El número de armas de fuego registradas en Brasil aumentó 3.2 % entre 2023 y 2024, totalizando más de 2 millones en el sistema oficial de control (imagem: rawpixel.com/Freepik)

Salud mental
Presencia de un arma en la vivienda aumenta entre tres y cinco veces el riesgo de suicidio
04-12-2025

Una revisión de 467 estudios también señala que, en lugar de aliviar la sensación de miedo y ansiedad, las armas incrementan esos sentimientos, además de exacerbar comportamientos controladores, provocando violencia doméstica

Salud mental
Presencia de un arma en la vivienda aumenta entre tres y cinco veces el riesgo de suicidio

Una revisión de 467 estudios también señala que, en lugar de aliviar la sensación de miedo y ansiedad, las armas incrementan esos sentimientos, además de exacerbar comportamientos controladores, provocando violencia doméstica

04-12-2025

El número de armas de fuego registradas en Brasil aumentó 3.2 % entre 2023 y 2024, totalizando más de 2 millones en el sistema oficial de control (imagem: rawpixel.com/Freepik)

 

Por Luciana Constantino  |  Agência FAPESP – El acceso a armas de fuego, además de los riesgos físicos y para la vida, tiene impacto en la salud mental: aumenta el número de suicidios, intensifica cuadros de fragilidad psicológica y amplía dinámicas de violencia. Es lo que concluye una investigación publicada en la edición de septiembre de la revista científica Harvard Review of Psychiatry.

Liderado por investigadores del Instituto de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (FM-USP), en Brasil, el grupo realizó una revisión sistemática de 467 estudios de diversos países divulgados hasta marzo de 2023. La mayor parte —81 % del total (378)— fue realizada en Estados Unidos, 6 % en Europa Occidental, 4 % en Australia, 3 % en Canadá y el resto distribuido en otras regiones.

El análisis exploró los vínculos entre acceso a armas de fuego, comportamiento agresivo, uso y abuso de sustancias, violencia social y doméstica y sus influencias en la salud mental. Fueron identificados tres mecanismos psicológicos relacionados con esos factores.

El primero es que las armas facilitan actos impulsivos en momentos de crisis o sufrimiento. El suicidio es el principal desenlace – apareció en 284 estudios (61 % del total). El análisis mostró que la presencia de un arma en una vivienda aumenta entre tres y cinco veces el riesgo de suicidio, independientemente del estado de salud mental previo del individuo. Cuando existe almacenamiento seguro, ese riesgo disminuye, pero se mantiene en un nivel considerado alto.

Un segundo mecanismo es que el arma funciona como una especie de “amplificador psicológico”, acentuando cuadros de algunos trastornos mentales. Es decir, en lugar de aliviar la sensación de miedo y ansiedad, incrementa esos sentimientos, derivando en agresiones. Además, agrava los síntomas de trauma en personas expuestas a la violencia armada, creando un ciclo de retroalimentación en el que el sufrimiento empeora en vez de aliviarse.

Por último, sirve como símbolo que transforma dinámicas de poder y percepciones de vulnerabilidad, exacerbando comportamientos controladores y derivando en casos de violencia social y doméstica.

“Entendiendo que todas las personas están sujetas a fragilidades humanas, la posibilidad de que herramientas altamente letales estén disponibles en manos de la población en general, en lugar de aumentar la sensación de seguridad y protección y mejorar la regulación emocional del individuo, termina teniendo el efecto contrario, como vemos en los estudios. Evidencia las fragilidades emocionales, incrementa la sensación de miedo y la agresividad, con aumento de casos de acoso y violencia”, explica a la Agência FAPESP el psiquiatra Rodolfo Furlan Damiano, autor correspondiente del artículo.

Junto con el profesor de la Facultad de Medicina de la USP Eurípedes Constantino Miguel Filho, Damiano coordina el Programa de Enseñanza, Investigación y Asistencia en Depresión Resistente al Tratamiento, Autolesión y Suicidalidad (Pro-DRAS). Cuenta con apoyo de la FAPESP por medio de una beca de posdoctorado en un proyecto que busca ofrecer información sobre la eficacia y la viabilidad de intervenciones rápidas para la prevención del suicidio.

El año pasado, otra investigación coordinada por Damiano mapeó factores de riesgo y protección para comportamientos suicidas, mostrando que las personas con trastornos del control de impulsos (TCI) están en el grupo de riesgo (lea más en: agencia.fapesp.br/53543).

Triaje de los estudios

La revisión siguió una directriz conocida como Prisma (sigla en inglés de Preferred Reporting Items for Systematic Reviews and Meta-Analyses), un conjunto de 27 ítems que sistematiza la recopilación y la extracción de datos para este tipo de investigación.

Partió de una base de 3,930 artículos de PubMed, Scopus, Web of Science y PsycInfo. El protocolo de selección dio prioridad a estudios de las áreas de criminología, salud pública y sociología, con desenlaces directos y/o implicaciones comprobadas en factores psicológicos. De este modo, se llegó a los 467 artículos que abordan la posesión de armas, la violencia y las políticas, y sus efectos en la salud mental.

“La idea de este trabajo surgió de la conexión entre suicidio y armas de fuego, pero detectamos que podría ser algo más amplio. Cuando se trata del acceso a armas, la discusión siempre está relacionada con la seguridad pública. Nuestro objetivo con la investigación no fue actuar en esa esfera, sino en la de la salud mental, que es un punto importante y poco contemplado”, explica Damiano.

En las conclusiones, los científicos sugieren la adopción de políticas públicas que incorporen también evidencias científicas relacionadas con la salud.

“Esta revisión destaca la necesidad urgente de políticas amplias que aborden el acceso a armas de fuego, enfrenten los determinantes sociales de los daños causados por ellas y promuevan intervenciones en salud mental. Un enfoque integrado, que considere esos factores individuales y sociales, es esencial para mitigar los complejos caminos psicológicos por los cuales afectan a diferentes poblaciones”, escriben los autores en el artículo.

Situación en Brasil

Aun contando con una pequeña base de estudios realizados en Brasil, Damiano afirma que los resultados también son aplicables a la realidad del país. “Estamos tratando el tema desde el punto de vista de la salud mental y del impacto humano, que es posible extrapolar”, afirma el psiquiatra.

La compra de armas de fuego en Brasil —tanto de uso permitido como de calibre restringido— está sujeta a una serie de reglas y se realiza tras la autorización de organismos federales – como la Policía Federal y, en algunos casos, el Ejército. Además de tener como mínimo 25 años, la persona debe, entre otros requisitos, presentar una constancia negativa de antecedentes penales y comprobar capacidad técnica y aptitud psicológica para el manejo del arma.

Incluso con la desaceleración del ritmo de crecimiento desde 2018, el número de armas de fuego registradas en Brasil aumentó un 3.2 % entre 2023 y 2024, totalizando 2.154 millones de registros en el Sistema Nacional de Armas (Sinarm), vinculado a la Policía Federal. Los datos se encuentran en el Anuário Brasileiro de Segurança Pública 2025.

Damiano afirma que pretende continuar el trabajo de revisión, con foco en leyes que restrinjan el acceso a armas.

El artículo The impact of firearm ownership, violence, and policies on mental health: a systematic scoping review puede leerse en: journals.lww.com/hrpjournal/abstract/2025/09000/the_impact_of_firearm_ownership,_violence,_and.1.

 

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