Imagen: divulgación/Nerthus
Startup paulista desarrolla un material biodegradable que se asemeja a ramas, hojas y pasto usados por las cerdas preñadas en la naturaleza para preparar el ambiente para el parto
Startup paulista desarrolla un material biodegradable que se asemeja a ramas, hojas y pasto usados por las cerdas preñadas en la naturaleza para preparar el ambiente para el parto
Imagen: divulgación/Nerthus
Por Roseli Andrion | Agência FAPESP – En la naturaleza, las cerdas preñadas se apartan del grupo poco antes del parto y se dedican a reunir ramas, hojas y pasto para construir un nido y preparar el ambiente para el nacimiento. En ese espacio darán a luz y protegerán a los lechones en sus primeros días de vida. En el sistema de producción moderno, sin embargo, ese instinto casi nunca encuentra lugar.
Esto se debe a que en esos recintos prevalece la lógica de la eficiencia: ambientes limpios, higienizados y estructurados para maximizar la productividad. Las cerdas pasan los últimos días de gestación en corrales estrechos, conocidos como celdas de parto, rodeadas de rejas y, muchas veces, con piso de concreto. No hay tierra para cavar, ramas para cargar ni pasto para amontonar.
El resultado es una escena común para quienes conviven con estos animales: hembras inquietas que muerden las rejas, golpean las patas en el concreto, frotan el hocico en el suelo o repiten movimientos automáticos. Todo esto para intentar compensar la imposibilidad de expresar el comportamiento instintivo de construir el nido.
Ese estado de ansiedad afecta la fisiología del animal, pues provoca un aumento en la producción de hormonas del estrés, como el cortisol, y una reducción de sustancias esenciales para un parto tranquilo. Las reacciones de las hembras expresan el malestar que sienten y tienen consecuencias negativas que se extienden a toda la fase que incluye el parto y la lactancia.
Este escenario incomodaba al médico veterinario Matheus Saliba Monteiro, investigador en Nerthus, una startup del estado de São Paulo, Brasil. Maestro en epidemiología experimental aplicada a las zoonosis y especialista en producción, reproducción, nutrición y sanidad porcina, él acompaña de cerca la rutina de las granjas de cerdos.
El profesional cuenta que, si las hembras reciben un puñado de pasto o heno en esa fase, reaccionan de inmediato. “Se comportan de forma distinta: disminuyen la interacción con el piso y las mordidas en las rejas, y comienzan a organizar el material con el hocico”, describe. “Solo que el pasto y el heno causan atascos en el sistema de desagüe de la granja. Por eso, pocas granjas ofrecen material para la construcción de nidos, aun sabiendo de esa necesidad de las cerdas.”
Según él, este instinto está presente incluso en ambientes de cría intensiva. “Ellas [las cerdas] expresan la necesidad de construir el nido antes del parto porque quieren a las crías calientes y seguras”, señala. “Es importante permitir que el animal haga lo que la naturaleza lo programó para hacer. Y el beneficio adicional, que hace posible todo esto, es saber que la acción trae ventajas económicas.”
Biodegradable y sostenible
Monteiro destaca que esto ocurre en todo el mundo. La Unión Europea, por ejemplo, cuenta desde 2008 con directrices sobre bienestar animal para orientar a los productores a suministrar material que permita a las cerdas construir el nido para el parto. Sin embargo, los materiales probados inicialmente, como la paja y el heno, provocan daños y riesgos sanitarios al obstruir el sistema de desagüe de las granjas. “Todo el mundo quiere cumplir la ley y, con nuestra solución, eso será posible”, evalúa el investigador.
Esa solución vino de la ingeniería de materiales: Marcos Nicolino, especialista en bioplásticos de fuentes naturales, aplicó innovación científica para crear un material polimérico biodegradable y sostenible, lo bastante resistente para que las cerdas lo manipulen y que se desintegra en el agua. “Con él, ellas pueden construir los nidos, lo que refuerza el bienestar animal”, afirma.
Además de ofrecer confort a las hembras, la innovación no afecta el proceso de producción. “La paja, el heno y el pasto funcionan, pero atascan los sistemas de desagüe y los biodigestores, además de generar residuos difíciles de manejar. Nuestro material, en cambio, se deshace en contacto con el agua y los desechos, lo que evita obstrucciones”.
El producto simula ramas: son filamentos extruidos, flexibles y largos, que pueden ser tirados, mordidos y manipulados por las hembras en el período previo al parto. “Cuando ofrecemos el material a la cerda, ella manifiesta el instinto que ya está allí, listo para expresarse”, explica Monteiro.
Para elaborar la formulación, se utilizan residuos agroindustriales diversos, como el bagazo de caña de azúcar y la pulpa cítrica. “Trabajamos con la lógica de la economía circular: transformar lo que sería desechado en una solución de alto valor agregado para la producción animal”, describe Monteiro. “Así, la basura se convierte en solución”, añade Nicolino. El proyecto contó con el apoyo del programa Pesquisa Inovativa em Pequenas Empresas (PIPE), de la FAPESP.
Los investigadores estudian la incorporación de bacteriófagos y probióticos a la fórmula para reducir la necesidad de usar antibióticos en la producción. Otra posibilidad en análisis es el aprovechamiento de los residuos del material para aumentar la producción de biogás en los biodigestores de las granjas, lo que contribuye a la generación de energía limpia. “Es un proyecto que mira en todas las direcciones: bienestar animal, impacto ambiental, sostenibilidad y, por supuesto, beneficios económicos”, resume Nicolino.
