Escuela Pamaali: estudiantes de secundaria y profesores indígenas en actividad de investigación (foto: Antônio Fernandes Góes Neto/USP)

Pueblos indígenas
Escuelas del pueblo Baniwa rescatan saberes tradicionales e incorporan innovación en el noroeste amazónico
04-12-2025

Los indígenas crearon unidades de enseñanza propias, guiadas por la idea de “educar mediante la investigación”, con autonomía y pensamiento crítico

Pueblos indígenas
Escuelas del pueblo Baniwa rescatan saberes tradicionales e incorporan innovación en el noroeste amazónico

Los indígenas crearon unidades de enseñanza propias, guiadas por la idea de “educar mediante la investigación”, con autonomía y pensamiento crítico

04-12-2025

Escuela Pamaali: estudiantes de secundaria y profesores indígenas en actividad de investigación (foto: Antônio Fernandes Góes Neto/USP)

 

Por José Tadeu Arantes  |  Agência FAPESP – Los Baniwa son un pueblo indígena que vive en la región fronteriza entre Brasil, Colombia y Venezuela, teniendo como epicentro de su distribución geográfica el río Içana, uno de los afluentes del Negro. Su población en 2025 se estima en cerca de 20 mil personas, distribuidas en varias aldeas y también en centros urbanos como São Gabriel da Cachoeira, Santa Isabel y Barcelos. En los ambientes más informados de las grandes metrópolis brasileñas, los Baniwa son conocidos principalmente por su refinada artesanía, por la producción de la pimienta jiquitaia, muy apreciada en la gastronomía, y por la actuación cultural de algunos de sus integrantes, como el artista plástico Denilson Baniwa y el antropólogo, filósofo, profesor universitario y activista Gersem Baniwa, de la Universidade de Brasília (UnB).

Como ocurrió con otros pueblos indígenas, los contactos de los Baniwa con la sociedad envolvente estuvieron marcados por la extrema violencia colonial, por la explotación económica y por intentos de borramiento cultural practicados por misioneros católicos (salesianos) y evangélicos.

Pero una experiencia educativa iniciada a finales de los años 1980 se convirtió en un instrumento de rescate cultural e innovación social. Un estudio reciente, conducido por Antônio Fernandes Góes Neto, investigó cómo las escuelas indígenas plurilingües baniwa y koripako (que hablan un dialecto de la lengua baniwa y viven en Colombia y en el Alto Içana, en Brasil) y las organizaciones comunitarias presentes en el territorio Baniwa articulan currículo, proyectos de cadenas de valor y saberes tradicionales, promoviendo la permanencia estudiantil, la obtención de ingresos y la gobernanza local.

Los resultados fueron presentados en un capítulo del libro Equalizing the three pillars of sustainability.

Doctor por la Facultad de Educación de la Universidad de São Paulo (FE-USP) en Brasil, Góes Neto es actualmente profesor visitante en la Universidad Andina Simón Bolívar, en Ecuador. Su investigación de campo contó con el apoyo de la FAPESP mediante el proyecto “Educación escolar indígena: saberes aprendidos e innovación”, coordinado por el profesor Elie Ghanem.

“Llamamos ‘paradigma irresponsable’ de la escolarización a aquella lógica de internados y vigilancia moral, que alejaba a los jóvenes de sus familias y prohibía conocimientos indígenas. Nuestra investigación muestra cómo las escuelas indígenas baniwa y koripako, hoy, son vectores para la reapropiación del territorio, de la lengua y de la economía por parte de las comunidades”, afirma Góes Neto.

El giro comenzó con el movimiento asociativo indígena de finales de los años 1980 y de la década de 1990, en medio de la crisis del garimpo y de la movilización por derechos territoriales. Surgieron en esa época entidades como la Organización Indígena de la Cuenca del Içana (Oibi), la Asociación de los Profesores Indígenas del Alto Río Negro (Apiarn) y la Asociación de las Comunidades Indígenas de Putyra Kapuamo (ACIPK) [Putyra Kapuamo significa “Isla de las flores” en la lengua yẽgatu], que convergieron en la formación de la Federación de las Organizaciones Indígenas del Río Negro (Foirn). Representando a 23 pueblos del Alto y Medio Río Negro (Baniwa, Tukano, Desana, Baré, Tariana, entre otros), la Foirn, con sede en São Gabriel da Cachoeira, es hoy una de las organizaciones indígenas más importantes de Brasil, actuando en defensa de derechos territoriales, educación, salud, valorización de lenguas y culturas y fortalecimiento político de las asociaciones de base.

