Jícaras ANT. Br. 193 y ANT. Br. 194. Museo de la Ciencia de la Universidad de Coímbra (foto de Renata Martins, Coímbra, Portugal, 2023. Imagen reproducida con autorización de la Portuguese Research Infrastructure of Scientific Collections)

Artes
Las jícaras que fabricaban mujeres indígenas amazónicas iban al mercado de lujo europeo en el siglo XVIII
05-12-2024
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Esas piezas, elaboradas en esa región selvática sudamericana, se igualaban a los lacados y se decoraban con motivos que recreaban patrones de bordados europeos y asiáticos

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Las jícaras que fabricaban mujeres indígenas amazónicas iban al mercado de lujo europeo en el siglo XVIII

Esas piezas, elaboradas en esa región selvática sudamericana, se igualaban a los lacados y se decoraban con motivos que recreaban patrones de bordados europeos y asiáticos

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Jícaras ANT. Br. 193 y ANT. Br. 194. Museo de la Ciencia de la Universidad de Coímbra (foto de Renata Martins, Coímbra, Portugal, 2023. Imagen reproducida con autorización de la Portuguese Research Infrastructure of Scientific Collections)

 

Por José Tadeu Arantes  |  Agência FAPESP – Las jícaras, también conocidas como taparas, totumas, o cuias en Brasil, son utensilios domésticos u objetos de uso ritual que se encuentran presentes en diversos ambientes culturales en este país, especialmente en las comunidades indígenas o ribereñas, pero también en las grandes ciudades de la región amazónica como Belém, la capital del estado de Pará. “Se estima que en la Amazonia las güiras o cuieiras se encuentren entre las primeras plantas cultivadas, y que probablemente su uso sea aún más antiguo que el de las cerámicas”, dice la investigadora Renata Maria de Almeida Martins, docente de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de São Paulo (FAU-USP), en Brasil, y coordinadora del Labya-Yala –Laboratorio de Estudios Decoloniales– y del proyecto “Barroco-açu: la América Portuguesa en la geografía artística del sur global”, adjudicatario de una Ayuda de Investigación de la FAPESP en la modalidad Jóvenes Investigadores Etapa II.

En el marco de este proyecto, De Almeida Martins efectuó un minucioso análisis de la producción de jícaras y calabazas barnizadas en la capitanía del Brasil colonial denominada Grão-Pará en el siglo XVIII. Los referidos objetos se encuentran preservados en museos de Portugal. Y ha salido publicado un artículo al respecto en el periódico científico Heritage.

“Las mujeres indígenas fabricaban las jícaras o cuias aplicando sofisticadas técnicas para lograr un acabado negro, brilloso y durable, una especie de ‘laca de la Amazonia’. Los campos iconográficos de estos frutos fueron modificados y resignificados mediante decoraciones con motivos inspirados en la flora y la fauna local, pero también con patrones de bordados europeos y asiáticos que circulaban globalmente, lo cual constituye un reflejo del intercambio artístico de la época, al igual que sucedió con los objetos recubiertos con el llamado barniz de Pasto, elaborado con la resina de mopa mopa (Elaeagia pastoensis) en Colombia, o con el maque, los lacados mexicanos”, dice De Almeida Martins.

Es importante destacar que esas jícaras no se elaboraban espontáneamente y en forma aleatoria, sino que se las fabricaba en manufacturas mantenidas por colonos o en el ámbito de las misiones religiosas en la Amazonia. El oficio de pintoras de cuias estaba reconocido a comienzos del siglo XVIII. Los productos de esas “fábricas” se destinaban mayoritariamente al mercado europeo, razón por la cual tomaban parte ya desde aquel tiempo en lo que constituía un proceso de globalización.


Marinalva Correia de Sousa y sus cuias en distintas etapas de la producción (foto: Renata Maria Martins, Carapanatuba, estado de Pará, 2023)

Las cuias resignificadas se fabricaban fundamentalmente en la llamada Vila de Monte Alegre (antes la aldea indígena Gurupatuba y la actual localidad de Monte Alegre, en el estado de Pará), en otras localidades de la zona del Bajo Amazonas y también en Belém, la capital de la capitanía de Grão-Pará. El naturalista Alexandre Rodrigues Ferreira (1756-1815), en su Viaje Filosófico, recolectó varias de éstas, que actualmente integran las colecciones del Museo Maynense de la Academia de Ciencias de Lisboa y del Museo de la Ciencia de la Universidad de Coímbra. En su relato, Rodrigues Ferreira afirma que se elaboraban entre 5.000 y 6.000 cuias en la Vila de Monte Alegre anualmente, en su mayoría para su envío a Lisboa. “Sus decoraciones diversificadas y complejas, con referencias a las tradiciones indígenas y/o inspiraciones asiáticas y europeas, constituyen ejemplos que dejan en evidencia la existencia de prácticas creativas y artísticas de la resistencia de las mujeres indígenas, africanas y mestizas”, informa De Almeida Martins.

Aparte de estudiar las jícaras del siglo XVIII, la investigadora visitó durante el año 2023 la comunidad de Carapanatuba, en la región de Aritapera, municipio de Santarém, en el Bajo Amazonas, donde aún se fabrican estos objetos, labor ahora a cargo de mujeres libres y empoderadas de la zona ribereña. La Asociación de Artesanas Ribereñas de Santarém (Asarisan), que congrega a artistas de las cinco comunidades de Aritapera, creada en el año 2003, actuó de manera fundamental para que el “modo de fabricar cuias del Bajo Amazonas” quedase inscrito en 2015 en el Libro de Registro de Saberes del Instituto del Patrimonio Histórico y Artístico Nacional (Iphan) como Patrimonio Cultural de Brasil.

