Anualmente se producen 400 millones de toneladas de productos de plástico en el mundo (foto: Pete Linforth/Pixabay)

Sostenibilidad
En supermercados brasileños se venden productos elaborados con falsos plásticos biodegradables
26-10-2023
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Al analizar artículos que se alega que son ecológicos y que se comercializan en 40 establecimientos, investigadores de la Universidad Federal del Estado de São Paulo constataron que en su mayoría pertenecen al tipo de los oxodegradables, prohibidos en diversos países porque agravan la contaminación con microplásticos. Distintos proyectos de ley en trámite apuntan a regular su comercio en Brasil

Sostenibilidad
En supermercados brasileños se venden productos elaborados con falsos plásticos biodegradables

Al analizar artículos que se alega que son ecológicos y que se comercializan en 40 establecimientos, investigadores de la Universidad Federal del Estado de São Paulo constataron que en su mayoría pertenecen al tipo de los oxodegradables, prohibidos en diversos países porque agravan la contaminación con microplásticos. Distintos proyectos de ley en trámite apuntan a regular su comercio en Brasil

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Anualmente se producen 400 millones de toneladas de productos de plástico en el mundo (foto: Pete Linforth/Pixabay)

 

Por José Tadeu Arantes  |  Agência FAPESP – Un famoso estudio publicado en la revista Science demostró que en el transcurso de la historia humana y hasta el año 2015 se habían producido y desechado alrededor 6.300 millones de toneladas de polímeros plásticos. De esta cifra, tan solo el 9 % se recicló y el 12 % se incineró. El 79 % restante se acumuló en rellenos sanitarios o en ambientes continentales, y de esta cantidad aproximadamente el 10 % llegó a los ambientes marinos o costeros.

Esos datos son entonces de hace ocho años. Y si bien algunos países han anunciado políticas de “plástico cero”, la situación está seguramente mucho peor ahora por efecto acumulativo, toda vez que la producción anual es de 400 millones de toneladas. Como consecuencia de ello, la contaminación con microplásticos se ha convertido, atrás de la crisis climática, en uno de los mayores problemas ambientales del planeta. Hay microplásticos en todas partes: en la tierra, en el mar y en el aire. Tal como lo afirma el investigador Ítalo Castro, docente del Instituto del Mar de la Universidad Federal de São Paulo (IMar-Unifesp), en Brasil, “no encontramos microplásticos solamente en donde no los buscamos”. En el cuerpo humano, se los ha detectado en la sangre, en los pulmones, en el corazón y en la placenta.

El agravante reside en que aquello que debería ser una solución suele constituir un problema extra. Esto es lo que muestra una investigación coordinada por Castro.

Científicos del IMar-Unifesp visitaron 40 supermercados de Brasil y analizaron los productos presuntamente elaborados con plásticos biodegradables en venta. Los referidos establecimientos se seleccionaron entre las grandes cadenas que operan en los estados de São Paulo y Río de Janeiro. Y hallaron un total de 49 productos distintos, entre bolsas, vasos, platos, cubiertos y otros utensilios de cocina. Estos artículos eran en promedio un 125 % más caros que sus similares elaborados con plásticos convencionales. La gran sorpresa surgió al verificarse que ninguno de ellos, aun los de las grandes marcas, cumplía los requisitos mínimos como para considerárselos biodegradables.

La autora principal del estudio es la doctoranda Beatriz Barbosa Moreno, becaria de la FAPESP, bajo la dirección de tesis de Castro. Los resultados salieron publicados en el periódico científico Sustainable Production and Consumption.

“Para considerárselo biodegradable, al desechárselo en el medio ambiente, un producto debe convertirse en agua [H2O], dióxido de carbono [CO2], metano [CH4] y biomasa en un lapso de tiempo relativamente corto. Pero no existe un consenso acerca de cómo medir dicho lapso de tiempo. La idea en general es que varíe entre algunas semanas y un año. Ninguno de los 49 artículos que investigamos cumplió ese requisito”, dice Castro.

Según el investigador, en más de un 90 % los mismos estaban elaborados con un tipo de materiales a los que se ha dado en llamar por convención oxodegradables. Pese a tener ese nombre, estos materiales no experimentan la degradación en condiciones ambientales normales. Son polímeros de origen fósil con aditivos de sales metálicas. Dichas sales aceleran el proceso de oxidación y fragmentación. Pero los fragmentos pueden permanecer durante décadas en la naturaleza. Aparte de no aportar a su degradación, la fragmentación acelera la formación de microplásticos.

