Del tamaño de una uña humana, los sapos del género Dryadobates pueden pasar desapercibidos al ojo humano, pero representan una parte importante de la biodiversidad de anfibios (foto: Taran Grant/IB-USP)
Investigadores de la Universidad de São Paulo extrajeron material genético de animales conservados en museos desde hace cien años y de otros vivos en la naturaleza, y concluyeron que se trata de un nuevo género con al menos una docena de especies. El grupo corre para identificarlas todas y orientar la conservación en las áreas donde viven, en la Mata Atlántica
Investigadores de la Universidad de São Paulo extrajeron material genético de animales conservados en museos desde hace cien años y de otros vivos en la naturaleza, y concluyeron que se trata de un nuevo género con al menos una docena de especies. El grupo corre para identificarlas todas y orientar la conservación en las áreas donde viven, en la Mata Atlántica
Del tamaño de una uña humana, los sapos del género Dryadobates pueden pasar desapercibidos al ojo humano, pero representan una parte importante de la biodiversidad de anfibios (foto: Taran Grant/IB-USP)
Por André Julião | Agência FAPESP – Un grupo apoyado por la FAPESP, liderado por investigadores de la Universidad de São Paulo (USP), en Brasil, describió un nuevo género de pequeños sapos, Dryadobates, conocidos como ranas cohete, a partir de lo que antes se creía que era una sola especie. El estudio fue publicado en el Bulletin of the American Museum of Natural History.
Los investigadores utilizaron técnicas que permiten analizar ADN degradado, extraído de ejemplares conservados en alcohol o formol y depositados en colecciones de historia natural. Adaptadas de técnicas inicialmente desarrolladas para estudios de ADN antiguo, como en homínidos extintos, la aplicación de estas técnicas de análisis de ADN histórico (hDNA), como es llamado, está generando un gran impacto en el descubrimiento de especies y en la detección de extinciones recientes (lea más en: agencia.fapesp.br/55050).
Al comparar fragmentos del genoma de los animales de museo con los de individuos vivos en diferentes puntos de la Mata Atlántica, los autores concluyeron que lo que se consideraba una única especie ampliamente distribuida en esta región es en realidad un grupo mucho más amplio, con al menos 12 especies, pudiendo llegar a 16.
Los sapitos conservados en museos pertenecen en realidad a cuatro especies diferentes, de las cuales tres están probablemente extintas. Las otras ocho habitan distintas zonas de la Mata Atlántica, en los estados de Espírito Santo y Bahía.
“Es un trabajo que revela al mismo tiempo una diversidad oculta y extinciones ocultas. Es maravilloso poder conocer mejor a las especies con este nivel de detalle, pero muy triste saber que algunas ya se han perdido sin que lo supiéramos”, comenta Taran Grant, profesor del Instituto de Biociencias (IB-USP), quien coordinó el estudio.
El trabajo forma parte de la segunda fase del proyecto “Un enfoque multidisciplinario para el estudio de la diversificación de los anfibios”, apoyado por FAPESP, que permitió al investigador montar el laboratorio de ADN histórico (hDNA) en la USP.
Con menos de 2 centímetros de largo, el Allobates olfersioides fue descrito hace un siglo por el médico sanitarista Adolpho Lutz (1855–1940), quien también realizaba estudios de historia natural a partir de ejemplares recolectados en el litoral del estado de Río de Janeiro.
En 1967, el zoólogo Werner Bokermann (1929–1995) describió tres nuevas especies muy parecidas, pero encontradas en otras localidades: en el estado de Alagoas, Allobates alagoanus, en Espírito Santo Allobates capixaba y en otra región de Rio de Janeiro, la Allobates carioca.
En 2007, sin embargo, como parte de un proyecto apoyado por la FAPESP, la entonces estudiante de maestría Vanessa Verdade, actualmente profesora en la Universidad Federal del ABC (UFABC), y el profesor Miguel Trefaut Rodrigues, del IB-USP, analizaron 880 ejemplares de 29 localidades de la Mata Atlántica y concluyeron que no existían diferencias morfológicas suficientes para considerar que se trataba de especies distintas. Todas fueron agrupadas entonces bajo una sola: Allobates olfersioides, la primera descrita por Lutz.
Pero había un problema. Ya no se encontraban ejemplares en las localidades donde tanto Lutz como Bokermann habían recolectado los animales que originaron las descripciones originales.
