La curva epidémica parece haber llegado a una meseta en Brasil que perduraría al menos hasta el final de 2020. Por eso los gobernantes deberían abocarse a implementar medidas de detección y aislamiento de los infectados y sus contactos cercanos, mantener las escuelas cerradas y mejorar la calidad de la información pública que se le transmite a la población, con el fin de evitar que la situación se vuelva más grave aún (imagen: FGV/ FM-USP)

Expertos apuntan caminos en el combate contra la pandemia durante el segundo semestre
30-07-2020
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La curva epidémica parece haber llegado a una meseta en Brasil que perduraría al menos hasta el final de 2020. Por eso los gobernantes deberían abocarse a implementar medidas de detección y aislamiento de los infectados y sus contactos cercanos, mantener las escuelas cerradas y mejorar la calidad de la información pública que se le transmite a la población, con el fin de evitar que la situación se vuelva más grave aún

Expertos apuntan caminos en el combate contra la pandemia durante el segundo semestre

La curva epidémica parece haber llegado a una meseta en Brasil que perduraría al menos hasta el final de 2020. Por eso los gobernantes deberían abocarse a implementar medidas de detección y aislamiento de los infectados y sus contactos cercanos, mantener las escuelas cerradas y mejorar la calidad de la información pública que se le transmite a la población, con el fin de evitar que la situación se vuelva más grave aún

30-07-2020
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La curva epidémica parece haber llegado a una meseta en Brasil que perduraría al menos hasta el final de 2020. Por eso los gobernantes deberían abocarse a implementar medidas de detección y aislamiento de los infectados y sus contactos cercanos, mantener las escuelas cerradas y mejorar la calidad de la información pública que se le transmite a la población, con el fin de evitar que la situación se vuelva más grave aún (imagen: FGV/ FM-USP)

 

Por Karina Toledo  |  Agência FAPESP – Delinear estrategias fuertes de vigilancia sanitaria que permitan detectar y aislar rápidamente a las personas con síntomas de COVID-19 y a sus contactos cercanos. Mantener cerradas las escuelas al menos hasta el final de este año. Realizar campañas tendientes a concientizar a la población acerca de la necesidad de respetar las medidas de protección, tales como el uso de mascarillas y el distanciamiento social, hasta que surja una vacuna eficaz. Dejar de minimizar la importancia de la pandemia o de transmitir la idea de que lo peor ya ha pasado.

Toda vez que los índices de aislamiento social han venido decreciendo en todo Brasil, y el ambiente político es cada vez menos proclive a la implementación de medidas rígidas de contención del nuevo coronavirus –como la adopción del lockdown o confinamiento total, por ejemplo–, estas serían las medidas mínimas que deberían tomar los gestores de todas las esferas gubernamentales a los efectos de garantizar que los brasileños puedan atravesar el segundo semestre de 2020 con alguna seguridad. Y las mismas surgieron del análisis que realizaron los participantes en el webinario intitulado Cuatro meses de pandemia de COVID-19 en Brasil. Balance y perspectivas para el futuro, organizado por Agência FAPESP y el Canal Butantan el pasado 14 de julio.

“Aunque mucha gente tiene la falsa sensación de que estamos en un momento de inflexión de la curva epidémica en el estado de São Paulo, la realidad indica que la cantidad de nuevos casos aún seguirá elevándose al menos hasta el mes de octubre, teniendo en cuenta actual el nivel de aislamiento, que se sitúa entre el 45% y el 50%. La baja recién se concretará efectivamente a partir de noviembre, y eso de no haber ninguna alteración en la tendencia”, afirmó Dimas Tadeu Covas, director del Instituto Butantan.

A juicio de Covas, la curva de fallecimientos parece haberse estabilizado en el estado, pero en un nivel elevado –alrededor de 300 muertes diarias–, y esta situación se prolongaría hasta el comienzo de 2021. 

Datos del Ministerio de Salud de Brasil apuntan que también a nivel nacional la escalada acelerada de la enfermedad se ha interrumpido, pero en un peldaño preocupante: en promedio se cuentan diariamente alrededor de 40 mil nuevos contagios y 1.000 vidas perdidas, sin una tendencia hacia una disminución sostenida y con una gran subnotificación, tal como se sabe.

