La evaluación precisa de la composición corporal del paciente es esencial para monitorear alteraciones metabólicas relacionadas con el cáncer de mama e identificar la necesidad de aplicar tempranamente intervenciones como medidas nutricionales y ejercicio físico (foto: Freepik*)
Estudio realizado en la Universidad de São Paulo evaluó datos de 54 mujeres recién diagnosticadas con la enfermedad en estadio inicial
Estudio realizado en la Universidad de São Paulo evaluó datos de 54 mujeres recién diagnosticadas con la enfermedad en estadio inicial
La evaluación precisa de la composición corporal del paciente es esencial para monitorear alteraciones metabólicas relacionadas con el cáncer de mama e identificar la necesidad de aplicar tempranamente intervenciones como medidas nutricionales y ejercicio físico (foto: Freepik*)
Por Fernanda Bassette | Agência FAPESP – Mantener la masa muscular se ha demostrado como un factor crucial para pacientes en tratamiento contra el cáncer. Diversos estudios han demostrado que las personas con mayor cantidad de músculo tienden a responder mejor a terapias como la quimioterapia y la radioterapia, además de presentar menor riesgo de complicaciones y una recuperación más eficaz. Esto se debe a que la musculatura desempeña un papel fundamental en el metabolismo, ayudando a regular la respuesta inflamatoria y a la absorción de los medicamentos. Por otro lado, los pacientes oncológicos con baja masa muscular tienen mayor riesgo de toxicidad durante los tratamientos, lo que puede llevar a un peor pronóstico y a una menor tasa de supervivencia.
Un estudio realizado en la Facultad de Medicina de Ribeirão Preto de la Universidad de São Paulo (FMRP-USP), en Brasil, con apoyo de la FAPESP, evaluó datos de mujeres recién diagnosticadas con cáncer de mama y confirmó que aquellas con menor masa muscular al inicio del seguimiento presentaban un indicio de peor pronóstico en comparación con las que tenían una masa muscular considerada normal. Los resultados fueron publicados en la revista Discover Oncology.
El trabajo forma parte de un análisis secundario de un estudio más amplio, que exploró alteraciones metabólicas relacionadas con la quimioterapia en mujeres con cáncer de mama. La idea de los investigadores fue evaluar posibles asociaciones entre marcadores de masa muscular, utilizando la tomografía computarizada y el ángulo de fase (una medida obtenida mediante análisis de bioimpedancia).
En total, se reclutaron 54 pacientes en el Ambulatorio de Mastología del Hospital de Clínicas de la FMRP-USP, un centro de referencia regional en Brasil. Las pacientes habían sido diagnosticadas con cáncer de mama en estadio inicial y fueron derivadas a tratamiento con quimioterapia. No obstante, antes de iniciar el tratamiento, todas fueron sometidas a evaluaciones antropométricas, pruebas de bioimpedancia, tomografía computarizada (analizando un corte a nivel de la tercera vértebra lumbar), además de pruebas de función física (fuerza de prensión manual, velocidad de marcha y evaluación de la fatiga) y análisis de sangre.
Según la nutricionista Mirele Savegnago Mialich Grecco, autora del artículo e investigadora del Departamento de Ciencias de la Salud de la FMRP-USP, las mujeres con cáncer de mama están predispuestas a la pérdida de masa, al deterioro de la calidad muscular y a la disminución de la fuerza durante el tratamiento. Estas alteraciones pueden servir como predictores de resultados adversos, incluida la mortalidad.
La elección de este grupo para el estudio se debe a que muchas pacientes presentan sobrepeso u obesidad, lo que puede enmascarar la verdadera situación de su composición corporal. “Muchas veces ese exceso de peso da una falsa impresión de que todo está bien con esa mujer, como si ella tuviera una mayor reserva de masa muscular. El tratamiento tiene una alta toxicidad y genera una respuesta inflamatoria muy intensa, lo que favorece la disminución de esa masa muscular a lo largo del proceso”, explica.
Grecco también subraya que la paciente con cáncer de mama, en la mayoría de los casos, no tiene el estereotipo del paciente oncológico con tumores en otras regiones, que suelen perder peso más rápidamente y de forma más evidente, y eso puede obstaculizar la constatación de que está ocurriendo pérdida de masa muscular. “Si no evaluamos a esta mujer de forma más profunda, la disminución de masa puede pasar desapercibida”, señala.