“Los plásticos oxodegradables han sido prohibidos en diversos lugares del mundo, en la Unión Europea inclusive. En la mayoría de los casos, las prohibiciones se concretaron debido a la falta de evidencias de biodegradabilidad en ambientes reales, asociada al riesgo de formación de microplásticos”, informa Castro.

La regulación

Como los plásticos oxodegradables aún no están prohibidos en Brasil, su venta no constituye un delito. Sin embargo, aparte de la denominación capciosa, los consumidores se ven engañados por la alegación de muchas empresas de que sus productos están aprobados por normas técnicas y pruebas de biodegradabilidad, como ASTM D6954-4 o SPCR 141. “Esas normas suministran únicamente una guía para comparar las tasas de degradación y las alteraciones de las propiedades físicas en condiciones controladas de laboratorio, pero no evalúan las etapas finales de la degradación. Por cierto, en las páginas web de las propias normas pueden leerse advertencias para que no se las utilice en las certificaciones de biodegradabilidad de productos plásticos comerciales”, argumenta Castro.

El investigador remarca que la comercialización de un producto que no suministra lo prometido desde el punto de vista ambiental puede ser encuadrada como una práctica de ecoimpostura o greenwashing, un término en inglés que apunta falsas alegaciones ambientales en productos comerciales.

“Cuando un producto reconocidamente perjudicial para el medio ambiente pasa a utilizarse masivamente, es necesario que se implementen acciones de Estado. En tal sentido, se tramita actualmente en el Senado el proyecto de ley 2524/2022 que entre otras medidas prohíbe el uso de aditivos oxodegradantes o prooxidantes en resinas termoplásticas, como así también la fabricación, la importación y la comercialización de cualquier envase y de productos elaborados con plásticos oxodegradables”, informa Castro.

En caso de que se lo apruebe en su formato actual, dice el investigador, el proyecto legislativo PL 2524/2022 podrá contribuir a la transición de Brasil hacia una economía circular del plástico. “Esta transición es una necesidad urgente”, enfatiza Castro. Y prosigue: “El Instituto del Mar está ubicado en Santos, en el litoral paulista. Allí detectamos microplásticos acumulados en ostras [Crassostrea brasiliana] y mejillones [Perna perna]. Estos animales son filtradores del agua del mar. Por eso se los considera como el patrón oro para el análisis de las condiciones ambientales en donde se encuentran. Los valores que detectamos se ubican entre los mayores del mundo cuando se los compara con otros 40 estudios similares”, comenta (lea más en: agencia.fapesp.br/44785).

Ante la consulta para la elaboración de este artículo, el Ministerio de Medio Ambiente y Cambio Climático (MMA) de Brasil afirmó mediante una nota que apoya el PL 2524/22, pero con algunas alteraciones. “El ministerio es favorable a la prohibición de los aditivos oxodegradantes/prooxidantes, con base en estudios que comprueban la generación de microplásticos en la fragmentación de plásticos con dichos aditivos, lo que causa daños ambientales, particularmente en los ambientes marítimos”, se subraya en el texto.

En tanto, la Asociación Brasileña de la Industria del Plástico (Abiplast) informó también mediante una nota que es favorable a la prohibición de la utilización de los aditivos oxodegradables en productos plásticos. Con todo, la entidad dice estar en contra del PL 2524/2022, que, a su juicio, “confunde a la economía circular con la prohibición de productos plásticos y orienta el objeto de la ley hacia un solo material”. En el texto se lee también que “la economía circular implica un cambio de sistema, por ende, requiere de un abordaje macro que abarque a todos los sectores de la industria. Mientras tanto, otro PL, el de número 1874/2022 [que instituye la Política Nacional de Economía Circular], contiene disposiciones importantes, como la gestión estratégica de los recursos, la promoción de nuevos modelos de negocios, las inversiones en actividades de investigación e innovación y el apoyo a la transición hacia el uso de tecnologías de bajo carbono mediante la generación de condiciones atractivas para la inversión pública y privada, entre otros aspectos”.

“Abiplast cree en el debate serio y preciso, con información científica, de manera tal que se pueda promover un diálogo propositivo sobre la correcta utilización del plástico y todos los beneficios que este material ha generado y genera para la sociedad. El sector del plástico ha sido protagonista en acciones con miras a promover la economía circular de este material, al invertir en tecnología, sostenibilidad e innovación”, afirmó la entidad.

Puede accederse a la lectura del artículo intitulado High incidence of false biodegradability claims related to single-use plastic utensils sold in Brazil en el siguiente enlace: www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S235255092300180X?via%3Dihub.

 

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