Un estudio modelo realizado en la ciudad de Santos, en Brasil, consideró únicamente las pérdidas inmobiliarias. Pero, de no hacerse nada, los costos pueden aumentar aún más al contemplarse las áreas de salud y educación (foto: Agência FAPESP)
Un estudio modelo realizado en la ciudad de Santos, en Brasil, consideró únicamente las pérdidas inmobiliarias. Pero, de no hacerse nada, los costos pueden aumentar aún más al contemplarse las áreas de salud y educación
Un estudio modelo realizado en la ciudad de Santos, en Brasil, consideró únicamente las pérdidas inmobiliarias. Pero, de no hacerse nada, los costos pueden aumentar aún más al contemplarse las áreas de salud y educación
Un estudio modelo realizado en la ciudad de Santos, en Brasil, consideró únicamente las pérdidas inmobiliarias. Pero, de no hacerse nada, los costos pueden aumentar aún más al contemplarse las áreas de salud y educación (foto: Agência FAPESP)
Por Maria Fernanda Ziegler | Agência FAPESP – Al igual que otras ciudades costeras, la ciudad de Santos, en el litoral del estado de São Paulo, vive una situación que hace pensar en la fábula de la hormiga y la cigarra. Con la expectativa de que el nivel del mar sigua elevándose durante los próximos años, la localidad afronta el dilema de adaptarse a lo que vendrá o tener que pagar un alto precio debido a las resacas e inundaciones cada vez más frecuentes.
La adaptación a los cambios climáticos implica la realización de obras caras para el presupuesto de un municipio. En el caso de Santos, los valores están definidos. En el marco de un vasto estudio, se arribó a la conclusión de que el costo mínimo con obras en la zona de Ponta da Praia de Santos y en la zona noroeste de la ciudad se ubicaría en alrededor de los 300 millones de reales. En tanto, el precio de no adaptarse a los cambios climáticos ascendería al menos a los 1.500 millones de reales, amén de todo el sufrimiento que le causaría a la población.
“Pero este costo de 1.500 millones puede estar subestimado, toda vez que el modelo considera únicamente la estructura física de los inmuebles y los cálculos se basan en su valor de venta. Si incluimos las pérdidas en otras áreas, tales como salud y educación, por ejemplo, este valor ascendería fácilmente a los 3.000 millones de reales”, declaró José Marengo, coordinador general de Investigación y Desarrollo del Centro Nacional de Monitoreo y Alertas de Desastres Naturales (Cemaden) y coordinador del Proyecto Metrópolis, a Agência FAPESP.
Este cálculo forma parte del resultado final de un proyecto, que cuenta con el apoyo de la FAPESP y del Belmont Forum; una iniciativa internacional en la cual se estudian estrategias de adaptación a los impactos de los cambios climáticos en tres localidades costeras: Santos (Brasil), Selsey (Inglaterra) y el condado de Broward (Florida, Estados Unidos).
En dicho proyecto, que está culminando tras cuatro años de estudios, el grupo de investigadores del Cemaden, del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe), del Instituto Geológico (IG) y de las universidades de São Paulo (USP) y de Campinas (Unicamp) siguió tres ejes de investigación: la estimación de pérdidas económicas y el análisis de la capacidad adaptativa, el modelado de los extremos climáticos y los impactos sobre la salud. Los escenarios contemplaron proyecciones para los años 2050 y 2100.
El análisis de los impactos sobre la salud constituye una muestra referente a la amplitud de los impactos climáticos que afectan a diversos sectores de la sociedad. Los investigadores calcularon en este marco la relación del aumento de las temperaturas con la incidencia del dengue. Se observó que cuando existe esa conexión, los gastos únicamente con internaciones y tratamientos de pacientes se elevan en Santos al menos a 720 mil reales.
“La salud constituye un factor clave, con efectos directos sobre la vida de la población; por eso es importante contar con esos datos para justificar la necesidad de implementar medidas adaptativas. Hemos puesto algunos valores, pero si juntamos todas las enfermedades relacionadas con el aumento de la temperatura y con las inundaciones, que dejan a las personas sin hogares, logramos ver el impacto real de este problema en el área de la salud”, dijo Luiz Eduardo Oliveira e Cruz de Aragão, investigador del Inpe e integrante del proyecto.
