Un estudio del Centro Nacional de Monitoreo y Alertas de Desastres Naturales pone de relieve la simultaneidad de fenómenos climáticos ocurridos en el país causados por el exceso de precipitaciones en las regiones norte, sudeste y en parte de la región centro-oeste, y por la escasez hídrica en el sur y parte del nordeste (una zona del estado de Minas Gerais afectada por las lluvias; crédito: Gil Leonardi/Imprensa MG)
Un estudio del Centro Nacional de Monitoreo y Alertas de Desastres Naturales pone de relieve la simultaneidad de fenómenos climáticos ocurridos en el país causados por el exceso de precipitaciones en las regiones norte, sudeste y en parte de la región centro-oeste, y por la escasez hídrica en el sur y parte del nordeste
Un estudio del Centro Nacional de Monitoreo y Alertas de Desastres Naturales pone de relieve la simultaneidad de fenómenos climáticos ocurridos en el país causados por el exceso de precipitaciones en las regiones norte, sudeste y en parte de la región centro-oeste, y por la escasez hídrica en el sur y parte del nordeste
Un estudio del Centro Nacional de Monitoreo y Alertas de Desastres Naturales pone de relieve la simultaneidad de fenómenos climáticos ocurridos en el país causados por el exceso de precipitaciones en las regiones norte, sudeste y en parte de la región centro-oeste, y por la escasez hídrica en el sur y parte del nordeste (una zona del estado de Minas Gerais afectada por las lluvias; crédito: Gil Leonardi/Imprensa MG)
Por Elton Alisson | Agência FAPESP – La cantidad de eventos extremos de lluvias al comienzo de la actual estación de verano en Brasil fue récord, según lo indica un estudio del Centro Nacional de Monitoreo y Alertas de Desastres Naturales (Cemaden), con sede en la localidad de São José dos Campos, en el interior del estado de São Paulo.
Entre los días 1º y 31 de diciembre de 2021, el equipo técnico del Cemaden emitió 516 alertas de riesgo de desastres de origen geohidrológico, tales como deslaves o deslizamientos de tierra, inundaciones y torrentes, para los 1.058 municipios que la institución monitorea actualmente en todo Brasil. De dicho total, 163 se materializaron.
En 2020, durante idéntico período, la cantidad de alertas fue ligeramente mayor –fueron 539–, pero los fenómenos que se materializaron fueron casi un 60 % menos (103) en comparación con 2021.
“Tuvimos emisiones de alertas de riesgo prácticamente todos los días en diciembre de 2020 y en diciembre de 2021. No recuerdo otros períodos en que hayamos tenido tanta actividad”, dice Rafael Alexandre Ferreira Luiz, tecnólogo del Cemaden.
“Si tenemos en cuenta la cantidad de alertas emitidos, podemos considerar que 2020, 2021 y probablemente 2022 son años en los cuales los períodos lluviosos se han materializado en una mayor cantidad de episodios extremos de lluvias, lo que aumenta considerablemente el riesgo de desastres en áreas vulnerables del país”, afirma.
Aparte del incremento de la frecuencia y la intensidad de los extremos lluviosos que se han observado en gran parte de Brasil al comienzo de este verano, otra característica que llama la atención de los investigadores de la institución es la simultaneidad de eventos extremos en el país causados por el exceso de lluvias en las regiones norte, sudeste y parte de la región centro-oeste, y por la escasez hídrica en la región sur y parte de la región nordeste, comprendida por los estados de Pernambuco, Paraíba, Sergipe y Rio Grande do Norte.
De acuerdo con los investigadores, los extremos de lluvias que ocurrieron en los estados de Bahía, Minas Gerais, Piauí, Tocantins y Maranhão, sumados a la actual sequía en la región sur del país, están asociados a La Niña. Este fenómeno climático sucede en promedio a intervalos de entre dos y siete años, y provoca una serie de alteraciones en los patrones de lluvia y de temperatura global. En Brasil, La Niña provoca lluvias más abundantes en el norte y en el nordeste. En el centro-sur, provoca aumento de temperaturas y sequías.
Con relación a la significativa cantidad de lluvias registradas recientemente en el sur del estado de Bahía, los expertos apuntan que en el verano es común la acción un sistema meteorológico denominado Zona de Convergencia del Atlántico Sur (ZCAS).
Este sistema posee como impronta la presencia de una franja de nebulosidad y lluvias con orientación noroeste-sudeste, que normalmente se extiende desde la Amazonia hasta el sur y sudeste de Brasil, y que aporta a los grandes volúmenes de lluvias fundamentalmente en el área geográfica comprendida por los estados de Minas Gerais, Espírito Santo y Río de Janeiro.
Durante el mes de diciembre de 2021, se produjo una rara configuración de tres episodios de ZCAS en un corto lapso de tiempo, que oscilaron y se mantuvieron predominantemente en el sur de Bahía, ocasionando eventos extremos de precipitaciones fuera de época en dicha región.
Asimismo, las ZCAS se asociaron a otro sistema meteorológico de baja presión denominado Vórtice Ciclónico de Altos Niveles (VCAN), bastante activo en el litoral nordestino en esta época del año y que también contribuyó para la pertinacia de las lluvias en el sur de Bahía.
