De acuerdo con la investigación, la “temporada” de incendios en la Amazonia Occidental estuvo impulsada por las sequías prolongadas, vinculadas al fenómeno El Niño (foto: Joédson Alves/Agência Brasil).
Un informe internacional elaborado con la participación de tres científicos brasileños muestra que esos focos ígneos fueron al menos tres veces más probables en Canadá y 20 veces en la Amazonia. En el estudio se arriba a la conclusión de que las emisiones globales de carbono se ubicaron un 16 % por encima de la media.
Un informe internacional elaborado con la participación de tres científicos brasileños muestra que esos focos ígneos fueron al menos tres veces más probables en Canadá y 20 veces en la Amazonia. En el estudio se arriba a la conclusión de que las emisiones globales de carbono se ubicaron un 16 % por encima de la media.
De acuerdo con la investigación, la “temporada” de incendios en la Amazonia Occidental estuvo impulsada por las sequías prolongadas, vinculadas al fenómeno El Niño (foto: Joédson Alves/Agência Brasil).
Por Luciana Constantino | Agência FAPESP – Los cambios climáticos incrementaron al menos tres veces las probabilidades de que se plasmasen las condiciones favorables al surgimiento de incendios forestales sin precedentes en Canadá y hasta 20 veces en la Amazonia Occidental entre marzo de 2023 y febrero de 2024, con el consiguiente aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero, causando devastación ambiental y provocando muertes de habitantes.
En el marco de una investigación internacional dada a conocer el pasado 14 de agosto, se arriba a la conclusión de que, pese a que el área global quemada se ubicó cerca del promedio de los años anteriores –alrededor de 3,9 millones de kilómetros cuadrados, mayor que el territorio de la India–, las emisiones provocadas por los incendios en el mundo fueron un 16 % mayores que la media. Totalizaron 8.600 millones de toneladas de dióxido de carbono (Gt CO2): la séptima cifra desde el año 2003.
El primer informe State of Wildfires, que pasará a ser anual, salió publicado en la revista científica Earth Systen Science Data. En él se analizan los incendios forestales (con vegetaciones y ecosistemas diversos) y se identifican eventos extremos. A su vez, se examinan sus causas, la previsibilidad y la adjudicación de esos eventos a los cambios climáticos y a los usos de la tierra, consignando riesgos futuros en distintos escenarios.
A tal fin, se desarrollaron herramientas y se recabaron datos de todos los países mediante la aplicación de inteligencia artificial, con miras a entender y prever incendios extremos para suministrar información práctica a los tomadores de decisiones y a la sociedad. Y se encuentra disponible online un panel con los resultados.
De acuerdo con la investigación, la “temporada” de incendios en la Amazonia Occidental (que incluye a los estados brasileños de Amazonas, Acre, Roraima y Rondônia) estuvo impulsada por las sequías prolongadas relacionadas con El Niño. Estas sequías, aliadas a las condiciones meteorológicas, explicaron el 68 % de los incendios, pero las acciones antrópicas, tales como el desmonte, la agricultura y la fragmentación de paisajes naturales, también tuvieron su influjo. En términos generales globales, las causas que llevaron a los incendios fueron múltiples.
Encabezado por la Universidad de East Anglia, el Met Office y el Centro de Ecología e Hidrología (UKCEH), todas instituciones del Reino Unido, y por el Centro Europeo para Pronósticos Meteorológicos a Mediano Plazo (ECMWF), este estudio contó con la participación de tres científicos brasileños entre sus 44 investigadores.
“La idea fue diseñar un panorama global al congregar a expertos regionales para destacar la situación del fuego en el mundo. Fue importante reunir esa capacidad regional, con un equipo diverso tanto de países como de áreas de conocimiento. Otro punto interesante reside en la actualización rápida de los datos del año anterior, con un desarrollo continuo de los modelos. Así esperamos tener anualmente pronósticos y diagnósticos más robustos para su acceso no solamente en términos de investigación, sino también para pensar estrategias con miras a hacer frente a los impactos”, le explica a Agência FAPESP Maria Lucia Ferreira Barbosa, una de las brasileñas que firman el artículo. La científica cursó su doctorado en el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe) de Brasil y actualmente se desempeña en la Universidad Federal de São Carlos (UFSCar).
Por su parte, la bióloga Liana Anderson, investigadora del Centro Nacional de Monitoreo y Alertas de Desastres Naturais (Cemaden) de Brasil y también autora del trabajo, pone de relieve la importancia de “entender el pasado y el presente para pensar formas de prevención con la mira puesta en el futuro”. “Al observar las regiones en el transcurso del tiempo es posible detectar nuevos focos de atención. Contamos con una base de datos abierta, pública, accesible y online, lo que permite que se lleven a cabo distintos tipos de investigación para dar cuenta de una infinidad de cuestiones. Necesitamos entender qué significa el fuego en términos de barreras para alcanzar las metas del desarrollo socioeconómico y ambientales en Brasil y las consecuencias de las quemas sobre la pérdida de biodiversidad, el empobrecimiento de la población y la seguridad alimentaria, por ejemplo.”
Al abordar América del Sur en la investigación, el grupo de científicos señala que en general en la región se registró una extensión de incendios algo menor que la media. Pero el estado de Amazonas constituyó una excepción, con una cantidad de incendios que alcanzó niveles récords debido a la sequía histórica, con impactos severos sobre la calidad del aire.
