Una investigación muestra que las obreras del género Trigona "muerden" con persistencia y mueren durante el ataque al quedar sujetas al blanco durante mucho tiempo (foto: divulgación)
Una investigación muestra que las obreras del género Trigona "muerden" con persistencia y mueren durante el ataque al quedar sujetas al blanco durante mucho tiempo
Una investigación muestra que las obreras del género Trigona "muerden" con persistencia y mueren durante el ataque al quedar sujetas al blanco durante mucho tiempo
Una investigación muestra que las obreras del género Trigona "muerden" con persistencia y mueren durante el ataque al quedar sujetas al blanco durante mucho tiempo (foto: divulgación)
Por Elton Alisson
Agência FAPESP – Debido a que no poseen el aguijón funcional de las abejas Apis mellifera, a las abejas sin aguijón (Meliponini) suele tenérselas como inofensivas e incapaces de defenderse ante un eventual ataque de predadores o de saqueadores de sus colonias.
Pero un estudio realizado por científicos de la University of Sussex, del Reino Unido, en colaboración con colegas de la Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras de Ribeirão Preto (FFCLRP) y de la Escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz (Esalq) –ambas de la Universidad de São Paulo (USP), Brasil–, reveló que, pese a ser incapaces de picar como lo hacen las Apis mellifera, debido a que poseen un aguijón vestigial (atrofiado), las abejas sin aguijón cuentan con otros distintos mecanismos de defensa.
Uno de éstos consiste en “morder” con tanta persistencia a los intrusos que no se desprenden de éstos y mueren durante el ataque, sacrificándose así para proteger la colonia contra el saqueo de su alimento perpetrado por otras abejas “ladronas”, y contra otros animales predadores.
Los resultados de este estudio, realizado en el marco de un proyecto que contó con el apoyo de la FAPESP, salieron publicados en la revista Behavioral Ecology and Sociobiology.
“Es la primera descripción de un comportamiento de defensa suicida para especies de abejas sociales sin contar la Apis mellifera, la cual posee un aguijón serrado que se desprende del cuerpo al picar y que provocan así la muerte del insecto”, declaró Denise de Araujo Alves, investigadora de la Esalq-USP y una de las autoras del trabajo, a Agência FAPESP.
“Cuando algunas especies de abejas sin aguijón atacan, muerden y terminan muriéndose porque quedan sujetas al blanco durante mucho tiempo. De este modo es como logran ahuyentar a los posibles enemigos de sus nidos-colonias, en donde están, aparte de las crías, la reina madre, los alimentos almacenados [miel y polen] y los materiales de arquitectura, tales como la resina”, dijo.
Los científicos realizaron tres experimentos en campo con 12 especies distintas para estudiar los mecanismos de defensa de las abejas sin aguijón.
En uno de éstos hicieron flamear pequeñas banderas negras de fieltro cerca de las entradas de colonias de distintas especies para azuzar a las abejas y calcular cuánto tiempo tardaban para empezar el ataque, por cuánto tiempo atacaban a los blancos y la cantidad de abejas atacantes.
Algunas especies de abejas esbozaron escasa o ninguna reacción ante el acercamiento de la bandera a la entrada de la colonia. En tanto, las obreras de otras tres especies de abejas sin aguijón del género Trigona –la Trigona hyalinata, la Trigona fuscipennis y la Trigona spinipes– y la Partamona helleri atacaron las banderas en grupo con gran agresividad y durante un lapso de casi una hora.
Los ejemplares de la especie Trigona hyalinata, por ejemplo, llegaron a sufrir daños fatales, tales como la separación de la cabeza del cuerpo al sujetar la mandíbula a la bandera en lugar de soltarla luego del ataque.
“Las abejas de estas especies de Trigona atacaron las banderas masivamente a partir del momento en que éstas flamearon en las entradas de las colonias”, dijo Alves. “El solo hecho de que un objeto pase por delante de la colonia, de por sí representa para ellas una señal de amenaza.”
“Dientes” filosos
Para medir el nivel de dolor infligido por el ataque de cada especie de abeja sin aguijón, los investigadores hicieron las veces de “conejillos de Indias”, al ubicarse adelante de las entradas de las colonias y ofrecer sus propios antebrazos para que se los muerdan.
Se clasificó los niveles de dolor en una escala de 0 a 5, variando de un pequeño pellizco en la piel a una mordedura que provoca un dolor desagradable y es capaz de lastimar la piel de ser persistente.
Al tabular los resultados, se descubrió que las especies de abejas sin aguijón cuya mordedura era más dolorosa fueron precisamente las del género Trigona, que atacaron de manera más agresiva y quedaron sujetas a las banderas durante el primer experimento.
