Foto: divulgación
Proyecto inédito en Brasil utiliza nanocristales para potenciar un medicamento veterinario
Proyecto inédito en Brasil utiliza nanocristales para potenciar un medicamento veterinario
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Por Roseli Andrion | Agência FAPESP – Los perros ancianos pueden cojear, tener dificultad para levantarse o mostrarse reacios a salir a pasear. Estas características son propias de animales con artritis y afectan la calidad de vida de las mascotas. Ahora, un medicamento mejorado por una científica brasileña puede traer alivio a estos síntomas y cambiar la realidad de millones de perros.
Luiza de Oliveira Macedo se dedicó a estudiar una forma de mejorar la acción del antiinflamatorio firocoxib, ya utilizado en el tratamiento de la artrosis en perros. La fórmula está disponible en Brasil en forma de comprimidos, pero presenta baja solubilidad; es decir, no se disuelve bien en el organismo de los animales, lo que dificulta su absorción y, en consecuencia, su efecto terapéutico.
El desafío, entonces, era lograr que el medicamento funcionara mejor. La respuesta vino de la nanotecnología: al transformar el firocoxib en nanocristales –partículas muy pequeñas, casi invisibles al ojo humano–, comienza a disolverse con mucha más facilidad en el organismo. “Para ser absorbido y tener efecto, necesita disolverse. La nanotecnología es un recurso para aumentar la solubilidad del fármaco y permitir el combate al dolor y la inflamación causados por la artrosis”, explica ella.
Mientras que una fórmula convencional tiene partículas de entre 20 y 30 micrómetros (μm), una sustancia sometida a una molienda de alta energía puede ver reducidas sus partículas a 250 o 270 nanómetros (nm). “El medicamento que obtuvimos tiene partículas de 200 nm”. Soluciones con nanocristales ya existen para medicamentos humanos, pero el firocoxib veterinario desarrollado por Macedo es pionero en el segmento. “Hasta donde sabemos, no existe nada parecido en la literatura científica ni en el mercado.”
Unión de voluntades
La propuesta nació del deseo de Macedo de profundizar en tecnología farmacéutica. Para ello, buscó a la profesora Nádia Araci Bou-Chacra, orientadora de su investigación doctoral en la Universidad de São Paulo (USP), y se involucró en el proyecto en asociación con el Laboratorio Duprat, que quería explorar el uso de la nanotecnología en la veterinaria. “Fue una unión de voluntades: ellos querían innovar y yo quería aprender más sobre esta área”.
En el transcurso de la investigación, Macedo desarrolló el prototipo del nuevo medicamento. Las pruebas iniciales, realizadas en laboratorio, permitieron comprender las características del producto. Después, el experimento se amplió a ensayos con perros sanos, y los resultados sorprendieron. “La concentración del fármaco en la sangre de esos animales fue el doble de la obtenida con el producto convencional. Eso demuestra que el nuevo formato es mucho más eficiente”.
Como el firocoxib se utiliza para tratar dolores e inflamaciones, esa ganancia de eficacia puede marcar una enorme diferencia en la calidad de vida de los animales enfermos. “Esto representa un potencial para aliviar el dolor de esos perros mucho más rápidamente”, detalla ella.
Graduada en farmacia por la Universidade Federal Rural do Río de Janeiro (UFRRJ), Macedo siempre tuvo su foco en el área humana. “Cuando surgió la oportunidad de trabajar con fármacos para perros, vi una ocasión para aprender algo nuevo y desafiante”, destaca. “Existen varias particularidades que requieren soluciones específicas: cada detalle necesita ser estudiado especialmente para los perros, desde cómo se absorbe el medicamento hasta cómo se elimina del organismo. Eso me fascinó”.
