Este fue el análisis de los participantes de la mesa redonda intitulada “La bioenergía como palanca de la transición energética”, organizada por el Programa FAPESP de Investigaciones en Bioenergía (imagen: reproducción/Agência FAPESP)

Los biocombustibles son cruciales en la transición energética, pero hay que ganarle a la desinformación
20-07-2023
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Este fue el análisis de los participantes de la mesa redonda intitulada “La bioenergía como palanca de la transición energética”, organizada por el Programa FAPESP de Investigaciones en Bioenergía

Los biocombustibles son cruciales en la transición energética, pero hay que ganarle a la desinformación

Este fue el análisis de los participantes de la mesa redonda intitulada “La bioenergía como palanca de la transición energética”, organizada por el Programa FAPESP de Investigaciones en Bioenergía

20-07-2023
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Este fue el análisis de los participantes de la mesa redonda intitulada “La bioenergía como palanca de la transición energética”, organizada por el Programa FAPESP de Investigaciones en Bioenergía (imagen: reproducción/Agência FAPESP)

 

Por José Tadeu Arantes  |  Agência FAPESP – Con tierras, sol y vastas áreas de pasturas para convertirse en plantaciones, los llamados países emergentes (China, la India, otras naciones asiáticas, africanas o latinoamericanas y principalmente Brasil) pueden llegar a cumplir un rol crucial en la transición energética. Al abastecer a los mercados globales con biocombustibles (de caña de azúcar, maíz y otros cultivos), harán su aporte a la disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero y a la consecución de la meta de una tasa neta (emisiones menos absorciones) igual a cero a mediados de este siglo. Al mismo tiempo, tendrán en ello una importante fuente de ingresos, que puede contribuir a achicar las grandes asimetrías económicas existentes en el planeta.

Esta perspectiva es altamente prometedora, pero existe un gran obstáculo que habrá que sortear: los falsos relatos que siguen circulando en el mundo, fundamentalmente en los países ricos de Europa. “Hasta hace poco tiempo, el relato indicaba que no había tierras suficientes y que la producción de biocombustibles iba a competir con la producción de alimentos y a contribuir con la degradación forestal, cosa que quedó totalmente desmentida por la experiencia brasileña. Ahora, el relato señala que puede no haber biomasa suficiente. Cuando entran en la cuenta los biocombustibles de aviación, los biocombustibles marítimos y los planes europeos de no permitir en su territorio el uso de ningún producto agrícola, sino solamente residuos, surge ese nuevo relato”, dijo Glaucia Mendes Souza, profesora titular del Instituto de Química de la Universidad de São Paulo (IQ-USP) e integrante de la coordinación del Programa FAPESP de Investigaciones en Bioenergía (BIOEN). 

El tema se debatió en la mesa redonda intitulada La bioenergía como palanca de la transición energética, organizada el pasado 20 de junio por la FAPESP, que congregó a diversos expertos del sector.

“Analizamos la situación de Brasil, Argentina, Colombia y Guatemala teniendo en cuenta inicialmente biocombustibles que ya se encuentran afianzados: el etanol de caña de azúcar y de maíz, y el biodiésel de soja y de palma. Y arribamos a la conclusión de que en todos los casos las disminuciones de las emisiones son significativas, pues llegan al 86 %, que los productos son competitivos con el precio del petróleo y generan empleos, y que esos países poseen tamañas áreas de pasturas que, de pretender duplicar la producción, lo lograremos con un 5 % en promedio de conversión de esas áreas en cultivos destinados a la producción de bioenergía. Y en el caso brasileño, con tan solo un 3 %”, afirmó Mendes Souza.

Esta expectativa de duplicación en Brasil es incluso conservadora, pues existen estudios que demuestran que, al reutilizar únicamente áreas de pasturas degradadas, sin talar un solo árbol de la Amazonia o del Cerrado (el bioma de sabana brasileño), es posible multiplicar por seis la producción actual de biocombustibles. “Ahora estamos mirando a Asia: a China, la India, Tailandia y Malasia. Y también hacia Sudáfrica. La conclusión indica que todos esos países, excepto Malasia, poseen considerables tierras de pasturas que podrían utilizarse”, añadió la investigadora, en referencia a un estudio que se está llevando adelante en el ámbito de la Agencia Internacional de Energía (IEA).

Tal como lo pusieron de relieve otros integrantes de la mesa durante el evento, el problema reside en que la ignorancia es enorme. Y una vez más, se la está utilizando para la elaboración de relatos que atienden a intereses económicos situados a contramano de una efectiva transición energética.

