Ilustración extraída del informe del oficial militar inglés John M’Leod, quien estuvo en Ouidah en 1803. La imagen representa al dada de Dahomey en una plataforma de exhibición pública (fuente: A voyage to Africa with some account of the manners and customs of the dahomian people, de John M'Leod, Londres, John Murray, 1820)

Una investigación destaca el rol de la diplomacia de Dahomey en la trata de esclavos con destino a Brasil
15-07-2021
PT EN

Fue un estudiante de la Universidad de São Paulo quien analizó las llamadas “embajadas” enviadas al país por el reino africano durante el período comprendido entre 1795 y 1805. El objetivo de las mismas era estrechar lazos con las autoridades portuguesas y los mercaderes de esclavos brasileños

Una investigación destaca el rol de la diplomacia de Dahomey en la trata de esclavos con destino a Brasil

Fue un estudiante de la Universidad de São Paulo quien analizó las llamadas “embajadas” enviadas al país por el reino africano durante el período comprendido entre 1795 y 1805. El objetivo de las mismas era estrechar lazos con las autoridades portuguesas y los mercaderes de esclavos brasileños

15-07-2021
PT EN

Ilustración extraída del informe del oficial militar inglés John M’Leod, quien estuvo en Ouidah en 1803. La imagen representa al dada de Dahomey en una plataforma de exhibición pública (fuente: A voyage to Africa with some account of the manners and customs of the dahomian people, de John M'Leod, Londres, John Murray, 1820)

 

Por José Tadeu Arantes  |  Agência FAPESP – Brasil fue el país al que más africanos esclavizados llegaron y el último de Occidente en abolir formalmente la esclavitud. Se estima que 4,8 millones de africanos habrían sido transportados rumbo al país y vendidos como esclavos. Otros 670 mil habrían muerto en el camino. Transcurridos 133 años desde la abolición formal, este elemento decisivo en la conformación de la sociedad brasileña constituye una herida que aún no ha cicatrizado.

En el transcurso de más de tres siglos, tres conjuntos de protagonistas combinaron sus intereses para instaurar y hacer efectivo ese negocio abominable: los grandes tratantes radicados en Brasil, especialmente activos en los puertos de Salvador y de Río de Janeiro, los agentes de la trata atlántica (muchos de ellos europeos), responsables de más de nueve mil viajes marítimos desde la costa africana hasta Brasil, y los jefes políticos de las sociedades africanas, que guerreaban entre sí con el objetivo de aprisionar, esclavizar y vender a sus adversarios.

Mercancías tales como aguardiente, tabaco, telas, muebles y animales, obtenidas con la venta de individuos esclavizados, eran utilizadas por estos gobernantes para agradar a sus apoyadores y afirmarse en el poder. Pero, por encima de todo, les interesaban las armas de fuego, con las cuales impulsaban guerras y esclavizaban a más personas. “Era un círculo vicioso: las ventas de personas esclavizadas les aportaban armas y las armas les permitían contar con más personas esclavizadas. La trata de esclavizados exasperó rivalidades, estimuló guerras y desarticuló profundamente a las sociedades africanas tradicionales”, dice la historiadora Marina de Mello y Souza, docente del Departamento de Historia de la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas de la Universidad de São Paulo (FFLCH-USP), en Brasil.

Su alumno Raphael dos Santos Gonçalves, investigó un aspecto menos conocido de esta empresa política y comercial: el envío a Brasil, durante el período comprendido entre 1795 y 1805, de dos “embajadas” del Reino de Dahomey (que existió entre 1600 y 1904 en donde actualmente se ubica la República de Benín, en África), con el objetivo de estrechar lazos con las autoridades coloniales portuguesas y con los tratantes residentes en Brasil, y asegurarse de que estos siguiesen adquiriendo a las personas esclavizadas que los dahomeyanos suministraban y no a las de los reinos rivales. Este estudio –“Los ‘embajadores’ de la trata de esclavos en la América Portuguesa. Una diplomacia entre tensiones y tradiciones (1795-1805)”– contó con una Beca de Iniciación a la Investigación Científica de la FAPESP y recientemente obtuvo la mención de honor en el 28º Simposio Internacional de Iniciación a la Investigación Científica y Tecnológica de la USP (Siicusp).

“La ciudad de Salvador, en Bahía, mantuvo relaciones comerciales constantes con la región del golfo de Benín, donde estaban instalados diversos reinos africanos. Había una diversidad de puertos esclavistas, cada uno al mando de un jefe político. De acuerdo con el historiador Robin Law, la ciudad portuaria de Ouidah, dominada por el reino de Dahomey desde 1727, era la más activa en ese comercio. Desde allí se deportó a más del 50 % de las personas esclavizadas del golfo”, afirma Dos Santos Gonçalves.