“Algunos dirigentes han utilizado esta meseta como argumento para relajar las medidas de aislamiento social. Con todo, la meseta representa a decir verdad la firma del fracaso de las políticas de contención. Toda curva epidémica que se precie debe llegar a su pico y empezar a caer. Pero como existen evidencias de que la adhesión al aislamiento está disminuyendo, es muy probable que la curva de nuevos casos se mantenga. En el estado de São Paulo, por ejemplo, se estabilizaría en 17 mil nuevas infecciones por día hasta noviembre, posiblemente”, sostuvo Eduardo Massad, docente e investigador de la Escuela de Matemática Aplicada de la Fundación Getúlio Vargas (FGV).

Según Paulo Inácio Prado, docente del Instituto de Biociencias de la Universidad de São Paulo (IB-USP), en la ciudad de São Paulo la curva de nuevos contagios exhibió una tendencia a la baja entre mediados de mayo y finales de junio. Con todo, este mismo patrón no parece claro cuando se analizan los casos de síndrome respiratorio agudo grave (SRAG) en la capital. El investigador explicó que a estos se los considera casos sospechosos de COVID-19, que pueden confirmarse o no mediante pruebas.

“Parece que estuviera habiendo ahora un recrudecimiento en lo que hace al número de casos sospechosos, lo cual podrá reflejarse o no en el aumento de casos graves de COVID-19 confirmados. Las señales que vemos en los gráficos aún son sumamente inciertas. No dejan claro si la tendencia a la disminución de los casos graves se mantendrá en la ciudad de São Paulo o si habrá una reanudación del aumento”, afirmó Prado, integrante del Observatorio COVID-19, una plataforma digital que elabora análisis de datos oficiales sobre la propagación del SARS-CoV-2 en Brasil, fruto de una colaboración entre científicos de la Universidade Estadual Paulista (Unesp), la Universidad de São Paulo (USP) y la Universidad Federal del ABC (UFABC).

Fuera de la capital paulista, la situación es menos cómoda aún, según sostuvo Otavio Ranzani, investigador de la Facultad de Medicina de la USP y del Instituto de Salud Global de Barcelona. “En el interior paulista, la curva de nuevos contagios se encuentra en plena elevación”, dijo.

Asimismo, tal como hizo hincapié Covas, en los polos urbanos del interior, tales como Ribeirão Preto, Campinas y São José do Rio Preto, el índice de ocupación de las camas de Unidades de Terapia Intensiva (UTIs) se encuentra cerca del límite.

La reapertura de las escuelas y la inmunidad de rebaño

Cuando el pico de la epidemia llegue finalmente, lo cual sucederá en un momento distinto en cada región del país, la cantidad de casos y la de fallecimientos por COVID-19 se habrán duplicado. “Ese ha sido al menos el historial de las epidemias virales, que no terminan abruptamente y que suelen tener una cola larga”, explicó Ranzani durante su disertación.

“Yo no tengo dudas de que dentro de un mes la cantidad de muertes llegará a 100 mil y que llegaremos a 200 mil tranquilamente en Brasil”, dijo Massad. Según el profesor de la FGV, la cantidad de muertes entre menores de cinco años de edad –un número que actualmente es de alrededor de 300– podrá crecer a un ritmo alarmante si se reabren las escuelas el mes que viene.

Ranzani ponderó que en Europa se reanudaron las clases presenciales solamente cuando la tasa de contagio (Rt) había disminuido a valores inferiores a 1, es decir que cada infectado europeo actualmente le transmite el virus a menos de una persona en promedio. En el estado de São Paulo, se estima que el Rt se ubica cerca de 1, y en caso de que la actual tendencia se mantenga, solo caerá a un nivel seguro después de noviembre. El investigador hizo hincapié también en el déficit histórico de la cantidad de camas pediátricas de UTIs disponibles en el país.

Para los participantes en el webinario, apostar a la inmunidad de rebaño como salida a la crisis sanitaria no es una idea sensata, aun cuando parezca que se está por llegar a ese umbral en el estado de São Paulo.

“Ahora tenemos alrededor del 50% de las personas protegidas en casa y el 50% circulando. Para ese estrato de la sociedad que está abierto, con un 25% de infectados se logra llegar a la inmunidad de rebaño. Pero cuando se relajan las medidas de aislamiento y empieza a circular más gente, el umbral mínimo sube rápidamente. Es una paradoja de Zenón, es decir: se lo corre desde atrás, pero nunca se lo alcanza”, opinó Massad.

