La medición de la capacidad de prensión de las manos constituye una de las principales formas de detectar esta enfermedad asociada a la pérdida de fuerza, de masa y de función muscular. Con base en datos de más de 6.000 ancianos, científicos de Brasil y del Reino Unido sugieren elevar el valor mínimo que se considera normal (foto: Pixabay)

Proponen nuevos parámetros para diagnosticar la sarcopenia
20-10-2022
PT EN

La medición de la capacidad de prensión de las manos constituye una de las principales formas de detectar esta enfermedad asociada a la pérdida de fuerza, de masa y de función muscular. Con base en datos de más de 6.000 ancianos, científicos de Brasil y del Reino Unido sugieren elevar el valor mínimo que se considera normal

Proponen nuevos parámetros para diagnosticar la sarcopenia

La medición de la capacidad de prensión de las manos constituye una de las principales formas de detectar esta enfermedad asociada a la pérdida de fuerza, de masa y de función muscular. Con base en datos de más de 6.000 ancianos, científicos de Brasil y del Reino Unido sugieren elevar el valor mínimo que se considera normal

20-10-2022
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La medición de la capacidad de prensión de las manos constituye una de las principales formas de detectar esta enfermedad asociada a la pérdida de fuerza, de masa y de función muscular. Con base en datos de más de 6.000 ancianos, científicos de Brasil y del Reino Unido sugieren elevar el valor mínimo que se considera normal (foto: Pixabay)

 

Por Maria Fernanda Ziegler  |  Agência FAPESP – La sarcopenia –una dolencia caracterizada por la pérdida de fuerza, de masa y de función muscular– constituye un fenómeno que define al envejecimiento. Su diagnóstico precoz es de suma importancia y empieza con la medición de la fuerza de las manos con un aparato llamado dinamómetro. 

Investigadores de la Universidad Federal de São Carlos (UFSCar), en el estado de São Paulo, Brasil, en colaboración con pares de la University College London (UCL), en el Reino Unido, están sugiriendo alterar el protocolo de diagnóstico. Su propuesta consiste en aumentar el valor mínimo de fuerza palmar que se considera normal. De esta forma, los científicos consideran que sería posible diagnosticar la enfermedad con mayor precisión y detectar precozmente el riesgo de muerte entre ancianos.

Para sugerir los nuevos valores, el equipo comparó todos los puntos de corte propuestos en estudios anteriores sobre el tema. Este trabajo comprendió el análisis de un banco de datos de 6.182 británicos de 60 años o más bajo seguimiento durante 14 años en el ámbito del English Longitudinal Study of Aging (ELSA), un estudio longitudinal realizado en Inglaterra. La investigación contó con el apoyo de la FAPESP y los resultados se dieron a conocer en la revista Age and Ageing.

De acuerdo con el último consenso europeo, publicado en 2019, el diagnóstico de la sarcopenia se concretaba cuando la fuerza de prensión manual era menor que 27 kilos (kg) para varones y menor que 16 kg para mujeres. Los autores del artículo sugieren aumentar esos valores a menor que 36 kg en referencia a los varones y menor que 23 kg para las mujeres. 
 
“Observamos que, cuando se utilizan notas de corte más bajas, el resultado no sirve para apuntar el riesgo de mortalidad. Y la idea de estos nuevos valores de referencia apunta a detectar el riesgo de muerte lo más tempranamente posible. Cuando esto aparece tardíamente, se hace sumamente difícil efectuar intervenciones tales como alteraciones en la dieta y la recomendación de ejercicios de fuerza resistida. Por eso es tan importante que la comunidad científica acepte nuestra sugerencia, para que la misma se convierta en un nuevo consenso con la mira puesta en el diagnóstico de la sarcopenia”, aboga Tiago da Silva Alexandre, docente del Departamento de Gerontología de la UFSCar y profesor visitante de la UCL.

En el estudio, los investigadores afirman que, aunque las notas de corte más bajas están en vigor desde 2019, la comunidad académica siempre las ha cuestionado. “Otros estudios ya habían señalado problemas en la forma de diagnosticar la sarcopenia. Pero nosotros somos los primeros que planteamos notas de corte capaces de indicar el riesgo de muerte relacionado con la enfermedad y compararlas con las que se utilizan”, dice.

Con base en esta comparación, los investigadores pudieron entender por qué el consenso de 2019 no estaba funcionando muy bien. 

“Aparte de no lograr indicar el riesgo de muerte, la manera en que está diagnosticándose la sarcopenia subestima la prevalencia de la enfermedad. Demostramos que, cuando las notas de corte son más bajas, la velocidad al caminar termina siendo una medida mejor a los efectos de evaluar el riesgo de muerte. Pero este indicador capta únicamente los casos avanzados de sarcopenia, cuando puede que la prevención ya no sea posible”, afirma Maria Claudia Bernardes Spexoto, primera autora del artículo y docente de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Federal de Grande Dourados (UFGD), en el estado de Mato Grosso do Sul, Brasil. 

