Expertos reunidos durante la 4ª Conferencia FAPESP 60 Años advierten acerca de los desafíos a la hora de diagnosticar y combatir a los patógenos emergentes y sobre la necesidad de reunir a equipos multidisciplinarios y gobiernos para evitar brotes de enfermedades infecciosas (imagen: Pixabay)

El monitoreo constante de virus, hongos y bacterias podrá evitar nuevas pandemias, afirman científicos
07-10-2021
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Expertos reunidos durante la 4ª Conferencia FAPESP 60 Años advierten acerca de los desafíos a la hora de diagnosticar y combatir a los patógenos emergentes y sobre la necesidad de reunir a equipos multidisciplinarios y gobiernos para evitar brotes de enfermedades infecciosas

El monitoreo constante de virus, hongos y bacterias podrá evitar nuevas pandemias, afirman científicos

Expertos reunidos durante la 4ª Conferencia FAPESP 60 Años advierten acerca de los desafíos a la hora de diagnosticar y combatir a los patógenos emergentes y sobre la necesidad de reunir a equipos multidisciplinarios y gobiernos para evitar brotes de enfermedades infecciosas

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Expertos reunidos durante la 4ª Conferencia FAPESP 60 Años advierten acerca de los desafíos a la hora de diagnosticar y combatir a los patógenos emergentes y sobre la necesidad de reunir a equipos multidisciplinarios y gobiernos para evitar brotes de enfermedades infecciosas (imagen: Pixabay)

 

Por André Julião  |  Agência FAPESP – La pandemia de COVID-19 ha puesto aún más en evidencia la necesidad de los denominados sistemas centinela, que monitorean la existencia de agentes patológicos con el fin de evitar brotes de enfermedades o incluso de prever futuras epidemias. Pero aparte de hacerlo con virus, como el SARS-CoV-2, es fundamental monitorear también hongos y bacterias que aún no cuentan con tratamientos eficaces y que pueden propagarse. Este fue el tema de la 4ª Conferencia FAPESP 60 años, intitulada Los desafíos a la salud global, realizada el pasado 22 de septiembre.

Este evento contó con la mediación de Helena Nader, docente de la Escuela Paulista de Medicina de la Universidad Federal de São Paulo (EPM-Unifesp) e integrante del Consejo Superior de la FAPESP.

“Es sumamente importante contar con sistemas centinela que permitan que pueda rápidamente detectarse y combatirse una pandemia cuando la misma está surgiendo. Pero todo esto requiere de una interacción y de una cooperación que no siempre son naturales”, destacó Luiz Eugênio Mello, director científico de la FAPESP, durante la apertura del evento.

Andrea Dessen, investigadora del Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS), de Francia, advirtió sobre el hecho de que históricamente no han sido únicamente virus los que causan pandemias, sino también bacterias. Sin embargo, desde la década de 1960, han sido pocos los descubrimientos de antibióticos, y en la actualidad existe un conjunto de bacterias conocido por su gran capacidad de escabullirse de los tratamientos existentes.

“La Organización de las Naciones Unidas (OMS) estima que en la actualidad mueren 700 mil personas anualmente debido a la resistencia a los antibióticos; pero, si no hacemos nada, en 2050 serán 10 millones por año”, afirmó la investigadora, quien coordina un proyecto que cuenta con el apoyo de la FAPESP en el Centro Nacional de Investigaciones en Energía y Materiales (CNPEM), en el marco del Programa São Paulo Excellence Chair (SPEC). 

La científica recordó que son seis las razones de la resistencia a los antibióticos que apunta la OMS: la prescripción excesiva, los tratamientos que no se concluyen, su utilización excesiva en la ganadería (que consume el 80 % del volumen mundial de este tipo de medicamentos), el control insuficiente de las infecciones en los ambientes hospitalarios, la falta de higiene y saneamiento y la ausencia de antibióticos en el mercado.

Los virus que se monitorean

Ester Sabino, docente de la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (FM-USP) e investigadora del Instituto de Medicina Tropical (IMT-USP), recordó que el Centro Conjunto Brasil-Reino Unido para el Descubrimiento, el Diagnóstico, la Genómica y la Epidemiología de Arbovirus (CADDE), que cuenta con el apoyo de la FAPESP y que ella coordina, se creó con la idea de monitorear nuevos arbovirus (patógenos transmitidos por artrópodos). Pero la emergencia del COVID-19 expandió el campo de acción del proyecto.

