Así lo sostuvo Sergio Adorno, participante en un seminario online organizado por la Academia de Ciencias del Estado de São Paulo que reunió a diversos expertos para debatir la violencia y la radicalización en Brasil, el tema del séptimo y último capítulo del libro FAPESP 60 anos: A Ciência no Desenvolvimento Nacional (foto: Gobernación del Estado de São Paulo/difusión)
Así lo sostuvo Sergio Adorno, participante en un seminario online organizado por la Academia de Ciencias del Estado de São Paulo que reunió a diversos expertos para debatir la violencia y la radicalización en Brasil, el tema del séptimo y último capítulo del libro FAPESP 60 anos: A Ciência no Desenvolvimento Nacional
Así lo sostuvo Sergio Adorno, participante en un seminario online organizado por la Academia de Ciencias del Estado de São Paulo que reunió a diversos expertos para debatir la violencia y la radicalización en Brasil, el tema del séptimo y último capítulo del libro FAPESP 60 anos: A Ciência no Desenvolvimento Nacional
Así lo sostuvo Sergio Adorno, participante en un seminario online organizado por la Academia de Ciencias del Estado de São Paulo que reunió a diversos expertos para debatir la violencia y la radicalización en Brasil, el tema del séptimo y último capítulo del libro FAPESP 60 anos: A Ciência no Desenvolvimento Nacional (foto: Gobernación del Estado de São Paulo/difusión)
Por Maria Fernanda Ziegler | Agência FAPESP – Un estudio realizado en Brasil por el Centro de Ciencia Aplicada a la Seguridad Pública de la Fundación Getúlio Vargas (CCAS-FGV) arribó a la conclusión de que el uso de cámaras instaladas en los uniformes de los policías militarizados del estado de São Paulo redujo un 57 % la cantidad de muertes derivadas de la intervención policial con relación a la media del período anterior a la implementación de dicha tecnología.
De acuerdo con el estudio, esta baja correspondería a 104 muertes evitadas solamente durante los primeros 14 meses de funcionamiento de las cámaras si se considera únicamente el Área Metropolitana de São Paulo (RMSP, en portugués).
“El uso de las cámaras es objeto de un debate meramente tecnológico en la seguridad pública. Así y todo, su implementación en la Policía Militarizada de São Paulo puso en el tapete cuestiones importantes sobre la radicalización y la violencia. Un ejemplo es el que concierne a si el uso excesivo de la fuerza constituye un problema público o no”, dijo Joana Monteiro, coordinadora de la investigación.
Y la científica añade: “Se ha llegado un extremo de radicalización y de normalización de la violencia en el país que una parte enorme de la sociedad naturaliza el uso excesivo de la fuerza policial, al decir que matar forma parte de ese trabajo, que las intervenciones pueden generar la muerte de personas y que quienes mueren no son ciudadanos de bien”.
Este análisis se conoció durante el seminario online “Violencia y radicalización”, organizado por la Academia de Ciencias del Estado de São Paulo (Aciesp) con el objetivo de debatir el séptimo y último capítulo del libro FAPESP 60 anos: A Ciência no Desenvolvimento Nacional [60º aniversario de la FAPESP. La ciencia en el desarrollo nacional de Brasil].
De acuerdo con los expertos que participaron en el panel, la naturalización del tratamiento desigual en la aplicación de la ley y en la garantía de los derechos fundamentales –la supuesta división entre “personas de bien” y “personas de mal”–, si bien se encuentra exacerbada en los días actuales, no constituye una novedad.
“La tradición jurídica liberal lleva aparejada una paradoja, en la cual el mercado opera inevitablemente desigualando en forma material a los ciudadanos de acuerdo con sus méritos, y, por otra parte, el derecho iguala formalmente, adjudicando un mínimo de derechos en común a todos los ciudadanos con miras a minimizar la desigualdad necesariamente impuesta por el mercado. En este sentido, la desigualdad económica constituye un factor natural de la teoría liberal”, argumentó Roberto Kant de Lima, investigador del Instituto de Estudios Comparados en Administración de Conflictos de la Universidad Federal Fluminense (InEAC-UFF).
Kant de Lima explicó que las instituciones de seguridad pública se implementaron en Brasil durante la época colonial, con la fuga de la familia real portuguesa de su país tras las invasiones napoleónicas y su posterior arribo a Río de Janeiro. “Se implementaron las mismas instituciones de la monarquía y hasta los días actuales la policía se considera descendiente de la guardia real. Pero cabe decir entonces que la guardia real no era la policía: era un instrumento de control social de un rey absoluto. Acá en Río de Janeiro, por ejemplo, el símbolo de la policía es la corona del rey João VI”, comenta.
El investigador puso de relieve también el impacto de la esclavitud en esa división. “Los esclavos eran semovientes en el derecho civil, pero estaban sujetos al derecho penal. Todo eso crea un escenario de control social represivo y jurídicamente desigual. En Brasil no existe propiamente un sistema de justicia penal, como en la tradición anglosajona. La investigación policial es una atribución de la acción policial. De este modo, la investigación policial termina separando las incumbencias policiales de la Justicia”, dijo.
Para Sergio Adorno, docente de la Universidad de São Paulo (USP) y organizador del capítulo del libro, el relato de igualitarismo judicial justifica una desigualdad de derechos que se ubica en la raíz de la violencia de unos contra los otros y en su normalización.
