La investigación involucró a 22 voluntarios con Parkinson (imagen: Lakshmiraman Oza/Pixabay)

Enfermedades neurodegenerativas
Ocho sesiones de estimulación cerebral no invasiva mejoran la respuesta postural de personas con Parkinson
11-12-2025
PT EN

Estudio realizado en la Universidad Estatal de São Paulo indica que la técnica no invasiva promueve un beneficio duradero, reduciendo el riesgo de caídas

Enfermedades neurodegenerativas
Ocho sesiones de estimulación cerebral no invasiva mejoran la respuesta postural de personas con Parkinson

Estudio realizado en la Universidad Estatal de São Paulo indica que la técnica no invasiva promueve un beneficio duradero, reduciendo el riesgo de caídas

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La investigación involucró a 22 voluntarios con Parkinson (imagen: Lakshmiraman Oza/Pixabay)

 

Por Maria Fernanda Ziegler  |  Agência FAPESP – Un estudio brasileño publicado en la revista Gait & Posture constató que ocho sesiones de estimulación eléctrica transcraneal (tDCS, por sus siglas en inglés) promueven la mejora de la respuesta postural de personas con la enfermedad de Parkinson, reduciendo así el riesgo de caídas.

La técnica, considerada no invasiva, consiste en aplicar una corriente eléctrica continua de baja intensidad en la cabeza para modular la actividad cerebral. Ya se ha aplicado para tratar algunos casos de depresión, así como se ha probado en la recuperación de personas con trastornos neurológicos, entre ellos el accidente cerebrovascular (ACV). En el caso del Parkinson, la estimulación eléctrica transcraneal también se ha empleado, pero aún no cuenta con un protocolo clínico definido.

“Se trata de una enfermedad compleja y los síntomas varían mucho de un individuo a otro. Además, el control postural responde poco al medicamento. En este estudio fuimos más allá de la investigación sobre si esta técnica funciona o no en las respuestas posturales y demostramos parámetros neuromusculares implicados en el control de la postura”, cuenta a la Agência FAPESP Victor Beretta, coordinador del Laboratorio de Neurociencia y Comportamiento Motor (Neurocom-Lab) de la Universidad Estatal Paulista (Unesp), campus de Presidente Prudente.

Financiada por la FAPESP, la investigación involucró a 22 voluntarios con Parkinson. Los resultados indican que, inmediatamente después de finalizar las ocho sesiones, el protocolo produjo mejoras en la recuperación del equilibrio frente a una perturbación externa. Y en las evaluaciones realizadas un mes después, los efectos del tratamiento seguían presentes.

Además de la mejora en la recuperación del equilibrio, el protocolo también contribuyó a lo que los científicos denominan “automaticidad en el control de la respuesta postural”, lo que se constató por la disminución del tiempo que tarda el cerebro del voluntario en activar el músculo involucrado en la respuesta postural y por la reducción de la actividad de la corteza prefrontal.

“La mejora de la automaticidad es relevante en el caso del Parkinson, ya que la neurodegeneración característica de la enfermedad altera la capacidad de los pacientes para realizar actividades automáticas, como las respuestas posturales y el andar. Este estudio fue importante por destacar que, un mes después del final del tratamiento, la mejora en el mantenimiento del equilibrio persistía en estos individuos, que presentan un alto riesgo de caídas. De este modo, demostramos por primera vez una posibilidad de tratamiento complementario para la inestabilidad postural en personas con Parkinson”, comenta el investigador.

Protocolo experimental

Todavía no existe una cura para la enfermedad de Parkinson, sino apenas un tratamiento capaz de mitigar la deficiencia de dopamina – neurotransmisor que las neuronas de los pacientes con Parkinson dejan de producir y cuya ausencia desencadena todas las alteraciones cerebrales.

Entre los síntomas que los pacientes pueden o no presentar se encuentra la inestabilidad postural, que se traduce en la dificultad para mantener el equilibrio en determinadas situaciones, derivada de la dificultad para generar reacciones posturales automáticas adecuadas por problemas en la interacción del sistema sensoriomotor con el entorno.

El control postural es un requisito imprescindible para la ejecución de las habilidades motoras durante las actividades cotidianas. En situaciones habituales, como un desnivel o un piso irregular, algunas personas con la enfermedad de Parkinson tienden a no presentar ajustes posturales suficientes para evitar la caída tras un tropiezo o un resbalón.

La técnica utilizada en la investigación consiste en modular el funcionamiento de las neuronas por medio de un dispositivo con dos electrodos que generan una corriente eléctrica de baja intensidad (2 miliamperios) que atraviesa la región más superficial del cerebro durante 20 minutos. En el caso de los voluntarios con Parkinson, se aplicó sobre una región cerebral conocida como corteza motora primaria – asociada a la respuesta postural y al control del movimiento.

“Al generar una corriente eléctrica de baja intensidad en el cerebro podemos modular la prontitud de las neuronas. Esta estimulación no genera transmisión de impulso nervioso, sino que modula el potencial de membrana para facilitar que esta ocurra”, explica.

De acuerdo con Beretta, la idea es, a partir de los electrodos, aumentar la excitabilidad neuronal (y posiblemente la actividad) de la corteza motora, que se encuentra hipoactiva en los pacientes con Parkinson. “Esta modulación permite facilitar la actividad neural para que, cuando sea necesario, el cerebro dispare lo que denominamos potencial de acción [mecanismo básico para la comunicación entre las neuronas y para la contracción muscular], haciendo que aumente el número de descargas neurales en las áreas corticales y subcorticales implicadas en la recuperación de la estabilidad y del equilibrio postural”, explica.

Tanto antes como después de las sesiones de estimulación eléctrica, los voluntarios permanecieron sobre una plataforma que se movía de manera imprevisible, provocando una perturbación del equilibrio y, en consecuencia, exigiendo una respuesta postural para mantener la estabilidad. “Con ello fue posible medir el efecto de estas ocho sesiones de estimulación cerebral no invasiva en la respuesta postural ante una perturbación, en una prueba que simula el día a día de estas personas”, cuenta.

Según Beretta, se observaron en los voluntarios cambios neuromusculares y en la actividad cortical. “Comprobamos que hubo una disminución del tiempo para activar el músculo tras la perturbación [reacción más rápida], lo cual es importante para controlar el desequilibrio causado por la perturbación y puede evitar posibles caídas. Además, constatamos que estos cambios estuvieron acompañados por la disminución de la actividad de una región cortical [corteza prefrontal], lo que sugiere una mejora de la automaticidad del movimiento”, concluye.

El artículo Eight sessions of transcranial electrical stimulation for postural response in people with Parkinson’s disease: A randomized trial puede leerse en: www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0966636224005927?via%3Dihub.

 

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