La pérdida auditiva reduce el flujo de información al cerebro y hace que áreas importantes dejen de ser estimuladas (imagen: Freepik*)
La conclusión proviene de un estudio que acompañó a 805 brasileños de unos 50 años durante ocho años. Los resultados resaltan la necesidad de prestar más atención a la salud auditiva como forma de prevenir las demencias
La conclusión proviene de un estudio que acompañó a 805 brasileños de unos 50 años durante ocho años. Los resultados resaltan la necesidad de prestar más atención a la salud auditiva como forma de prevenir las demencias
La pérdida auditiva reduce el flujo de información al cerebro y hace que áreas importantes dejen de ser estimuladas (imagen: Freepik*)
Por Maria Fernanda Ziegler | Agência FAPESP – Un estudio realizado en Brasil con 805 personas de alrededor de 50 años confirmó que quienes presentaban pérdida auditiva tenían un mayor riesgo de deterioro cognitivo. Los resultados, publicados en el Journal of Alzheimer’s Disease, señalan la necesidad de prestar más atención a la salud auditiva como una forma de prevenir las demencias.
“La pérdida auditiva es lo que llamamos un factor de riesgo modificable para las demencias, entre ellas el Alzheimer, precisamente porque puede ser identificado y corregido. Para 2050, se prevé que más del 70 % de las personas con demencia vivan en países de ingresos bajos y medianos, como Brasil. Por eso, es importante realizar estudios que identifiquen nuestra realidad y los factores pasivos de prevención. Además del impacto individual, hay también una carga colectiva. No hay como Brasil y otros países de ingresos bajos y medianos envejezcan con demencia”, afirmó Claudia Suemoto, profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (FM-USP) y autora del estudio.
La investigación se llevó a cabo en el marco del Estudio Longitudinal de la Salud del Adulto (ELSA-Brasil), que monitorea datos de 15 mil funcionarios públicos de seis universidades y centros de investigación del país desde 2008. La iniciativa cuenta con financiación del Ministerio de Salud y del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq), vinculado al Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MCTI). La evaluación audiológica y su comparación con los datos sobre cognición recopilados por el ELSA-Brasil contó con el apoyo de FAPESP.
Mecanismos
La pérdida auditiva suele comenzar en la mediana edad y es un factor de riesgo reconocido para las demencias. De acuerdo con Suemoto, esto ocurre a través de dos mecanismos. El primero es que la audición es una vía importante de entrada de información al cerebro. “El cerebro depende de estas vías de entrada para, junto con el conocimiento ya adquirido, generar una respuesta. Sin embargo, cuando una de esas vías se interrumpe, áreas importantes dejan de ser estimuladas, lo que puede acelerar el deterioro cognitivo”, explica.
Ya el segundo mecanismo es de orden conductual: la pérdida auditiva tiende a llevar al aislamiento social. “Casi todo el mundo conoce a alguna persona mayor, ya sea un amigo o familiar, que no oye bien. Para conversar con esa persona hay que hablar más fuerte, repetir frases, y acaba siendo excluida de las conversaciones. De alguna manera, le resulta tan difícil oír que se autoexcluye, pierde el interés y se aleja. Por lo tanto, también existe el mecanismo del aislamiento social, que es otro factor de riesgo reconocido para la demencia”, señala.
En el estudio, los participantes realizaron pruebas de audiometría —una medida objetiva de la calidad auditiva— tres veces a lo largo de los ocho años de investigación. En el mismo período se llevaron a cabo pruebas de memoria, lenguaje y función ejecutiva, con el fin de medir la asociación entre pérdida auditiva y deterioro cognitivo acelerado. De los 805 participantes, 62 (7,7 %) presentaron pérdida auditiva. Estos mostraron un deterioro cognitivo global más rápido de lo esperado para su edad tras ocho años de seguimiento. Además, las pruebas específicas de dominios cognitivos mostraron declives similares —aunque menos precisos— en memoria, fluidez verbal y función ejecutiva.
“Esto demuestra que es importante realizar la prueba de audiometría, porque generalmente pasa un tiempo antes de que la persona tome conciencia de su déficit auditivo. Empieza a oír mal, pero no se da cuenta y se adapta a la nueva condición. Pero, si se detecta que hay pérdida auditiva, es posible corregirla con el uso de aparatos. También es fundamental eliminar el estímulo que está causando el problema”, advierte.
Según la investigadora, los principales estímulos responsables de la pérdida auditiva en la mediana edad están relacionados con el trabajo. “Existen muchos tipos de empleos que involucran mucho ruido. Estas personas deben usar equipos de protección para reducir el riesgo de pérdida auditiva. También está el problema del uso de auriculares con el volumen demasiado alto. Todo eso perjudica, por lo que es importante diagnosticar el problema”, añade.
Además de la pérdida auditiva, la investigadora señala que existen otros 11 factores potenciales de riesgo modificables para las demencias: bajo nivel educativo, hipertensión, lesiones cerebrales, diabetes, obesidad, alcoholismo, tabaquismo, depresión, sedentarismo, contaminación atmosférica y aislamiento social.
El artículo Hearing loss and cognitive decline in the Brazilian Longitudinal Study of Adult Health (ELSA-Brasil) during eight years of follow-up puede ser leído en: journals.sagepub.com/doi/full/10.1177/13872877251315043.
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