Con la homologación de tierras y la creación del Territorio Etnoeducacional del Río Negro (Decreto 6.861/2009), surgió una escuela de base territorial, con gestión y docentes elegidos por la comunidad. “Las asociaciones y las escuelas se convirtieron en espacios de maniobra para preservar y fortalecer los saberes, al mismo tiempo que crean alternativas económicas para que el acto de estudiar no aleje a los jóvenes de las comunidades. La radiodifusión comunitaria, implantada con asesoría del Instituto Socioambiental [ISA], fue pieza clave en la coordinación entre las asociaciones y las escuelas”, informa el investigador.

El estudio se centra en la comunidad Cabari, en la microrregión Aí Waturá, en el municipio de São Gabriel da Cachoeira, donde la escuela municipal homónima, gestionada por la ACIPK, organiza currículo y proyectos a partir de la noción de kupixá (huerto o bosque) y de temas generadores planteados por la propia comunidad (plantas útiles, pesca, cerámica, residuos, salud, historia local, etc.). El modelo se basa en escuelas piloto del río Içana, como la Escuela Indígena Baniwa y Coripaco Pamáali y, más recientemente, la Escuela Baniwa Eeno Hiepole.

“El aula tiene flujo con el territorio. Los alumnos recorren senderos, limpian el terreno, pescan, entrevistan a los más ancianos, registran sus hallazgos en lenguas como baniwa, koripako o yẽgatu y los presentan a la comunidad. Eso se convierte en material didáctico. Es la escuela la que construye sus recursos de apoyo por medio de la investigación”, relata Góes Neto.

La idea de “educar mediante la investigación” está cimentada en la obra del sociólogo Pedro Demo, profesor emérito de la UnB y ex presidente del Instituto Nacional de Estudios e Investigaciones Educativas Anísio Teixeira (Inep), un autor de referencia en el campo de la educación. Demo ve la investigación como principio educativo por excelencia, movilizando alumno y profesor, con base en criterios como autonomía y pensamiento crítico. Su enfoque fue profundamente absorbido por los programas de Magisterio Indígena a finales de los años 1990 y comienzos de los 2000.

La diversidad sociolingüística es un rasgo marcado: en el Bajo Içana predomina el yẽgatu; del Medio hacia arriba, el baniwa; en el Alto Içana, el koripako. La grafía propuesta por el lingüista franco-brasileño Henri Ramirez, nacido en Argelia y llamado décadas atrás por las asociaciones baniwa para asesorarlas, viene siendo ajustada por profesores indígenas. Y existe demanda para el reconocimiento del baniwa y el koripako como patrimonio lingüístico, dentro del Diagnóstico Sociolingüístico de la Lengua y Comunidad Medzeniako (Baniwa-Koripako), una colaboración de la Foirn con el Instituto del Patrimonio Histórico y Artístico Nacional (Iphan), y en el Proyecto de Documentación Lingüística Baniwa y Koripako del Endangered Languages Documentation Programme (ELDP).

El rescate de los saberes ancestrales es una prioridad. Pero la incorporación crítica de nuevos saberes, capaces de subsidiar la innovación orientada al buen vivir, también es muy valorada. En Cabari y en muchas otras comunidades esto ocurre en tres frentes: producción de cestería con motivos tradicionales; producción de pimienta jiquitaia, incluso con asociaciones para la fabricación de cerveza artesanal con pimienta; y turismo étnico, integrando senderos, lectura de paisajes y plantas, gastronomía y narrativas.

“En la producción de la pimienta, el desafío fue dominar todas las etapas del proceso: cumplir normas sanitarias, estandarizar los envases y vender con identidad propia. En el turismo, la comunidad percibió que esta actividad solo se sostiene cuando la escuela mejora, con investigación y formación de docentes, que son los propios gestores de este tipo de actividad económica”, comenta Góes Neto.


