Investigadores cuantificaron en un estudio la extensión y la edad de los montes que crecen naturalmente en áreas degradadas y abandonadas en el país, mediante la elaboración de 131 mapas de referencia. La Selva Amazónica aparece a la delantera en áreas recuperadas y el Bosque Atlántico posee los bosques secundarios más antiguos (foto: Guillaume Rousseau/UEMA)

Los bosques regenerados capturaron en Brasil un 12% del carbono emitido por el desmonte en 33 años
22-10-2020
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Investigadores cuantificaron en un estudio la extensión y la edad de los montes que crecen naturalmente en áreas degradadas y abandonadas en el país, mediante la elaboración de 131 mapas de referencia. La Selva Amazónica aparece a la delantera en áreas recuperadas y el Bosque Atlántico posee los bosques secundarios más antiguos

Los bosques regenerados capturaron en Brasil un 12% del carbono emitido por el desmonte en 33 años

Investigadores cuantificaron en un estudio la extensión y la edad de los montes que crecen naturalmente en áreas degradadas y abandonadas en el país, mediante la elaboración de 131 mapas de referencia. La Selva Amazónica aparece a la delantera en áreas recuperadas y el Bosque Atlántico posee los bosques secundarios más antiguos

22-10-2020
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Investigadores cuantificaron en un estudio la extensión y la edad de los montes que crecen naturalmente en áreas degradadas y abandonadas en el país, mediante la elaboración de 131 mapas de referencia. La Selva Amazónica aparece a la delantera en áreas recuperadas y el Bosque Atlántico posee los bosques secundarios más antiguos (foto: Guillaume Rousseau/UEMA)

 

Por Karina Ninni  |  Agência FAPESP – Los bosques secundarios cumplen un papel importante en la captura de carbono, pues tienden a asimilar una cantidad mayor de este elemento en comparación con el que pierden en la atmósfera. Con todo, la extensión y la edad promedio de estos montes que crecen debido al abandono de áreas en Brasil aún se desconocían. Pero ya no. En un estudio reciente publicado en la revista Scientific Data, perteneciente al grupo Nature, un equipo encabezado por dos científicos del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe, en portugués) del país cuantificó esos datos y descubrió que, en una serie histórica de 33 años, la regeneración de bosques secundarios compensó un 12% de las emisiones ocasionadas por el desmonte en la Amazonia.

Este estudio contó con el apoyo de la FAPESP en el marco de dos proyectos. El primero de ellos, coordinado por Luiz Eduardo Oliveira e Cruz de Aragão, se puso en marcha en el año 2019, en tanto que el segundo, cuya coordinadora es Luciana Vanni Gatti, empezó en 2017.

“Se conoce la capacidad de absorción de carbono de los bosques secundarios a través de estudios de monitoreo de parcelas de campo. La tasa promedio de absorción líquida de carbono en regiones neotropicales es 11 veces mayor que la que se observa en los bosques antiguos. Pero se carece aún de conocimiento suficiente acerca de la dinámica a largo plazo de los bosques secundarios en Brasil y en el mundo”, afirma Oliveira e Cruz de Aragão, uno de los autores del estudio, llevado adelante en el Inpe durante el doctorado de Celso H. L Silva Júnior.

Este conocimiento es fundamental para ayudar a Brasil a alcanzar sus metas de contribución determinada a nivel nacional (NDC) previstas en la Convención Marco de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre el Cambio Climático, ya que el país se comprometió a reforestar 12 millones de hectáreas sujetas al desmonte para el año 2030, subraya el investigador.

El cálculo por biomas

En este estudio se cuantificó la extensión de bosques secundarios de crecimiento pasivo en Brasil (los que se regeneran después de abandono de áreas) y sus edades según sus biomas. Según Oliveira e Cruz de Aragão, el crecimiento de los bosques secundarios o renovales no es lineal y transcurre en función de la edad, de allí la importancia de establecer la edad de los bosques, a los efectos de poder estimar su potencial de captura de carbono.

Los datos apuntan un total de 262.791 kilómetros cuadrados (km²) de bosques secundarios recuperados en Brasil entre 1986 y 2018, lo que corresponde al 59% del área de bosques antiguos deforestados en la Amazonia brasileña entre 1988 y 2019.

“Los bosques se encuentran distribuidos por el territorio, con menor proporción en el Pantanal [la zona de humedales de la región centro-oeste del país], bioma que contribuyó con un 0,43% [1.120 km²] del área total mapeada. La mayor proporción de bosques recuperados, el 56,61% [148.764 km²], se registró en la Amazonia. La Caatinga [el semiárido del nordeste brasileño] representa un 2,32% [6.106 km²] del área de bosques secundarios de Brasil y posee los renovales más jóvenes: más del 50% tienen entre uno y seis años.”

El Bosque Atlántico aparece en el segundo puesto en el ranking de extensión de áreas recuperadas, con 70,218 km² (o el 26,72% del total) y posee los bosques secundarios más antiguos: más de la mitad tienen entre uno y 12 años de edad.

