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COVID-19
Un estudio indica que las terapias celulares pueden disminuir un 60 % el riesgo de muerte por COVID-19
21-09-2023
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Científicos brasileños y colaboradores internacionales compilaron datos de 195 ensayos clínicos realizados en 30 países entre enero de 2020 y diciembre de 2021. Pese a que la información es prometedora, los autores remarcan la necesidad de lograr un mayor control en la elaboración de los productos utilizados en este tipo de tratamientos

COVID-19
Un estudio indica que las terapias celulares pueden disminuir un 60 % el riesgo de muerte por COVID-19

Científicos brasileños y colaboradores internacionales compilaron datos de 195 ensayos clínicos realizados en 30 países entre enero de 2020 y diciembre de 2021. Pese a que la información es prometedora, los autores remarcan la necesidad de lograr un mayor control en la elaboración de los productos utilizados en este tipo de tratamientos

21-09-2023
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Por Maria Fernanda Ziegler  |  Agência FAPESP – La utilización de las terapias celulares en pacientes con COVID-19 hizo que disminuyera un 60 % el riesgo de muerte a causa de esta enfermedad. Esta conclusión, dada a conocer en la revista Frontiers in Immunology, surge de un estudio de revisión a cargo de investigadores de la Universidad de São Paulo (USP), en Brasil, en colaboración con científicos alemanes y estadounidenses. El referido artículo científico compila datos de 195 ensayos clínicos realizados en 30 países entre enero de 2020 y diciembre de 2021.

En los últimos años, las denominadas terapias celulares avanzadas han venido ganando terreno en el combate contra diversas enfermedades, sobre todo contra el cáncer. Básicamente, las técnicas que se aplican consisten en reponer células sanas en el organismo de los pacientes, de manera tal de restaurar o alterar determinados conjuntos celulares. Otra estrategia apunta a modular la función de un conjunto de células enfermas mediante la inyección de nuevas células (o de productos celulares).

En estas diferentes técnicas pueden emplearse células madre (o sus derivadas) del propio paciente (autólogas) o de un donante (alógenas), que se cultivan o se modifican fuera del cuerpo antes de aplicárselas. De acuerdo con el mencionado estudio, los tipos celulares más utilizados en los ensayos clínicos para el tratamiento del COVID-19 fueron las células estromales o células madre mesenquimales multipotentes (provenientes del tejido conjuntivo), las células asesinas naturales o natural killer (provenientes de los linfoblastos) y las células mononucleares (derivadas de la sangre), que responden por el 72 %, el 9 % y el 6 % de los estudios respectivamente.

“Las terapias celulares han avanzado mucho en los últimos años y han venido aplicándose para tratar cánceres y enfermedades autoinmunes, cardíacas e infecciosas. Durante la pandemia, se las utilizó en el tratamiento del COVID-19 en diversos ensayos clínicos. Nuestro trabajo es el primero que agrupa todos estos datos dispersos por el mundo y verifica mediante un metaanálisis [un método estadístico que permite congregar datos de diversos estudios independientes] el funcionamiento de esas terapias en el combate contra la nueva enfermedad, como así también contra los problemas de salud que el COVID-19 desencadena”, afirma Otávio Cabral-Marques, docente de la Facultad de Medicina de la USP y coordinador de la investigación.

El investigador recuerda que, desde el comienzo de la pandemia, la terapia con células madre y los modelos de organoides derivados de células madre fueron objeto de una amplia atención como un nuevo método de tratamiento y estudio del COVID-19.

Sucede que las células madre, especialmente las células madre mesenquimales, han mostrado un significativo poder de regulación inmunitaria y para cumplir funciones de reparación de daños tisulares. Con relación a los pulmones, por ejemplo, los ensayos clínicos muestran –en mayor o menor grado– que las terapias celulares avanzadas pueden limitar la respuesta inflamatoria grave en pacientes infectados con el SARS-CoV-2, con una reducción de las lesiones pulmonares. De este modo, lo esperable con estas terapias es que se logre una mejoría de la función pulmonar, con un papel positivo contra la fibrosis, por ejemplo.

Más allá de la atención que suscitó este tipo de abordaje, Cabral-Marques sostiene que es importante reforzar los reales efectos protectores de la vacunación. “Si bien los resultados de los estudios muestran que las terapias celulares avanzadas podrán afianzarse como un importante tratamiento adyuvante destinado a los pacientes afectados por el COVID-19, en un futuro cercano, la prevención de la enfermedad mediante de la vacunación sigue siendo la mejor protección”, advierte.

La estandarización de los datos

Los ensayos de terapia celular avanzada contra el COVID-19 tuvieron lugar en 30 países, con relieve para Estados Unidos, China, Irán y España. Sin embargo, eran estudios muy heterogéneos, no solamente con una cantidad de participantes muy variada, sino también con diseños y metodologías disímiles.

De esta forma, para la realización del metaanálisis, el equipo de investigadores realizó la curaduría de los datos que luego se analizarían en el banco de datos Cell Trials Data e incluyeron información sobre datos nacionales, aparte de excluir información referente a falsos positivos y conteos dobles, por ejemplo.

Los autores remarcan que también hubo una variación con respecto a las etapas de la investigación. En muchos países, sobre todo en Europa, existe una rígida regulación sobre las terapias celulares humanas que limita la cantidad de productos de las mismas. De este modo, en el 56 % de los estudios ni siquiera se llegó a la fase II de la investigación clínica, que abarca a pacientes con la enfermedad y tiene por objeto determinar la seguridad a corto plazo, la dosis de respuesta y la eficacia del producto. Otro factor limitante fue el hecho de que el 31 % de los ensayos clínicos que se analizaron no contaba con grupo de control.

“Para arribar a ese valor de disminución del riesgo de muerte, fue necesario tener en cuenta los hallazgos y las características de los distintos estudios, aparte de efectuar algunas correcciones y estimaciones”, explica el doctorando Igor Salerno Filgueiras, coautor del artículo de revisión.

“Existen técnicas que se aplican para estandarizar esos datos, eliminar sesgos y llegar a una perspectiva imparcial. Esto permite arribar a conclusiones que suelen pasar desapercibidas en un estudio específico, pero que cuando otros análisis las refuerzan se plantean como una perspectiva científica interesante”, sostiene Dennyson Leandro M. Fonseca, becario doctoral de la FAPESP e integrante del equipo.

En el artículo, se hace hincapié también en que los estudios en los que se utilizaron células mesenquimales exhibían métodos de fabricación y entrega clínica sumamente heterogéneos. “Los resultados ponen de relieve el importante papel que los productos de las terapias celulares pueden cumplir como terapias adyuvantes en el manejo del COVID-19 y las complicaciones relacionadas. Pero también es necesario controlar los principales parámetros de fabricación de esos productos de modo a asegurar la comparabilidad entre los estudios”, afirma Cabral-Marques.

Puede leerse el estudio intitulado Systematic review and meta-analysis of cell therapy for COVID-19: global clinical trial landscape, published safety/efficacy outcomes, cell product manufacturing and clinical delivery en el siguiente enlace: www.frontiersin.org/articles/10.3389/fimmu.2023.1200180/full.

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