En confrontación con el pensamiento predominante desde el siglo XVIII, el filósofo y médico francés concibió el organismo como una totalidad en interacción con el medio, y no como un mero agrupamiento de partes cuyo funcionamiento dependería únicamente de la presencia considerada cuantitativamente normal de sustancias orgánicas (foto: 1U2M1/Wikimedia Commons)

La influencia de Kant en la obra de Georges Canguilhem, quien anticipó conceptos de la medicina actual
06-07-2023
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En confrontación con el pensamiento predominante desde el siglo XVIII, el filósofo y médico francés concibió el organismo como una totalidad en interacción con el medio, y no como un mero agrupamiento de partes cuyo funcionamiento dependería únicamente de la presencia considerada cuantitativamente normal de sustancias orgánicas

La influencia de Kant en la obra de Georges Canguilhem, quien anticipó conceptos de la medicina actual

En confrontación con el pensamiento predominante desde el siglo XVIII, el filósofo y médico francés concibió el organismo como una totalidad en interacción con el medio, y no como un mero agrupamiento de partes cuyo funcionamiento dependería únicamente de la presencia considerada cuantitativamente normal de sustancias orgánicas

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En confrontación con el pensamiento predominante desde el siglo XVIII, el filósofo y médico francés concibió el organismo como una totalidad en interacción con el medio, y no como un mero agrupamiento de partes cuyo funcionamiento dependería únicamente de la presencia considerada cuantitativamente normal de sustancias orgánicas (foto: 1U2M1/Wikimedia Commons)

 

Por José Tadeu Arantes  |  Agência FAPESP – La salud es “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones y enfermedades”, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esta afirmación es del año 1946, pero el pensamiento que le da base no constituye precisamente algo nuevo. Es posible hallar precedentes al respecto desde la Antigüedad, tanto en Oriente como en Occidente. No obstante, en Europa, territorio por excelencia de la cultura occidental, esta perspectiva fue subestimada en el transcurso de los siglos XVIII y XIX, en función de un enfoque reduccionista que consideraba que la enfermedad era un fenómeno estrictamente somático. Este punto de vista empezó ponerse en cuestión posteriormente. En el siglo XX, uno de los grandes protagonistas de esta revisión fue el filósofo y médico francés Georges Canguilhem (1904-1995).

Discípulo de Gaston Bachelard (1884-1962), compañero de Jean-Paul Sartre (1905-1980), Paul Nizan (1905-1940) y Raymond Aron (1905-1983), y maestro de Michel Foucault (1926-1984), Canguilhem fue un referente de la intelectualidad francesa. Su influencia fue reconocida por pensadores del calibre de Jacques Lacan (1901-1981), Gilles Deleuze (1925-1995) y Jacques Derrida (1930-2004).

El acercamiento de Canguilhem a la medicina en la mitad de la década de 1930 y comienzos de los años 1940 ocurrió cuando ya ocupaba una posición sólida en el terreno de la filosofía, y convergió con otra inflexión dramática en su trayectoria. De ser hasta ese entonces un pacifista radical, adhirió a la lucha armada contra el nazifascismo y tuvo un rol activo en la Resistencia Francesa, tal el nombre que se le dio al conjunto heterogéneo de organizaciones combatientes contra los invasores alemanes y contra el régimen colaboracionista de Vichy durante la Segunda Guerra Mundial. En ese período, y en una coyuntura histórica y política bastante compleja, culminó sus estudios de medicina con el objetivo de ejercer una labor práctica complementaria a su actividad filosófica. Por su acción como combatiente y médico de la Resistencia, Canguilhem fue condecorado por el gobierno provisional encabezado por Charles de Gaulle (1890-1970) con la Cruz de Guerra en el año 1944.

Autor de un artículo publicado en el periódico científico History and Philosophy of the Life Sciences, Emiliano Sfara, quien realizó un posdoctorado en filosofía entre los años 2018 y 2022 en la Universidad de São Paulo (USP), en Brasil, sostiene que la concepción de técnica derivada de la Crítica del Juicio, de Immanuel Kant (1724-1804), tuvo una gran influencia sobre Canguilhem durante los años que precedieron a la Segunda Guerra Mundial, lo cual podría explicar su giro a la medicina.

“Otros estudios históricos ya habían señalado la influencia de la filosofía de Immanuel Kant en la obra de Georges Canguilhem. Especialmente en lo atinente a una concepción de ‘conocimiento’ originada de la Crítica de la razón pura como unificación de un conjunto heterogéneo de datos a cargo de un intelecto ordenador. Y a una noción de ‘organismo’ inspirada en la Crítica del Juicio, como una totalidad integral de partes que interactúan simultáneamente unas con otras. Con este artículo intenté demostrar que un tercer tema importante referente a la ‘técnica’ se constituye en el pensamiento de Canguilhem durante la segunda mitad de la década de 1930, también en la estela de la filosofía de Kant”, comenta Sfara, en la actualidad investigador en el Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología en Estudios Interdisciplinarios y Transdisciplinarios en Ecología y Evolución (INCT IN-TREE), con sede en la Universidad Federal de Bahía (UFBA).

