Mientras que la deforestación elimina por completo la cobertura de vegetación nativa, la degradación debilita el bosque sin destruirlo totalmente (foto: Vinícius Mendonça/Ibama)

Amazonia
La degradación de la Amazonía crece un 163 % en dos años, mientras la deforestación cae un 54 % en el mismo período
24-07-2025
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El ‘saldo negativo’ en la protección del bioma registrado entre 2022 y 2024 puede comprometer las metas internacionales de Brasil, advierten investigadores brasileños y colaboradores internacionales en la revista Global Change Biology

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La degradación de la Amazonía crece un 163 % en dos años, mientras la deforestación cae un 54 % en el mismo período

El ‘saldo negativo’ en la protección del bioma registrado entre 2022 y 2024 puede comprometer las metas internacionales de Brasil, advierten investigadores brasileños y colaboradores internacionales en la revista Global Change Biology

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Mientras que la deforestación elimina por completo la cobertura de vegetación nativa, la degradación debilita el bosque sin destruirlo totalmente (foto: Vinícius Mendonça/Ibama)

 

Por Luciana Constantino  |  Agência FAPESP – El acelerado crecimiento de la degradación de la Amazonía brasileña, causado principalmente por incendios, ha eclipsado la expresiva reducción de la deforestación entre 2022 y 2024. Este ‘saldo negativo’ en la protección del bioma compromete las metas internacionales de combate a la crisis climática asumidas por el país, que este año será sede de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30).

La advertencia proviene de un artículo publicado en la revista Global Change Biology por científicos del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe, por sus siglas en portugués) de Brasil, en colaboración con la Universidad de São Paulo (USP, también de Brasil) e instituciones del Reino Unido y Estados Unidos. Mientras que la deforestación elimina por completo la vegetación nativa, la degradación debilita el bosque sin destruirlo completamente (por ejemplo, mediante la tala selectiva de árboles).

Según el estudio, las alertas de degradación en la Amazonía aumentaron un 44 % de 2023 a 2024 – y un 163 % en comparación con 2022. Eso significa que solo el año pasado se degradaron 25,023 kilómetros cuadrados (km²) de bosque, siendo aproximadamente el 66 % a causa de incendios forestales. Se trata de una superficie ligeramente mayor que la de Israel.

En sentido opuesto, la deforestación cayó un 27.5 % y un 54.2 %, respectivamente, representando la menor expansión en diez años. Fueron 5,816 km² deforestados en el periodo correspondiente a 2024, según datos del Programa de Monitoreo de la Selva Amazónica Brasileña por Satélite (Prodes), del Inpe.

“La degradación es un proceso más difícil de identificar que la deforestación porque ocurre mientras el bosque aún está en pie. Se debe principalmente al fuego, que en los últimos dos años se agravó por el escenario de sequía en la Amazonía. También existe la tala selectiva de árboles y el efecto de borde. Todo esto disminuye los servicios ecosistémicos que prestan esos bosques. Comprender estos datos contribuye a la formulación de políticas públicas”, afirma Guilherme Mataveli, posdoctorando en la División de Observación de la Tierra y Geoinformática del Inpe.

Entre 2023 y 2024, una fuerte sequía afectó la Amazonía, con déficits de precipitación de 50 a 100 milímetros por mes; aumentos de temperatura superiores a 3 °C y retraso en la estación lluviosa, dejando los ríos en niveles mínimos. Como resultado, el bioma registró el mayor número de focos de calor desde 2007 – un total de 140,328.

Primer autor del artículo, Mataveli forma parte del laboratorio Tropical Ecosystems and Environmental Sciences (Trees) dirigido por los investigadores Luiz Aragão, quien también firma el trabajo, y Liana Anderson.

Para Aragão, la importancia del estudio fue demostrar que hoy en día los satélites –tecnologías espaciales críticas para el país y utilizadas en el sistema de monitoreo del Inpe– ya permiten detectar procesos de degradación. “Estos procesos venían comprometiendo la integridad de nuestros bosques de forma silenciosa. Las tecnologías actuales no solo permiten la capacidad de monitorear los eventos, reportar las emisiones de carbono asociadas, sus impactos en el ambiente, en la población y en el clima planetario, sino que también posibilitan una planificación estratégica para una gestión territorial sostenible y de bajo carbono”, afirma el investigador del Inpe y coordinador del Programa FAPESP de Investigación sobre Cambios Climáticos Globales (PFPMCG, por sus siglas en portugués).

Y concluye: “El liderazgo de Brasil en el escenario internacional en cuanto a acciones para combatir el cambio climático y la pérdida de biodiversidad depende de respuestas eficaces frente a la degradación forestal. Reportar las emisiones asociadas a estos procesos es un camino sin retorno dentro de los Inventarios Nacionales de Gases de Efecto Invernadero. Por lo tanto, intensificar las medidas de control, con la implementación de políticas consistentes que aborden este proceso, se convierte en una prioridad nacional”.

Brasil fue el primer país en entregar a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC, por sus siglas en inglés) su nueva Contribución Determinada a Nivel Nacional o NDC (siglas en inglés para Nationally Determined Contributions). En ella, asume el compromiso de reducir entre un 59 % y un 67 % las emisiones netas de gases de efecto invernadero para 2035 en comparación con los niveles de 2005 (850 millones a 1.05 billones de toneladas de CO₂ equivalente).

Las NDCs son los objetivos de cada país para reducir la emisión de gases de efecto invernadero y evitar que el aumento promedio de la temperatura global supere los 1.5 °C, como fue establecido en el Acuerdo de París. Estas deben ser revisadas y actualizadas hasta la COP30, que se celebrará en noviembre en Belém.

Impacto

Aunque no elimina totalmente la vegetación nativa, la degradación deteriora el bosque que “queda”, afectando la biodiversidad y reduciendo su capacidad para ofrecer servicios esenciales como la captura de carbono y la regulación del ciclo del agua, funciones vitales para la resiliencia del ecosistema.

Investigaciones anteriores ya han demostrado que casi el 40 % de los bosques en pie en la Amazonía están degradados debido a factores como incendios, efecto de borde, extracción ilegal de madera y eventos extremos de sequía, lo que resalta aún más la magnitud y la importancia del problema. En este contexto, las emisiones de carbono por pérdida gradual de vegetación —entre 50 millones y 200 millones de toneladas al año— fueron equivalentes o incluso superiores a las causadas por la deforestación — entre 60 millones y 210 millones de toneladas por año (lea más en: agencia.fapesp.br/41971).

En el artículo recientemente publicado, los científicos sugieren que se adopten esfuerzos para mejorar el manejo de incendios, junto con proyectos de restauración y reforestación a gran escala. Otro camino es integrar estas estrategias con los mercados de créditos de carbono, creando incentivos financieros para que propietarios de tierras, empresas y comunidades locales adopten prácticas sostenibles.

También señalan desafíos en la mejora del rastreo y la cuantificación de la degradación, además de la creación de mecanismos para responsabilizar a los culpables.

El estudio contó con el apoyo de la FAPESP a través del Centro de Investigación e Innovación en Gases de Efecto Invernadero (RCGI); de un Proyecto Temático liderado por el investigador Paulo Artaxo, del Centro de Estudios de Sostenibilidad Amazónica de la Universidad de São Paulo (USP); y de becas concedidas a Mataveli (19/25701-8 y 23/03206-0) y a Lucas Maure, del Inpe (24/06641-2). Artaxo y Maure también son autores del trabajo.

El artículo Forest Degradation Is Undermining Progress on Deforestation in the Amazon puede leerse en: onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/gcb.70209.

 

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