Oliveira e Cruz de Aragão explica que en el estudio del análisis de riesgo y de las estrategias de adaptación se detectó la conexión entre el fenómeno El Niño y el aumento de casos de dengue durante los veranos de 2010 y 2015.
“Se ha planteado ya que El Niño provoca el aumento de la temperatura, y ahora hemos logrado relacionar ese aumento anómalo de la temperatura con la proliferación de los casos de dengue. Es importante esta conexión, pues con ella logramos entender los patrones climáticos y sus consecuencias, y cuantificar el impacto sobre la ciudad”, dijo.
La ciencia, el poder público y la población
En Santos, el nivel relativo del mar ha aumentado a diferentes guarismos desde la década de 1940. “Con base en series históricas, detectamos dos posibles escenarios para la ciudad: uno más realista (una tasa de elevación del nivel relativo del mar de 0,36 cm por año) y el otro, el peor de los escenarios (una tasa anual de 0,45 cm). Con base en estos dos escenarios, la conclusión indica que el nivel del mar puede aumentar entre 18 y 23 centímetros hasta 2050 y entre 36 y 45 centímetros hasta 2100”, dijo Celia Regina de Gouveia Souza, investigadora del Instituto Geológico, quien toma parte en el proyecto.
El modelo también considera el surgimiento de eventos extremos, tales como mareas meteorológicas y resacas –cada vez más frecuentes a causa de los cambios climáticos– que resultan en un rápido aumento del nivel del mar.
Según De Gouveia Souza, que mantiene un banco de datos entre 1928 y 2016 sobre la existencia de estos eventos extremos en la zona de Baixada Santista (en las cercanías de Santos), se ha venido observando un aumento considerable de la cantidad de eventos de resaca por año y del número de años consecutivos con resacas a partir del final de la década de 1990.
“La serie histórica de datos mareográficos de Santos apuntó que el nivel máximo que se alcanzó durante uno de esos eventos extremos durante la década de 2000 fue de 146 centímetros. Las proyecciones indican que el mismo podrá llegar a los 160 centímetros en 2050 y a los 166 centímetros en 2100. De este modo, la ciudad se volverá aún más susceptible y vulnerable a las inundaciones costeras, la erosión de la playa aumentará y migrará en dirección hacia el barrio de Embaré (cercanías del Canal 4)”, dijo la investigadora del IG.
Luego de analizar los escenarios de las inundaciones costeras para 2050 y 2100 y de estimar los potenciales daños sobre los inmuebles afectados, los investigadores compartieron los resultados con la población de Santos y con el poder público, a los efectos de sugerir las mejores medidas de adaptación.
“En esos debates con la población aparecieron las opciones de adaptación. Una de éstas consiste en la fortificación, que es la construcción de muros y diques y la mejora de la estructura. En otros casos, existen medidas tales como el engordamiento de la playa. Otra estrategia que vimos como necesaria para Santos es la recuperación de los manglares, lo que entra en la categoría de adaptación basada en el ecosistema”, dijo Marengo.
“Las medidas que eligió la población fueron bastante adecuadas. Ahora esperamos que la población y el poder público sigan apropiándose del proyecto. Así es como contaremos con una perspectiva bastante positiva de que el escenario sombrío no se concretará”, dijo Luci Hidalgo Nunes, investigadora de la Unicamp y participante en el proyecto.
Los investigadores del Proyecto Metrópolis eligieron a Santos –la ciudad en donde se encuentra el mayor puerto de Latinoamérica– como objeto de estudio no sólo debido a su relevancia económica, sino también porque es la ciudad costera brasileña con mejor calidad de datos históricos sobre mareas, lluvias, temperatura y resacas.
“La adaptación –si bien se la debate en el seno de la ciencia y hacen lo propio los tomadores de decisiones– debe regirse por una política. Debe partir del gobierno. Es una acción que no puede detenerse y que, obviamente, debe contar con inversiones. La ciudad de Santos llegó a un alto nivel de concientización, con un amplio diálogo entre la población, los tomadores de decisiones y la academia. Las obras deben hacerse, pues lo peor que puede ocurrir es que esto quede solamente en el papel”, dijo Marengo.
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