A partir de la crisis migratoria de 2015, Agier comenzó a investigar lo que denominó “crisis de la alteridad” (foto: Daniel Antônio/Agência FAPESP)
En la 2ª Conferencia FAPESP 2025, el antropólogo y etnólogo francés Michel Agier expuso los límites éticos y políticos de la sociedad contemporánea. Y propuso los conceptos africanos de Zumunti, Teranga y Ubuntu como horizontes cosmopolíticos para una vida en común
En la 2ª Conferencia FAPESP 2025, el antropólogo y etnólogo francés Michel Agier expuso los límites éticos y políticos de la sociedad contemporánea. Y propuso los conceptos africanos de Zumunti, Teranga y Ubuntu como horizontes cosmopolíticos para una vida en común
A partir de la crisis migratoria de 2015, Agier comenzó a investigar lo que denominó “crisis de la alteridad” (foto: Daniel Antônio/Agência FAPESP)
Por José Tadeu Arantes | Agência FAPESP – “Indeseable no es una palabra nueva. A priori, no designa a nadie. Es simplemente todo lo que es ajeno a nuestro mundo, lo que viene de fuera y que imaginamos que puede ser amenazante o molesto”: con esta afirmación, el antropólogo y etnólogo francés Michel Agier sintetizó la idea central de su conferencia, la segunda del ciclo Conferencias FAPESP 2025.
Nacido en 1953 en la ciudad de Orange, Agier es director de estudios en la École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS), en París, e investigador sénior emérito del Institut de Recherche pour le Développement (IRD). Su trayectoria académica se ha centrado en investigaciones sobre globalización, migraciones, exilios, marginalidades urbanas y el papel de los campos de refugiados. Ha realizado extensos trabajos de campo en África Occidental, Palestina y América Latina, especialmente en Salvador (Brasil) y Cali (Colombia).
Sus investigaciones abordan temas como las movilidades sociales, las identidades étnicas y raciales, además de las expresiones culturales en contextos urbanos periféricos. Desde la década del 2000, se ha dedicado al estudio de refugiados y migrantes en las márgenes urbanas y en campos, desarrollando una crítica a las políticas supuestamente humanitarias adoptadas por los gobiernos europeos. Entre sus obras más influyentes están Gérer les indésirables (2008), La condition cosmopolite (2013) y Les migrants et nous (2016). En 2024, publicó Ilê Aiyê: a fábrica do mundo afro, resultado de su larga relación con Brasil.
Aunque su conferencia se insertó en un conjunto de debates centrados mayoritariamente en la crisis climática y en los preparativos para la COP30, Agier destacó desde el inicio que su tema no era, en realidad, tan diferente: “Se trata de una desregulación tanto ecológica como antropológica del planeta. Por eso, se vuelve urgente una emergencia cosmopolítica para poder enfrentar la emergencia climática”.
(foto: Daniel Antônio/Agência FAPESP)
A partir de la crisis migratoria de 2015, Agier comenzó a investigar lo que llamó “crisis de la alteridad”. Uno de los conceptos centrales de su análisis es el de “indeseabilidad”: una noción que se construye tanto a través de las palabras como de las prácticas y las imágenes. “En los campos de refugiados, que son al mismo tiempo lugares de refugio y de exclusión, esta ambivalencia es muy clara: ¿los campos protegen a los extranjeros o nos protegen de los extranjeros?”
Basándose en la etimología, Agier recordó que las palabras “hostilidad” y “hospitalidad” derivan de la misma raíz latina y comparten una tensión constitutiva. “Esa dualidad o ambigüedad se encarna en nociones que, siendo próximas, designan tanto al enemigo como al huésped”, explicó.
La figura del “indeseable”, según Agier, surge precisamente de esa intersección: “Lo que es común en todas las situaciones es el hecho de que la indeseabilidad se experimenta mediante la imposibilidad de atravesar un umbral, una frontera, un límite”. Él observa que el término se incorporó oficialmente a documentos administrativos ya en el siglo XIX, en países como Brasil, Estados Unidos, Alemania y Francia. Pero hoy resurge con fuerza en discursos políticos y registros policiales, especialmente en Europa. “Hombres jóvenes, racializados, de origen subsahariano o norteafricano son designados como indeseables con base en su etnia, precariedad económica, edad y género”, afirmó.
Para Agier, la indeseabilidad se expresa en diferentes niveles: jurídicos, sociales, simbólicos y afectivos. “El principio de indeseabilidad tiene que ver con la idea de Hannah Arendt de superfluidad: volver a alguien indeseable es convertirlo en prescindible, en posible de desaparecer”. Ese proceso, explicó, se concreta en los campos —de refugiados, de detención, de retención administrativa—, que ya son el primer paso hacia la desaparición. “Quien está en un campo está fuera del espacio social, fuera del espacio ciudadano”.
