La protección y la restauración de los ecosistemas naturales en Latinoamérica y el Caribe pueden no solamente contribuir en lo concerniente a la adaptación a los cambios del clima, sino también aportándole beneficios a la biodiversidad e incrementando la seguridad alimentaria e hídrica, según sostuvieron los participantes en un webinario organizado por la FAPESP (imagen: captura de pantalla durante el evento)

Es esencial disminuir las emisiones de GEI por el uso de la tierra para cumplir las metas climáticas
28-04-2022
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La protección y la restauración de los ecosistemas naturales en Latinoamérica y el Caribe pueden no solamente contribuir en lo concerniente a la adaptación a los cambios del clima, sino también aportándole beneficios a la biodiversidad e incrementando la seguridad alimentaria e hídrica, según sostuvieron los participantes en un webinario organizado por la FAPESP

Es esencial disminuir las emisiones de GEI por el uso de la tierra para cumplir las metas climáticas

La protección y la restauración de los ecosistemas naturales en Latinoamérica y el Caribe pueden no solamente contribuir en lo concerniente a la adaptación a los cambios del clima, sino también aportándole beneficios a la biodiversidad e incrementando la seguridad alimentaria e hídrica, según sostuvieron los participantes en un webinario organizado por la FAPESP

28-04-2022
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La protección y la restauración de los ecosistemas naturales en Latinoamérica y el Caribe pueden no solamente contribuir en lo concerniente a la adaptación a los cambios del clima, sino también aportándole beneficios a la biodiversidad e incrementando la seguridad alimentaria e hídrica, según sostuvieron los participantes en un webinario organizado por la FAPESP (imagen: captura de pantalla durante el evento)

 

Por Elton Alisson  |  Agência FAPESP – La disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en el sector de la agricultura, forestal y de otros usos de la tierra en Brasil y en los restantes países de América Latina y el Caribe durante los próximos ocho años es esencial para alcanzar la meta de limitar el calentamiento global a 1,5 °C para el año 2030.

Esta acción puede no solamente aportar a la adaptación al cambio climático, sino también generar una serie de otras ventajas. Entre ellas, la de beneficiar a la biodiversidad y a los ecosistemas, garantizar la subsistencia e incrementar la seguridad alimentaria e hídrica.

Este fue el análisis que realizaron los investigadores participantes en un webinario realizado por el Programa FAPESP de Investigaciones sobre Cambios Climáticos (PFPMCG) el pasado día 6 de abril. El objetivo del evento consistió en analizar las implicaciones para Brasil y para el planeta de los señalamientos del nuevo informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), referente a la mitigación de las alteraciones del clima, presentado el 4 de abril.

El referido informe indica que, a menos que se produzcan disminuciones inmediatas y profundas de las emisiones de GEI en todos los sectores y en todas las regiones del planeta, la meta de limitar el calentamiento global a 1,5 °C para el año 2030, estipulada en el Acuerdo de París en 2015, está fuera del alcance.

“El informe consigna que debemos reducir las emisiones un 50 % para 2030 y lograr que el planeta se vuelva neutro en carbono antes de 2050. Para ello necesitaremos erigir una nueva sociedad, más sostenible y con mucha mayor igualdad económica y social”, dijo Paulo Artaxo, docente del Instituto de Física de la USP y miembro de la coordinación del PFPMCG.

Los próximos tres años serán críticos para alcanzar esas metas, según sostuvieron los científicos. El pico de las emisiones de GEI deberá alcanzarse en 2025, y a partir de esa fecha, deberán decrecer progresivamente para que en 2030 sean equivalentes a la mitad de los niveles registrados en 2019. Pero los resultados de los inventarios de emisiones globales de GEI de los últimos años muestran que esa tarea no será para nada trivial.

“Durante la última década se registró el mayor volumen de emisiones, aunque las tasas de crecimiento se están desacelerando. Desafortunadamente, vemos que pese a todas las promesas seguimos observando un aumento de las emisiones de todos los gases de efecto invernadero”, dijo Mercedes Bustamante, docente de la Universidad de Brasilia (UnB) y una de las autoras del informe.

Estas emisiones crecientes siguen siendo sumamente desiguales en términos de distribución regional, sectorial y de ingresos.