Bienestar animal
El material resiste de 24 a 48 horas, tiempo suficiente para que la cerda exprese el comportamiento instintivo en el período crítico antes y durante el parto. “Ella toma esos ‘ramitos’, los esparce por la celda, los organiza a su gusto y se muestra visiblemente más tranquila”, relata Monteiro. “Este comportamiento tan simple marca una gran diferencia en el bienestar del animal y en la fisiología del parto y la lactancia”.
La expresión de este comportamiento libera hormonas beneficiosas para la hembra, como la oxitocina, que mejora las contracciones uterinas, y la prolactina, que estimula la producción de leche. El resultado son beneficios visibles y medibles, que conectan directamente el bienestar animal con las ganancias de productividad.
Los investigadores señalan que un metaanálisis de artículos científicos del sector revela que este comportamiento tiene impactos positivos. Los estudios indican que, cuando las cerdas tienen acceso a materiales que permiten expresar este instinto, los niveles de estrés disminuyen, los partos son hasta un 30% más rápidos y la tasa de supervivencia de los lechones aumenta.
Esto se debe a que, cuando la hembra está tranquila, el parto ocurre de forma más natural, con menos riesgos para ella y para las crías. “Los lechones nacen más activos porque sufren menos tiempo las contracciones del útero materno durante el parto”, explica Monteiro. “Y cada cría que no muere representa dinero en el bolsillo del productor”, añade Nicolino.
En términos prácticos, esto implica, además de menos lechones nacidos muertos, destetes más saludables. Y hay más: las cerdas menos estresadas producen más leche, lo que permite que los lechones ganen más peso hasta el destete. “Son más animales vivos, crías más pesadas y un rebaño más saludable”, resume Monteiro. “Un estudio con pocos animales comprobó la reducción en el tiempo de parto. Queremos probarlo a mayor escala para confirmar los demás beneficios productivos”
Bienestar general
Los efectos pueden extenderse al día a día de la granja. “Un ambiente con menos estrés animal también es menos estresante para los empleados. Los partos son todos asistidos y, quienes los acompañan, tienen que manejar la presión de atender varios al mismo tiempo”, destaca Nicolino. “Cuando las hembras están calmadas, el proceso ocurre de manera más fluida, eficiente y natural”.
Con partos más rápidos, el trabajador puede ofrecer asistencia a más hembras en el mismo período. “Cuando hay menos lechones nacidos muertos, el impacto psicológico para quienes trabajan en la granja es menor, porque el profesional sabe que enfrentará menos pérdidas. Parece un detalle, pero marca la diferencia en el día a día”, añade. En otras palabras, invertir en bienestar animal es invertir en calidad de vida y eficiencia de los trabajadores. “Es un aspecto intangible muy importante”.
Nerthus ya presentó los resultados del desarrollo en Alemania y en los Países Bajos, donde las discusiones sobre bienestar animal están más avanzadas. Allí, la receptividad ha sido notable. “La idea despertó mucha atención: recibimos contactos de investigadores y empresas de Europa, Australia y América Latina”, cuenta Nicolino.
Un artículo científico publicado sobre el proyecto ha atraído interesados. “Un investigador del sector de porcicultura de Australia nos dijo que el artículo llegó allá y nos buscó para obtener más datos”, revela Nicolino. “Incluso nos dio sugerencias sobre los próximos pasos de la investigación”.
Paralelamente, la demanda crece en Brasil. La instrucción normativa 113/2020 del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento establece buenas prácticas de manejo y bienestar animal en granjas de cerdos de cría comercial, lo que incluye la obligatoriedad de ofrecer materiales de nido para cerdas en sistemas de maternidad. Esto abre espacio para soluciones prácticas y sostenibles como la de Nerthus. Con ello, grandes frigoríficos y productores ya muestran interés en la propuesta.
La adopción a gran escala aún depende de factores prácticos. Entre ellos están el costo de producción del material, la adaptación de los sistemas de manejo y la aceptación por parte de los productores. Estos aspectos están siendo investigados por los investigadores para garantizar que la solución sea viable desde el punto de vista económico.
Actualmente, la startup está preaprobada para el programa Catalisa, del Servicio Brasileño de Apoyo a las Micro y Pequeñas Empresas (Sebrae), que busca transformar investigaciones científicas con potencial de innovación en negocios de alto impacto. En este proceso, Nerthus planea realizar pruebas a escala comercial con socios del sector. “La idea es demostrar que los beneficios se mantienen cuando la solución se aplica a miles de animales”.
Futuro más ético
El diferencial competitivo de Nerthus es dialogar con una tendencia global: alinear productividad y bienestar animal. “En el futuro, podría existir un sello que indique que la carne proviene de cerdas que pudieron expresar ese instinto natural, por ejemplo”, señala Nicolino.
Nerthus planea que, aún este año, los clientes prueben el producto comercialmente. La estrategia a largo plazo es todavía más ambiciosa y alineada con el ecosistema de innovación: licenciar la tecnología para empresas de todo el mundo. “No vamos a poder producir millones de toneladas solos”, reconoce Nicolino. “La idea es licenciar a quienes tengan estructura productiva. Nerthus desarrollará la formulación y adaptará el producto a las diferentes realidades de producción, pero la fabricación a gran escala debe quedar en manos de socios industriales, en Brasil y en el exterior”.
Este mercado tiene potencial para consumir miles de toneladas anuales solo en Brasil, ya que es una demanda cada vez más evidente de la sociedad: sistemas de producción más éticos, sostenibles y transparentes. El potencial de exportación abarca Europa, Estados Unidos y Asia. La meta es que, para finales de 2026, el producto esté disponible, inicialmente en carácter experimental y, después, en escala comercial.
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