Cuatro pasos

El grupo implementó el método utilizado en la plataforma Google Earth Engine (GEE) y partió de una serie temporal de mapas del Proyecto Brasileño Anual de Mapeo de Uso de la Tierra y Cobertura Terrestre (MapBiomas), que suministra una serie con datos desde 1986. El equipo elaboró un conjunto de 131 mapas de referencia para 33 años de bosques secundarios en el país divididos por biomas. Este material se encuentra disponible en los enlaces doi.org/10.5281/zenodo.3928660 y github.com/celsohlsj/gee_brazil_sv

Primeramente, los científicos excluyeron las áreas anegadas. Luego dividieran la metodología en cuatro pasos. En el primero, todas las bases del MapBiomas utilizadas (34 mapas) fueron reclasificadas en mapas binarios, en los cuales los píxeles identificados como “1” indicaban áreas forestadas. El valor “0” se les atribuyó a píxeles correspondientes a otros usos y a otros tipos de coberturas. Los manglares y los bosques plantados fueron dejados al marge. Cada pixel corresponde a un área de 30x30 metros.

En el segundo paso, se midió el aumento de los bosques secundarios utilizando los mapas elaborados en la etapa anterior, pixel por pixel. “Determinamos que los bosques secundarios surgen cuando un pixel clasificado como cobertura antrópica en un determinado año es reemplazado por un pixel que corresponde a la cobertura forestal al año siguiente”, resume Oliveira e Cruz de Aragão.

En la tercera etapa, los científicos generaron otros 33 mapas, en este caso de la extensión anual de los bosques secundarios. “Para elaborar el mapa de la extensión forestal secundaria en 1987, sumamos el mapa del aumento forestal secundario en 1986, obtenido durante la etapa 2, con el mapa de incremento de 1987, lo que redundó en un mapa con todos los píxeles del bosque secundario de 1986 y 1987. A sabiendas de que la suma secuencial de esos mapas resulta en píxeles con valores superiores a ‘1’, para crear mapas binarios anuales de extensión forestal secundaria reclasificamos los mapas elaborados por años, adjudicándoles el peso ‘1’ a píxeles con valores situados entre 2 y 33, lo que corresponde a la extensión forestal propiamente dita año a año. Los píxeles con valor ‘0’ no se alteraron.”

Por último, faltaba calcular la edad de los bosques secundarios. El equipo sumó el mapa de la extensión anual del bosque secundario de 1986 (obtenido en la etapa anterior) con el mapa de 1987, para obtener la edad de los bosques secundarios en 1987. “Seguimos efectuando esa suma año tras año hasta obtener el mapa de la edad forestal secundaria de 2018”, explica Oliveira e Cruz de Aragão. Según el investigador, el próximo paso consiste en determinar el crecimiento de esos bosques secundarios en función de la edad. “Hemos remitido un artículo en el cual efectuamos esa cuantificación.”

Las emisiones

El cálculo del potencial líquido de captación de carbono de los bosques secundarios en cada bioma brasileño entre 1986 y 2018 se realizó mediante un abordaje pixel por pixel. Para ello, los científicos determinaron que cada hectárea de bosque secundario mapeado capta en promedio 3,05 Mg C ha−1 yr−1 (megagramos de carbono por hectárea al año), independientemente de la edad, con excepción de los bosques con más de 20 años, a los que se consideró con tasa nula de absorción de carbono.

El Pantanal efectuó el menor aporte a la captación de carbono de Brasil, al responder por un 0,42% entre 1986 y 2018. El bioma Amazonia generó la mayor contribución, con un 52,21% de la captación forestal secundaria brasileña. En el estudio se arriba a la conclusión de que, en el período situado entre 1988 y 2018, la absorción estimada por bosques secundarios en Brasil compensa el 12% de las emisiones generadas por el desmonte en la Amazonia brasileña.

Con todo, para Oliveira e Cruz de Aragão, aún se hace necesario modificar el modo de uso de la tierra, sobre todo en la Amazonia. “En el transcurso del tiempo, puede percibirse que el área de bosque secundario en proporción al área deforestada no aumenta mucho. Esto se relaciona con los modos de uso de la tierra de la gente, fundamentalmente en la Amazonia. Debemos modificarlos. Cuando se deforesta, se pierden los otros beneficios de los bosques naturales, que cumplen un papel indispensable en el ciclo hidrológico y en el mantenimiento de la biodiversidad, mucho mayor que los secundarios. Y también poseen mayor resiliencia con respecto a los cambios climáticos.”

Con los nuevos datos, afirma el investigador, el país gana capacidad para brindar apoyo a las decisiones del Estado brasileño sobre la diversidad y la planificación del uso y la protección de los bosques secundarios. “Son bosques que no están protegidos y prestan un gran servicio. Incluso son los que generalmente sufren una mayor conversión en el ciclo del uso de la tierra en la Amazonia. Ahora podemos determinar hasta qué punto debería protegérselos.”

Puede leerse el artículo intitulado Benchmark maps of 33 years of secondary forest age for Brazil en el siguiente enlace: www.nature.com/articles/s41597-020-00600-4
 

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