La investigación acompañó a 53 mujeres de entre 18 y 61 años, todas diagnosticadas con DTM crónica, reclutadas en el servicio especializado de la Facultad de Odontología de Ribeirão Preto de la USP (imagem: Lucija Ros/Unsplash)
Estudio de la Universidad de São Paulo muestra que la práctica de meditación promueve alivio físico y equilibrio psicológico en mujeres con disfunción temporomandibular (DTM)
Estudio de la Universidad de São Paulo muestra que la práctica de meditación promueve alivio físico y equilibrio psicológico en mujeres con disfunción temporomandibular (DTM)
La investigación acompañó a 53 mujeres de entre 18 y 61 años, todas diagnosticadas con DTM crónica, reclutadas en el servicio especializado de la Facultad de Odontología de Ribeirão Preto de la USP (imagem: Lucija Ros/Unsplash)
Por Fernanda Bassette | Agência FAPESP – Vivir diariamente con dolor crónico es una experiencia que afecta no solo el cuerpo, sino también la mente y las emociones. Esa es la realidad de miles de personas que padecen disfunción temporomandibular (DTM), una condición que afecta la articulación responsable de abrir y cerrar la boca, además de los músculos de la masticación. Para estas personas, los dolores constantes en la mandíbula, las sienes, el rostro o alrededor del oído, la dificultad para masticar e incluso los dolores de cabeza pueden formar parte de la rutina y afectar la salud mental.
Ahora, un estudio realizado en la Escuela de Enfermería de Ribeirão Preto de la Universidad de São Paulo (EERP-USP), en Brasil, y financiado por la FAPESP mostró que la práctica regular de mindfulness –una técnica de meditación orientada al enfoque y la atención plena– puede ayudar a reducir la sensibilidad al dolor y mejorar la regulación emocional de estas personas. Los resultados fueron publicados en el Journal of Oral Rehabilitation.
La investigación se realizó en el primer Centro de Mindfulness y Terapias Integrativas de la Universidad de São Paulo (USP), creado en 2016, y fue conducida por el equipo coordinado por la enfermera Edilaine Gherardi Donato, quien también es profesora titular de la EERP-USP. Según ella, el objetivo del estudio fue comprender si la práctica del mindfulness podría aliviar el dolor crónico asociado a la DTM y mejorar los múltiples factores involucrados, desde los aspectos neurofisiológicos hasta los psicológicos, como el estrés, la ansiedad y la “catastrofización del dolor” —cuando la persona se enfoca únicamente en el dolor, amplificando su percepción negativa, como si fuera algo incontrolable e insoportable— mediante la atención plena.
“Una de las condiciones humanas que más generan sufrimiento psíquico y afectan la salud mental es convivir con el dolor. El dolor provoca un estado constante de estrés, tanto físico como mental”, explica la investigadora. “Cuando promovemos la salud mental mediante estrategias de cuidado que conectan cuerpo y mente, estamos previniendo el padecimiento y promoviendo la calidad de vida de la población.”
Según Gherardi-Donato, la disfunción temporomandibular (DTM) es de dos a tres veces más común en mujeres que en hombres y puede evolucionar hacia un cuadro de dolor crónico cuando persiste de tres a seis meses, incluso en reposo y después de medidas conservadoras. La condición compromete la función, afecta el sueño, el estado de ánimo y puede provocar hiperalgesia –una respuesta exagerada del organismo ante estímulos dolorosos–.
En estas situaciones, el cuerpo entra en estado de alerta, el cerebro se sensibiliza y la percepción del dolor se amplía, afectando no solo la región mandibular, sino también otras partes del cuerpo. “Estos indicadores muestran que el dolor dejó de ser únicamente un problema articular y se convirtió en un fenómeno de modulación del sistema nervioso central, lo que exige un abordaje multidimensional”, afirma la investigadora.
Cómo fue el estudio
En el ensayo clínico aleatorizado, la investigadora y su equipo acompañaron a 53 mujeres de entre 18 y 61 años, todas diagnosticadas con DTM crónica, reclutadas en el servicio especializado de la Facultad de Odontología de Ribeirão Preto (Forp-USP) —institución asociada al proyecto— y mediante la divulgación en centros de salud y redes sociales.
La mitad de las mujeres participó en un programa de mindfulness de ocho semanas, con encuentros presenciales semanales de dos horas y una sesión de inmersión de cuatro horas en contacto con la naturaleza. Además, las participantes recibieron los audios de las prácticas de mindfulness aprendidas en los encuentros presenciales, con orientaciones para practicar la técnica en casa diariamente. El grupo de control no recibió ninguna intervención durante el mismo período y fue acompañado para garantizar que no iniciara otro tipo de tratamiento.
