Entre las 952 startups de base científica mapeadas en el país, casi la mitad desarrolla soluciones en esta área, orientadas especialmente a los sectores de salud y agronegocio, señala un informe de la consultora Emerge
Entre las 952 startups de base científica mapeadas en el país, casi la mitad desarrolla soluciones en esta área, orientadas especialmente a los sectores de salud y agronegocio, señala un informe de la consultora Emerge
Por Elton Alisson | Agência FAPESP – La mayor parte de las startups de base científica y tecnológica en Brasil actúan en el segmento de biotecnología. Entre las 952 deeptechs mapeadas en el país, casi la mitad (433) desarrolla soluciones en esta área, orientadas especialmente a los sectores de salud y del agronegocio.
Para lograr superar el “valle de la muerte” y llevar sus innovaciones desde la mesa de laboratorio hasta el mercado, las biotechs brasileñas se enfrentan a una serie de desafíos. Entre ellos se encuentran la dificultad de acceso a infraestructura de investigación para la validación inicial de sus tecnologías, la baja atracción de inversionistas privados y la falta de gestores en sus equipos con conocimiento y experiencia de mercado.
Estas constataciones provienen del informe Deep Tech Radar Brasil 2025, elaborado por la consultora Emerge, en asociación con el Cubo Itaú, hub de innovación del mayor banco privado de Brasil. Algunas de las principales conclusiones del estudio fueron presentadas durante el 2º Congreso Agro-Health, realizado entre los días 17 y 18 de septiembre en Ribeirão Preto, en el interior del estado brasileño de São Paulo.
“La biotecnología es uno de los espacios naturales de nacimiento de las deeptechs, pues es un área de vanguardia tecnológica en la que se busca avanzar en investigación y desarrollo (I+D) en la frontera del conocimiento. No es casualidad que casi la mitad de las startups de base científica brasileñas actúen en este sector”, dijo Douglas Veronez, gerente de proyectos de Emerge.
“Estas empresas han desarrollado soluciones dirigidas principalmente a los sectores de salud y agronegocio, pero también a la industria y manufactura, energía y clima, infraestructura urbana, minería y petróleo y gas, ya que la biotecnología es un área transversal, con aplicaciones en diversos sectores”, evaluó.
De acuerdo con el especialista, el 74 % de las deeptechs brasileñas –en su mayoría biotechs– se encuentran en etapas de desarrollo tecnológico, es decir, antes de la generación de ingresos.
Uno de los desafíos enfrentados por las startups de biotecnología en esta fase es el acceso a infraestructura de investigación, que es costosa y está ubicada en centros de investigación y desarrollo de instituciones científicas, tecnológicas e de innovación (ICTs) públicas y privadas, y en algunas sin fines de lucro, señalan los autores del informe.
“Acceder a esta infraestructura representa un desafío para las empresas nacientes de biotecnología en Brasil, que necesitan laboratorios para validación inicial, de escala o una planta piloto para desarrollar el primer lote de sus productos, por ejemplo. Es necesario resolver el acceso a una infraestructura menos burocrática y, si es posible, certificada, para que las biotechs del país logren superar este desafío”, evaluó Veronez.
Legislaciones recientes, como el nuevo Marco Legal de Ciencia, Tecnología e Innovación, prometen ayudar a disminuir ese cuello de botella, señaló el especialista. La nueva legislación, conocida como “Ley de Innovación” y aprobada por el Congreso brasileño en 2016, prevé la creación de mecanismos para que universidades, institutos de investigación y empresas trabajen conjuntamente mediante el uso compartido de laboratorios, por ejemplo. A través de esta ley, las deeptechs podrían realizar investigación en colaboración con grupos de ICTs o pagar por el uso de infraestructura de laboratorio.
“Existen diversas modalidades de cooperación previstas en esa ley, pero en la práctica, poquísimas ICTs están utilizando ese modelo de compartición de espacio”, afirmó Veronez. “Conocemos algunos casos de startups que lograron, a través de convenios de I+D con universidades, acceder, desarrollar investigación y utilizar esa infraestructura externa para validación. Pero, para construir una planta piloto, por ejemplo, ya resulta mucho más complicado.”
Nuevas infraestructuras científicas
Además de facilitar el acceso, la creación de nuevas infraestructuras de investigación es esencial para la formación de un ecosistema de biotechs en Brasil, subrayó Rafael Della Giustina Leal, jefe de la División de Ciencia, Tecnología e Innovación del Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil –también conocido como Itamaraty–, durante una conferencia en la apertura del evento.
Algunos avances en ese sentido incluyen la construcción del Sirius, en el Centro Nacional de Pesquisa em Energia e Materiais (CNPEM), en Campinas. El acelerador circular de partículas cargadas (electrones) genera una radiación llamada luz sincrotrón, que permite investigar la composición y la estructura de la materia a escala de átomos y moléculas. Funciona como un microscopio gigante, capaz de revelar el interior de materiales, tejidos biológicos y patógenos, con aplicaciones en prácticamente todas las áreas del conocimiento.
