En una foto tomada con lente llamada ojo de pez, investigadores realizan colectas en el río Paraná: las especies nativas disminuyeron y las invasoras aumentaron en 20 años (foto: Celso Ikedo/PELD-PIAP)
Un análisis de datos recolectados durante 20 años en el tramo superior del río muestra una pérdida del 50 % en las ganancias económicas por pesca, con peces nativos cada vez más pequeños. En cambio, las especies invasoras, de menor valor comercial, se han vuelto más abundantes. Este fenómeno vino acompañado de la pérdida de cobertura vegetal en las riberas
Un análisis de datos recolectados durante 20 años en el tramo superior del río muestra una pérdida del 50 % en las ganancias económicas por pesca, con peces nativos cada vez más pequeños. En cambio, las especies invasoras, de menor valor comercial, se han vuelto más abundantes. Este fenómeno vino acompañado de la pérdida de cobertura vegetal en las riberas
En una foto tomada con lente llamada ojo de pez, investigadores realizan colectas en el río Paraná: las especies nativas disminuyeron y las invasoras aumentaron en 20 años (foto: Celso Ikedo/PELD-PIAP)
Por André Julião | Agência FAPESP – El rendimiento pesquero cayó aproximadamente un 50 % en dos décadas en el Alto Río Paraná, en la frontera entre los estados brasileños de São Paulo, Paraná y Mato Grosso do Sul. Esta caída es un efecto de la invasión de especies exóticas y de la ocupación humana en la región, según un estudio publicado en la revista Nature Ecology & Evolution.
Los autores analizaron datos recolectados entre 2002 y 2022 por el Programa Ecológico de Larga Duración de la Llanura de Inundación del Alto Río Paraná (PELD-PIAP, por sus siglas en portugués), que desde el año 2000 investiga y cataloga la biodiversidad y las condiciones ambientales en la zona. En el período analizado, el tamaño promedio de los peces explotados comercialmente disminuyó. Al mismo tiempo, las ganancias económicas por pesca se redujeron a la mitad.
“A medida que aumentó la degradación ambiental debido a la ocupación humana, especies nativas como el Surubí pintado (Pseudoplatystoma corruscans) comenzaron a ser menos capturadas por los pescadores y en el monitoreo realizado por el PELD-PIAP, con individuos encontrados cada vez más pequeños”, explica Dieison Moi, primer autor del estudio, realizado durante su posdoctorado con beca de la FAPESP en el Instituto de Biología de la Universidad Estatal de Campinas (IB-Unicamp), en el estado de São Paulo. “Al mismo tiempo, invasores como el tucunaré/pavón (Cichla sp.), nativo de la cuenca amazónica, aumentaron su tamaño corporal y se volvieron más abundantes”, añade.
Además de los conocidos daños a los ecosistemas provocados por la sustitución de especies nativas por invasoras, como la pérdida de biodiversidad, para los pescadores este reemplazo también es perjudicial en términos económicos. Eso porque, en promedio, en la región, los peces nativos tienen un valor de mercado un 80 % mayor que el de los invasores. Mientras que los cada vez más escasos pintados nativos podían valer alrededor de R$ 47 (US$ 8.26) por kilo al momento de la publicación del estudio, por ejemplo, la misma cantidad de los abundantes tucunarés invasores valía cerca de R$ 9 (US$ 1.65).
“El reemplazo de especies nativas por invasoras es un fenómeno que se ha observado en todo el mundo, con un grave impacto en la biodiversidad y en la vida de las poblaciones humanas que dependen de la pesca. Sin embargo, pocos estudios cuentan con una muestra continua como la que usamos, que demuestra claramente la magnitud del problema”, comenta Gustavo Quevedo Romero, profesor del IB-Unicamp y autor principal del estudio.
Actualmente, Romero coordina tres proyectos apoyados por la FAPESP, incluyendo uno dentro del Programa FAPESP de Investigaciones en Caracterización, Conservación, Restauración y Uso Sostenible de la Biodiversidad (BIOTA) y otro dentro del Programa FAPESP de Investigación sobre Cambios Climáticos Globales (PFPMCG) (23/01589-0, 22/10765-3 y 19/08474-8).