Agier mostró que, en las márgenes de Europa, desde los años 2000, y de manera más notoria desde 2015, el drama de los migrantes no ha cesado. “Los gobernantes querían mostrarse como protectores de sus residentes y ciudadanos, designando a esos extranjeros como una amenaza para la seguridad y para la identidad de sus países. Los muros, las expulsiones, los controles masivos, la presencia disuasoria de la policía en las fronteras, el cierre de puertos a barcos de rescate, debían tranquilizar a los ciudadanos – supuestamente aterrados frente al espectro de un extranjero desconocido, pero peligroso y depredador”.
Y esto llegó al punto de privar a ese extranjero espectral de los derechos humanos que esos mismos países europeos tanto se enorgullecen de haber defendido como universales. Incluso del más fundamental de todos: el derecho a la vida. Al menos 55 mil migrantes han muerto en las fronteras de Europa desde mediados de los años 90. Esta cifra es una estimación mínima, ya que muchas muertes no se registran oficialmente.
Pero la indiferencia por la vida del “otro” no se restringe al “otro” que viene de fuera, se extiende también al “otro” que siempre ha estado dentro. Al comentar el caso de Palestina, Agier fue claro: “Los palestinos fueron convertidos en extranjeros en su propia tierra. Y, cuando un ministro israelí dice que los habitantes de Gaza son ‘animales humanos’, eso adquiere una función performativa. Designar a alguien como animal es decir que ese alguien puede ser matado. Eso es el colmo de la indeseabilidad”.
Un punto destacado de la conferencia fue el análisis del papel de las imágenes en la construcción del imaginario social contemporáneo. “Vivimos en un mundo de imágenes. Y esas imágenes producen miedo o compasión. Nunca indiferencia”, observó Agier. “Las imágenes que circulan sobre migrantes están cuidadosamente editadas para provocar reacciones. Si el encuadre es cerrado, vemos una masa mal vestida y amenazante. Si el plano es abierto, vemos que, en realidad, son pocas personas. La composición de la imagen es política”.
A pesar del panorama desolador, Agier no dejó de afirmar la posibilidad de resistencia – no solo como un gesto político y horizonte ético, sino también como una práctica de convivencia. Y mencionó los conceptos africanos de Zumunti, Teranga y Ubuntu como formas ancestrales de relación con el otro que pueden ofrecer modelos para una cosmopolítica de la hospitalidad. Zumunti, en la lengua hausa (hablada en el norte de Nigeria, en Níger y otros países de África Occidental), designa una relación de protección y acogida que amplía el concepto de familia. Teranga, en la lengua wolof (hablada en Senegal), designa un principio de reciprocidad: quien recibe hospitalidad se compromete, en el futuro, a devolver ese gesto. Y Ubuntu, en la lengua xhosa (hablada en Sudáfrica), que puede resumirse en la máxima de Nelson Mandela “Yo soy porque nosotros somos”, expresa la idea de una humanidad compartida, un principio de interdependencia y reconocimiento mutuo que sustenta la vida en común.
“Estos conceptos provienen de África. Pero son universales. Y ofrecen una contribución fundamental al universalismo. Recuperar estos términos es afirmar que la cosmopolítica es indispensable. Y que depende de una conciencia de la vida en común y de la necesidad de una solidaridad que conecte las diferentes escalas de nuestra existencia planetaria”, concluyó Agier.
La 2ª Conferencia FAPESP 2025 “Migraciones Internacionales: Prácticas y Lenguajes de la Hostilidad y de la Hospitalidad” fue presidida por Marta Arretche, profesora de la Universidad de São Paulo (USP), investigadora del Centro de Estudios de la Metrópolis (CEM) y coordinadora general de Ciencias, Humanidades y Artes de FAPESP. Contó con la moderación de Ana Carolina Maciel, profesora de la Universidad Estatal de Campinas (Unicamp), donde preside la Cátedra Sérgio Vieira de Mello, creada a partir de un acuerdo entre Unicamp y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
La 2ª Conferencia FAPESP 2025 “Migraciones Internacionales: Prácticas y Lenguajes de la Hostilidad y de la Hospitalidad” puede verse en su totalidad en: www.youtube.com/live/FN7wXjQkXpk.
The Agency FAPESP licenses news via Creative Commons (CC-BY-NC-ND) so that they can be republished free of charge and in a simple way by other digital or printed vehicles. Agência FAPESP must be credited as the source of the content being republished and the name of the reporter (if any) must be attributed. Using the HMTL button below allows compliance with these rules, detailed in Digital Republishing Policy FAPESP.