Foto: DCStudio/Freepik
Es una amplia revisión que contó con la participación de investigadores brasileños y reunió conceptos e información sobre los impactos en el organismo de permanecer durante mucho tiempo sentado. E indicó la necesidad de realizar nuevos estudios con miras a evaluar los efectos de las intervenciones tendientes a combatir estas conductas
Es una amplia revisión que contó con la participación de investigadores brasileños y reunió conceptos e información sobre los impactos en el organismo de permanecer durante mucho tiempo sentado. E indicó la necesidad de realizar nuevos estudios con miras a evaluar los efectos de las intervenciones tendientes a combatir estas conductas
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Por Luciana Constantino | Agência FAPESP – El comportamiento sedentario, prevalente en la vida moderna y objeto reciente de la ciencia, cuenta ahora con una “enciclopedia” en la cual figuran desde información concerniente a sus impactos en el organismo y en la salud humana hasta conceptos y recomendaciones. En más de 100 páginas, producto de tres años de investigación, científicos brasileños y de instituciones internacionales revisaron la literatura referente al tema.
El mencionado trabajo refuerza el mensaje: “Siéntate menos, muévete más”. Y señala una serie de lagunas en los estudios clínicos y experimentales que deben rellenarse con miras a dilucidar los efectos fisiológicos de la combinación de ejercicios con interrupciones del período sedentario. No existen en la actualidad investigaciones suficientes como para recomendar en qué medida es necesario disminuir las conductas sedentarias para no poner en riesgo la salud. El estudio se publicó en la revista científica Physiological Reviews.
Aun las personas que practican ejercicios moderados durante un determinado lapso de tiempo diario, pero mantienen un comportamiento sedentario el resto del día –al permanecer mucho tiempo sentadas o acostadas cuando están despiertas–, corren mayores riesgos de desarrollar enfermedades cardíacas y vasculares, por ejemplo. En tales condiciones, su gasto de energía es demasiado bajo.
El trabajo muestra que el exceso de conductas sedentarias deriva entre otras cosas en la resistencia a la insulina, la disfunción vascular, la mengua de la aptitud cardiorrespiratoria y la pérdida de masa y fuerza muscular, sumado todo esto a un aumento de la masa de grasa corporal y visceral.
Asimismo, el tiempo excesivo durante el cual las personas permanecen sentadas o acostadas tiene impactos sobre las respuestas fisiológicas análogos a los que se informan con relación a la inactividad física, con escaso ejercicio.
Cuando se adoptan intervenciones a largo plazo destinadas a reemplazar o interrumpir el sedentarismo mediante actividades físicas entre leves y moderadas, los beneficios comprenden únicamente pequeñas mejorías de peso, de la circunferencia de la cintura, de porcentaje de grasa corporal, de glucemia en ayunas, de los niveles de insulina y de la función vascular en adultos y ancianos.
Así y todo, estas prácticas pueden servir como trampolín para incrementar la actividad física de las personas con dificultades para alcanzar metas de ejercicios, como los individuos con obesidad.
“Un punto importante del combate al comportamiento sedentario con actividades muy leves, tales como permanecer parados o caminar durante algunos minutos, reside en que pueden constituir una ‘puerta de entrada’ para que esas personas se vuelvan más activas de allí en adelante. Esta idea es sumamente atractiva desde el punto de vista de la salud pública, pero requiere de bases científicas, de estudios que muestren que esto ocurre realmente”, dice Bruno Gualano, docente de la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (FM-USP) y autor del artículo junto a los investigadores Ana Jéssica Pinto, Audrey Bergouignan (Université de Strasbourg), Paddy Dempsey (University of Cambridge), Hamilton Roschel (USP), Neville Owen y David Dunstan, estos dos últimos del Baker Heart and Diabetes Institute.
Gualano añade: “Hemos logrado sintetizar la fisiología del comportamiento sedentario. En nuestra área (la ciencia de la actividad física) se estudia mucho el ejercicio, el deporte, pero no así el comportamiento sedentario o la ausencia de movimiento, que sucede cuando pasamos mucho tiempo sentados”.
El movimiento
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la práctica de ejercicios físicos moderados durante entre 150 y 300 minutos semanales, o ejercicios vigorosos por 75 minutos para el mantenimiento y la mejoría de la salud mental y física.
Algunos estudios muestran que lo ideal sería dar al menos 8.000 pasos por día para disminuir los riesgos de mortalidad temprana causada por enfermedades evitables, aunque hallazgos recientes indican que alrededor de 7.000 pasos diarios ya reducen considerablemente las chances de una muerte prematura. La intensidad de la actividad física puede variar de leve (como caminar cuando se sale a hacer compras) y moderada (las que dejan a la persona con la respiración jadeante) a intensa (ejercicios que llevan al agotamiento).
Se estima que 1.000 millones de personas en el mundo padecerán obesidad en 2030, de acuerdo con el Atlas Mundial de la Obesidad de la organización internacional World Obesity Federation, una organización orientada hacia la disminución, la prevención y el tratamiento de esta enfermedad. En Brasil, se estima que la obesidad afectará entonces al 30 % de las personas adultas.