Las relaciones entre Ouidah y Salvador, y la mutua influencia entre ambos lugares, fueron el objeto de estudio de investigadores tales como Pierre Verger y Mariza de Carvalho Soares. En un abordaje ficcional, pero con fuerte base en datos históricos, estas relaciones constituyen el telón de fondo de la premiada novela Um defeito de cor, de Ana Maria Gonçalves. Pero el trabajo de iniciación a la investigación científica de Dos Santos Gonçalves fue más allá de las fuentes secundarias y ahondó en el análisis de las cartas firmadas por los reyes dahomeyanos, transcritas por el historiador Luis Nicolau Parés, docente de la Universidad Federal de Bahía (UFBA), en Salvador.

“La investigación mostró que, antes de enviar “embajadas” al otro lado del Atlántico, la elite política de Dahomey ya tenía experiencia diplomática y disponía de una amplia estructura física para la recepción y el tratamiento otorgado a los extranjeros y a los funcionarios administrativos preparados para este tipo de diálogo. Las gentilezas incluían hasta banquetes servidos a la moda europea en Abomey, la sede del poder dahomeyano. Las autoridades luso-brasileñas, a su vez, recibieron a los emisarios dahomeyanos, pues estaban interesadas en mantener una ‘buena armonía’ con los exportadores de esclavizados, pero rechazaron cualquier tipo de propuesta de monopolio comercial”, informa Dos Santos Gonçalves.

Con base en las reflexiones de los historiadores Robin Law y Kristin Mann, la investigación de Dos Santos Gonçalves apuntó también la importancia de los intermediarios de la llamada “comunidad atlántica” en la materialización de esa diplomacia. Esta “comunidad”, constituida por portugueses, ingleses, franceses, luso-brasileños y fundamentalmente por euro-africanos, hijos de europeos y africanas, reunía a individuos ambiciosos, audaces y habilidosos, que dominaban, por decirlo de algún modo, ambas culturas, y estaban en cierta forma involucrados en la trata esclavista. Estos intermediarios fueron quienes actuaron como escribientes y traductores de las cartas de los reyes dahomyeanos.

El recorte cronológico que se adoptó en el estudio abarcó dos sucesos de gran importancia: la visita a Dahomey del sacerdote luso-brasileño Vicente Ferreira Pires, quien estuvo en esa región en 1796 con la misión de convertir al dada (título equivalente al de rey) al catolicismo; y al año siguiente, la sucesión de Agonglo por Adandozan.

“El dada Agonglo apoyó la visita del cura y dijo que quería convertirse al catolicismo. Pero ante la inminencia de su bautismo, fue asesinado por sus opositores políticos, quienes pusieron a su hijo Adandozan en el poder”, comenta Dos Santos Gonçalves.

La sucesión fue un golpe palaciano, que se completó con la esclavización de la reina Na Agontimé, vendida por Adandozan a los tratantes. Si bien ese no fue el tema de la investigación de Dos Santos Gonçalves, vale la pena recordarlo aquí debido a la importancia cultural y religiosa que tuvo posteriormente en Brasil. Según Pierre Verger, Na Agontimé habría sido enviada como esclava a São Luís do Maranhão, donde fue bautizada con el nombre Maria Jesuína. Pero no se convirtió al catolicismo y, después de liberta, fundó la famosa Casa das Minas, el más importante templo dedicado al culto vudú en territorio brasileño.

“El comercio de personas esclavizadas, que se transformó en una empresa altamente rentable, estimuló esos disensos, tanto entre las diferentes sociedades africanas como en el interior de los propios linajes gobernantes. Los potentados africanos negociaban a sus enemigos, ya sea que fuesen externos o internos. Hubo conflictos importantes entre los jefes de Dahomey, que tenían su puerto de embarque en Ouidah, y los de Oyo, que utilizaban el puerto de Lagos”, comenta De Mello e Souza.

La historiadora recuerda que, a excepción de la ciudad de Luanda durante la primera mitad del siglo XVII, cuando la conquista portuguesa fue seguida por la esclavización de habitantes locales, los europeos no esclavizaban, sino que compraban personas esclavizadas. “La esclavización demandaba guerras e incursiones más profundas en el territorio. Los europeos se concentraron en las zonas costeras, desde donde demandaban esclavizados, provistos con base en mecanismos internos de las sociedades africanas. Recién a partir de mediados del siglo XIX, los europeos se adentraron en el continente africano, dando comienzo al proceso de colonización”, dice De Mello y Souza.

Puede accederse al artículo en el cual Dos Santos Gonçalves desarrolla algunos aspectos de su estudio en el siguiente enlace: www.revistas.usp.br/humanidades/article/view/159331/170444/
 

  Republicar
 

Republicar

The Agency FAPESP licenses news via Creative Commons (CC-BY-NC-ND) so that they can be republished free of charge and in a simple way by other digital or printed vehicles. Agência FAPESP must be credited as the source of the content being republished and the name of the reporter (if any) must be attributed. Using the HMTL button below allows compliance with these rules, detailed in Digital Republishing Policy FAPESP.