Cómo se obtuvieron los resultados
La tomografía de tórax es un examen que forma parte de la rutina de tratamiento de estas pacientes. Los investigadores decidieron realizar un corte de las imágenes (específicamente en la región lumbar, vértebra L3) para analizar la cantidad y la calidad de la masa muscular de las mujeres con cáncer antes de que iniciaran la quimioterapia o cualquier otra intervención para el tratamiento.
Sin embargo, como en la práctica clínica las tomografías computarizadas no siempre están disponibles o resultan poco prácticas para evaluar la composición corporal, los investigadores también analizaron el ángulo de fase (PhA) como método alternativo. Se trata de una medida asociada a la integridad de las membranas celulares, obtenida mediante análisis de bioimpedancia. Es una herramienta rápida y no invasiva, que puede reflejar la composición corporal.
“Es un método portátil, de bajo costo y ampliamente accesible para evaluar a personas en entornos clínicos. Pero se requiere un conocimiento específico para interpretar correctamente los resultados”, señala Grecco.
Cinco años después, los investigadores consultaron los historiales médicos de estas pacientes para verificar la mortalidad en ese período. Los resultados mostraron que una baja masa muscular está significativamente asociada a una menor supervivencia en mujeres con cáncer de mama no metastásico, en comparación con aquellas que tenían una masa muscular normal.
Además, los individuos con baja masa muscular también presentaban un ángulo de fase más bajo, y esto se asoció a un peor pronóstico, que afectó negativamente la supervivencia de las pacientes, independientemente de la edad y del estadío del cáncer. Según Grecco, esto significa que la medición del ángulo de fase se presenta como un marcador prometedor del estado general de salud y puede ser una herramienta clínica valiosa para evaluar el pronóstico.
Impacto en la vida real
El tumor de mama es uno de los tipos de cáncer que más muertes causa entre las mujeres cada año. En Brasil, el Instituto Nacional del Cáncer (Inca) estima cerca de 74 mil nuevos casos de la enfermedad por año entre 2023 y 2025, y unas 18 mil muertes. Solo en 2023, según el Ministerio de Salud, la red pública registró 60,866 casos de este tipo de cáncer en mujeres – el 11 % de ellas tenía menos de 40 años.
Según el estudio, la prevalencia de baja masa muscular en pacientes con cáncer varía ampliamente, entre el 38 % y el 70 %. Para el cáncer de mama específicamente, estudios indican una prevalencia cercana al 40 %. En esta población, la masa muscular reducida se ha asociado con fallos en el tratamiento, toxicidad de la quimioterapia, disminución de la actividad física, progresión del tumor y menor supervivencia.
De acuerdo con Grecco, la pérdida de masa muscular durante el tratamiento del cáncer es esperada, pero no deseada. Por ello, la evaluación precisa de la composición corporal es esencial para monitorear las alteraciones metabólicas relacionadas con la enfermedad y orientar medidas nutricionales específicas, particularmente en poblaciones donde una mayor adiposidad puede enmascarar esta alteración. Así, el objetivo del estudio fue intentar identificar medidas más prácticas y aplicables a la rutina clínica, de modo que los profesionales de la salud puedan intervenir más tempranamente en estas pacientes.
“Nuestra intención con este trabajo es tener una mirada más profunda y proponer una ingesta proteica temprana para esta mujer, desde el momento en que se le diagnostica el cáncer de mama, indicándole la cantidad diaria de proteínas que necesita consumir, por ejemplo”, afirma la nutricionista.
Otra sugerencia es que, al acompañar la evolución de la masa muscular de la paciente desde el inicio, el profesional de salud derive a la paciente a un programa de ejercicios físicos adecuado a su condición. “Principalmente ejercicios de resistencia y de fuerza, que ayudarán a preservar mejor la masa muscular. La idea no es promover el aumento de masa muscular, sino minimizar las pérdidas y dar mejores condiciones al cuerpo de esa mujer para soportar todo el tratamiento oncológico”, destaca la investigadora.
El artículo Association of skeletal muscle quantity and quality with mortality in women with nonmetastatic breast cancer puede ser leído en: link.springer.com/article/10.1007/s12672-025-01999-1.
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