Denise Duarte destacó que el diseño urbano y la presencia o ausencia de áreas verdes, como parques, afectan directamente el equilibrio térmico de las ciudades, y que en São Paulo la desigualdad en estos aspectos es evidente (foto: Daniel Antônio/Agência FAPESP)
Ponente en la 7.ª Conferencia FAPESP 2025, Denise Duarte, investigadora de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la Universidad de São Paulo, habló sobre la necesidad de mapear los impactos de los eventos extremos a escala individual y crear áreas urbanas de refugio térmico en los espacios públicos
Ponente en la 7.ª Conferencia FAPESP 2025, Denise Duarte, investigadora de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la Universidad de São Paulo, habló sobre la necesidad de mapear los impactos de los eventos extremos a escala individual y crear áreas urbanas de refugio térmico en los espacios públicos
Denise Duarte destacó que el diseño urbano y la presencia o ausencia de áreas verdes, como parques, afectan directamente el equilibrio térmico de las ciudades, y que en São Paulo la desigualdad en estos aspectos es evidente (foto: Daniel Antônio/Agência FAPESP)
Por Maria Fernanda Ziegler | Agência FAPESP – Las olas de calor han causado 20 veces más muertes que las lluvias e inundaciones en Brasil, pero aún faltan planes para enfrentar este tipo de situación. Por no dejar destrucción visible, el problema es denominado “emergencia silenciosa”. Aun así, los daños son graves. En 2024, el país enfrentó nueve olas de calor, en el año más cálido de la historia. Fue también la primera vez que el planeta superó el límite de aumento de temperatura media establecido por el Acuerdo de París —1.5 °C por encima de los niveles preindustriales— para evitar consecuencias más peligrosas.
Durante la conferencia “Contribuciones para la COP30: Adaptando Ciudades 1.5 °C Más Cálidas”, la profesora Denise Duarte, de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la Universidad de São Paulo (FAU-USP), destacó el papel central de las áreas urbanas en la adaptación al nuevo contexto climático.
“La adaptación debe estar donde están las personas. ¿Quién se desmaya? ¿Quién no duerme por el calor? ¿Dónde pueden refugiarse? Necesitamos mirar a la escala de las personas y no solo a los espacios abiertos, sino también a lo que ocurre dentro de las casas, los edificios y en los trayectos cotidianos”, afirmó Duarte, quien también es autora principal del IPCC Special Report on Climate Change and Cities (SRCities, AR7) – capítulo sobre cambio climático y ciudades del informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas (ONU).
El grupo liderado por Duarte en la USP viene desarrollando estudios sobre los impactos del calor extremo en São Paulo. El mapeo más reciente cruzó datos socioeconómicos con factores ambientales —como tipo de vivienda, vegetación y densidad urbana— para identificar las áreas de la ciudad con mayor riesgo térmico para la salud humana. El resultado confirmó lo que ya se sospechaba: los ingresos y las condiciones de vivienda influyen en el riesgo ante el calor en São Paulo. Las personas de bajos recursos, además de vivir en moradías más susceptibles al calor, suelen trabajar al aire libre en empleos informales, lo que las hace aún más expuestas y vulnerables a las olas de calor (lea más en: www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2212095525002846).
La investigadora destacó que el diseño urbano y la presencia —o ausencia— de áreas verdes, como parques, afectan directamente el equilibrio térmico de las ciudades. “En São Paulo, esta desigualdad es evidente. En las regiones centrales, la densidad construida es altísima, con cerca de 750 personas por hectárea, impulsada por el mercado inmobiliario. En las periferias, la densidad llega a 1,200 personas por hectárea en favelas, pero con un trazado urbano más disperso y precario”, explicó.
En los márgenes de la ciudad, por lo tanto, hay más personas viviendo en espacios pequeños, sin acceso adecuado al transporte, la sombra, la vegetación o las áreas de recreación. Esta falta de infraestructura también agrava el malestar térmico y aumenta la vulnerabilidad al calor extremo.
Como respuesta, Duarte propone la creación de una red de “oasis urbanos” en la capital paulista, es decir, espacios públicos adaptados para ofrecer alivio térmico durante las olas de calor, mediante soluciones basadas en la naturaleza y estrategias de diseño urbano. “La idea es aprovechar la infraestructura ya existente, como escuelas, centros deportivos, terminales de transporte y paradas de autobús, especialmente a lo largo de los ejes de movilidad urbana”, explicó. La propuesta debe incorporarse a la revisión del plan climático de la ciudad, el PlanClimaSP.
También hizo una advertencia sobre el impacto social del cierre de escuelas debido al calor: “Cuando una escuela cierra, el niño pierde la alimentación, el cuidado, la supervisión. La escuela no debe dejar de funcionar, sino convertirse en un refugio climático para la comunidad”, defendió.
