Aplicación de sulfato ferroso en un área en restauración en Chapada dos Veadeiros (foto: Demétrius Lira Martins)
La aplicación de sulfato ferroso en un área degradada del Parque Nacional Chapada dos Veadeiros, en el centro de Brasil, redujo la disponibilidad de nutrientes y contuvo especies exóticas, permitiendo que gramíneas típicas del bioma Cerrado, adaptadas a suelos pobres, volvieran a crecer
La aplicación de sulfato ferroso en un área degradada del Parque Nacional Chapada dos Veadeiros, en el centro de Brasil, redujo la disponibilidad de nutrientes y contuvo especies exóticas, permitiendo que gramíneas típicas del bioma Cerrado, adaptadas a suelos pobres, volvieran a crecer
Aplicación de sulfato ferroso en un área en restauración en Chapada dos Veadeiros (foto: Demétrius Lira Martins)
Por André Julião | Agência FAPESP – En un estudio publicado en la revista Restoration Ecology, un grupo liderado por investigadores de la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp), en el estado de São Paulo, Brasil, señala un camino prometedor para la restauración del Cerrado, el bioma brasileño de sabana.
A través de un experimento realizado en el Parque Nacional Chapada dos Veadeiros, en el estado de Goiás, en el Centro-Oeste de Brasil, los autores demostraron cómo, a diferencia de lo que hacen algunas iniciativas de restauración convencionales, cuando se trata del Cerrado no se deben adicionar nutrientes al suelo, al contrario.
En un área de restauración dentro del parque, los investigadores analizaron el crecimiento de pastos invasores y especies nativas después de la aplicación de sulfato ferroso, que hace que el suelo sea más ácido y reduce la disponibilidad de nutrientes. En los lugares donde se aplicó el mineral se redujo la aparición de especies invasoras en casi un 71%, sin causar daño alguno a las especies nativas.
“Las plantas del Cerrado tienen bajas demandas nutricionales y un crecimiento lento. Mientras que los pastos invasores crecen rápidamente y demandan muchos nutrientes. El sulfato ferroso devuelve el suelo a una condición más cercana a su estado original, favoreciendo a las especies nativas y dificultando el crecimiento de especies invasoras”, explica Demétrius Lira Martins, quien realizó el trabajo durante su posdoctorado en el Instituto de Biología (IB) de la Unicamp, con el apoyo de la FAPESP.
La zona de 50 hectáreas comenzó a restaurarse en 2016, después de unos 30 años como área para pastar. Cuatro años después de haber eliminado las hierbas exóticas, preparado el suelo y sembrado especies autóctonas, la zona volvió a ser ocupada por hierbas africanas.
En 2021 se reanudó la restauración. En esta ocasión, el experimento se planteó para verificar el efecto de la acidificación del suelo sobre la contención de pastos exóticos. Los investigadores delimitaron 14 bloques de 100 metros cuadrados (m²). En cada uno de ellos se separaron cuatro bloques más pequeños, de 1 m² cada uno, separados por 10 metros entre ellos.
En la mitad de estos bloques, se aplicó sulfato ferroso al suelo antes de sembrar pastos y arbustos nativos. Cuatro meses después de la última aplicación, se recogieron y pesaron muestras de las plantas que crecían en cada cuadro, tanto nativas como exóticas.
Al comparar los bloques, se observó una reducción del 70,7% en la biomasa de especies invasoras donde se realizó la acidificación, sin dañar las especies nativas.
“La acidificación ha aumentado los niveles de aluminio en el suelo, que es tóxico para las plantas convencionales. Pero las especies nativas lo soportan muy bien. No es casualidad que lo primero que se hace después de deforestar una zona del Cerrado para agricultura o pastoreo sea el encalado [aplicar piedra caliza], lo que reduce la disponibilidad de aluminio y aumenta otros nutrientes", dice Martins.
Arriba, un bloque experimental al inicio de la implementación, que tenía el suelo acidificado y estaba libre de pastos invasores, con plantas nativas regresando lentamente.
En la otra foto, un lugar que no recibió el sulfato ferroso tomado por la especie africana (fotos: Demétrius Lira Martins)
Estrategias
El estudio forma parte del proyecto “Restaurando ecosistemas neotropicales secos: ¿es la composición funcional de las plantas la clave del éxito?”, con el apoyo de la FAPESP y coordinado por Rafael Silva Oliveira, profesor del IB-Unicamp.
La estrategia que se presenta ahora se suma a otras desarrolladas por el grupo. En un trabajo anterior, también apoyado por la FAPESP, los investigadores demostraron cómo una mayor diversidad de especies nativas funciona como forma de contener las hierbas invasoras (lea más en: agencia.fapesp.br/51078).
En el caso de la acidificación, los investigadores señalan que el sulfato ferroso es sólo uno de los compuestos que pueden realizar esta función. Los experimentos en el hemisferio norte, por ejemplo, utilizaron azufre para el mismo propósito. Pero para hacer algo a gran escala en el futuro, primero hay que evaluar la mejor relación coste-beneficio.
“En teoría cualquier sustrato ácido puede servir. Una opción podría ser el residuo del procesamiento de la caña de azúcar, que es abundante y barato. A su vez, la cama de pollo desechada [aserrín u otro material utilizado en el suelo de las granjas] es bastante ácido, pero contiene mucho nitrógeno, lo que favorece las malezas. Es necesario evaluar los posibles impactos de cada opción y la viabilidad financiera”, señala el investigador.
Según Martins, otro factor a tener en cuenta en futuros trabajos de restauración es la comunidad microbiana del suelo, algo todavía poco conocido cuando se trata del Cerrado.
“Los microorganismos del suelo son la base del ciclo de nutrientes. Por eso, las formas de recuperar el Cerrado original son fundamentales para restaurar este bioma tan amenazado”, concluye.
El artículo Soil acidification controls invasive plant species in the restoration of degraded Cerrado grasslands puede ser leído en: onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1111/rec.14294.
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