“Al igual que otros estudiosos lo habían informado, constaté que la fabricación sigue concretándose todavía aplicando en gran medida el mismo proceso que describió Rodrigues Ferreira. Mujeres como Lélia Maduro, Silvane Maduro, Marinalva Correia, Francisca Pereira, Socorro Pereira y otras de las comunidades de la región de Aritapera retienen conocimientos ancestrales sobre la naturaleza, los ríos, las plantas y los animales del lugar, como así también sobre el largo proceso de preparación de las cuias barnizadas con el pigmento llamado cumatê y ‘bordadas’ con incisiones”, comenta De Almeida Martins.

En el jardín que rodea la casa de doña Lélia y su marido, don Antônio, hay distintos tipos de árboles de güira o cuieira (Crescentia cuyete), que producen frutos redondos u ovalados de diversos tamaños. Las mujeres los recolectan en el punto exacto de maduración deseado, cuando producen un sonido específico al golpeárselos.


Una cuia trabajada por Marinalva Correia de Sousa (foto: Renata Maria Martins, Carapanatuba, estado de Pará, 2023)

Los frutos entonces se seccionan con un machete o un serrucho, y las jícaras resultantes se disponen en una gran olla con agua hirviendo para ablandar sus cáscaras. Luego se raspa con un cuchillo la cáscara externa de cada jícara, se alisa el borde con la lengua áspera del pez paiche (Arapaima gigas) y su interior con las escamas del mismo pez. La preparación final para la aplicación del barniz se realiza frotando la parte interior y la exterior con las grandes hojas del árbol llamado ambay (Cecropia), una especie que también se hace presente en el área cercana a la casa de la familia. A la jícara tratada, pero aún sin barniz, se le da el nombre local de pitinga.

El proceso de “lacado” de las cuias se concreta mediante la aplicación de la tintura cumatê, un líquido rojizo elaborado con base en una infusión de cortezas de otro árbol de la zona llamado localmente cumatezeiro (Myrcia atramentifera). Una vez que se las pinta con varias capas de tintura, se las deja descansar sobre una cama de arena o cenizas y se las rocía con orina humana para que luego permanezcan cubiertas durante una noche. La reacción química entre componentes de la tintura y la orina transforma el teñido rojizo en una especie de “laca” negra brillante. Esta técnica, desarrollada por mujeres indígenas del Bajo Amazonas, produce un resultado comparable e incluso superior al de la mejor laca china (Rhus vernicifera o Rhus verniciflua), de acuerdo con relatos del siglo XVIII.

“Después de todas estas etapas, las jícaras son decoradas mediante incisiones talladas con un pequeño cuchillo. Esas incisiones remueven el barniz y dejan aparecer el fondo claro. La pintura con aplicación de colorantes vegetales o minerales sobre la superficie descubierta, sumamente utilizada en las cuias del siglo XVIII, prácticamente no se aplica más en la región, aunque las artistas ribereñas conocen las plantas productoras de los colorantes”, informa De Almeida Martins.

En las cuias actuales, fabricadas para su uso o su venta, la iconografía de origen indígena, compuesta de motivos geométricos y abstractos, ha vuelto a utilizarse cada vez más. “Pero incluso en la época colonial la producción de las cuias, aparte de abastecer al mercado de exportación, también contemplaba funciones importantes en el contexto ritual. En sus memorias, Rodrigues Ferreira informó acerca de la resistencia de las mujeres indígenas de Monte Alegre a vender ciertas cuias que poseían mostacillas y muiraquitãs –representaciones de animales, fundamentalmente sapos, o también tortugas y serpientes−, por sus significados sensibles en las relaciones sociales de las comunidades”, puntualiza De Almeida Martins.

Elaboradas por mujeres, las jícaras amazónicas también están asociadas simbólicamente con la fecundidad, con los mitos de la creación y con las antiguas prácticas de cura de los pueblos indígenas: se las utiliza mucho hasta los días actuales para preparar y verter baños terapéuticos y bendiciones, como así también para servir alimentos típicos de la Amazonia como la sopa llamada tacacá.


Los frutos en agua hirviendo para quitarle las cáscaras, en el palafito de Lelia Almeida Maduro (foto: Renata Maria Martins, Carapanatuba, estado de Pará, 2023)

Pero en el siglo XVIII, los talleres instalados en los pueblos y en las misiones religiosas reorientaron esa tradición ancestral para atender al mercado europeo, ávido por artículos suntuosos, como así también por objetos considerados “exóticos”. Piezas asiáticas o europeas de inspiración asiática, tales como porcelanas, sedas, bordados e incluso crucifijos de marfil sirvieron de modelos para la elaboración de objetos locales que reinterpretaban a los importados. “Los artistas indígenas y afroindígenas aplicaban técnicas tales como el embutido, la incrustación y el dorado a la hoja adaptando materiales amazónicos y plantas como la copaiba (Copaifera langsdorffii) y el guapinol (Hymenaea courbaril), por ejemplo, para crear efectos similares al dorado a la hoja presente en los objetos asiáticos. La participación de las mujeres indígenas y su intimidad con la naturaleza de la selva fue fundamental en este proceso. Ese aporte y su rol protagónico, muchas veces invisibilizados, resultan esenciales para entender la complejidad de las relaciones culturales y artísticas en la Amazonia de la época colonial y en la actualidad”, culmina diciendo De Almeida Martins.

Puede accederse a la lectura del artículo intitulado Lacquers of the Amazon: Cuias, Cumatê and Colours by Indigenous Women in Grão-Pará in the 18th Century en el siguiente enlace: www.mdpi.com/2571-9408/7/9/230.

 

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