Imagen: Mohamed Hassan/Pixabay
Un estudio colaborativo elaborado por científicos brasileños y británicos demostró por primera vez que la obesidad puede causar esta carencia y no al contrario. En el referido trabajo, los participantes que exhibían obesidad abdominal estaban sujetos a un riesgo un 36 % mayor de desarrollar insuficiencia y un 64 % mayor de deficiencia de esa vitamina
Un estudio colaborativo elaborado por científicos brasileños y británicos demostró por primera vez que la obesidad puede causar esta carencia y no al contrario. En el referido trabajo, los participantes que exhibían obesidad abdominal estaban sujetos a un riesgo un 36 % mayor de desarrollar insuficiencia y un 64 % mayor de deficiencia de esa vitamina
Imagen: Mohamed Hassan/Pixabay
Por Maria Fernanda Ziegler | Agência FAPESP – Un estudio a cargo de investigadores de la Universidad Federal de São Carlos (UFSCar), en Brasil, en colaboración con la University College London (UCL), en el Reino Unido, demostró por primera vez que la acumulación de grasa abdominal constituye un factor de riesgo de insuficiencia y deficiencia de vitamina D en personas con más de 50 años. Dicha vitamina, considerada una hormona, desempeña diversas funciones en el organismo y su carencia puede traer aparejados diversos problemas, en lo concerniente a la absorción de calcio y fósforo y en el funcionamiento del sistema inmunitario, por ejemplo.
“Tanto la obesidad abdominal como la insuficiencia y la deficiencia de vitamina D son cuestiones prevalentes en la población de la tercera edad. Sin embargo, con este estudio demostramos que la grasa abdominal es la que eleva el riesgo de insuficiencia y deficiencia de vitamina D y no solamente la relación inversa, tal como algunos estudios lo habían demostrado. No estamos dejando de lado que la vitamina D llevaría a la obesidad, sino que estamos demostrando que la acumulación de grasa abdominal también se erige como una vía hacia la carencia de esa vitamina”, afirmó Tiago da Silva Alexandre, docente de Gerontología de la UFSCar y autor del estudio publicado en la revista Nutrients.
El referido trabajo comprendió el análisis de un banco de datos de 2.459 británicos de más de 50 años bajo seguimiento durante cuatro años. Los participantes de la investigación forman parte del proyecto English Longitudinal Study of Ageing (ELSA), un estudio longitudinal realizado en Inglaterra que recaba datos multidisciplinarios de una muestra representativa de la población inglesa. El análisis contó con el apoyo de la FAPESP.
Para verificar la correlación entre ambos factores, los investigadores seleccionaron participantes del proyecto ELSA con más de 50 años que exhibían niveles normales de vitamina D (mayores que 50 nmol/l). Los participantes quedaron divididos en dos grupos: uno formado por personas con poca grasa abdominal y otro con personas con acumulación de grasa en el abdomen (con una circunferencia de cintura de más de 102 cm para varones y de más de 88 cm para mujeres).
“Al evaluar el índice de vitamina D de esos individuos cuatro años después de la primera toma de datos, verificamos que aquellos que exhibían obesidad abdominal estaban sujetos a un riesgo un 36 % más alto de desarrollar insuficiencia y un 64 % más alto de padecer deficiencia de vitamina D cuando se los comparaba con el grupo sin obesidad abdominal”, dice Da Silva Alexandre.
En el estudio, las personas consideradas con insuficiencia de vitamina D exhibían niveles situados entre 30 y 50 nmol/l de esa sustancia en el torrente sanguíneo, mientras que la deficiencia se caracterizaba en aquellos cuyos niveles eran de menos de 30 nmol/l de vitamina D.
La disminución de receptores
Da Silva Alexandre explica que en estudios anteriores ya se había relacionado la carencia de vitamina D con el desarrollo de la obesidad. “No obstante, se trata de estudios basados en mediciones del Índice de Masa Corporal (IMC), que emplean datos de peso y altura, que suministran un análisis global de la obesidad y son muy imprecisos. Pero la pregunta que perdura es cómo tantos países con alta o baja incidencia solar registran una prevalencia muy grande de deficiencia de vitamina D. La respuesta indica que es porque existe una alta prevalencia de obesidad”, dice el investigador.
La obtención de la vitamina D transcurre fundamentalmente a través de la luz solar. Sucede que existe una sustancia precursora de la vitamina D que permanece almacenada en las capas más profundas de la piel. Cuando esta queda expuesta al sol, su estructura se modifica y, mediante diversos procesos metabólicos, la vitamina D se convierte en su forma activa que pasa a circular por el organismo y a concretar diversas funciones.
Da Silva Alexandre explica que en el transcurso del proceso de envejecimiento es natural que se produzcan cambios en la composición corporal, como una mayor acumulación de grasa en la zona del abdomen, por ejemplo. Asimismo, también es común que exista una disminución del espesor de la piel y, como consecuencia de ello, una menor disponibilidad de la sustancia precursora de la vitamina D en la epidermis, como así también una menor capacidad de síntesis de la forma activa de esa vitamina.
“Por eso en nuestro estudio utilizamos mediciones de la circunferencia abdominal, que es una medición práctica accesible que verifica la acumulación de grasa en el abdomen y es más precisa que el IMC, por ejemplo”, afirma.
Otra modificación que aparece con el envejecimiento es la disminución de la cantidad de receptores de vitamina D en los tejidos corporales, lo que dificulta la captación de esa vitamina circulante en el organismo.
No obstante, en el estudio se pone de relieve que la acumulación de grasa abdominal cumple un papel importante en el “secuestro” de la vitamina D circulante en el torrente sanguíneo. “Al analizar las células de grasa de esas personas, es posible observar que las enzimas de la vitamina D se encuentran bajas. Esto sucede porque un receptor de la vitamina D (VDR) pasa a capturar la vitamina D que está presente en el torrente sanguíneo, como una forma de compensar el bajo nivel de enzimas en las células de grasa. De manera simplificada, es como si el tejido adiposo secuestrase la vitamina D. Esto que hace que exista una menor biodisponibilidad de vitamina D en los análisis de sangre, tal como lo vemos. Este proceso traerá aparejada una insuficiencia o incluso una deficiencia de vitamina D”, explica Thaís Barros Pereira da Silva, becaria de iniciación a la investigación científica y autora principal del estudio.
Da Silva Alexandre remarca que esta investigación refuerza la necesidad de implementación de políticas públicas de prevención y enfrentamiento tanto de la obesidad como de la carencia de vitamina D en la vejez. “Todos sabemos que es más fácil prevenir que curar, y comprobamos que la obesidad abdominal puede interferir en las concentraciones de vitamina D existentes en la sangre, algo que puede desencadenar una serie de problemas de salud en las personas ancianas”, dijo.
Puede leerse el estudio intitulado Is Abdominal Obesity a Risk Factor for the Incidence of Vitamin D Insufficiency and Deficiency in Older Adults? Evidence from the ELSA Study en el siguiente enlace: www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC9572900/.
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