En la actualidad, la obesidad afecta al 22 % de los brasileños adultos. Esta condición se calculó aplicando el Índice de Masa Corporal, de acuerdo con datos del año 2021 recabados en el marco de la investigación Vigitel (Vigilancia de Factores de Riesgo y Protección para Enfermedades Crónicas mediante Cuestionario Telefónico), del Ministerio de Salud nacional. Para calcular el IMC, se divide el peso de la persona por su altura al cuadrado: se considera que un resultado ubicado entre 25 y 30 indica sobrepeso (una condición que afecta al 57 % de los brasileños adultos) y mayor que 30, obesidad.
La obesidad está relacionada con el aumento del riesgo de contraer otras enfermedades, tales como las del corazón, la diabetes, la hipertensión arterial, afecciones hepáticas y diversos tipos de cáncer (colon, recto y de mamas), problemas renales, asma y, más recientemente, con el agravamiento de los casos de COVID-19.
En los últimos años, el comportamiento sedentario también ha venido siendo asociado a la mortalidad por causas evitables. E incluso quienes practican algún tipo de ejercicio, pero permanecen un tiempo elevado manteniendo conductas sedentarias, corren riesgos de enfermarse.
“Esta es la revisión más abarcadora sobre el comportamiento sedentario. Esperamos que este trabajo despierte el interés de otros investigadores con respecto al tema y oriente estudios futuros tendientes a mejorar la calidad de las evidencias, rellenar lagunas en la literatura y evitar las actuales limitaciones en el área del comportamiento sedentario y la salud”, dice la investigadora Ana Jéssica, autora principal del artículo.
Durante su etapa como estudiante doctoral en la USP, en el año 2020, Jéssica se hizo acreedora al premio de la Sedentary Behaviour Research Network (SBRN, Canadá), en la categoría Alumna/Becaria, en su primera edición. Dicho reconocimiento fue por su dedicación, compromiso y aportes al área de la conducta sedentaria (lea más en portugués, en: agencia.fapesp.br/33948/).
La investigadora fue becaria de la FAPESP en su doctorado –bajo la dirección de Gualano en el Grupo de Investigación de Fisiología Aplicada & Nutrición de la FM-USP– y durante una pasantía realizada en el exterior. Ahora se desempeña en la Universidad de Colorado (EE. UU.).
Modelos limitados
Otra laguna que, según los científicos, ha quedado evidente con este trabajo, se refiere a la limitación de los actuales modelos experimentales que se aplican en las investigaciones del área, que dificultan la comprensión de la fisiología del comportamiento sedentario. Entre dichos modelos se encuentran el reposo en la cama, la inmovilización, la disminución del conteo de pasos y la merma o la interrupción de la conducta sedentaria prolongada.
“Los modelos actuales adolecen de muchas limitaciones. Cuando se estudia la fisiología de una persona sana que permanece en cama o enyesada durante un lapso de tiempo, pongamos, de 30 días, por ejemplo, debemos tener en mente que esto no es lo que sucede en el mundo real. Normalmente, las personas mezclan períodos sedentarios con alguna intercalación de actividad física, aunque sea muy leve”, explica Gualano.
Este punto es importante, ya que los trabajos incluidos en la revisión en su mayoría se realizaron en grupos poblacionales sanos, es decir, que no exhibían factores de riesgo alterados. Podrían observarse efectos mayores de interrupción del comportamiento sedentario en poblaciones no sanas. Asimismo, las evidencias sobre los efectos adversos del sedentarismo valen fundamentalmente para adultos y para ancianos, ya que para niños y adolescentes existen menos estudios disponibles.
En el artículo se examinaron las evidencias fisiológicas relevantes relacionadas con el peso corporal y el balance energético, el metabolismo intermedio y el sistema cardiovascular, el respiratorio, el musculoesquelético y el nervioso, además de la inmunidad y las respuestas inflamatorias.
Puede arribarse a la conclusión de que el gasto energético, la frecuencia cardíaca, el flujo sanguíneo musculoesquelético y la actividad contráctil son mayores en la posición sentada que en decúbito o acostados, pero menores que en pie y durante la actividad física de cualquier intensidad.
Con el apoyo de un Proyecto Temático de la FAPESP
La investigación también contó con el apoyo de la FAPESP en el marco del Proyecto Temático intitulado “Para acortar el tiempo sedentario en poblaciones clínicas: el estudio take a stand for health”, del cual Gualano es el investigador responsable y cuyo objetivo consiste en poner a prueba intervenciones tendientes a disminuir las conductas sedentarias.
La propuesta es investigar los efectos clínicos, fisiológicos, metabólicos y moleculares de la disminución del comportamiento sedentario en poblaciones específicas. Para ello están realizándose ensayos clínicos aleatorizados y estudios de laboratorio con pacientes que padecen artritis reumatoide, personas con obesidad –sometidas a cirugía bariátricas– y, más recientemente, con COVID largo.
“Por más que contemos con una individualización de la prescripción tendiente a disminuir el comportamiento sedentario entendiendo la rutina de la persona para que la actividad física quepa en su agenda, la adhesión ha resultado difícil. Hicimos eso con pacientes con obesidad y con enfermedades reumatológicas, y el resultado en términos de merma de las conductas sedentarias se ha ubicado aquende de lo que imaginábamos. Lo que demuestra cuán automáticos y arraigados son esos hábitos y, por ende, cuán difícil resulta la adhesión a los programas diseñados para combatirlos”, sostiene Gualano.
Puede leerse el artículo intitulado The Physiology of Sedentary Behavior en el siguiente enlace: journals.physiology.org/doi/abs/10.1152/physrev.00022.2022.
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