Uno de los subtemas polémicos que se abordaron en la mesa redonda fue el de los vehículos eléctricos, a menudo mostrados como una especie de panacea con miras a limpiar las emisiones en el sector de transportes. “Desafortunadamente, en Brasil estamos haciendo nuestra una discusión que no lo es. Una cosa debe quedar clara: la movilidad del futuro será electrificada. Esto significa que la energía que llega a las ruedas de los vehículos la producirán motores eléctricos. Porque eso es mucho más eficiente y elimina una serie de componentes. Y fundamentalmente porque cuando los vehículos frenan, es posible transformar a sus motores en generadores y recuperar un 30 % de la energía que gastan, una energía que en la actualidad se desperdicia cuando pisamos el freno”, dijo Ricardo Abreu, consultor de temas de movilidad de la Unión de la Industria de la Caña de Azúcar y Bioenergía (Unica), la entidad que representa a las principales compañías productoras de azúcar, etanol y bioelectricidad de la región centro-sur de Brasil.

Que los vehículos serán electrificados es punto de consenso. Pero este no es el nudo de la cuestión. De acuerdo con Abreu, la disputa reside en saber si serán totalmente eléctricos o no. “En el futuro, los vehículos tendrán una especie de tabla montada totalmente con baterías y un motor eléctrico en cada rueda, o en dos ruedas al menos. Pero será necesario cargar de algún modo ese conjunto de baterías. De abastecérselas externamente, el vehículo será un 100 % eléctrico. Pero es posible disminuir en un 80 % la cantidad de baterías y poner un generador de electricidad en el interior del vehículo: un motor de combustión interna que cargará las baterías. Ese vehículo será entonces híbrido”, explicó.

Según el consultor, la opción por los vehículos totalmente eléctricos no es que se está materializando por una cuestión de sostenibilidad, sino por intereses económicos que apuntan a mantener el mercado, y por intereses geopolíticos, de no depender de los países productores de combustibles de bajo carbono. “Pero esto no es problema nuestro. No debemos entrar en esa discusión. Si hoy tomásemos por decreto la decisión de tener únicamente vehículos 100 % eléctricos, ¿cuáles serían los problemas? Primeramente, la falta de infraestructura de carga. En segundo lugar, las baterías, que son muy caras, y requieren materiales raros, concentrados tan solo en algunos lugares, lo que crearía la mentada dependencia geopolítica que se pretende evitar. Europa se lanza hacia los vehículos eléctricos porque no quería quedarse en las manos del jeque del petróleo, y así cayó en las manos del chino de las baterías”, argumentó.

Abreu sostuvo que es posible tener vehículos híbridos, con baterías pequeñas y motores de combustión interna alimentados con combustible de bajo carbono; etanol, por ejemplo. “Es una solución más rápida, pues no requiere de toda una infraestructura, es más barata, porque disminuye el costo de las baterías, y puede hacerse totalmente en Brasil”, dijo. Y añadió que una producción volcada completamente hacia los vehículos 100 % eléctricos, debido al costo del producto, llevaría a una disminución del consumo y, por consiguiente, al envejecimiento del parque circulante y al aumento aún mayor del foso abisal que separa a las clases sociales en el país.

Otro problema con relación a los vehículos eléctricos reside en dónde buscar la electricidad. El camino implementado inicialmente en Europa fue duramente criticado durante el evento por Hugo Cagno Filho, presidente de la Unión Nacional de la Bioenergía (Udop). “Los europeos presentaron al coche eléctrico como una opción no contaminante y fueron a recuperar minas de carbón para producir la electricidad. Esa fue la mayor aberración que he visto en mi vida”, dijo.

Cabe recordar que el carbón es el combustible fósil más contaminante: cuando se lo quema, emite alrededor de dos veces más dióxido carbono (CO2) que el gas natural y un 30 % más que la gasolina. “Ahora se han percatado de lo que hicieron y están modificando los términos orientándose hacia el hidrógeno. Nosotros creemos que una de las fuentes de hidrógeno será el etanol. Pero [el hecho es que] el hidrógeno no se producirá en las actuales centrales, sino dentro de los propios vehículos. Ya existe en Brasil un coche que lo hace desde hace muchos años”, comentó Cagno Filho.

