESP. En Brasil, cerca de un tercio de los estudios apoyados por estas agencias está relacionado con alguno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. El CNPq y la Capes figuran entre las diez agencias nacionales de financiamiento con mayor cantidad de artículos relacionados con los ODS.
Principales brechas
A pesar del crecimiento en el número de autores y en el volumen de artículos, la producción científica de los países de ingresos bajos y medios aún enfrenta desafíos. Los indicadores bibliométricos del período entre 2021 y 2024 muestran, por ejemplo, que existe un porcentaje menor de coautoría internacional: 25.2 %, frente al 37.4 % de los países de ingresos altos. “Una dificultad es el costo de colaborar – viajes, estadía. Otra es la inestabilidad en el financiamiento a la investigación en muchos países de ingresos bajos y medios, como, por ejemplo, en Brasil. Los colaboradores esperan previsibilidad. También existen barreras relacionadas con el idioma de cada país y con la falta de dominio del inglés, que desde hace décadas ha sido el idioma preferencial de la investigación científica”, evalúa Brito Cruz.
Otra brecha señalada por el estudio es la menor cantidad de artículos fruto de la colaboración entre la academia y el sector empresarial: 1.9 % en los países de ingresos bajos y medios, frente al 3.6 % en los de ingresos altos. Para Brito Cruz, una de las explicaciones es que en los países de ingresos bajos y medios hay, en general, menos empresas avanzadas y con actividades intensas de investigación y desarrollo (I+D).
“Para que los países de ingresos bajos y medios puedan transformar de manera más efectiva el conocimiento en desarrollo económico, además de contar con más universidades e institutos de investigación, es esencial que tengan más empresas activas en I+D. Para entender los determinantes y las limitaciones de esta interacción universidad-empresa, es necesario mirar el problema desde dos perspectivas: una es la académica —qué porcentaje de las publicaciones con autores en universidades tiene coautores en empresas—; la otra es la empresarial: qué porcentaje de los artículos con autores en empresas tiene coautores en universidades. En Brasil, por ejemplo, el 3 % de las publicaciones con autores en universidades tiene coautores en empresas, y el 87 % de las publicaciones con autores en empresas tiene coautores en universidades. En Estados Unidos, en cambio, el 6% de las publicaciones con autores en universidades tiene coautores en empresas, y el 65 % de las publicaciones con autores en empresas tiene coautores en universidades. Queda claro que, en Brasil, los autores de ideas en universidades no pueden —ni podrían— encontrar más coautores para colaborar en empresas, porque casi todos los disponibles ya están colaborando [87 %]”, explica.
En la parte final del artículo, Brito Cruz sostiene que esta nueva geografía de la ciencia requiere ajustes en las políticas globales de ciencia y tecnología. Entre sus recomendaciones se incluyen: apoyar a los países de ingresos bajos y medios en la creación y fortalecimiento de sus propias agencias de fomento a la investigación; promover más colaboraciones entre los propios países de ingresos bajos y medios (cooperación Sur-Sur); y ajustar la gobernanza internacional de la investigación (comités, organizaciones) para reflejar la creciente participación y contribución de los países emergentes, actualmente desproporcionada.
El artículo How a changing geography of research can accelerate the advancement of the U.N. SDGs in low- and middle income countries puede accederse en: sdgs.un.org/documents/de-brito-cruz-ch-2025-how-changing-geography-research-can-accelerate-advancement-un-sdgs.
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