Manaos, la ciudad más populosa de la Amazonia y capital del estado de Amazonas, registró la segunda peor calidad de aire del mundo en octubre de 2023, con la consiguiente exposición a ella de sus más de 2 millones de habitantes. Los científicos mencionan que este evento fue tan grave que en noviembre de 2023 el Ministerio Público Federal de Brasil instauró una acción civil contra el estado de Amazonas, exigiendo pruebas de que había inversiones en prevención y combate contra los incendios, de acuerdo con lo estipulado en el “Plan de Prevención y Control del Desmonte y de Incendios”. Durante el pasado mes de agosto, Manaos volvió a ser afectada por el humo de los incendios.
También se registraron eventos climáticos extremos en Venezuela y en partes de Bolivia y de Perú, bajo los impactos de la sequía. En Chile, un incendio en Valparaíso, en febrero de 2024, resultó en al menos 131 muertes y en una destrucción generalizada de propiedades.
El grupo de investigadores aplicó una combinación de datos de observaciones globales vía satélite, modelos e insights de expertos regionales. “Analizamos un conjunto global de datos que generan una serie de métricas del fuego: la fecha en que ocurrió, el perímetro y el punto de ignición, por ejemplo. La idea fue verificar si ese dataset estaba o siendo bueno o no para representar los eventos extremos. Elaboramos figuras y métricas para eventos en Grecia, en Valparaíso (Chile), en Canadá y en Australia, y logramos demostrar que esto funciona con este objetivo”, añade el especialista en teledetección y también uno de los autores del artículo Guilherme Mataveli, de la División de Observación de la Terra y Geoinformática del Inpe.
Mataveli anticipa que para la temporada 2024-2025, el Pantanal, el bioma sudamericano que constituye la mayor área continua de llanura aluvial del mundo, aparecerá destacado debido los eventos que están registrándose. Entre enero y julio de este año, se detectaron en el bioma 4.756 focos ígneos, la mayor cantidad desde el año 1998, el comienzo de la serie histórica, según datos del Inpe.
El investigador concretó recientemente una parte de su posdoctorado sobre emisiones de gases de efecto invernadero causadas por incendios forestales en el Tyndall Centre for Climate Change Research, de la Universidad de East Anglia, bajo la supervisión del profesor Matthew Jones, uno de los autores corresponsales de la investigación. Mataveli contó con el apoyo de la FAPESP.
“El año pasado vimos incendios forestales que mataron gente, destruyeron propiedades e infraestructuras, causaron evacuaciones masivas, amenazaron medios de subsistencia y dañaron ecosistemas vitales. Los incendios forestales se están volviendo más frecuentes e intensos a medida que el clima se vuelve más cálido. Tanto la sociedad como el medio ambiente están sufriendo las consecuencias de ello”, afirma Jones en un comunicado de prensa.
Una temporada extrema
Aparte de catalogar incendios de alto impacto global, el estudio se concentró en explicar sus causas en tres regiones: Canadá, la Amazonia Occidental y Grecia. En ellas, el clima propicio para el surgimiento de incendios –caracterizado por las condiciones cálidas y secas que fomentan el fuego– ha cambiado significativamente al comparárselo con un mundo sin cambios climáticos.
De este modo, los investigadores arribaron a la conclusión de que los cambios climáticos elevaron el riesgo de que surgieran las condiciones favorables para los incendios en 2023-2024 al menos tres veces en el Canadá, 20 veces en la Amazonia y dos veces en Grecia, país que en agosto pasado volvió a sufrir las consecuencias, con órdenes de evacuación en las inmediaciones de Atenas y un pedido de ayuda a la Unión Europea para contener el fuego.
“Si no pensamos de manera más realista y actualizamos los modelos, no lograremos prepararnos en forma adecuada para el tamaño de los eventos que se producirán. Los eventos y sus impactos están manifestándose con una magnitud mayor que la que habíamos anticipado”, sostiene Anderson.
Con relación a las emisiones globales de carbono de los incendios, los bosques boreales canadienses aportaron más de nueve veces más que la media: casi una cuarta parte de las emisiones globales. Por otra parte, hubo una merma de las emisiones en las sabanas africanas.
Con datos de pronósticos climáticos, los científicos consignan que surgieron señales de los incendios en Canadá con entre uno y dos meses de antelación, en tanto que los horizontes de previsibilidad de los eventos ocurridos en Grecia y en la Amazonia fueron más acotados.
El futuro
Los modelos climáticos que se aplicaron para la elaboración del informe sugieren que la frecuencia y la intensidad de los incendios forestales extremos aumentarán para finales de este siglo, particularmente en escenarios en los cuales las emisiones de gases de efecto invernadero permanecen altas.
Para el año 2100, los eventos de magnitud similar a los de 2023 en Canadá serán de 6,3 a 10,8 veces más frecuentes en un escenario mediano-alto de emisiones. En tanto, la Amazonia Occidental podrá tener una temporada de incendios extremos casi tres veces más frecuente, y en Grecia se proyecta que se duplicarán. Por otra parte, un escenario de bajas emisiones puede limitar la probabilidad futura de incendios extremos.
Para la temporada de 2024-2025, los pronósticos sugieren una probabilidad continua superior a la media de un clima propicio para la eclosión de incendios –condiciones cálidas, secas y con vientos– en partes de América del Norte y América del Sur, que exhibieron condiciones favorables para el surgimiento de incendios en California, en las ciudades canadienses de Alberta y Columbia Británica y en el Pantanal brasileño en junio y julio pasados.
Con el apoyo de la FAPESP
La investigación también contó con el apoyo de la FAPESP en el marco de cuatro proyectos (20/15230-5; 21/07660-2; 20/16457-3; y 19/25701-8.
Puede leerse el artículo intitulado State of Wildfires 2023–2024 en el siguiente enlace: https://essd.copernicus.org/articles/16/3601/2024/essd-16-3601-2024-discussion.html.
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