Su caparazón, similar a la armadura de los caballeros medievales, constituiría la primera evidencia de defensa contra los predadores y estaría vinculado al origen de un gran grupo de animales con simetría bilateral, que incluye a los humanos. Técnicas avanzadas de microscopía y tomografía aplicadas en rocas halladas en Brasil en la década de 1970 hicieron posible la reconstrucción de la morfología de este organismo articulado (representación artística de la Corumbella y su ambiente; en

Un fósil de un animal con más de 500 millones de años puede modificar el modo de entender la evolución
15-06-2023
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Su caparazón, similar a la armadura de los caballeros medievales, constituiría la primera evidencia de defensa contra los predadores y estaría vinculado al origen de un gran grupo de animales con simetría bilateral, que incluye a los humanos. Técnicas avanzadas de microscopía y tomografía aplicadas en rocas halladas en Brasil en la década de 1970 hicieron posible la reconstrucción de la morfología de este organismo articulado

Un fósil de un animal con más de 500 millones de años puede modificar el modo de entender la evolución

Su caparazón, similar a la armadura de los caballeros medievales, constituiría la primera evidencia de defensa contra los predadores y estaría vinculado al origen de un gran grupo de animales con simetría bilateral, que incluye a los humanos. Técnicas avanzadas de microscopía y tomografía aplicadas en rocas halladas en Brasil en la década de 1970 hicieron posible la reconstrucción de la morfología de este organismo articulado

15-06-2023
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Su caparazón, similar a la armadura de los caballeros medievales, constituiría la primera evidencia de defensa contra los predadores y estaría vinculado al origen de un gran grupo de animales con simetría bilateral, que incluye a los humanos. Técnicas avanzadas de microscopía y tomografía aplicadas en rocas halladas en Brasil en la década de 1970 hicieron posible la reconstrucción de la morfología de este organismo articulado (representación artística de la Corumbella y su ambiente; en

 

Por André Julião  |  Agência FAPESP – Un caparazón articulado y compuesto por placas que se sobreponían, pero que dejaban espacio para el movimiento: con esta estructura de catafracto, tal como se la conoce, similar a las armaduras que utilizaban los caballeros de la Antigüedad y de la Edad Media, la Corumbella puede haberse protegido contra sus predadores y haberse alimentado con partículas suspendidas en el agua, algo que aún no se había registrado durante el período de tiempo en que vivió.

Este animal marino es del período Ediacárico (hace entre 635 millones y 541 millones de años) y llevó su vida en el océano que existía donde en la actualidad se ubica Corumbá, una ciudad situada en el estado de Mato Grosso do Sul (Brasil) y el sitio donde se halló el primer ejemplar, en la década de 1970.

Los detalles de la anatomía de la Corumbella (Corumbella werneri), uno de los animales fósiles más antiguos estudiados, se dieron a conocer en un artículo publicado en la revista iScience.

Este estudio, a cargo de científicos de Brasil, Escocia y Alemania, contó con el apoyo de la FAPESP. Y sus resultados aportan una nueva comprensión sobre la evolución de los animales.

“Las características de la Corumbella hacen de ella uno de los primeros animales modernos, que muy probablemente vivieron en presencia de predadores y de cadenas alimentarias parecidas a las que conocemos hoy en día”, comenta Gabriel Ladeira Osés, primer autor del artículo, quien realizó los análisis durante su doctorado en el Programa de Posgrado en Ecología y Recursos Naturales de la Universidad Federal de São Carlos (UFSCar), en el estado de São Paulo, Brasil.

Hasta hace poco tiempo, los estudios mostraban que los animales con estas características habían surgido casi 30 millones de años después, en el evento que se volvió conocido como la “explosión del Cámbrico”. Al final del período Ediacárico, se hallaron únicamente partes desarticuladas de animales con estructuras de catafractos.

El estudio publicado ahora se suma a otras evidencias de que durante ese mismo período acaeció el surgimiento de la depredación, de animales visibles a simple vista que se desplazaban (los posibles predadores de la Corumbella, por ejemplo) y de esqueletos con componentes biomineralizados y resistentes.

“Mediante microscopía electrónica, espectroscopía y otras técnicas geoquímicas, logramos determinar que el esqueleto era de aragonito y provenía del propio animal, es decir que no se precipitó después, durante el proceso de fosilización. Asimismo, demostramos que existía una orientación de preferencia en la formación del esqueleto, una evidencia de que había un control biológico de la mineralización”, explica Mírian Liza Alves Forancelli Pacheco, docente del Departamento de Biología de la UFSCar y coordinadora de la investigación.

A mitad del camino evolutivo

Alves Forancelli Pacheco fue una de las primeras científicas en estudiar a la Corumbella, aún durante su doctorado en el Instituto de Geociencias de la Universidad de São Paulo (IGc-USP), en un tiempo en el cual ni siquiera existía la certeza de que este registro fósil era realmente de un animal.

Aparte de confirmar lo que estudiosos alemanes y brasileños ya había publicado, de que se trataba efectivamente de un animal, la investigadora demostró que la Corumbella estaba dotada de un esqueleto resistente. Pero no existían por entonces técnicas que pudiesen determinar de manera más precisa si se trataba de algo de origen orgánico o mineral. Esto se ha dilucidado recién ahora.

Los resultados muestran también que el animal no tenía un cuerpo totalmente tubular tal como se imaginaba, sino que probablemente tenía una base en ese formato y el resto con cuatro costados atravesados por una línea, como un poliedro.

Esta forma asociada a una estructura de catafracto puede poner en tela de juicio las afinidades biológicas de este animal con otros existentes en la actualidad. Ahora existe la posibilidad de que este sea uno de los primeros animales bilaterales, los que tienen dos lados simétricos y que actualmente constituyen una mayoría que incluye a los humanos.

Los cnidarios, el grupo de las medusas a las que Corumbella hasta ahora estaba relacionada, forman parte de los radiales, aquellos que crecen alrededor de un punto central. Por ende, este estudio podría ubicar a este animal a mitad del camino evolutivo entre los bilaterales y los radiales.

“Probablemente vivía fija en lecho marino, con una parte enterrada y otra afuera. La armadura articulada le permitía defenderse contra sus predadores, probablemente animales de cuerpos blandos, al tiempo que podía moverse al ritmo de las corrientes marítimas. Quizá filtraba las partículas de alimento existentes en el agua. Nuevos estudios podrán ayudar a dilucidar lo que aún resta de misterio acerca de este animal”, culmina diciendo Ladeira Osés, quien actualmente lleva a cabo una pasantía de posdoctoral en el Instituto de Física de la USP.

Este trabajo también contó con el apoyo de la FAPESP mediante una beca en el exterior otorgada a Ladeira Osés, quien realizó una pasantía de investigación en la Universidad de Edimburgo, en Escocia. Y en el marco de otros cuatro proyectos (22/10829-1, 21/05083-8, 16/06114-6 y 19/03552-0).

Puede leerse el artículo intitulado Ediacaron Corumbella has a cataphract calcareous skeleton with controlled biomineralization en el siguiente enlace: www.cell.com/iscience/fulltext/S2589-0042(22)01948-4.

 

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