Duarte: “¿Quién se desmaya? ¿Quién no duerme por causa del calor? ¿Dónde pueden refugiarse? Necesitamos mirar a la escala de las personas y no solo a los espacios abiertos, sino también a lo que ocurre dentro de las casas, los edificios y en el trayecto diario de las personas” (foto: Daniel Antônio/Agência FAPESP)
Adaptación de las ciudades en la COP30
En su intervención, Duarte fue entrelazando fragmentos de las cartas del embajador André Corrêa do Lago, presidente de la COP30, dirigidas a la comunidad internacional, como una forma de contextualizar la importancia del tema de la adaptación de las ciudades en la conferencia. “La primera carta propone un mutirão (trabajo en equipo) global, una acción colectiva tan brasileña y tan presente en la arquitectura y el urbanismo. La idea es crear una plataforma para registrar y dar visibilidad a iniciativas voluntarias que ya están en marcha, pero que necesitan salir de la inercia y ganar escala. En la cuarta carta, surge la agenda de acción de la COP, orientada a la implementación efectiva de los compromisos del Global Stocktake [componente del Acuerdo de París utilizado para monitorear la implementación de los objetivos acordados]”, relató.
La agenda de acción climática de la COP30 está estructurada en seis ejes y 30 objetivos, siendo uno de ellos la construcción de resiliencia en las ciudades, abarcando cuestiones de infraestructura y agua. “Aunque ese es el enfoque más directo para la arquitectura y el urbanismo, hay diversas oportunidades para incorporar el tema en otros ejes. La gestión sostenible de los bosques, por ejemplo, puede incluir vegetación urbana; y los compromisos de triplicar las energías renovables y duplicar la eficiencia energética involucran directamente al sector de la construcción civil, especialmente ante el ritmo acelerado de obras en ciudades como São Paulo”, argumentó.
Además, subrayó Duarte, la arquitectura y el urbanismo tienen un papel fundamental en la erradicación del hambre y la pobreza, mediante la mejora de las condiciones de vivienda, movilidad e infraestructura urbana.
Mitigación
También participó en el evento Thelma Krug, investigadora del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe, por sus siglas en portugués) y exvicepresidenta del IPCC. Krug es actualmente coordinadora del Consejo Científico sobre el Clima, grupo técnico conformado por 11 científicos (seis de ellos brasileños) que asesora a la presidencia de la COP30.
La científica advirtió sobre el avance acelerado del calentamiento global y centró su exposición en el punto más tradicional de las negociaciones de la Conferencia del Clima: la mitigación, es decir, la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Señaló que, actualmente, el planeta sigue una trayectoria de aumento medio de temperatura de 2.8 °C, con regiones del hemisferio norte enfrentando elevaciones hasta tres veces mayores en determinados períodos del año.
“¿Significa eso que el Acuerdo de París, cuyo objetivo era limitar el calentamiento a 1.5 °C por encima de los niveles preindustriales, no funcionó? No. Ha habido un progreso significativo desde 2015 hasta ahora. Aunque no estemos en una trayectoria de 1.5 °C, si no tuviéramos el Acuerdo de París, estaríamos en una de 4 °C”, reflexionó Krug.
La investigadora explicó que, incluso superando temporalmente el límite de 1.5 °C (fenómeno conocido como overshooting), aún es posible revertir ese escenario, siempre que se adopten estrategias sólidas de eliminación de CO₂ de la atmósfera, reforestación y fertilización oceánica. No obstante, advirtió que cuanto mayor sea el exceso y más prolongada su duración, más difícil será revertir los daños.
Krug también expresó preocupación por el ritmo de las metas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero establecidas por cada país bajo el Acuerdo de París, conocidas como Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDCs, por su sigla en inglés). De los países del G20 y Brics+, solo siete presentaron sus nuevas metas climáticas dentro del plazo establecido por la ONU (febrero de 2025). “Estos países representan cerca del 80 % de las emisiones globales. Brasil tiene potencial de influencia en este grupo, pero necesita un escenario de financiamiento más justo y ágil”, afirmó.
A pesar de los desafíos, Krug destacó que muchas soluciones para la crisis climática ya existen; lo que falta es ponerlas en práctica. “La COP30 quiere acelerar ese proceso con un mutirão (trabajo en equipo) global y acciones paralelas que no dependan del consenso de todos los países. Pero, ahora, es esencial involucrar a los bancos y mejorar el financiamiento”, subrayó.
De izquierda a derecha: Sabine Righetti, Victor Marquezine, Thelma Krug, Leila Vendrametto y Denise Duarte (foto: Daniel Antônio/Agência FAPESP)
Krug también anunció que la FAPESP fue seleccionada para integrar la Zona Azul de la COP30, el espacio oficial de negociaciones de la ONU, y que promoverá, el 15 de noviembre, el debate “Descarbonización hasta 2050: Desafíos y Oportunidades para la Cooperación Sur-Sur”.
La séptima Conferencia FAPESP 2025, “Contribuciones para la COP30: Adaptando Ciudades 1.5 °C Más Cálidas”, fue seguida de un debate en el que participaron Krug, Victor Marchezine, del Centro Nacional de Monitoreo y Alertas de Desastres Naturales (Cemaden), y Leila Vendrametto, del Instituto Alana. La moderación estuvo a cargo de la periodista Sabine Righetti, asesora de la Coordinación General – Mídia Ciência de la FAPESP.
El evento puede verse íntegramente en: www.youtube.com/live/gC5uxPWu1Rg.
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