Aun cuando las progenitoras de los lechones hayan tenido un mayor bienestar, las condiciones de alojamiento de los progenitores machos influyó sobre la forma en que afrontaban desafíos las camadas, con alteraciones emocionales ligadas al miedo y la ansiedad (foto: Leandro Sabei/FMVZ-USP)

Epigenética
Espermatozoides de cerdos criados con un mayor bienestar dan origen a lechones con menos miedo y ansiedad
16-01-2025
PT EN

Aun sin haber tenido nunca contacto con sus progenitores, los cochinillos originados de machos que pasaron cuatro semanas en celdas exhibieron más señales de estrés, como la elevación de sus niveles de cortisol. Las crías de animales que tuvieron más espacio, pudieron bañarse y contaron con estímulos táctiles afrontaron mejor las situaciones estresantes

Epigenética
Espermatozoides de cerdos criados con un mayor bienestar dan origen a lechones con menos miedo y ansiedad

Aun sin haber tenido nunca contacto con sus progenitores, los cochinillos originados de machos que pasaron cuatro semanas en celdas exhibieron más señales de estrés, como la elevación de sus niveles de cortisol. Las crías de animales que tuvieron más espacio, pudieron bañarse y contaron con estímulos táctiles afrontaron mejor las situaciones estresantes

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Aun cuando las progenitoras de los lechones hayan tenido un mayor bienestar, las condiciones de alojamiento de los progenitores machos influyó sobre la forma en que afrontaban desafíos las camadas, con alteraciones emocionales ligadas al miedo y la ansiedad (foto: Leandro Sabei/FMVZ-USP)

 

Por André Julião  |  Agência FAPESP – Un estudio que contó con el apoyo de la FAPESP y que salió publicado en la revista Frontiers in Animal Science apunta que el modo de confinamiento de los cerdos machos –y no solamente el de las hembras, tal como se sabía hasta ahora– tiene efectos profundos sobre la forma en que los lechones de la camada afrontan el estrés, lo que interfiere en el bienestar de estos animales.

Diversos experimentos realizados en la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la Universidad de São Paulo (FMVZ-USP), en la localidad de Pirassununga (Brasil), demostraron que cuatro semanas de vida en celdas son suficientes para que los machos generen lechones con alteraciones emocionales ligadas al miedo y la ansiedad, aparte de niveles elevados de cortisol en la saliva cuando se expone a estos integrantes de la camada a distintos desafíos.

“Mientras que los óvulos se forman aún durante la vida intrauterina de las hembras, los espermatozoides se forman a partir de la pubertad y en forma continua. Por ende, los machos pueden hacer las veces de centinelas de lo que está sucediendo y aportar mayores posibilidades de intervenir para obtener lechones con un mayor bienestar”, explica Adroaldo José Zanella, docente de la FMVZ-USP, quien coordinó el estudio.

Este trabajo integra el proyecto intitulado “El aporte de los machos al desarrollo de fenotipos robustos y el rol de morigeración del bienestar de las hembras porcinas”, apoyado por la FAPESP y coordinado por Zanella.

En los experimentos, se sometió a 138 lechones con 25 días de vida a pruebas conductuales a los efectos de evaluar la emocionalidad, y a análisis de saliva con el fin de verificar los niveles de cortisol, un indicador de estrés.

Solamente después de la realización de los experimentos se efectuaron pruebas de paternidad para determinar de qué tipo de tratamiento procedía el progenitor macho de cada lechón. Sucede que el semen de los animales en condiciones contrastantes se mezcló antes de inseminar a las hembras; por ende, cada hembra gestó lechones de diversos progenitores.

Los donantes del semen que dio origen a los cochinillos fueron sometidos durante cuatro semanas a uno de tres tipos de tratamiento: permanecieron en celdas en las que apenas si se levantaban y se echaban, las condiciones de alojamiento utilizadas en los criaderos comerciales; en boxes individuales, con un espacio mayor, o en boxes individuales enriquecidos.

En estos últimos, los animales tenían acceso a un baño diario y a estímulos táctiles: se los cepillaba diariamente y había allí heno para que lo masticaran o para que se echaran sobre el mismo. La alimentación y la disponibilidad de agua fueron iguales en todos los tratamientos.

Los investigadores demostraron que las condiciones de alojamiento de los progenitores influyeron sobre los comportamientos de la camada. En todas las pruebas conductuales, los lechones de los machos porcinos criados en las celdas exhibieron modificaciones en los estados emocionales indicativos de ansiedad y miedo.

Las pruebas de saliva demostraron también un aumento de los niveles de cortisol tras la aplicación de los test comportamentales en los cochinillos de los machos criados en celdas y en boxes. En los lechones cuyos progenitores vivieron en boxes enriquecidos no se detectó una diferencia en las mediciones antes y después de las pruebas.

Estos resultados van al encuentro de otro estudio del grupo, en el cual se valieron los mismos animales e idénticos tratamientos. En el artículo, los investigadores demuestran que los machos criados en los boxes enriquecidos dieron origen a una mayor cantidad de lechones vivos y que sobrevivieron al primer mes de vida.

Asimismo, los lechones generados por los machos porcinos alojados en las celdas tenían una percepción mayor del dolor, un indicador de que el ambiente al cual los progenitores estaban expuestos alteró la percepción de las crías, lo que puede influir sobre su bienestar.

Los próximos pasos

“Estamos realizando otros estudios que muestran que el tipo de tratamiento al que se somete a los machos provoca cambios epigenéticos [en el genoma] que posiblemente se les transmiten a las crías”, comenta Leandro Sabei, autor principal del artículo, realizado durante su doctorado en la FMVZ-USP.

En un estudio anterior del grupo, los investigadores demostraron que el tipo de confinamiento influye sobre la propia fisiología de los testículos de los adultos.

“En los animales criados en celdas, se concreta el comienzo de una degeneración testicular. El semen queda más aglutinado y la temperatura de los testículos es más alta, lo que puede comprometer la fertilidad”, complementa Thiago Bernardino de Almeida, primer autor de ese trabajo y coautor del actual, ambos realizados durante su doctorado con beca de la FAPESP.

En otro estudio realizado en el marco del mismo proyecto, el grupo demostró de qué modo el ambiente de gestación de las hembras afecta el desarrollo del cerebro de los lechones.

Otra publicación de los investigadores demostró de qué manera cinco días en celdas durante el período posterior al celo provoca estrés e interfiere en la microbiota vaginal de las hembras, lo que puede afectar la absorción de nutrientes y la protección de las crías contra las enfermedades.

“Nuestros trabajos ya están teniendo influjo en las decisiones de los criadores de reproductores, que ven que el mayor bienestar aumenta la productividad y las utilidades. El objetivo ahora es realizar estudios aún más robustos de todas las etapas de la vida de los animales, aparte de ofrecer el modelo porcino para la realización de estudios relevantes para humanos”, culmina diciendo Zanella.

Pueden obtenerse otros detalles del estudio en la versión completa del artículo intitulado Inheriting the sins of their fathers: boar life experiences can shape the emotional responses of their offspring, disponible en acceso abierto en este enlace: www.frontiersin.org/articles/10.3389/fanim.2023.1208768/.

 

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