Se conocieron durante la 8ª Reunión Anual del Global Research Council, en São Paulo, los resultados de una consulta con más de mil científicos (foto: Felipe Maeda/ Agência FAPESP)
Se conocieron durante la 8ª Reunión Anual del Global Research Council, en São Paulo, los resultados de una consulta con más de mil científicos
Se conocieron durante la 8ª Reunión Anual del Global Research Council, en São Paulo, los resultados de una consulta con más de mil científicos
Se conocieron durante la 8ª Reunión Anual del Global Research Council, en São Paulo, los resultados de una consulta con más de mil científicos (foto: Felipe Maeda/ Agência FAPESP)
Por Maria Fernanda Ziegler | Agência FAPESP – Además de sus impactos sociales, económicos y ambientales, la interacción entre las universidades y las empresas en Brasil también produce efectos positivos sobre la productividad académica. Los investigadores y los grupos de investigación que toman parte en colaboraciones con el sector productivo son más productivos científicamente o, en otras palabras: el impacto intelectual y científico de tales asociaciones resulta positivo.
Esta constatación, producto de un estudio realizado por Renato de Castro Garcia, docente del Instituto de Economía de la Universidad de Campinas (Unicamp), se conoció en el marco de la 8ª Reunión Anual del Global Research Council (GRC).
Este evento, organizado por la FAPESP, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) de Argentina y la German Research Foundation (DFG) de Alemania, congrega hasta hoy 3 de mayo a líderes de agencias científicas de fomento de decenas de países en São Paulo, Brasil.
El estudio mencionado salió publicado en la revista Science and Public Policy y es el resultado de la aplicación de un cuestionario que contestaron 1.005 investigadores y representantes de centros de investigación, que declararon que mantenían interacción con el sector productivo y que estaban registrados en la base de datos del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq) de Brasil. Los datos abarcan de 2002 a 2008.
“Dividimos a los científicos entre quienes interactuaron más y quienes interactuaron sólo una vez con el sector productivo. Y descubrimos que los factores comerciales son importantes para ambos grupos. Pero aquéllos que mantienen una interacción más constante les asignan una mayor importancia a los beneficios intelectuales, tales como las nuevas ideas para proyectos o la publicación de artículos, por ejemplo”, declaró De Castro Garcia a Agência FAPESP.
De Castro Garcia organizó el libro intitulado Estudos de caso da interação universidade-empresa no Brasil [Estudios de casos de la interacción universidad-empresa en Brasil] junto a Márcia Rapini (de la Universidad Federal de Minas Gerais) y Silvio Cário (de la Universidad Federal de Santa Catarina). Dicho libro se encuentra disponible gratuitamente en versión digital para su descarga, y muestra los resultados de estudios realizados en diversos países referentes a la interacción universidad-industria.
“En Brasil los sectores que interactúan con las universidades suelen no ser aquéllos a los que se considera como intensivos en ciencia, que estarían cerca de la frontera del conocimiento, tales como el sector electrónico, el farmacéutico y el aeroespacial, por ejemplo”, dijo Rapini, quien también estuvo presente en la reunión del GRC.
De acuerdo con la investigadora, un ejemplo de esto puede hallarse en Minas Gerais, en donde la minería y la siderurgia cobran relieve en la interacción con las universidades. “Son sectores tradicionales, consolidados y que se enfocan en la exportación. Observamos casos como éste en todos los estados brasileños”, dijo.
En el ejemplo de la minería y la siderurgia, Rapini hace hincapié en que esos sectores tienen la obligación legal de interactuar con las universidades. “No es una interacción espontánea. Eso nos hizo ver también que la interacción queda definida por la existencia de una demanda por parte de la empresa”, dijo.
Otro hallazgo que apunta la investigadora indica que la interacción se concreta en empresas que poseen áreas de investigación e innovación (I&D) interna. “Cuando una empresa genera conocimiento dentro de ella, tiende a buscar la interacción con las universidades. En tanto, aquéllas que tan sólo sobreviven no generan conocimiento. Esto fue un aprendizaje: si la empresa no quiere, de nada sirve. Si no hay demanda básica, no existe interacción”, dijo Rapini.
En tanto, en las áreas en las cuales resulta posible hacer investigación aplicada y publicar artículos, la interacción es más obvia. “Existen áreas en donde las asociaciones se materializan, pues sin la interacción con las industrias, con las empresas o con las propiedades rurales productivas, los investigadores no logran investigar o saber si los productos que desarrollan pueden producirse a otra escala, ni tampoco si son factibles económicamente”, dijo.
El libro cuenta con tres niveles de análisis: estudios sectoriales, áreas del conocimiento y estudios de empresas.
“Este libro fue posible gracias al trabajo de un equipo que aportó casos de la realidad de cada estado. En algunos capítulos se analizan sectores no tradicionales de la interacción universidad-industria. Obtuvimos resultados distintos a los que aparecen en otros estudios internacionales, más basados en los países desarrollados. Aprendimos al respecto de nuestra realidad”, dijo.
Rapini comentó que el libro también muestra que el enfoque excesivo en la cooperación con las empresas puede llevar a los centros de investigación a ignorar oportunidades de entablar asociaciones con otros sectores, tales como las ONGs y el sector público (alcaldías o secretarías). “Esas colaboraciones pueden tener un impacto económico y social sumamente importante en los países en desarrollo, y debe valorárselas”, dijo.
Más información sobre la 8ª Reunión Anual del Global Research Council en: www.fapesp.br/eventos/grc.
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