Foto: Santa Food Tech
Con apoyo de FAPESP, Santa Food Tech desarrolló un modelo para transformar áreas urbanas en laboratorios de sostenibilidad; la iniciativa ya está presente en cuatro microrregiones de la capital paulista y en Guarulhos
Con apoyo de FAPESP, Santa Food Tech desarrolló un modelo para transformar áreas urbanas en laboratorios de sostenibilidad; la iniciativa ya está presente en cuatro microrregiones de la capital paulista y en Guarulhos
Foto: Santa Food Tech
Por Roseli Andrion | Agência FAPESP – En medio del gris de la ciudad de São Paulo, capital del estado brasileño homónimo y mayor metrópoli del país, una iniciativa busca cambiar la forma en que se producen, distribuyen y consumen los alimentos. Santa Food Tech, una startup apoyada por el programa Investigación Innovadora en Pequeñas Empresas (PIPE, por sus siglas en portugués), de FAPESP, desarrolló un modelo para transformar áreas urbanas en laboratorios de sostenibilidad.
El principal diferencial del proyecto es el enfoque integrado, que combina educación ambiental, conexiones sociales y análisis de datos para crear una “microeconomía verde circular”. “Desarrollamos una metodología propia, una tecnología social que utiliza la tecnología de la información para promover un modelo de cadena no lineal innovadora y el impacto positivo que conlleva”, explica Evelyn Dias, socia fundadora de la startup y responsable de su operación.
Y los resultados ya son visibles: en la región más árida de São Paulo, la empresa implementó el primer laboratorio urbano y demostró que es posible establecer una cadena sinérgica y económicamente autosuficiente. “Logramos demostrar que el modelo puede obtener resultados locales desde los puntos de vista ambiental, social y económico”.
Actualmente, la iniciativa está presente en cuatro microrregiones de la capital paulista y en Guarulhos, la segunda ciudad con mayor población del estado. ¿Y por qué esta revolución es necesaria? “La cadena actual está agotada, no funciona más y puede llevar al planeta al colapso”, señala Dias. “En los grandes centros, donde vive más del 85 % de la población, se necesitan soluciones que no dependan de migrar al campo ni de un cambio radical en el estilo de vida.”
Transición acelerada
El proyecto fue pensado para acelerar la transición hacia hábitos más conscientes. Esto requiere un método que conecte la educación ambiental y social con la tecnología. “Nuestra metodología tiene seis etapas para implementar la microeconomía verde circular”, resume Dias.
Santa Food Tech no se limita a la producción y distribución de alimentos orgánicos, agroecológicos y agroforestales: el concepto del proyecto es la transformación del estilo de vida urbano. “Inicialmente, el objetivo era democratizar el acceso a alimentos orgánicos, que por ley son un derecho de todos. A lo largo de la investigación, nos dimos cuenta de que simplemente conectar productores y consumidores no era suficiente para hacer que el sistema fuera sinérgico y autosuficiente”, explica la investigadora. Esa evolución llevó a la empresa a pivotar (cambiar de dirección estratégica) dos veces desde su fundación.
En su estrategia, la startup se enfoca en un público muy específico: apenas el 0,31 % de la población. “Descubrimos, durante nuestra trayectoria de innovación, que intentar hablar a las masas no funcionaba. Entonces, en nuestra última adaptación estratégica, en 2022, definimos que nos enfocaríamos en un perfil específico para que se convirtiera en multiplicador del modelo”, comenta.
Este público objetivo, compuesto por personas físicas y jurídicas, tiene una “adhesión instantánea” a la propuesta. “Buscan soluciones sostenibles, pero tienen dificultades para implementarlas en su día a día. Aunque ya adoptan un estilo de vida más consciente, quienes viven en la ciudad se enfrentan a muchas barreras.”
Para involucrar al público multiplicador, Santa Food Tech creó rutas en las que los participantes evolucionan gradualmente y son incentivados a invitar a personas con un perfil similar que puedan estar interesadas en el proyecto. “Nuestros indicadores muestran que cada persona involucrada en una etapa aumenta en un 20 % la probabilidad de activarse en otra etapa en hasta 35 días.”
Este dato demuestra la eficiencia del método en el compromiso continuo de los participantes. “A medida que la persona se activa en otras etapas, demuestra que este es el movimiento que estaba esperando para hacer la transición. Es decir, queda más claro que este es el estilo de vida que desea.”