“El Sirius es una fuente de luz sincrotrón de cuarta generación. Solo existen tres en el mundo, y la brasileña fue la última en ser construida”, afirmó Leal. En los próximos años, mediante el proyecto Orion, se acoplará al Sirius el primer laboratorio de máxima contención biológica (nivel de bioseguridad cuatro – NB4) de América Latina y el primero del mundo conectado a una fuente de luz sincrotrón.
“Imaginen cuántas ideas, empresas, productos y negocios podrán surgir cuando ese laboratorio esté en funcionamiento”, estimó Leal.
Según el embajador, gran parte del mundo desconoce la existencia de esta infraestructura de investigación en Brasil y cómo el país ha avanzado y se ha posicionado en el área de biotecnología en sectores estratégicos como el agronegocio y la salud. Ese desconocimiento afecta las decisiones de inversión extranjera en las biotechs brasileñas, señaló.
“Una startup brasileña que intenta captar recursos en el exterior ya parte con esa imagen asociada. Hay varios casos de startups brasileñas que se establecieron en el Valle del Silicio y se presentan como startups estadounidenses, siendo que toda la tecnología es brasileña”, indicó.
Con el fin de reducir ese desajuste entre cómo se percibe a Brasil y su posición real en áreas de frontera del conocimiento, como la biotecnología, el Itamaraty ha actuado en los últimos años en el campo de la diplomacia de la innovación. Este enfoque consiste en el uso de herramientas del Ministerio de Relaciones Exteriores para promover la innovación brasileña, explicó Leal.
“Uno de los objetivos de las acciones del Itamaraty en esta área es involucrar a empresas brasileñas de base científica y tecnológica en el proceso de internacionalización, llevar y mostrar las mejores soluciones al exterior y facilitar, por medio de embajadas y consulados, el contacto con posibles socios e inversionistas”, detalló.
Dependencia del capital público
Las biotechs brasileñas presentan una fuerte dependencia del financiamiento público para avanzar en el desarrollo de productos y procesos innovadores, debido a que el riesgo inicial es muy alto, señalan los autores del informe.
“Como el riesgo de I+D y de mercado de estas empresas es muy elevado, el capital privado no participa. Por eso necesitan recurrir al financiamiento público. Y la FAPESP es hoy la principal agencia en Brasil que fomenta, a través del PIPE [Programa de Investigación Innovadora en Pequeñas Empresas], la creación y el desarrollo de innovaciones de startups de base científica en el país”, afirmó Veronez.
De acuerdo con los datos del informe, el 47 % de las deeptechs brasileñas no ha recibido ningún tipo de inversión, ni pública ni privada. “Estas empresas se están desarrollando mediante bootstrapping [recursos propios] como pueden”, dijo Veronez.
Entre aquellas que lograron algún apoyo financiero, el 36 % recibió inversiones públicas, solo el 7 % exclusivamente capital privado y el 10 % recursos públicos y privados. “Es muy raro que estas empresas reciban inversión privada en la fase inicial de desarrollo tecnológico, porque el riesgo es muy alto. Por eso, necesitan captar recursos públicos. Pero, a medida que evolucionan, es necesario que intenten atraer inversión privada, incluso para obtener una validación del potencial de las soluciones que están desarrollando. Y eso cuenta mucho dentro del mercado de inversión”, señaló Veronez.
El valor de los aportes realizados a deeptechs en Brasil en los últimos años fue de hasta R$200 mil reales, lo que ayuda a sostenerlas en la fase inicial, pero está muy por debajo de las necesidades de desarrollo y escalabilidad, indican los datos del informe. Este valor bajo refleja el perfil del inversionista privado en startups de base científica en Brasil, aún muy concentrado en el capital ángel, explicó el especialista.
“Las inversiones mayores, provenientes del venture capital (capital de riesgo), aún tienen una representatividad muy baja dentro del total de recursos privados captados por las deeptechs brasileñas”, evaluó.
Este tipo de inversión privada es precisamente la que debe ser buscada por los emprendedores de startups de base científica porque, además de aportar un mayor volumen de recursos, los fondos de capital de riesgo ayudan a las empresas invertidas a moverse mejor dentro del ecosistema y a desarrollarse más rápidamente, destacó Veronez.
“Además de proveer recursos financieros, los fondos de capital de riesgo también contribuyen con la experiencia de negocios que, muchas veces, falta en los equipos que fundan startups de base científica”, agregó.
De acuerdo con Thomas Carolla, socio de la gestora de inversiones en private equity 10b, el porcentaje de inversiones de fondos de venture capital en biotechs en Brasil corresponde a menos del 5 %. “Aún hay mucho espacio para crecer”, concluyó.
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