Río grande, peces pequeños
Con 5,695 kilómetros de longitud, el Paraná es el segundo río más grande de América del Sur y el cuarto del mundo en área de drenaje. A pesar de ocupar el 10 % del territorio nacional, su cuenca tiene la mayor concentración poblacional de Brasil, con el 32 % de la población del país. En 1984, la parte más alta del río recibió la represa de la Central Hidroeléctrica Itaipú Binacional, lo que alteró profundamente los ecosistemas locales.
Para el estudio, se analizaron ocho ambientes: cinco lagos y tres ríos a lo largo de la llanura de inundación del Alto Paraná. Cada ambiente fue muestreado cuatro veces al año, una en cada estación. En ellos se colocaban redes de pesca, siempre en los mismos lugares, donde permanecían por 24 horas, realizándose tres recolectas diarias de peces de diferentes tamaños.
Para analizar la ocupación humana en la región entre 2002 y 2022, los investigadores recurrieron a mapas generados por satélite que clasificaban las áreas como naturales (bosques, tierras inundables y cuerpos de agua) y humanas (zonas agrícolas y ciudades), disponibles en el portal MapBioma – red colaborativa formada por ONG, universidades y startups de tecnología que mapea la cobertura y el uso del suelo en Brasil.
Los autores observaron una correlación entre la pérdida de especies nativas y la intensificación de la ocupación humana. En 31 especies nativas (36.9 %) hubo una conexión directa entre fenómenos como la deforestación y la urbanización y la disminución de biomasa, ya sea en cantidad de individuos o en su tamaño. Solo tres especies nativas (3.5 %) se beneficiaron.
Con las invasoras ocurrió lo contrario: 20 especies (37 %) se beneficiaron del aumento en el uso del suelo, y solo dos (3.7 %) fueron perjudicadas, usando el mismo criterio. Al mismo tiempo, el aumento en el tamaño corporal de las especies nativas se asoció positivamente al potencial pesquero de la región. Por otro lado, el aumento en el tamaño corporal de las invasoras redujo ese potencial pesquero de la región.
“La presencia de especies no nativas genera una erosión en el suministro de servicios ecosistémicos en esta región. Hay un efecto en cascada, en el cual la ocupación humana reduce la cobertura de áreas naturales, lo que perjudica a las especies nativas y favorece a las invasoras. Como consecuencia, las nativas disminuyen en tamaño y presencia, lo que provoca una caída en la pesca”, afirma Moi.
Desde la perspectiva de la provisión de servicios ecosistémicos, los resultados del estudio demuestran como puede ser mucho más eficaz desarrollar estrategias de conservación y manejo de los recursos naturales que introducir especies no nativas. Sin embargo, las políticas públicas que buscan enfrentar este problema normalmente hacen lo contrario, facilitando o incluso incentivando la introducción de peces provenientes de otros entornos.
“Necesitamos recursos para estudios de largo plazo como el PELD-PIAP, que a su vez pueden proporcionar la evidencia científica necesaria para fundamentar políticas públicas en este campo y beneficiar tanto a las especies como a la población humana”, afirma el investigador.
Además de la Unicamp, el estudio contó con la participación de investigadores de otras cuatro universidades brasileñas —la Universidad Estatal de Maringá (UEM), la Universidad Estatal de Santa Catarina (Udesc), la Universidad Federal de São Carlos (UFSCar) y la Universidad Federal de Santa Catarina (UFSC)—, así como de universidades de Uruguay y del Reino Unido.
El trabajo también fue apoyado por la FAPESP mediante un proyecto en el marco del programa BIOTA, coordinado por Victor Saito, profesor de la UFSCar.
El artículo Human land use and non-native fish species erode ecosystem services by changing community size structure puede ser leído en: www.nature.com/articles/s41559-025-02696-6.
El trabajo mostró que, cuanto mayor es la ocupación humana, más especies invasoras están presentes (ilustración: Roger Paulo Mormul/PELD-PIAP)
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