El trabajo de centinela que este centro lleva adelante comprende el monitoreo de los bancos de sangre para verificar la presencia de virus y, en el caso del SARS-CoV-2, de las tasas de anticuerpos de la población y de la secuenciación del virus aislado en personas que consultaron en los servicios de salud. La idea es verificar la existencia de determinadas variantes como la delta, que ha llegado al 100 % en el municipio de São Paulo.

“Esperábamos una epidemia de dengue el año pasado y no llegó. Es posible que el dengue sea una enfermedad sensible a la movilidad. Observamos una merma de los casos cuando disminuyó la movilidad debido al COVID-19 [a causa del menor movimiento para contenerlo]. Pero este año lo más preocupante es el chikunguña, que puede venir cuando vuelva el movimiento de gente. Ya se han registrado casos en la ciudad de Santos [en la costa de São Paulo] y en otros lugares”, dijo la investigadora.

“Necesitamos que el SUS [el Sistema Único de Salud, la red sanitaria pública nacional de Brasil], las universidades y el poder público entiendan de qué se está hablando para poder definir mejor las políticas. Y esto debe hacerse antes de que sucedan las epidemias, para que podamos hacer algo a tiempo y mejorar nuestras respuestas”, afirmó.

Hongos desconocidos

A su vez, Arnaldo Colombo, docente de la EPM-Unifesp, afirmó que el impacto de las infecciones fúngicas es una crisis silenciosa sobre la biodiversidad, la seguridad alimentaria y la salud humana.

En la actualidad, estos patógenos amenazan a especies silvestres como las de anfibios y componen el 30 % de los agentes que emergen como patógenos en plantas, granos inclusive, con capacidad como para comprometer alrededor del 20 % de lo que se cosecha en distintas regiones del mundo.

La actividad agrícola constituye también una causa de la infección de los trabajadores del campo, que entran en contacto con una fuente de innumerables especies de hongos: el suelo. Tanto en lesiones persistentes en la piel como en infecciones en los pulmones, los hongos son actualmente agentes relevantes en lo que atañe a esas enfermedades, pero muy poco diagnosticados.

Una estimación que presentó el investigador mostró que se trata a 1,2 millones de personas con neumonía fúngica como si tuviesen tuberculosis.

Paradójicamente, ciertos avances en la medicina, tales como las unidades de terapia intensiva, los tratamientos quimioterapéuticos y los trasplantes de órganos, trajeron aparejados también nuevos hongos causantes de enfermedades. Las micosis oportunistas, tal como se las conoce, provocan 1,8 millones de casos por año en el mundo, con entre un 20 % y un 70 % de mortalidad.

De todos modos, los patógenos fúngicos son poco conocidos e incluso ignorados por los propios médicos. Un análisis efectuado en 129 centros médicos de Latinoamérica mostró que tan solo el 9 % exhibía la capacitación diagnóstica necesaria como para tratar infecciones fúngicas.

“Es fundamental discutir modelos económicos que sean más compatibles con la salud planetaria, como el desarrollo sostenible. Estamos atrasados en la contención del calentamiento del planeta, que ha llevado a que ciertos patógenos se aclimaten a la temperatura de 37 °C, y así puedan infectarnos”, puntualizó el investigador.

“Existe la necesidad de invertir en centros de salud global que trabajen con el concepto de salud única para entender la historia natural de los patógenos antes de que lleguen al hombre”, dijo.

Asimismo, Colombo aboga por la sustitución de fungicidas por otras estrategias de control de plagas, con el fin de evitar el surgimiento de hongos resistentes. Por último, resulta fundamental invertir en el desarrollo de plataformas diagnósticas y no solamente de fármacos.

“Tenemos que aprender a manipular el microbioma humano de manera más efectiva para contener la disbiosis [la muerte de microorganismos, a menudo beneficiosos, que viven en el cuerpo humano] inducida por el uso de antibióticos, y sin lugar a dudas existe espacio para mejorar los programas de uso racional de antimicrobianos en el ambiente hospitalario y en la comunidad”, culminó.

Puede accederse al evento completo en el siguiente enlace: youtu.be/-22tnw4Q_Qo. Y los videos de las tres primeras Conferencias FAPESP se encuentran disponibles en: 60anos.fapesp.br/conferencias
 

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