En el caso de América Latina y el Caribe, la principal fuente de emisiones es precisamente el sector de la agricultura, forestal y de otros usos de la tierra, responsable del 22 % de las emisiones globales de GEI, que incluyen carbono, metano y óxido nitroso.

Este sector es especialmente relevante para solucionar la crisis climática, pues puede aportar no solamente la disminución de las emisiones de GEI, sino también remover y almacenar CO2 a gran escala, remarcó Bustamante.

“De proyectarse e implementarse bien las opciones de mitigación en ese sector, cuentan con potencial no solamente de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, sino también para generar una serie de otros beneficios concomitantes”, sostuvo.

Entre las opciones para la remoción de carbono en ese sector se encuentran la protección y la restauración de los ecosistemas naturales, tales como bosques, turberas, humedales, sabanas y praderas.

“Es importante recordar que ese sector también contribuye con la disminución de las emisiones en otros segmentos de la economía. La utilización de madera en la construcción, en reemplazo de materiales más intensivos en carbono, constituye un aporte que se pone a cuenta del sector de edificaciones. En tanto, la sustitución de combustibles por biocombustibles también aporta en algún sentido a la sustitución de las emisiones asociadas al sector de energía”, ponderó Bustamante.

Las soluciones disponibles

Los autores del informe también remarcan que ya existen opciones de soluciones tecnológicas disponibles para todos los sectores económicos que pueden permitir reducir las emisiones de GEI a la mitad para el año 2030.

Estas opciones están disponibles a un costo de menos de 100 dólares por tonelada de CO2 equivalente y más de la mitad de ellas cuestan menos de 20 dólares por tonelada de CO2 equivalente, señalan.

“El informe apunta que el costo de la disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero es alto, pero el de no hacerlo es al menos tres veces mayor. Es un precio demasiado alto que nuestra sociedad deberá pagar y, por eso mismo, debemos reducir los daños lo máximo posible”, aseveró Artaxo.

En los últimos años, el costo de las tecnologías de bajo carbono también ha bajado bastante, sostienen los autores del informe. “Se ha reducido mucho el nivel de precios para la generación de energía solar, fotovoltaica y eólica, como así también el de las baterías”, dijo Gilberto Jannuzzi, docente de la Universidad Campinas (Unicamp) y coautor del informe.

El costo de las baterías en el período comprendido entre 2010 y 2019 bajó un 85 %, y aumentó 100 veces la cantidad de vehículos eléctricos en circulación en ese período, destacó Suzana Kahn, docente de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) y también coautora del informe. Pero la oferta de coches eléctricos aún es sumamente desigual globalmente, ponderó.

“Los vehículos eléctricos poseen en efecto un potencial enorme, y están expandiéndose mucho, pero aún requieren de una infraestructura que los países menos favorecidos no la tienen”, subrayó Kahn.

“Es necesario contar con esa infraestructura y con un sector que produzca energía eléctrica de bajo carbono que será disputada no solamente por el sector de transportes, sino también por otros, tales como el habitacional y el industrial”, sostuvo.

A contramano de la energía solar, la fotovoltaica y la eólica, la energía nuclear es una de las únicas opciones energéticas cuyo costo de generación ha venido aumentando en los últimos años. Según Roberto Schaeffer, docente de la UFRJ y uno de los autores del informe, la razón de ello es que la misma está volviéndose más segura.

“La seguridad tiene su precio. Y en razón del costo de generación, la energía nuclear no posee una presencia fuerte en ninguno de los escenarios de disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero”, explicó.

Los investigadores ponderaron que la crisis climática no se solucionará solamente con la disponibilidad de tecnologías. Será necesario impulsar cambios de comportamiento, de hábitos y patrones culturales.

Con todo, para que esas acciones individuales se concreten, se requerirá contar con infraestructura, políticas públicas y financiación, afirmaron.

“Los cambios climáticos constituyen el mayor problema en curso en el planeta. Las soluciones al respecto son complejas y seguramente serán aún menos eficaces de no disponer de las bases del conocimiento relevante para la toma de decisiones referentes a las acciones necesarias”, sostuvo Luiz Eugênio Mello, director científico de la FAPESP.

Puede accederse al evento completo en: www.youtube.com/watch?v=n42y0A7y1Gc
 

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