Se trata de una investigación realizada con 2.702 alumnos de la enseñanza fundamental en esa metrópolis brasileña, que muestra también que el 23% dijo haber sido víctima de otras formas de violencia durante el año anterior. El consumo de alcohol y la relación con sus padres y con sus amigos fueron los factores que más se asociaron a este fenómeno (foto: jfkeiser/ Pixabay)

Casi el 30% de los adolescentes de São Paulo afirma haber sufrido bullying, apunta un estudio
19-03-2020
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Se trata de una investigación realizada con 2.702 alumnos de la enseñanza fundamental en esa metrópolis brasileña, que muestra también que el 23% dijo haber sido víctima de otras formas de violencia durante el año anterior. El consumo de alcohol y la relación con sus padres y con sus amigos fueron los factores que más se asociaron a este fenómeno

Casi el 30% de los adolescentes de São Paulo afirma haber sufrido bullying, apunta un estudio

Se trata de una investigación realizada con 2.702 alumnos de la enseñanza fundamental en esa metrópolis brasileña, que muestra también que el 23% dijo haber sido víctima de otras formas de violencia durante el año anterior. El consumo de alcohol y la relación con sus padres y con sus amigos fueron los factores que más se asociaron a este fenómeno

19-03-2020
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Se trata de una investigación realizada con 2.702 alumnos de la enseñanza fundamental en esa metrópolis brasileña, que muestra también que el 23% dijo haber sido víctima de otras formas de violencia durante el año anterior. El consumo de alcohol y la relación con sus padres y con sus amigos fueron los factores que más se asociaron a este fenómeno (foto: jfkeiser/ Pixabay)

 

Por André Julião  |  Agência FAPESP – En un estudio realizado con estudiantes de 119 escuelas públicas y particulares del municipio de São Paulo, en Brasil, el 29% de los entrevistados de ambos sexos sostuvo haber sido víctima de bullying durante el año anterior. El índice de los que afirmaron haber sufrido otros tipos de violencia que no se encuadran en la definición de bullying fue del 23%. En el marco de esta investigación, a cargo de un grupo de la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (FM-USP), fueron escuchados 2.702 alumnos del 9º año de la enseñanza fundamental, con edades cercanas a los 14 años.

“Lo que diferencia al bullying de otros tipos de violencia es el carácter repetitivo y persistente. Además, ocurre entre pares y se basa en una diferencia de poder. El eslabón más débil, ya sea en función de su posición social, de sus características físicas o de algún rasgo de personalidad, es tomado como víctima”, explicó Maria Fernanda Tourinho Peres, docente del Departamento de Medicina Preventiva de la FM-USP y una de las coordinadoras de este estudio, apoyado por la FAPESP.

Los datos indican que el acoso psicológico o verbal (“ofensas, burlas y risas”) fue más frecuente (el 17,5%) que aquel que involucra la agresión física (el 3,7%). Del total de adolescentes, el 6% afirmó haber sufrido acosos con connotaciones sexuales.

El “robo con violencia” fue la más prevalente (15,3%) entre todas las otras formas de violencia mencionadas, en tanto que la “violencia sexual” (1,7%) fue la menos frecuente.

Asimismo, entre los jóvenes, el 15% admitió haber ejercido bullying con compañeros (el 19% cuando se consideraban únicamente a los chicos), en tanto que el 19% sostuvo haber cometido actos de violencia (el 23% al considerarse únicamente a los chicos y el 21% entre estudiantes de escuelas privadas). Las agresiones físicas (cortes, patadas, magulladuras, etc.) constituyeron la forma más frecuente (12,7%) de violencia ejercida. Tan solo el 1% informó haber cometido alguna violencia sexual. El índice de jóvenes que declararon haber sido tanto víctimas como haber ejercido bullying se ubicó alrededor del 10% y, en el caso de otros tipos de violencia, fue del 7%.

“Efectuamos un diagnóstico de la prevalencia de la implicación de adolescentes en situaciones de violencia y bullying con el fin de estudiar factores de riesgo y factores de protección asociados. La idea es generar aportes para el desarrollo de programas de prevención centrados fundamentalmente en las escuelas”, explicó Tourinho Peres a Agência FAPESP.