Maloca de la Comunidad Assunção do Içana, donde está en curso un movimiento de recuperación del chamanismo tradicional (foto: Antônio Fernandes Góes Neto/USP)

La espiritualidad ancestral y las prácticas chamánicas fueron fuertemente estigmatizadas y demonizadas por las misiones católicas y evangélicas. Hoy, la gran mayoría de los baniwa se definen como cristianos, en una vertiente o en otra. Pero también en este campo, especialmente delicado, hay un proceso de recuperación en curso. Ucuqui-Cachoeira es reconocida como una de las comunidades católicas que mantuvieron vivas las prácticas chamánicas, incluso ante la fuerte presión evangelizadora del siglo XX. Según el antropólogo Robin Wright, Ucuqui-Cachoeira fue uno de los principales centros de resistencia y revitalización del chamanismo baniwa. Chamanes de esta comunidad participaron en iniciativas como la Escuela de Chamanes, proyecto conducido por Wright en los años 1990, con el objetivo de registrar, fortalecer y transmitir saberes chamánicos.

Assunção do Içana es otro ejemplo. Marcada por haber sido uno de los grandes internados salesianos de la región, se convirtió, a pesar de ello, en un nuevo polo de fortalecimiento del chamanismo. Reflejo de la convivencia histórica con no indígenas y de matrimonios con mujeres del pueblo Baré, la mayoría de los habitantes no habla baniwa, sino yẽgatu, que fue una lengua franca amazónica, principalmente en los siglos XVIII y XIX. En 2022-2023 se creó en Assunção do Içana la Escuela Viva, un proyecto comunitario con la finalidad de enseñar y difundir saberes tradicionales, incluido el chamanismo y el deseo de volver a hablar la lengua baniwa, considerando que aún hay algunos hablantes de esa lengua en la comunidad. El liderazgo intelectual de este proceso proviene de investigadores y profesores baniwa, como Francy Baniwa y Francisco Fontes Baniwa, autores del libro Umbigo do Mundo (2023), que articula cosmología baniwa y perspectivas femeninas del pueblo baniwa.

“La maloca tradicional está siendo reconstruida, como recinto ceremonial y centro de convivencia. Pero hay un consenso creciente de que escuela es una cosa y maloca es otra. La clase puede ocurrir en la maloca, o en una sala de albañilería, choza, huerto, puerto o sendero. Lo esencial es no diluir el tiempo escolar y no reducir la maloca a un aula”, subraya Góes Neto.

El capítulo escrito por el investigador, fruto de un trabajo colaborativo entre la FE-USP y la Foirn, y de talleres realizados en el período 2018-2020, sostiene que las escuelas indígenas superan el “paradigma irresponsable” de los internados, escuelas bíblicas y antiguas escuelas agrotécnicas, cuando significan la vida local, movilizan saberes del territorio y reducen el éxodo de las comunidades indígenas al articular currículo, lengua, economía y gestión. “La escuela es un laboratorio de invención: libros, juegos, mapas, videos, juguetes, artesanía, diseño de cadenas de valor. Innovación, aquí, no es ingenio; es agencia colectiva para resolver problemas reales”, enfatiza Góes Neto. Actualmente, la FE-USP asesora a las escuelas Baniwa y Koripako junto con la UnB en el Diagnóstico Sociolingüístico de la Lengua y Comunidad Medzeniako.

El texto Reassembling residual knowledge: an ethnographic overview of the Baniwa organizations in the northwest Amazon puede consultarse en springerprofessional.de/en/reassembling-residual-knowledge-an-ethnographic-overview-of-the-/51328560.

 

  Republicar
 

Republicar

The Agency FAPESP licenses news via Creative Commons (CC-BY-NC-ND) so that they can be republished free of charge and in a simple way by other digital or printed vehicles. Agência FAPESP must be credited as the source of the content being republished and the name of the reporter (if any) must be attributed. Using the HMTL button below allows compliance with these rules, detailed in Digital Republishing Policy FAPESP.