De lo personal a lo colectivo
La historia de Santa Food Tech comenzó de forma personal para Evelyn Dias, en 2010. “Fue un despertar personal. Pasé por una reeducación alimentaria y, al investigar, vi que había una oportunidad de mercado – especialmente después de la aprobación de la Ley de Orgánicos en 2011”, cuenta. Como el crecimiento del mercado de productos orgánicos en Brasil no cumplió con las expectativas, recién en 2022 el proyecto adoptó un modelo basado en ciencia y tecnología.
Uno de los pilares del proyecto es la adopción de la agricultura regenerativa. “Este concepto va mucho más allá de producir alimentos sin pesticidas: es la mejor forma de producción que existe, porque busca conciliar la naturaleza con el consumo humano”, define Dias. “Entre otros beneficios, esta práctica protege el suelo, preserva fuentes de agua y extrae más CO₂ de la atmósfera que los métodos convencionales. Además, respeta aspectos socioambientales regionales, como la cultura local y la generación de ingresos.”
En la práctica, el sistema opera con tres tipos de transacciones: trueque, donación y comercialización. La startup clasifica a los participantes de la cadena en beneficiarios (productores, cocineras y entidades), clientes (personas físicas y jurídicas que pagan) y usuarios (interesados en trueques y donaciones). “En la cadena hay intercambios, donaciones y comercio. Hay usuarios interesados en realizar intercambios y donaciones, es decir, pueden tanto ofrecer como recibir”, detalla.
Equipo femenino
Todo el equipo estratégico de la startup está compuesto por mujeres. “Nuestro objetivo es generar impacto, y este está conectado con siete Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos por la ONU – uno de ellos es la igualdad de género”, explica Dias. “Concentramos esfuerzos en capacitar y ofrecer oportunidades a mujeres.”
El grupo es multidisciplinario e incluye profesionales de ingeniería de alimentos, eléctrica e industrial, además de áreas como calidad, sostenibilidad, marketing y comercial. “El siguiente paso es incorporar una profesional de ciencia de datos, un área estratégica para el negocio. Nuestro gran desafío tecnológico es precisamente la ciencia de datos – y también es nuestra mayor entrega de valor”, destaca. “El proyecto es capaz de mapear desiertos alimentarios y todos los indicadores relacionados con ese segmento.”
Esa inteligencia basada en datos ha despertado el interés de municipios y grandes corporaciones en el mercado de créditos de carbono y pagos por servicios ambientales. “Con la ciencia de datos tenemos acceso a esos dos mercados.” La siguiente etapa del proyecto incluye una asociación con la Empresa Brasileña de Investigación e Innovación Industrial (Embrapii) y la Escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz (Esalq) de la Universidad de São Paulo (USP), con enfoque en ciencia de datos para la agricultura regenerativa.
Expansión e internacionalización
Las proyecciones de la startup para los próximos años son ambiciosas: solo en 2025, por ejemplo, el objetivo es expandirse de las actuales cinco microrregiones a 33 localidades. “En cuatro años podemos aumentar nueve veces nuestro tamaño y atender a más de 65 mil familias.”
Santa Food Tech propone una revolución en el concepto de valor económico. “Creemos que vamos a desarrollar un nuevo modelo económico. Nuestro enfoque es optimizar los recursos naturales, que tienen el mismo nivel de importancia que los monetarios”, explica Dias. Ella cuenta que no existen soluciones similares en el país ni en el exterior. “Encontramos iniciativas que forman parte de lo que hacemos, pero ninguna integra la cadena de forma completa como nosotros. Son socios potenciales, no competidores.”
Actualmente, la internacionalización de la empresa está en marcha con prepilotos en República Dominicana, apoyados por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (WFP). “Allí actuamos tanto en una comunidad agrícola muy pobre como en una ecovilla con un público más acomodado. El objetivo es validar el modelo en ambos contextos.”
La startup fue una de las seleccionadas para participar en la FAPESP Week Alemania, en una sesión sobre economía circular, desigualdades e injusticias sociales. El evento se llevó a cabo los días 25 y 26 de marzo en la Universidad Libre de Berlín.
Para la investigadora, esta es apenas la primera etapa de una transformación global que debería consolidarse en las próximas décadas. “Cuando observamos la curva de innovación, vemos que es ascendente. Creemos que, en 2050, miraremos hacia atrás y diremos: ‘no sé cómo vivíamos antes de esto’.”
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