“La violencia y la radicalización son temas complejos, que no se reducen a un problema de la ley y del orden, y de la represión, o tan solo a un problema de aplicación de nuevas tecnologías de control. Tiene que ver con las cuestiones de control del orden público, pero también con la cultura política de la sociedad y de cómo esta afronta la vida. En las sociedades modernas aprendemos que la vida es un patrimonio de todos, independientemente de las diferencias de raza, clase, color, propiedad y poder. Pero en la práctica lo que vemos es que la vida de unos no tiene el mismo valor que la de otros”, dijo.
El negacionismo
De acuerdo con los especialistas, la normalización de la violencia proviene también de una escisión en la sociedad y del incremento de la radicalización política que deriva entre otras acciones en un descrédito de la ciencia.
Monteiro comentó que el estudio con las cámaras de seguridad, si bien tuvo una buena aceptación por parte de la policía, generó una repercusión negativa entre algunos agentes, a punto tal que uno de ellos le envió un e-mail a una de las investigadoras cuestionando y descalificando el trabajo.
“La seguridad pública es el área del gobierno que menos se vale de la ciencia. Trabajo con este tema desde el año 2015 y es impresionante la diferencia desde entonces. Existe una normalización de la violencia [la muerte de personas] y un discurso de radicalización muy fuerte. Las críticas que se le formulan al estudio –que solo podrían haberlo realizado policías y que los policías no deberían ser hiperinspeccionados– muestran incluso un desconocimiento muy grande acerca de qué es ciencia y de cuál es su rol”, dijo Monteiro.
Renato Janine Ribeiro, presidente de la Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia (SBPC), también destacó los ataques a los científicos. “No es fortuito que la extrema derecha haya escogido como blancos principales a los científicos y a los periodistas, pues son las dos áreas que más expresan aquello que ellos más se rehúsan a aceptar: los hechos. El problema es que hemos perdido ese punto en común. Hemos perdido esa posibilidad, pues hay gente que niega sistemáticamente los hechos, ya sea los resultados de una elección o un problema presupuestario”, afirmó.
Marcos Nobre, presidente del Centro Brasileiro de Análise e Planejamento (Cebrap), afirmó que otro aspecto de este cambio reside en la manera de informarse, de consumir medios de comunicación y entretenimiento. “La ampliación del abanico de elección de medios y de opciones de fuentes de información ha derivado en un nivel más enrarecido de información política. Esto es paradójico y se lo constata en los estudios empíricos todo el tiempo.”
El investigador propuso que se deje de lado la expresión polarización para describir el problema actual. “Lo que existe actualmente, y no solo en Brasil sino a nivel global, es una división entre dos mundos. La polarización comprende posturas distintas en un mismo campo magnético, por ejemplo. Pero la situación actual comprende posturas políticas que no se ubican en el mismo campo. Es efectivamente una división de dos campos que ya no aceptan las mismas reglas de convivencia social, no solamente las del juego democrático. En el caso específico de la democracia, quienes pierden las elecciones no aceptan la legitimidad de quienes las han ganado. Y esto es esencial en una democracia”, declaró Nobre.
Para el investigador, la situación es grave. “La violencia y la radicalización entran en este tema de una manera sumamente importante, pues en lugar de haber una guerra civil declarada entre dos bandos en el terreno militar, esto transcurre en el terreno político. Por ende, se trata de una situación límite, pues la ascensión de la extrema derecha en diversas partes del mundo amenaza el suelo común, que es la democracia como regla de convivencia social. Y la globalización de esta división política es un hecho ineludible. Muchos países han tomado el camino del autoritarismo”, dijo.
De acuerdo con Nobre, no faltan en el mundo ejemplos de autoritarismo. “Probablemente el caso de la India es el más preocupante. Pero es una amenaza que ya se ha concretado en un país como Italia y que ronda en naciones como Francia y Estados Unidos, por mencionar algunos ejemplos”, afirmó.
El investigador menciona algunos aspectos y algunas dimensiones del cambio político radical. “Primeramente, los sistemas partidarios, tal como funcionaron hasta la década de 1990, entraron en colapso. La centralidad de la información en algunos medios de comunicación está desapareciendo, si es que ya no ha desaparecido. Las elecciones a intervalos regulares están perdiendo legitimidad. Asimismo, la posibilidad de ignorar la política no existe, pues ella constituye un mediador social de enorme relevancia en muchos ámbitos de la vida. Por último, es necesario tener en cuenta que las campañas políticas han cambiado radicalmente”, enumeró.
El sétimo capítulo del libro FAPESP 60 anos: A Ciência no Desenvolvimento Nacional contó con la compilación de Sergio Adorno y fue escrito en colaboración con Renato Janine Ribeiro, Marcos Nobre, Roberto Kant de Lima, Joana da Costa Martins Monteiro y Maria Hermínia Tavares Almeida, del Cebrap.
También participaron en el seminario online Vanderlan S. Bolzani, presidente de la Aciesp, y Adriano Andricopulo, director ejecutivo de la entidad.
Puede accederse al evento completo en el siguiente enlace: youtube.com/watch?v=1UUR7PHKs4M.
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