Y así lo explica: “En la sección 43 de la Crítica del Juicio, Kant afirma que la capacidad técnica se distingue de la facultad teórico-científica. La técnica es lo que el sujeto hace con su medio. Es un movimiento vital de construcción o fabricación de objetos o herramientas que contribuyen para que la persona pueda vivir en su medio. Y esto no es reductible a la ciencia. Análogamente, Canguilhem postula que la ciencia es posterior a la técnica. La práctica viene primero, la teoría surge después. Este movimiento es muy evidente en el arte. El artista parte de un proyecto, es cierto. Pero el desarrollo de la obra no está sujeto al proyecto, que se reconstruye en el transcurso del proceso. Este aporte práctico de la interacción del sujeto con el medio, cuyas raíces se encuentran en las teorías de Kant, fue sumamente importante en la evolución del pensamiento de Canguilhem, e incluso tuvo influjo en su decisión de estudiar medicina, como así también en la concepción de medicina que desarrolló”.

Sfara subraya que, tras haber sido un simpatizante de los valores del Partido Radical francés en su juventud, Canguilhem giró a la izquierda más o menos a la mitad de los años 1930, pero no adhirió al modelo estalinista instaurado en la Unión Soviética. Posteriormente, tal como lo sostuvieron algunos pensadores actuales que lo conocieron (como la filósofa y matemática Hourya Benis Sinaceur, por ejemplo), él se acercó a los preceptos igualitarios simbolizados por la tríada de la Revolución Francesa: “Liberté, Egalité, Fraternité” (Libertad, Igualdad, Fraternidad).

Su gran aporte se concretó efectivamente en los campos de la medicina y la filosofía de la ciencia. Su obra escrita más importante, Le Normal et le Pathologique (Lo normal y lo patológico), constituye básicamente una reedición de su tesis doctoral en medicina presentada en 1943, con el agregado de un ensayo escrito en 1966. Este libro se encuentra traducido en castellano y puede accederse a él libremente vía internet en formato PDF.

“En su tesis, Canguilhem rompió con una parte de la tradición médica francesa de los siglos XVIII y XIX y anticipó conceptos sumamente actuales de la medicina. Al aferrarse a una visión puramente analítica y cuantitativa, médicos como François Broussais (1772-1838) creían que todas las enfermedades eran producto del exceso o la falta de alguna sustancia orgánica, como la sangre. Y que por eso mismo una leve sangría podría sanar muchas de ellas. Con ese objetivo, durante la primera mitad del siglo XIX, Francia importó 33 millones de sanguijuelas medicinales desde el sur de Europa. Canguilhem concibió el organismo como una totalidad en interacción con el medio, y no como un mero agrupamiento de partes cuyo funcionamiento dependería únicamente de la presencia considerada cuantitativamente normal de sustancias orgánicas”, afirma Sfara.

En Canguilhem, el enfoque cambia de sentido. Ya no va de la parte al todo, sino (análogamente al Kant de la Crítica del Juicio) del todo a la parte. Deja de verse al organismo como una fabricación y pasa a entendérselo como una singularidad. La vida no puede deducirse a partir de leyes fisicoquímicas: es necesario partir del propio ser vivo para entender la vida. La práctica es el puente que une a esa singularidad con el medio. Al tiempo que altera el medio, la práctica modifica al organismo. Y contribuye a determinar sus estados fisiológicos.

“De este modo, Canguilhem da a entender que, para encontrarse en un estado denominado normal, es decir, de salud, un determinado organismo debe adaptar sus propias normas de funcionamiento al ambiente externo, en el decurso de la interacción práctica concreta entre él y ese ambiente. Un organismo humano se encuentra en un estado ‘normal’ cuando la media de sus latidos cardíacos disminuye considerablemente al cabo de un determinado período de largas carreras diarias, por ejemplo. Pensamos en el caso de un maratonista, que debe entrenarse todos los días”, comenta Sfara.

Y añade: “Para Canguilhem, la enfermedad deriva de una inadaptación entre la parte, el organismo y el medio. Y a menudo se manifiesta como un sentirse mal. Los mecanismos adaptativos del organismo pueden corregir disfunciones patológicas”.

El artículo científico al que aquí se hace referencia es el resultado de la investigación de posdoctoral de Sfara, supervisada por Márcio Suzuki y apoyada por la FAPESP.

Puede accederse a la lectura del artículo intitulado From technique to normativity: the influence of Kant on Georges Canguilhem’s philosophy of life en el siguiente enlace: link.springer.com/article/10.1007/s40656-023-00573-8

 

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