A juicio de Prado, sería “una declaración de fracaso” esperar que se llegue al umbral de inmunidad colectiva, sea cual sea el mismo. “Sería dejar que la naturaleza se encargue de algo de lo cual la civilización siempre se ha hecho cargo históricamente. La ciencia de la epidemiología nació como fruto de esa necesidad de hallar mejores soluciones, y estamos en condiciones de lograr mejores soluciones”, afirmó.

Los caminos posibles

Como el lockdown o aislamiento total se ha vuelto una opción cada vez menos factible, lo ideal sería mantener el nivel de aislamiento social al menos en un 50% hasta la llegada de una vacuna, a juicio de Massad. “Pero eso es caro, resulta difícil y no se aguanta más. Con todo, al menos se hace necesario decirle a la gente que reabriremos paulatinamente, y que la epidemia no ha terminado, que lo peor aún no ha pasado. Nos ha tomado una ola de optimismo y hay gente diciendo que podemos reabrir escuelas, shoppings y gimnasios. Y todo esto al final del día resulta que es mentira”, dijo.

A falta de una vacuna, la detección lo más rápida posible de los individuos infectados y de sus contactos cercanos y la provisión de los medios necesarios como para que se mantengan en aislamiento total durante al menos 14 días constituye la solución menos costosa y más eficaz para ralentizar el avance de la enfermedad en Brasil, según sostuvieron los participantes en el seminario.

“Después de que el gran incendio fue mitigado, merced a las medidas de aislamiento social, ahora urge contener los pequeños focos para evitar que se conviertan nuevamente en un incendio de grandes proporciones”, opinó Prado.

Según el investigador del IB-USP, Brasil tiene el privilegio de poder contar con agentes de salud que pueden actuar en forma efectiva para rastrear infectados y garantizar que el aislamiento se cumpla. “Es una red con una capilaridad fuera de lo común, que llega incluso hasta los pequeños municipios. Con todo, falta una coordinación federal, tal como está previsto en el pacto del SUS [las siglas de Sistema Único de Salud, la red nacional de salud pública de Brasil]. Los recursos que podrían destinarse a la preparación material y a la capacitación de los agentes están parados en el Ministerio de Salud”, afirmó.

Covas abogó por el empleo de la tecnología y la aplicación de estrategias alternativas para la detección de los casos sospechosos. “Estamos tentando implementar una estrategia de vigilancia de salud que aún es deficitaria, fundamentalmente en los pequeños y medianos municipios. Procuramos reforzar este trabajo con los instrumentos disponibles, entre ellos las aplicaciones de celulares que le ayuden a la gente a detectar los síntomas de la enfermedad y a promover el aislamiento de las personas con síntomas aun cuando no se disponga de testeos.”

Beatriz Kira, quien es investigadora de la Escuela de Gobierno de la Universidad de Oxford (Reino Unido), exhibió datos de un estudio que su grupo realizó y que muestra que la mayor parte de la población brasileña sabe reconocer los síntomas del COVID-19, y tiene conciencia de que la enfermedad es más grave que una gripe. Sin embargo, solamente el 44% entre los entrevistados demostró entender cómo debería ser el autoaislamiento en caso de contagiarse con el virus.

“Muchos aún no han entendido que el autoaislamiento implica permanecer sin ningún contacto con el mundo exterior durante todo el período infeccioso. Creen que pueden salir para ir a la farmacia o al supermercado, por ejemplo. Por ende, aparte de incrementar los testeos, me parece que es necesario mejorar la calidad de la información pública que se le hace llegar a la gente”, dijo.

La investigación realizada en Oxford demostró también que la población brasileña respondió bien a las políticas públicas implementadas en el combate contra la epidemia –sobre todo aquellas a cargo de los gobernadores y los alcaldes– y hubo efectivamente un cambio de conducta en la sociedad a partir del mes de marzo.

“Esto refuerza el papel crucial de los formuladores de políticas públicas, que deben evolucionar a medida que se van modificando los datos epidemiológicos, siempre enfocándose en las poblaciones más vulnerables. Es más fácil diseñar políticas destinadas a quienes pueden trabajar en casa o lavarse las manos con frecuencia. Para los más pobres esto es mucho más complejo y los gobernantes deben ubicarse en la línea de frente e impulsar esas políticas públicas”, afirmó Kira.
 

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