El descubrimiento llega en un momento en que la expectativa de vida de las mascotas ha aumentado y los tutores cuidan cada vez mejor de esos animales. Según el Instituto Pet Brasil, existen más de 54 millones de perros en el país. Con el envejecimiento, algunas enfermedades, como la artritis, se vuelven más comunes, y se necesitan medicamentos más eficaces para mejorar la vida de millones de familias. “Las personas han cuidado más de los animales. Como viven más, esas enfermedades pueden aparecer en el proceso de envejecimiento”, observa.
Hasta el mercado
El prototipo fue sintetizado en pequeñas cantidades, con cerca de 7 gramos por vez. La siguiente etapa es avanzar hacia la escala industrial. “Hice pruebas preliminares en un molino mayor y logré producir 3 kilos del medicamento con las mismas características”, cuenta. “Eso demuestra que el proceso tiene potencial para ser escalado.”
A pesar de los buenos resultados obtenidos, el desarrollo del medicamento aún tiene algunas etapas que recorrer antes de llegar a las estanterías. “Estimo que serán necesarios de tres a cuatro años para llegar al mercado. Es preciso cumplir varias etapas regulatorias determinadas por el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento [Mapa, por sus siglas en portugués]”, evalúa. “Ya enviamos la solicitud de patente al Instituto Nacional de la Propiedad Industrial [INPI] para proteger la innovación.”
Según Macedo, la patente era una preocupación constante durante el desarrollo. “A cada momento surgen nuevos artículos y nuevas patentes que involucran nanocristales. Durante el proceso, había mucha aprensión de que pudiéramos ser superados por otros investigadores.” La patente garantiza que la innovación desarrollada en Brasil quede protegida por 20 años, tiempo suficiente para que la empresa recupere la inversión y obtenga ganancias con el descubrimiento.
Fomento
Uno de los grandes triunfos del proyecto fue el apoyo recibido del programa Investigación Innovadora en Pequeñas Empresas (PIPE, por sus siglas en portugués) de la FAPESP. Eso fue fundamental para dar confianza a la empresa socia. “Como la nanotecnología es nueva en el área veterinaria, ellos estaban un poco recelosos”, recuerda.
Además, el programa incentivó a la investigadora a salir del laboratorio y conversar con veterinarios y dueños de mascotas para comprender lo que realmente necesitaban. “La FAPESP fue esencial: además del apoyo financiero, nos impulsaron a dialogar con el mercado y entender lo que buscaba el cliente”, explica. “Tuvimos que determinar lo que ellos esperaban de un producto veterinario, y las respuestas fueron sorprendentes. Descubrimos que se preocupan no solo por la eficacia, sino también por la forma de administración, el sabor e incluso el envase.”
Macedo cuenta que se enorgullece de ayudar a acercar la ciencia al mercado. “Muchas veces, lo que desarrollamos en la universidad queda parado. Ver este proyecto con una posibilidad real de llegar a los animales es, de hecho, muy gratificante”, comenta.
Versatilidad y posibilidades
Aunque aún no sabe cuánto debe costar el medicamento, Macedo estima que el precio pueda ser similar al de los que ya existen en el mercado. “Los aparatos usados para preparar los nanocristales no son muy caros”, explica. “Aun así, un producto con nanotecnología tiene más valor agregado.”
Ella señala que la nanotecnología es muy versátil. “Si el fármaco no es muy soluble, podemos intentar mejorarlo.” Con ello, este descubrimiento puede ser útil para perfeccionar otras fórmulas con dificultades similares de absorción. “Existe una tendencia a optimizar fármacos con reducción de la dosis o mejora en la eficacia, por ejemplo. Hay espacio para crecer tanto en la medicina humana como en la veterinaria”, evalúa.
El proyecto muestra cómo la ciencia brasileña puede generar innovaciones que benefician directamente a la población. “Hicimos el desarrollo, caracterizamos el material, realizamos pruebas de toxicidad y pruebas en animales”, resume Macedo. Todo eso en Brasil, con recursos nacionales y conocimiento desarrollado en universidades públicas. “Y lo más gratificante es saber que, al final de cuentas, quienes se benefician son las personas… y sus mascotas.”
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