“En nuestra investigación evaluamos únicamente a mujeres porque son las más afectadas por el problema y presentan una variabilidad hormonal que podría influir en los resultados. Analizamos casos de DTM dolorosa crónica, es decir, personas que convivían con el dolor desde hacía bastante tiempo y presentaban el cuadro característico de cronicidad. Estas mujeres están más predispuestas a sentir dolor también en diferentes regiones del cuerpo, debido al involucramiento de mecanismos de sensibilización periférica y central, ya que el sistema nervioso está constantemente en alerta”, detalla la investigadora.
El programa de mindfulness fue adaptado a la cultura brasileña, comenzando con prácticas cortas, de apenas cinco minutos, que se fueron ampliando a lo largo de las semanas hasta llegar a 30 minutos diarios de atención plena. Las actividades incluyeron ejercicios formales, como el enfoque en la respiración, en el cuerpo, en los pensamientos y emociones, y en diferentes posturas, como meditación sentada, acostada, en movimiento y caminando. También incluyó prácticas informales, destinadas a traer consciencia a tareas cotidianas, como cepillarse los dientes, comer, vestirse o lavar los platos.
“No se puede exigir que alguien que nunca practicó mindfulness logre, de inmediato, meditar durante media hora. La progresión es fundamental para que la persona aprenda lo que significa estar presente en el cuerpo y en las emociones, sin juzgar. La práctica debe ser cómoda, fácil, simple y natural”, explica Gherardi-Donato.
Después de ocho semanas de intervención, las mujeres que participaron en el programa presentaron mejoras significativas en el umbral de dolor a la presión, es decir, soportaban más estímulos antes de comenzar a sentir dolor. También hubo una reducción de los puntos dolorosos distribuidos por el cuerpo, disminución del estrés y de la catastrofización del dolor.
“Estas mujeres reportaron una disminución del dolor y se mostraron menos sensibles a estímulos dolorosos leves que antes de la intervención les resultaban molestos. Hubo una reducción de los puntos de dolor orofaciales y de dolor a la presión en las regiones faciales y corporales”, relata la investigadora. “Además, desarrollaron un mayor control de la atención, logrando poner el dolor en perspectiva. El dolor seguía presente, pero dejó de ocupar el 100 % de la atención, abriendo espacio para el autocuidado y para enfrentar de manera más consciente las emociones y pensamientos negativos que la acompañan e intensifican”, explica.
Otro aspecto importante señalado en el estudio fue la mejora de la conciencia corporal y de la regulación emocional. De acuerdo con Gherardi-Donato, la práctica ayudó a las participantes a manejar de forma más equilibrada las sensaciones desafiantes. “La mente de quien siente dolor crónico tiende a rumiar, alimentando el miedo de que el dolor solo empeorará. Eso aumenta el estrés y el riesgo de ansiedad y depresión. Con la práctica del mindfulness, la mujer pasa a reconocer el dolor como algo impermanente, que no necesita dominar su vida.”
Aunque el estudio no mostró cambios significativos en los síntomas de ansiedad y depresión, Gherardi-Donato destaca que los beneficios observados en la disminución del estrés y la ansiedad, en la percepción del dolor y en el fortalecimiento de las habilidades cognitivas y atencionales representan un avance importante.
Bajo costo y disponible en la red pública
Los resultados refuerzan que las prácticas integrativas y complementarias en salud, como el mindfulness, pueden ser una herramienta importante en el manejo del dolor crónico, especialmente en condiciones complejas como la DTM. Además, se trata de una práctica de bajo costo, de fácil implementación y que puede incorporarse en los servicios públicos de salud.
“El mindfulness, por ser un tipo de meditación, ya está contemplado en la Política Nacional de Prácticas Integrativas y Complementarias del SUS [acrónimo de “Sistema Único de Saúde”, la red nacional de salud pública de Brasil] desde 2017 [portaria n.º 849]. Esto significa que puede y debe ofrecerse como una forma de cuidado accesible para la población, representando una ampliación del modelo de atención”, destaca.
Para la investigadora, el impacto del mindfulness va más allá del alivio físico, al promover un cambio de actitud ante la vida. “El programa recupera habilidades cognitivas y emocionales esenciales, mejora el autoconocimiento y el autocuidado. La persona aprende a sostener la atención por más tiempo y a acceder a ese estado de presencia también en las actividades cotidianas. No se trata solo de sentarse a meditar, sino de contemplar compasivamente el amplio conjunto de nuestras experiencias, tomar decisiones más conscientes y vivir con más atención plena en el día a día, momento a momento”, concluye.
El artículo "Impact of a mindfulness-based intervention on pain and psychological factors in women with chronic painful temporomandibular disorders" puede leerse en: https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1111/joor.70028.
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