Se espera así que la Agencia Internacional de la Energía ayude al país y a otras naciones líderes en bioenergía a detectar cuellos de botellas, apuntar acciones necesarias y compartir las mejores prácticas. Esta iniciativa se dio a conocer durante una conferencia organizada por el programa de la FAPESP enfocado en investigaciones del sector (foto: Eduardo Cesar/Pesquisa FAPESP)
Se espera así que la Agencia Internacional de la Energía ayude al país y a otras naciones líderes en bioenergía a detectar cuellos de botellas, apuntar acciones necesarias y compartir las mejores prácticas. Esta iniciativa se dio a conocer durante una conferencia organizada por el programa de la FAPESP enfocado en investigaciones del sector
Se espera así que la Agencia Internacional de la Energía ayude al país y a otras naciones líderes en bioenergía a detectar cuellos de botellas, apuntar acciones necesarias y compartir las mejores prácticas. Esta iniciativa se dio a conocer durante una conferencia organizada por el programa de la FAPESP enfocado en investigaciones del sector
Se espera así que la Agencia Internacional de la Energía ayude al país y a otras naciones líderes en bioenergía a detectar cuellos de botellas, apuntar acciones necesarias y compartir las mejores prácticas. Esta iniciativa se dio a conocer durante una conferencia organizada por el programa de la FAPESP enfocado en investigaciones del sector (foto: Eduardo Cesar/Pesquisa FAPESP)
Por Elton Alisson | Agência FAPESP – Los biocombustibles cumplen un rol fundamental en la descarbonización del sector de transportes. Pero las actuales políticas de expansión de la producción y de uso a escala global no son lo suficientemente ambiciosas, de acuerdo con la Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés).
A los efectos de superar este obstáculo, la IEA evaluará la eficacia de las políticas implementadas por los países líderes en la producción de combustibles de bajo carbono destinados al transporte, tal como es el caso de Brasil. Se espera así ayudarlos a detectar cuellos de botellas, apuntar las acciones necesarias y compartir las mejores prácticas con el fin de colaborar a su vez con otras naciones con miras a avanzar en la agenda de la bioenergía.
Representantes de la institución dieron a conocer esta iniciativa durante la cuarta Brazilian Bioenergy Science and Technology Conference (BBEST), que se concretó en forma online entre los días 30 de noviembre y 2 de diciembre.
Este evento se realizó en el marco de las actividades del Programa FAPESP de Investigaciones en Bioenergía (BIOEN) y tuvo lugar en simultáneo con la segunda edición de la Biofuture Summit, organizada por la Plataforma Biofuture, un consorcio integrado por 20 países, Brasil inclusive, con el objetivo de fomentar soluciones de transporte de bajo carbono y la bioeconomía.
“Confiamos en que, al compartirse las mejores prácticas, evaluadas mediante la aplicación de metodologías rigurosas, más países adoptarán políticas eficaces con la mira puesta en implantar la bioenergía de manera sostenible, generar empleos y reducir las emisiones de dióxido de carbono, de manera tal de alcanzar las metas energéticas y climáticas globales”, dijo Fatih Birol, director ejecutivo de la IEA, durante la apertura del evento.
En su fase piloto, el proyecto contará con políticas orientadas hacia el desarrollo de los biocombustibles para el transporte y abarcará inicialmente a cinco países. En este momento están analizándose las políticas implementadas por Brasil, Estados Unidos y los Países Bajos.
“La idea es realizar una caracterización del escenario de la bioenergía en esos países, que exhiben diferencias en términos de madurez de mercado y acceso a las tecnologías, por ejemplo, y describir y analizar sus políticas de bioenergía”, explicó Paolo Frankl, líder de la división de energías renovables de la IEA.
“Este trabajo redundará en la producción de indicadores de la evolución de la producción y del uso de biocombustibles en esos países, y en un análisis de sus carteras de políticas de bioenergía”, afirmó Frankl.
El aporte de la bioenergía al consumo final de energía y la participación de los combustibles de bajo carbono en el total de la energía utilizada en el sector de transportes de los países serán algunas de las métricas aplicadas para la elaboración de los indicadores.
Se analizarán también los niveles de expansión de los biocombustibles en esos países y su alineamiento con escenarios de desarrollo sostenible de bioenergía proyectados por la IEA, aparte de la cantidad de gases de efecto invernadero que cada país deja de emitir mediante el uso de biocombustibles.
Los seis criterios de evaluación de las políticas implementadas por los países serán las siguientes: el grado de prioridad de la bioenergía en la planificación energética, la seguridad y la claridad de las políticas, el acceso al mercado, el apoyo económico, la gobernanza y el estímulo a la innovación en el sector.
“Partimos del principio de que las políticas deben adaptarse al contexto específico de cada país y que no existen balas de plata, esto es, soluciones que sirvan para todos. También existen políticas a través de las cuales es posible obtener resultados eficaces similares”, sostuvo Frankl.