El estudio publicado ahora —también firmado por Verdade y Rodrigues— demuestra que aquellas no eran poblaciones de una misma especie, como se pensaba, sino especies diferentes que probablemente se extinguieron. Desde 1981 no se ha vuelto a encontrar ningún individuo de A. olfersioides, por ejemplo, que probablemente era endémico de la región de Angra dos Reis, en Río de Janeiro.
Las diferencias con los Allobates de la Amazonia justificaron la creación de un nuevo género para albergar a los sapitos de la Mata Atlántica: Dryadobates. Las tres especies descritas por Bokermann fueron revalidadas, ahora bajo este nuevo género. Entre las ocho nuevas especies, dos fueron nombradas en homenaje a los dos pioneros en el estudio del grupo: Dryadobates lutzi y Dryadobates bokermanni. Ambas se encuentran en el sur de Bahía.
Para nombrar las otras seis especies, el grupo aún busca más ejemplares y evidencias que permitan diferenciarlas de manera robusta, no solo desde el punto de vista genético, sino también en términos de bioacústica (sonidos de los animales) y morfología.
Conservación
“El hecho de que se trate de varias especies, y no de una sola ampliamente distribuida, lo cambia todo. Como la Mata Atlántica está muy fragmentada y es muy susceptible a la pérdida de hábitat, cada especie puede estar enfrentando problemas diferentes, lo que requiere acciones particulares para cada una”, advierte Grant.
Debido a esa supuesta amplia distribución, Allobates olfersioides aún está clasificada como de “preocupación menor” en la lista roja de especies amenazadas de extinción de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés), la principal referencia mundial sobre el estado de conservación de las especies.
En su versión más reciente disponible, de 2018, la lista brasileña de especies amenazadas clasifica, sin embargo, a esta especie como “vulnerable”, mientras reconoce a A. alagoanus y A. capixaba como especies válidas, aunque bajo el estatus de “datos insuficientes”. No hay mención a A. carioca, y las clasificaciones varían en las listas estatales.
El estudio publicado ahora indica que D. capixaba, D. carioca y D. olfersioides parecen estar extintas, mientras que D. alagoanus, D. bokermanni y D. lutzi son abundantes en múltiples localidades, sin evidencia de declive. Esto encuadra a estas tres últimas dentro de los criterios de la IUCN para ser clasificadas como “preocupación menor” de extinción. Además de que en los bosques, estas especies prosperan en las llamadas cabrucas, formaciones forestales usadas para dar sombra a plantaciones de cacao.
“Sin embargo, el hecho de que el 25 % de las especies conocidas de este género hayan sido extintas en los últimos 50 años es alarmante y sugiere que incluso aquellas especies que podrían clasificarse como de menor preocupación deben ser cuidadosamente monitoreadas”, advierte Grant.
De las seis especies aún no clasificadas, cuatro son localmente abundantes, pero solo se conocen de una única localidad cada una. Las otras dos son conocidas por pocos ejemplares y también de una sola localidad cada una.
“Se están realizando trabajos de campo para recolectar y clasificar estas especies, pero necesitamos ejemplares de diferentes sexos y etapas [adultos, juveniles, renacuajos], además de buscar en nuevas localidades, para que se pueda llevar a cabo una clasificación robusta”, explica el investigador.
Grant añade que también es necesario comprender si las poblaciones aparentemente extintas en Santa Teresa, en Espírito Santo, y en el Parque Nacional de la Tijuca, en Río de Janeiro, pertenecían a especies ya descritas o a otras aún no identificadas. Si se confirma esta segunda hipótesis, serían seis las especies extintas en total, es decir, el 40 % del género Dryadobates.
La esperanza está en que aún existen grandes áreas de Mata Atlántica en los estados de Río de Janeiro, Espírito Santo y Bahía que no han sido muestreadas por los investigadores, lo que abre la posibilidad de que aún puedan descubrirse nuevas especies del género.
El trabajo también recibió apoyo de la FAPESP a través de un proyecto dentro del Programa FAPESP de Investigaciones en Caracterización, Conservación, Restauración y Uso Sostenible de la Biodiversidad (BIOTA-FAPESP).
El artículo Museomics and the Systematics of the Atlantic Forest Nurse Frogs (Dendrobatoidea: Aromobatidae: Allobatinae) puede ser leído en: bioone.org/journals/bulletin-of-the-american-museum-of-natural-history/volume-2025/issue-472/0003-0090.472.1.1/Museomics-and-the-Systematics-of-the-Atlantic-Forest-Nurse-Frogs/10.1206/0003-0090.472.1.1.full.
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