De acuerdo con el presidente de la Udop, existen aún dos trabas para lograr un mayor uso del bioetanol combustible de Brasil: la falta de concientización ambiental de los consumidores y la política de precios. “Estoy hace 49 años en el sector. Y desafortunadamente hasta ahora no hemos logrado concientizar al pueblo brasileño de que el etanol es algo nuestro, que no contamina. No existe una política pública de concientización del uso de la energía limpia. La gente solamente ve el precio en el surtidor. Nadie consume el etanol porque no contamina: se lo consume porque es más barato. Y cuando el gobierno implementa políticas tendientes a bajar el precio de la gasolina, entramos en esa jarana juntos. Este año, por ejemplo, estamos atravesando una dificultad muy grande: las centrales orientaron su producción hacia el azúcar, porque el precio del etanol se encuentra por debajo del costo de producción. Tendremos un promedio de un 30 % de etanol ante un 70 % de azúcar. Y aun así la mayor parte será etanol anhidro, para su mezcla en la gasolina”, enfatizó.

Pese a los obstáculos, el tono predominante en los dos paneles que se realizaron durante el evento fue de optimismo con relación al papel de los biocombustibles en la transición energética. Incluso ante la posibilidad de que se exploten otros subproductos o derivados con gran valor agregado, además del bioetanol y del biodiésel. “La industria del petróleo pautó toda la historia de la química y de la producción de energía. Así fue como se desarrollaron modelos que se adecuan al petróleo. Pero las estructuras químicas de los productos renovables son bastante diferentes. El petróleo posee poco oxígeno, mientras que los renovables lo tienen en abundancia. Por eso, cuando intentamos hacer con los combustibles renovables algo similar a lo que se hace con el petróleo, nos vemos obligados a desechar mucha masa. En la producción de polietileno con base en etanol, por ejemplo, por cada kilo de polietileno producido, se desechan 2,4 kilos de agua. Esto ocurre porque estamos forzando la situación, intentando adaptar una cosa a la otra”, ponderó Luis Fernando Cassinelli, docente de Envases Poliméricos del Instituto Mauá de Tecnologia y miembro de la coordinación del BIOEN-FAPESP.

En contrapartida, según el coordinador, están surgiendo diversos bioproductos interesantísimos. “Uno de ellos es la metionina, un aminoácido bastante empleado en la alimentación de pollos. La metionina de origen renovable es mucho más barata que la elaborada con petróleo. Otro caso es el del ácido succínico, que da origen a una serie de productos. Elaborado con base en petróleo, costaba 10 dólares el kilo. Hecho con biomasa renovable cuesta 2 dólares”, ejemplificó.

Cassinelli recordó que el propio motor flex utilizado en los vehículos fabricados en Brasil fue un intento de adaptación y dijo que no es ideal para funcionar con alcohol. Según el científico, un motor totalmente dedicado sería mucho más eficiente. “Estamos en una fase de transición. Existe una gran oportunidad para Brasil. Nunca tuvimos una oportunidad tan buena como la que tenemos ahora con la bioenergía. El área de investigación es sumamente importante para dotar de herramientas a este desarrollo. Y creo que esta vez, al contrario de lo que sucedió en otras ocasiones, no perderemos la oportunidad”, culminó diciendo.

La mesa redonda “La bionergía como palanca de la transición energética” contó con dos paneles. En el primero –“El futuro de las biorrefinerías”–, aparte de Cagno Filho y Cassinelli, participaron Angela Oliveira da Costa, de la Empresa de Investigación Energética (EPE), vinculada al Ministerio de Minería y Energía de Brasil, y Alysson Camargo de Oliveira, de Geo Biogas & Tech. La coordinación estuvo a cargo de Rubens Maciel Filho, profesor titular de la Universidad de Campinas (Unicamp) y miembro de la coordinación del BIOEN-FAPESP.

En el segundo panel –“Biocombustibles y mercados emergentes” –, además de Mendes Souza y Abreu, participaron Aulus Binelli, de Vesta Greentech, y Erwin Franieck, de SAE Brasil. La coordinación fue de Luiz Augusto Horta Nogueira, docente de la Universidad Federal de Itajubá e integrante de la coordinación del BIOEN-FAPESP.

La apertura del evento contó con las participaciones de Marcio de Castro Silva Filho, director científico de la FAPESP, Marisa Barros, subsecretaria de Energía, Petróleo, Gas y Minería de la Secretaría de Medio Ambiente, Infraestructura y Logística del Estado de São Paulo, Carlos Nabil Ghobril, coordinador de la Agencia Paulista de Tecnología de Agronegocios (APTA), y Glaucia Mendes Souza.

La mesa redonda “La bionergía como palanca de la transición energética” completa se encuentra disponible en el siguiente enlace: www.youtube.com/watch?v=wc8T2tEogaI.

 

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