Este trabajo se llevó a cabo en el marco del Proyecto São Paulo para el Desarrollo Social de Niños y Adolescentes (SP-PROSO), también coordinado por Manuel Eisner, del Violence Research Centre, de la Universidad de Cambridge, en el Reino Unido. Aparte de la FAPESP, financiaron el proyecto la Academia Británica y el Fondo Newton. Ya se habían realizado estudios análogos en ciudades tales como Montevideo, en Uruguay, y Zúrich, en Suiza.

Factores de riesgo y protección

El análisis de los resultados de São Paulo indica que el consumo de alcohol entre adolescentes, el perfil de la relación parental y el del grupo de amigos se erigen como los factores que más se relacionan con la existencia de bullying y violencia en el grupo estudiado.

De acuerdo con los investigadores, las llamadas “prácticas parentales negativas”, tales como la disciplina ejercida mediante violencia y las peleas recurrentes entre los padres, constituyen factores de riesgo para el involucramiento de los adolescentes en hechos de bullying y violencia, tanto como víctimas como en su práctica.

Se observó una mayor prevalencia de bullying y violencia (como víctimas y practicantes) entre adolescentes que forman parte de grupos cuyos miembros cometen actos transgresores (que van desde copiar en las pruebas y dejar de ir a clases hasta hacer grafitis, vender drogas y robar y hurtar vehículos), consumen comunicación violenta y de contenido adulto y realizan actividades de recreación nocturnas y se extralimitan.

Por otra parte, la implicación positiva de los padres en la vida de los jóvenes se asoció a niveles más bajos de bullying y violencia, como así también al apoyo social de los amigos y a un ambiente escolar ordenado y no violento.

Cuando se analiza el total de entrevistados, el índice de los que afirman haber consumido el año anterior alguna droga depresora del sistema nervioso central como el alcohol es del 59%. En tanto, entre aquellos que cometieron o sufrieron bullying, el índice llega al 70,5%. Para sorpresa de los investigadores, en la muestra general, el consumo mayor fue relatado entre las chicas (el 65%, ante el 54% entre los chicos). Entre las que sufrieron bullying, el 73,6% informó haber tomado alcohol el año anterior.

“Si bien algunos estudios apuntan en esa dirección, la mayoría sostiene que son los chicos quienes que más consumen alcohol. En efecto, algo singular está ocurriendo y aún no sabemos cómo explicarlo”, dijo Tourinho Peres.

Los resultados de la investigación ya se les han presentado en dos workshops a los directores de las escuelas participantes, a gestores educativos municipales y del estado de São Paulo y a otros profesionales de la educación y de la salud. Un tercer evento se realizará aún durante el primer semestre de 2020 con la intención de conocer prácticas exitosas implementadas y evaluadas en otros países, que puedan adaptarse a la realidad de las escuelas de São Paulo.

“El objetivo ahora es intentar implementar programas que ya se han mostrado eficaces en otros contextos, con enfoque en el clima y en el ambiente escolar. Las intervenciones orientadas hacia las relaciones y hacia las prácticas parentales también son prometedoras. Contamos con un diagnóstico profundizado. Ahora podemos adaptar prácticas que ya han funcionado en otros lugares a nuestra realidad”, declaró Tourinho Peres a Agência FAPESP.

En 2018, Brasil pasó a ser en signatario de la Alianza Global por el Fin de la Violencia contra Niños y Adolescentes y se comprometió a desarrollar un plan para resolver ese problema en el país.

Recientemente, la ciudad de São Paulo se convirtió en la primera urbe en el mundo que suscribe esa alianza. De este modo, cabe esperar un apoyo aún mayor a la implementación de medidas que puedan hacer disminuir el bullying y la violencia entre los adolescentes.

El SP-PROSO siguió la metodología Inspire, un conjunto de recomendaciones elaboradas por un grupo de organismos internacionales tales como la mencionada Alianza Global por el Fin de la Violencia contra Niños y Adolescentes, la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y el Banco Mundial, entre otros.

Puede accederse al informe completo en el siguiente enlace: sites.usp.br/sp-proso/wp-content/uploads/sites/526/2019/06/relatorio_sp_proso_26_05_2019.pdf

 

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