Tal como explican los investigadores, la pérdida de fuerza, de masa y de función muscular va más allá de cuestiones relacionadas con la locomoción, la autonomía o el riesgo de caídas entre ancianos. “Los músculos están asociados a funciones más amplias que la contracción y la generación de fuerza. Participan en los procesos inmunológicos, endócrinos y de control de algunas infecciones a través del sistema inmunitario y también ayudan a controlar la glucemia”, comenta Da Silva Alexandre. 

Por eso el investigador justifica la necesidad de monitorear no solamente la cantidad de músculos preservada en los ancianos, sino también su calidad. “El sistema musculoesquelético participa en varios otros sistemas del organismo. Si un anciano tiene una buena cantidad y una buena calidad de músculos, su vejez será más tranquila, sin lugar a dudas”, dice el investigador.

Riesgo de muerte

De acuerdo con los resultados del nuevo estudio, los ancianos con “sarcopenia probable” (una condición precedente a enfermedades) exhibieron un 30 % más de riesgo de muerte que los no sarcopénicos. En tanto, los ancianos con sarcopenia confirmada mostraron un 48 % más de riesgo, y los que padecían sarcopenia grave, un 78 %.
 
Cabe remarcar que la investigación tuvo en cuenta datos de mortalidad general y el riesgo fue mayor independiendo de factores tales como la edad, el hábito de fumar, el consumo de bebidas alcohólicas, el estado civil, el nivel de actividad física, la circunferencia de la cintura aumentada, la presencia de enfermedades cardiovasculares, diabetes, hipertensión, cáncer y enfermedades pulmonares, la cantidad de caídas el año anterior, el uso de medicaciones, síntomas depresivos y el rendimiento de la memoria.

De acuerdo con Da Silva Alexandre, la dificultad para detectar el riesgo de muerte con base en notas de corte más bajas puede explicarse por el tiempo de monitoreo de los estudios. Mientras que en trabajos anteriores se efectuó un seguimiento de los ancianos durante a lo sumo seis años, los investigadores de la UFSCar y de la UCL lo hicieron durante 14 años. 

“Los estudios que propusieron notas de corte más bajas no evaluaron el riesgo de muerte o comprendían períodos de seguimiento muy cortos, lo que sesgaba los resultados obtenidos. Obviamente, las personas con menos fuerza fallecen más rápido, lo que impide que aquellas que estaban en riesgo a mediano y largo plazo también fuesen identificadas con precisión”, explica el investigador.

Sucede que la pérdida de fuerza, de masa y de función muscular no es algo que ocurra de la noche a la mañana: surge durante un largo proceso que se extiende por años. “La historia natural de la enfermedad indica que la misma va transcurriendo lentamente, un día después de otro”, dice.

Prevalencia subestimada

El impacto de las nuevas notas de corte propuestas por los investigadores de la UFSCar y de la UCL es grande. Entre otros factores, tendrá efectos sobre las estadísticas de prevalencia de la enfermedad en la sociedad.

“Con notas de corte más altas, los índices de prevalencia de la enfermedad aumentan y habrá que seleccionar más gente. Por consiguiente, se volverá posible identificar la sarcopenia mucho antes de que esta condición se erija como un riesgo de muerte”, afirma Da Silva Alexandre. 

Según el investigador, los dos últimos consensos europeos para el diagnóstico de la sarcopenia exhiben poca concordancia, lo que acaba generando discrepancias en los datos de prevalencia, que varían del 11 % al 27,7 % cuando se aplica uno de los consensos, y del 4,6 % al 13,6 % para el otro. 

En tanto, cuando los investigadores utilizaron las nuevas notas de corte (menores que 36 Kg y 23 kg), la prevalencia trepó al 33,9 % de sarcopenia probable, un 6,2 % de sarcopenia confirmada y un 8,6 % de sarcopenia grave.
 
“Es una prevalencia alta para una condición que, cuando se la diagnostica y se la trata a tiempo, puede sorteársela de manera tal de mejorar la calidad de vida de los ancianos y evitar la mortalidad precoz. Con base en las notas de corte sugeridas en este estudio, iniciaremos una nueva investigación con miras a medir la prevalencia de la sarcopenia en la población anciana brasileña”, comentó. 

Una nueva métrica

En el artículo publicado en la revista Age and Ageing, los autores también describieron una nueva estrategia tendiente a detectar la sarcopenia sin medir la fuerza de prensión manual, que consiste en evaluar la velocidad al caminar. Este es otro indicador importante relacionado con la vejez (lea más en: agencia.fapesp.br/37624/).  

“No obstante, la velocidad al caminar es de por sí un desenlace. El anciano solamente exhibirá lentitud [una velocidad menor o igual a 0,8 metro por segundo] cuando ya se encuentra debilitado. Con las nuevas notas de corte para el diagnóstico de la sarcopenia logramos obtener un predictor precoz del riesgo de muerte, algo esencial para la clínica”, dice Da Silva Alexandre.
 
Puede leerse el artículo intitulado European Working Group on Sarcopenia in Older People 2010 (EWGSOP1) and 2019 (EWGSOP2) criteria or slowness: which is the best predictor of mortality risk in older adults? en el siguiente enlace: academic.oup.com/ageing/article/51/7/afac164/6649128

 

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