Foto: archivo de los investigadores
Científicos analizaron muestras de ostras y mejillones recolectados en tres puntos situados entre esa ciudad portuaria y el vecino municipio de Guarujá. Uno de los objetivos de este trabajo consistió en reunir datos que sirvan de base para el diseño de políticas públicas en el área de saneamiento básico. En la actualidad, la legislación no estipula la remoción de estos materiales de los efluentes
Científicos analizaron muestras de ostras y mejillones recolectados en tres puntos situados entre esa ciudad portuaria y el vecino municipio de Guarujá. Uno de los objetivos de este trabajo consistió en reunir datos que sirvan de base para el diseño de políticas públicas en el área de saneamiento básico. En la actualidad, la legislación no estipula la remoción de estos materiales de los efluentes
Foto: archivo de los investigadores
Por Cristiane Paião | Agência FAPESP – Un estudio revela que el estuario de Santos –la ciudad que alberga el mayor puerto de Latinoamérica, localizada en el litoral del estado de São Paulo, en Brasil– es uno de los lugares más contaminados con microplásticos del mundo en la actualidad. En una investigación realizada en la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp), se analizaron tres áreas: la zona del trayecto que se realiza en balsa entre Santos y Guarujá, la playa de Góes e Ilha das Palmas.
Para arribar a esa conclusión, los científicos compararon datos internacionales, publicados anteriormente en más de 100 estudios de 40 países, con muestras de ostras y mejillones recolectados en esas tres áreas durante el mes de julio de 2021. El punto en el cual se detectó el mayor nivel de contaminación fue el área de la balsa. En ese tramo, los animales analizados exhibían el peor estado nutricional y de salud, con un promedio que varió entre 12 y 16 partículas plásticas por gramo de tejido.
“En uno de los mejillones, encontramos más de 300 microplásticos por gramo. Es importante destacar que el lugar de recolección de Góes se ubicó donde vivía una comunidad tradicional de pescadores hasta hace poco tiempo. En la actualidad viven allí unas 300 personas. Es una playa un tanto apartada a la cual solo se puede llegar en barco o por un sendero. Es muy probable que esos animales formen parte de la dieta [de esas personas], teniendo en cuenta que ese paredón rocoso es de fácil acceso para los pescadores”, subraya Victor Vasques Ribeiro, doctorando en el Instituto del Mar (IMar-Unifesp).
El estudio publicado en la revista Science of the Total Environment se llevó a cabo durante la maestría de Vasques Ribeiro, con el apoyo de la FAPESP.
Tal como lo explican sus autores, un estuario es un ambiente acuático de transición entre un río y el mar que termina sufriendo la influencia de las mareas y que posee áreas de gran variabilidad, con agua dulce en la zona de la cabecera y luego aguas más salobres hasta llegar a las aguas marinas cerca de su desembocadura. Estos ambientes mantienen uno de los ecosistemas más importantes de Brasil: los manglares, que sirven de refugio y nido de una gran cantidad de animales.
El estuario de Santos, situado en él área metropolitana de la zona conocida como Baixada Santista, se encuentra bajo la influencia directa del alcantarillado doméstico de los municipios ubicados a su alrededor, como así también de los residuos industriales provenientes de la terminal portuaria.
“Desde mi óptica, esto no es ninguna sorpresa”, afirma el profesor de la Unifesp Ítalo Braga de Castro sobre los resultados dados a conocer en el artículo.
“Como yo ya estaba estudiando otros contaminantes, observaba que esa zona era recordista en contaminación también en referencia a otras sustancias químicas peligrosas. Acá está el puerto de mayor movimiento de América Latina y una de las mayores densificaciones urbanas de Brasil. Santos es una ciudad populosa: si se tiene en cuenta toda Baixada Santista, hay alrededor de un millón de habitantes. Todo esto contribuye a que el estuario sea el lugar donde se arrojan diversas sustancias químicas peligrosas y residuos provenientes de las actividades hogareñas e industriales, a lo que se le suma el transporte de materiales plásticos hacia el mar”, añade.
La diferencia de esta investigación, según De Castro, residió en demostrar que tanto las ostras como los mejillones funcionan como centinelas de la contaminación. Esta conclusión se basa en experimentos realizados con dos especies: Crassostrea brasiliana, popularmente conocida como ostra-de-pedra, y Perna perna, el mejillón pardo.
“Con base en ello, podemos ampliar la investigación utilizando ambos organismos para medir históricamente los cambios que han venido ocurriendo en este territorio”, destaca el profesor.
Ahora, durante el doctorado de Ribeiro, con el apoyo de la FAPESP, el grupo pretende extender el análisis a los estuarios de otros estados, tales como Ceará, Pernambuco, Espírito Santo, Río de Janeiro, Santa Catarina y Rio Grande do Sul.
Los animales bivalvos
Como las ostras y los mejillones filtran el agua para alimentarse, los científicos imaginaron que sería interesante investigar si estos animales podrían utilizarse como una especie de herramienta para ayudar a medir la contaminación con microplásticos también en otros lugares del país, a los efectos de monitorear la contaminación en las zonas costeras.