“Se tenemos en cuenta la climatología de la región, no se esperaban lluvias ni mucho menos con el volumen observado en el sur de Bahía en esa época del año”, le dice a Agência FAPESP José Marengo, investigador del Cemaden y coordinador del Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología para el Cambio Climático (INCT-MC), uno de los INCT financiados por la FAPESP en asociación con el Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq) en el estado de São Paulo.
“Las lluvias en esa región fueron abundantes, irregulares y concentradas en diciembre, durante tres lapsos de tiempo relativamente cortos. En razón del volumen y la intensidad que tuvieron, los impactos fueron bastante grandes”, sostiene Marengo.
En diciembre de 2021, se registraron formaciones de tres ZCAS en el nordeste de Brasil, que provocaron lluvias intensas en el sur de Bahía. La primera ocurrió entre los días 1º y 4 de diciembre, la segunda entre los días 7 y 11 y la tercera entre los días 23 y 27 del mismo mes.
“Las lluvias causadas por ese último episodio de ZCAS no fueron tan intensas como las del período que fue del 7 al 11 de diciembre. Empero, con las lluvias acumuladas, el suelo en el sur de Bahía ya se encontraba muy anegado, lo que favoreció los torrentes y los movimientos de tierra en aquella zona”, explica Marengo.
La posición de esas tres ZCAS en esa época del año y la aparición sucesiva de ellas también son raras, apunta Vinícius Sperling, meteorólogo del Cemaden.
“Esas ZCAS tendrían que estar en una posición ubicada más al sudeste, en Minas Gerais o en São Paulo, y aparecieron situadas más en el nordeste”, dice Sperling.
“Es inusual que una ZCAS se produzca sobre la región del sur de Bahía. Y es muy raro que sucedan dos o tres en un mes”, afirma el investigador.
El efecto de los cambios climáticos
Según Marcelo Seluchi coordinador general del Cemaden, no es posible establecer una relación directa entre las ZCAS y otros eventos climáticos extremos aislados con los cambios del clima. Así y todo, juntos, esos eventos climáticos extremos sugieren la influencia del calentamiento global.
“A cada evento climático extremo reciente, como en los casos de las lluvias en el sur de Bahía o la ola de calor extremo en el sur de Brasil, logramos darle una explicación meteorológica. Pero cuando juntamos esas situaciones con las de años anteriores podemos decir que, de alguna forma, estamos siendo afectados por los cambios climáticos”, sostiene Seluchi.
“Esos eventos climáticos extremos serán cada vez más frecuentes y ya estamos observándolos”, afirma el investigador.
Las conclusiones de la contribución del Grupo de Trabajo 1 (WG1) para el sexto informe de evaluación (AR6) del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), publicado en agosto de 2021, apuntan que la intensidad y la duración de los eventos climáticos extremos aumentarán incluso si el calentamiento global estabiliza en 1,5 °C. En ese escenario, habrá un incremento de las olas de calor, estaciones cálidas más largas y temporadas de frío más cortas.
En tanto, con un calentamiento global de 2 °C, los extremos de calor llegarían más a menudo a los umbrales de tolerancia crítica para la agricultura y la salud, según proyectan los autores.
“Con la limitación del calentamiento entre 1,5 °C y 2 °C, los impactos de los eventos climáticos extremos serían menores, pues dicho límite permitiría la adaptación”, ponderan los autores.
Cada medio grado adicional de calentamiento global causará aumentos estadísticamente significativos en los extremos de temperatura, en la intensidad de las fuertes lluvias y en la gravedad de las sequías en algunas regiones.
A escala global, los eventos de lluvias fuertes se intensificarán en alrededor de un 7 % por cada grado adicional de calentamiento, toda vez que una atmósfera más caliente es capaz de retener más humedad, estiman los científicos.
“Hay estudios que muestran que los extremos de lluvias han venido aumentando durante los últimos 40 ó 50 años, particularmente en el sudeste de América del Sur, y las proyecciones de cambios climáticos para las próximas décadas apuntan en la misma dirección”, dice Marengo, quien editó y revisó el capítulo III del informe.
“El clima está más irregular, y esa irregularidad amplifica los riesgos climáticos, lo que incrementa significativamente las posibilidades de que ocurran desastres de origen geohidrológico en Brasil”, afirma.
“Pero el riesgo de que sucedan desastres también recibe el influjo de acciones que no tienen nada que ver con el clima, tales como la política de planificación urbana y de disminución de la vulnerabilidad, de manera tal de que la población pueda vivir lejos de áreas de alto riesgo de crecidas, inundaciones, torrentes y deslizamiento de tierra. Es decir, el gobierno y los tomadores de decisiones tienen un rol crucial a la hora de proteger a la población del alto riesgo climático futuro”, sostiene.
El investigador pone de relieve la importancia de los centros de monitoreo y alertas en Brasil, a ejemplo del Cemaden, que pueden actuar junto a los organismos de Defensa Civil de las tres esferas de gobierno y que son fundamentales para la mitigación de los impactos futuros.
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