Se encontraron las muestras de maíz semidomesticado enterradas dentro de cestos en las cuevas de Vale do Peruaçu (foto: Fábio de Oliveira Freitas)
Muestras de granos, paja y mazorcas recolectadas en la zona de Vale do Peruaçu poseen características primitivas similares a las de la planta ancestral originaria de México, en donde habría empezado su proceso de domesticación hace 9.000 años
Muestras de granos, paja y mazorcas recolectadas en la zona de Vale do Peruaçu poseen características primitivas similares a las de la planta ancestral originaria de México, en donde habría empezado su proceso de domesticación hace 9.000 años
Se encontraron las muestras de maíz semidomesticado enterradas dentro de cestos en las cuevas de Vale do Peruaçu (foto: Fábio de Oliveira Freitas)
Por André Julião | Agência FAPESP – Muestras de maíz aún no totalmente domesticado encontradas en grutas de la zona de Vale do Peruaçu, en el estado de Minas Gerais (Brasil), fueron caracterizadas como las más lejanas hasta ahora halladas con relación al centro de origen de esta planta: México. Estos resultados se dieron a conocer en la revista Science Advances, en el marco de un trabajo encabezado por científicos de la Universidad de São Paulo (USP) y de la estatal Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa).
El descubrimiento refuerza los hallazgos del grupo de investigadores publicados en el año 2018 en la revista Science, que mostraban evidencias genéticas en plantas actuales de que la culminación de la domesticación del maíz podría haberse concretado también en América del Sur.
Faltaba encontrar muestras de ejemplares semidomesticados en el continente, que se revelaron en mazorcas, paja y granos hallados en excavaciones arqueológicas realizadas en la zona conocida como Vale do Peruaçu en 1994 por científicos de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG).
“De entrada se consideró que esas muestras eran solamente ejemplares de maíz domesticado que no habrían crecido lo suficiente. Con base en la evidencia genética de que el proceso final de domesticación podría haber acaecido en América del Sur, revaluamos el material y encontramos diversas características en común con la planta que originó al maíz en México hace 9.000 años, y que llegó al sudoeste de la Amazonia hace 6.000 años”, explica Flaviane Malaquias Costa, autora principal del estudio, realizado durante su doctorado y su posdoctorado en la Escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz (Esalq), de la USP. El referido trabajo contó con el apoyo de la FAPESP, del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq, ligado al gobierno federal brasileño) y de la Comisión Sectorial de Investigación Científica (CSIC) de Uruguay.
La distancia desde México hasta Vale do Peruaçu es de alrededor de 7.150 kilómetros, mientras que, desde el sudoeste de la Amazonia, en donde se ubican los actuales estados brasileños de Rondônia y Acre, es de unos 2.300 kilómetros. Por ende, las muestras son las más alejadas del centro de origen de la planta que hasta ahora se han encontrado con esas características primitivas.
Las cavernas de Vale do Peruaçu son algunas de las pocas existentes en el mundo con pinturas rupestres de especies cultivadas y manejadas. En las fotos, el maíz y la palma moriche (foto: Fábio de Oliveira Freitas)
Si bien las evidencias arqueológicas registran entre 10.000 y 9.000 años atrás la presencia de poblaciones humanas en Vale do Peruaçu, el maíz parece haber llegado a esa zona solamente hace unos 1.500 años. Las muestras de la planta semidomesticada halladas en el local van de 1.010 hasta alrededor de 500 años atrás, cuando los europeos arribaron al continente.
“Esto muestra la importancia de las poblaciones indígenas del pasado, que seleccionaron, manejaron y fijaron las características que les dieron origen a las actuales razas de maíz de América del Sur. Sus descendientes siguen llevando a cabo este trabajo aún en los días actuales y contribuyen así para mantener nuestros recursos genéticos”, comenta Fábio de Oliveira Freitas, investigador de Embrapa Recursos Genéticos y Biotecnología, una unidad con sede en Brasilia, y coautor del estudio.
Con base en el análisis de diversas características del maíz hallado en las cuevas de Vale do Peruaçu, los investigadores determinaron un parentesco con la raza brasileña Entrelaçado, existente en Acre y Rondônia.
“Fue una de las razas que se originaron en América del Sur con base en la selección de otras poblaciones, cuyas variedades actuales encontramos durante la realización de nuestro proyecto de investigación. En él rastreamos maíces en diversos lugares de Brasil y Uruguay”, recuerda Elizabeth Ann Veasey, docente de la Esalq-USP, quien dirigió el doctorado de Malaquias Costa y coordinó proyecto apoyado por la FAPESP.
Hileras ancestrales
Para diferenciar los maíces domesticados con respecto a aquellos que no pasaron por ese proceso hasta su culminación, los investigadores examinaron una serie de marcadores, características morfológicas que ayudan a determinar la distancia de la planta desde su versión silvestre.
Una investigadora efectúa la caracterización morfológica de las muestras de teosinte en el Museo Peabody de Arqueología y Etnología de la Universidad Harvard, en Estados Unidos (foto: Flaviane Malaquias Costa)
Uno de esos rasgos es la cantidad de hileras de granos: cuando son menos de ocho, se considera que se trata de una planta primitiva. Es la cantidad existente en el teosinte, una especie forrajera (popularmente conocida como maicillo) que habría dado origen al maíz en México hace alrededor de 9.000 años.
Mientras que las razas de maíz actuales de las tierras bajas de América del Sur pueden tener entre ocho y 26 hileras de granos, las muestras arqueológicas de Vale do Peruaçu exhiben entre cuatro y seis hileras. Los análisis se concretaron en un total de 296 muestras que incluyeron mazorcas, paja y granos.
“Efectuamos un viaje en el tiempo que va de un pasado lejano hasta los días actuales, desde los vestigios arqueológicos hasta las razas y las variedades que se mantienen y que aún están diversificando los pueblos tradicionales, los protagonistas de esta historia”, subraya Malaquias Costa.
Las muestras pasan ahora por análisis arqueogenéticos con colaboradores internacionales, realizados mediante la aplicación de un conjunto de técnicas de última generación que podrán secuenciar, de tener éxito, el genoma completo del maíz hallado en Vale do Peruaçu y determinar con precisión su parentesco.
Caracterización de las muestras arqueológicas de maíz de Vale do Peruaçu efectuada en la unidad de la estatal brasileña de investigación agropecuaria Embrapa Recursos Genéticos y Biotecnología, con sede en Brasilia (foto: Flaviane Malaquias Costa)
Las cuevas de Vale do Peruaçu son algunas de las pocas existentes en el mundo con pinturas rupestres de especies cultivadas. Aparte de aparecer ilustrado en las paredes, se encontró maíz en cestos enterrados, probablemente como ofrenda a los muertos sepultados en aquellos sitios.
Este descubrimiento también tiene implicaciones geopolíticas. Toda vez que queda establecido que hubo razas de maíz cuyo proceso de domesticación culminó en Brasil, esos recursos genéticos pueden dejar de considerarse exóticos, lo que conlleva la necesidad de concretar esfuerzos en pro de su conservación y la existencia derechos en tratados internacionales sobre el tema.
Puede leerse el artículo intitulado Archaeological findings show the extent of primitive characteristics of maize in South America en el siguiente enlace: www.science.org/doi/10.1126/sciadv.adn1466.
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