Con relación a las políticas tendientes a asegurar el acceso de la bioenergía al mercado, Brasil determinó la obligatoriedad de la mezcla de 27% de etanol en la gasolina, por ejemplo. Los Países Bajos siguieron una línea análoga al establecer la obligatoriedad de las mezclas de etanol y biodiésel.
“Hemos debatido cómo implementar una serie de políticas orientadas a estimular el uso de biocombustibles en los sectores de transportes, de aviación y marítimo”, dijo Kees Kwant, especialista en bioenergía de la RVO, una agencia del Ministerio de Relaciones Económicas y Climáticas de los Países Bajos.
Los mecanismos económicos aplicados en los Países Bajos y en Brasil para expandir la producción y el uso de biocombustibles también se asemejan: se pautan por la emisión de certificados de descarbonización a cargo de los productores de etanol y de biodiésel y por la compra de esos papeles que realizan empresas que venden derivados de petróleo en proporciones equivalentes a los volúmenes vendidos.
En Brasil, los distribuidores ya ostentan alrededor del 60% de los certificados de descarbonización instituidos por el programa Renovabio, necesarios para alcanzar la meta de comercialización estipulada para este año, de más de 20 millones de certificados de los denominados Créditos de Descarbonización por Biocombustibles (CBios), dijo Danielle Machado e Silva Conde, superintendente adjunta de biocombustibles y calidad de productos de la Agencia Nacional del Petróleo (ANP) del país.
“Más de 200 productores de bioenergía ya han sido certificados y este año se han registrado más de 15 millones de CBios, equivalentes a 15 millones de toneladas de emisiones de CO2 evitadas”, afirmó Bento Albuquerque, ministro de Minas y Energía de Brasil.
Una acción urgente
De acuerdo con datos de la IEA, la producción y el uso de biocombustibles, que representan el 50% del total de la bioenergía consumida en el mundo actualmente, vienen expandiendose, pero a un ritmo mucho menor que el necesario como para alcanzar las metas de desarrollo sostenible del sector energético. Asimismo, el sector se ha visto severamente afectado por la crisis económica causada por la pandemia de COVID-19, que resultó en una merma de un 12% en la producción, la primera tras dos décadas de crecimiento (lea más en: agencia.fapesp.br/34584).
Para revertir esta declinación y fomentar la reanudación del crecimiento de los biocombustibles, los representantes de Biofuture están convocando enfáticamente a las naciones a adoptar estos principios con miras a promover la implementación de políticas y programas de recuperación y aceleración de la bioeconomía pos-COVID-19 planteados por los 20 países miembros de la Plataforma.
Uno de esos principios indica que los países no deben retroceder con relación a las metas estipuladas antes de la pandemia para la promoción de los biocombustibles y la bioeconomía. Otro principio consiste en una revaluación de los subsidios otorgados a los combustibles fósiles.
“La Plataforma Biofuturo ha sido fundamental para llenar una laguna en el debate ambiental y energético internacional, en el cual el papel y la necesidad de una bioenergía sostenible han sido ampliamente soslayados. Desde el lanzamiento de la Plataforma, los países miembros han anunciado y han venido trabajando en nuevas políticas y programas importantes para la bioenergía, los biocombustibles y la bioeconomía”, dijo Ernesto Araújo, ministro de Relaciones Exteriores de Brasil.
Con una posición destacada en el desarrollo de la bioeconomía, Brasil puede liderar la respuesta global ante la actual situación, al fomentar colaboraciones internacionales en temas claves tales como uso responsable de la tierra y las tecnologías de cosecha, de acuerdo con el análisis de los participantes en el evento, que reunió a 450 inscritos de 34 países.
“Brasil es un referente en bioenergía, pues ha desarrollado una matriz energética ampliamente renovable, en gran medida debido al éxito de su industria de biocombustibles. Uno de los factores que contribuyeron para ello es la existencia en el país de una comunidad de investigación científica robusta que ha ayudado a afrontar y resolver diversos desafíos de la ciencia y la tecnología en el área”, sostuvo Glaucia Mendes Souza, docente del Instituto de Química de la Universidad de São Paulo (IQ-USP) e integrante de la coordinación del Programa BIOEN.
El presidente de la FAPESP, Marco Antônio Zago, destacó que el Programa BIOEN, que apunta al avance del conocimiento básico y aplicado en áreas relacionadas con la producción de bioenergía, forma parte de la misión de la Fundación, de apoyo a las investigaciones que aporten al desarrollo del estado de São Paulo.
“Desde el comienzo del Programa BIOEN, que ha tenido un gran éxito, una de las preocupaciones de los científicos ha sido la protección del medio ambiente, mediante el fomento de la disminución del consumo de agua en la industria de azúcar y energía, por ejemplo”, dijo Zago.
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