“Son especies que no se desplazan: viven toda su vida adheridas a un paredón costero rocoso, a la superficie dura de un puente o a un muelle. Por eso están sumamente expuestos a la contaminación de esos lugares, y como se alimentan mediante filtración, termina reteniendo las partículas en sus tejidos”, le explica De Castro a Agência FAPESP.
Durante el estudio, se midieron la longitud, el ancho, la altura y el peso de las conchas y los tejidos. También se analizaron el estado de nutrición y la salud de esos organismos. “Para analizar los microplásticos, digerimos químicamente los tejidos utilizando una solución de hidróxido de potasio, con el cuidado necesario como para evitar la contaminación cruzada en el ambiente del laboratorio”, detalla el investigador.
Según el profesor de la Unifesp, el próximo paso consistirá ahora en entender cuándo empezó este problema de la contaminación de los animales bivalvos, tanto en Santos como en otras ciudades costeras, y cómo esto ha evolucionado en el trascurso del tiempo, a medida que las industrias fueron instalándose en la zona. Para ello se analizarán animales almacenados en colecciones zoológicas.
“En el marco de una colaboración con el Museo de Zoología de la Universidad de São Paulo [USP], analizaremos muestras recolectadas y preservadas en Brasil desde la década de 1920. Este abordaje nos permitirá reconstruir históricamente los eventos que influyeron en el aumento de la contaminación”, adelanta De Castro.
Políticas públicas
El director de la investigación hace alusión a una diferencia existente entre contaminación y polución. “Nos referimos a polución cuando existe un daño. En el estudio no se analizó el daño, sino solamente la existencia. La gente emplea esas palabras como sinónimos, pero tienen significados distintos”, explica De Castro.
Uno de los hallazgos que llamó la atención de los investigadores fue la cantidad de fibras incoloras de tamaños entre los 10 y 1.000 μm (micrones) halladas en el análisis de las ostras y los mejillones, aparte de compuestos de celulosa y acrílico, probablemente provenientes de la polución del estuario por las conexiones de desagües residenciales que contienen residuos del lavado de ropas. “Las fibras textiles han sido apuntadas como el tipo más común de microplásticos existentes en zonas con altos índices de ocupación urbana”, sostiene.
El profesor explica que cada vez que un buque transporta materia prima destinada a la producción de plásticos, deja escapar pequeños fragmentos. “Son pelotitas de plástico llamadas pélets, que vienen en los contenedores. Durante las operaciones de carga y descarga, muchas de esas bolitas terminan escapándose hacia el ambiente y contaminan el estuario y las playas de la zona con ese material. Pero los microplásticos hallados en los moluscos nos procedían de los pélets sino de fibras textiles”, sostiene el profesor de la Unifesp.
Según De Castro, la probable fuente de los mismos es el lavado de ropa hogareño. “Hoy en día, nuestras ropas son en gran medida sintéticas, es decir, plásticas. Cuando las lavamos, muchas de esas fibras se sueltan y caen en la red de desagües que recolectan esos residuos. Como no se los trata en las estaciones para remover esas partículas, terminan contaminando el ambiente”, remarca el investigador.
Por este motivo, de acuerdo con el grupo de investigación, aparte de suministrar las bases para la concreción de estudios futuros, el objetivo de este trabajo también consistió en reunir datos para ayudar a diseñar nuevas políticas públicas de saneamiento básico en todo Brasil, teniendo en cuenta que actualmente la legislación no estipula la remoción de los microplásticos de los efluentes.
Por ahora, el andamiaje jurídico brasileño de gestión ambiental de los estuarios se limita a la ley nº 7.661, del 16 de mayo de 1988, que determina reglas para el Plan Nacional de Gestión Costera, además de la Constitución Federal, que también protege el medio ambiente. “No es una ilegalidad, aunque esto sea un absurdo, pues genera un impacto sobre la salud del estuario, de los organismos y, en el extremo final, sobre la salud de la gente”, culmina diciendo el científico.
Áreas protegidas
Durante los últimos años, el grupo de la Unifesp ha venido abocándose a la realización de diversos estudios sobre el tema, analizando la contaminación con microplásticos en el interior de áreas marinas protegidas, por ejemplo. “Pretendemos entender si estas áreas, dedicadas a la conservación de la biodiversidad, se encuentran bajo la amenaza de la contaminación. Tenemos dos alumnas de doctorado del laboratorio que estudian esta temática. Yonara Garcia Borges Felipe se enfocará en las áreas protegidas del estado de São Paulo, en colaboración con el profesor de la USP Alexander Turra y con Maria Teresa Castilho Mansor, de la Fundación Forestal [vinculada a la Secretaría de Medio Ambiente, Infraestructura y Logística del Estado de São Paulo]. En tanto, el estudio de la estudiante doctoral Beatriz Zachello Nunes apunta al análisis del problema de los microplásticos a escalas globales y nacionales, y cuenta con el apoyo de instituciones ambientales australianas”, informa De Castro.
Puede leerse el artículo intitulado Oysters and mussels as equivalent sentinels of microplastics and natural particles in coastal environments en el siguiente enlace: www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0048969723010847.
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