“Su mordedura es mucho menos dolorosa que la picadura de una abeja Apis mellifera”, comparó Araujo Alves. “Pero si pensamos que la mordedura de un insecto de algunos milímetros de largo es capaz incluso de perforar la piel y que éstos atacan en grupo, el dolor es considerable y los ‘intrusos’ deben alejarse de la colonia.”
Una de las razones que los científicos detectaron para que la mordedura de las abejas del género Trigona sea más dolorosa que las de otras especies de abejas sin aguijón es la que apunta que éstas poseen mandíbulas serradas, que ostentan cinco “dientes” filosos.
Esta morfología de sus mandíbulas les permite presuntamente a las abejas Trigona causar más dolor y más daños a los eventuales predadores o saqueadores de sus colonias, y representa una posible adaptación defensiva de dichas especies, señalan los investigadores.
“Las mandíbulas de otras especies de abejas sin aguijón que no se defienden con la misma agresividad que las Trigona son más redondeadas y no poseen ‘dientes’ tan filosos”, comparó Araujo Alves.
“Las obreras de Apis mellifera, que se defienden con sus aguijones, tampoco tienen ‘dientes’ filosos en sus mandíbulas como los de las Trigona.”
Una tendencia suicida
Los científicos también realizaron un tercer experimento destinado a evaluar la disposición de las especies de abejas sin aguijón a sufrir daños letales y morir durante un ataque con mordeduras.
El experimento consistió inicialmente en presentarles la bandera negra de fieltro a las abejas durante 5 segundos y pasarles un pincel sobre el cuerpo a las que atacaron la bandera, sin provocarles daños.
Acto seguido, se tiró con pinzas de las alas de las abejas que se adhirieron a la bandera para darles la posibilidad de aflojar la mordedura, desprenderse y volar lejos, o sufrir daños en las alas, lo cual les impediría el vuelo de regreso al nido.
El experimento reveló que las obreras de seis especies de abejas sin aguijón más agresivas mostraron disposición a sufrir daños fatales y morir en lugar de soltar el objeto.
La mayor proporción de abejas sin aguijón “suicidas” fue la de la especie más agresiva, la Trigona hyalinata. Del total de abejas de esa especie en el experimento, el 83% de las obreras mostró disposición a seguir sujetadas a la bandera.
Según los investigadores, este comportamiento es comparable con el de la Apis mellifera, que pierde su aguijón y muere luego de atacar. “El estudio demuestra que las abejas sin aguijón de las especies de Trigona son particularmente defensivas e incluso suicidas”, dijo Araujo Alves.
Las especies de abejas sin aguijón que mostraron mayor agresividad y disposición a autosacrificarse durante el ataque por mordedura fueron aquéllas que cuentan con colonias más populosas.
Las colonias de Trigona spinipes, por ejemplo, pueden tener hasta 180 mil abejas, en tanto que la de una especie de abeja sin aguijón que no ataca como la Melipona quadrifasciata tiene alrededor de mil abejas.
“Los costos de un ataque suicida de un grupo de abejas obreras de especies con colonias más populosas son mucho menores que los de las especies que tienen colonias pequeñas”, comparó Araujo Alves.
“Vale mucho más la pena para las especies con colonias mayores abocarse a esta estrategia defensiva, pues la pérdida de obreras no es tan grande en comparación con la que experimentan las especies con colonias menos populosas”, afirmó.
Segundo la investigadora, los ataques suicidas de las abejas sin aguijón quedan a cargo de las obreras más viejas, para no poner en riesgo la continuidad de la colonia.
“Existe una cierta lógica al reclutar a las obreras más viejas para realizar tareas peligrosas, tales como la de defensa y la búsqueda del alimento del nido, con el objetivo de no perder a las integrantes más jóvenes de la colonia”, dijo.
El ataque es iniciado por un pequeño grupo de obreras. Luego éstas exhalan una feromona para llamar a otras obreras a que ayuden en la misión, comentó la investigadora.
“Es la primera vez que se relata y se cuantifica el comportamiento de especies de abejas sin aguijón que destinan una parte de sus colonias a la defensa y que estas obreras terminan muriendo, ya que lo que se gana al defender la colonia y morir es más importante que si dejasen perpetrarse un ataque”, afirmó.
Puede leerse el artículo intitulado “Appetite for self-destruction: suicidal biting las a nest defense strategy in Trigona stingless bees” (doi: 10.1007/s00265-014-1840-6), de Shackleton y otros, en la revista Behavioral Ecology and Sociobiology, en el siguiente enlace: springer.com/article/10.1007%2Fs00265-014-1840-6#.
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