El proyecto fue presentado a comienzos del pasado mes de noviembre en Pekín, durante un evento organizado por la Academia Nacional de Innovación Estratégica de China (foto: Elton Alisson/ Agência FAPESP)
El proyecto fue presentado a comienzos del pasado mes de noviembre en Pekín, durante un evento organizado por la Academia Nacional de Innovación Estratégica de China
El proyecto fue presentado a comienzos del pasado mes de noviembre en Pekín, durante un evento organizado por la Academia Nacional de Innovación Estratégica de China
El proyecto fue presentado a comienzos del pasado mes de noviembre en Pekín, durante un evento organizado por la Academia Nacional de Innovación Estratégica de China (foto: Elton Alisson/ Agência FAPESP)
Por Elton Alisson, desde Pekín* | Agência FAPESP – Un grupo de científicos de 14 países, entre ellos Brasil, pretende elaborar un estudio internacional sobre la cultura científica, un indicador con el cual se evalúa el nivel del conocimiento de una sociedad en lo concerniente a la ciencia y la tecnología, que influye sobre la percepción y el apoyo que se le brinda dichas actividades.
La presentación del proyecto tuvo lugar a comienzos del pasado mes de noviembre en Pekín, en el marco de un evento organizado por la Academia Nacional de Innovación y Estrategia de China (CAST, por sus siglas en inglés).
“La ciencia se encuentra subvalorada actualmente. En algunos países existe una creciente desconfianza en el conocimiento científico”, dijo Michel Claessens, docente de la Universidad Libre de Bruselas, de Bélgica, y colaborador de la Comisión Europea.
“Pretendemos poner de relieve la importancia de la cultura científica para incrementar el apoyo público a la ciencia, además de compartir buenas prácticas y trabajar juntos en la definición y en la medición de la cultura científica a una escala internacional”, dijo Claessens, portavoz del proyecto intitulado World Investigation of Science Culture (Wise).
De acuerdo con el investigador, todos los países que toman parte en el proyecto –tales como Estados Unidos, China, Brasil y otros pertenecientes a la Unión Europea– llevan adelante regularmente investigaciones con el objetivo de evaluar la percepción pública de la ciencia y tendencias en el terreno de la cultura científica.
Sin embargo, existen en la actualidad pocos abordajes internacionales que permitan efectuar inferencias acerca de la relación entre las puntuaciones promedio de los países en mediciones sobre la cultura científica.
Asimismo, pese a que los conceptos y las aplicaciones de la ciencia y la tecnología son omnipresentes en la sociedad moderna, existe una gran preocupación por el hecho de que la cultura científica se encuentre subdesarrollada y que, por tal motivo, se ponga en riesgo el apoyo público a la ciencia.
“La ciencia se encuentra actualmente bajo amenaza debido a la creciente desconfianza y a la expansión de los movimientos anticientíficos en los más altos niveles sociales y políticos, que ponen al conocimiento y al método científico en duda”, afirmó Claessens.
“La creciente oposición a las vacunas y el escepticismo con relación a los cambios climáticos parecen mostrar que la influencia de la ciencia y del conocimiento científico puede estar en riesgo. Asimismo, en muchos países los jóvenes demuestran desinterés en sus estudios o en lo que se refiere a seguir carreras científicas”, consignó.
La autoridad científica –de los científicos, los docentes, los formuladores de políticas científicas y los periodistas de ciencia– también se ha visto cuestionada, sostuvo Bernard Schiele, docente de la Universidad de Quebec, en Canadá.
“La mediación es ahora un sinónimo de implicación del público, el cual ya no desea verse separado de los procesos de decisión que pueden afectarlo, especialmente aquellos que implican determinaciones sociales”, afirmó Schiele.
La elaboración de una investigación sobre la cultura científica con un abordaje internacional permitiría establecer cuestionarios y metodologías armonizadas, establecer comparaciones directas y obtener series temporales.
De esta forma, sería posible medir la cultura científica de manera coordinada con el objetivo de efectuar análisis minuciosos y comparativos entre los países, monitorear su evolución a escala global y ayudar a los gobiernos a definir estrategias tendientes a mejorarla, según sostienen los coordinadores del proyecto.
“La expansión de la cultura científica ayuda a crear un ambiente positivo de apoyo a la investigación científica, la tecnología y la innovación, y a suministrarle al público el conocimiento adecuado para entender, cuestionar y obrar en una sociedad tecnocientífica como lo es esta en la que vivimos hoy en día”, dijo Claessens.
“Por eso se espera que los países no solamente incrementen la financiación a la ciencia, sino que también promuevan la cultura científica, con el fin de celebrar los valores científicos en sus sociedades, tales como el respeto a las evidencias y a los análisis”, afirmó.
El ejemplo de China
China ha venido llevando adelante estudios sobre la percepción pública de la ciencia desde 1992, y en el año 2018 estipuló la meta de trabajar con otros países con miras a promover la educación y la alfabetización científica en el país y en el exterior.
“La popularización de la ciencia ha cumplido un rol importante en distintos momentos del desarrollo económico y social de China”, dijo Ma Lin, de la Asociación de Ciencia y Tecnología de Pekín (Bast, por sus siglas en inglés), durante la apertura de la Semana Internacional de Cultura Científica y Museos de Ciencia.
Este evento tuvo lugar entre los días 3 y 5 noviembre pasado en el Beijing Science Center, un nuevo centro de ciencias con sede en la ciudad de Pekín e inaugurado en septiembre de 2018 con el objetivo de estimular el interés en la ciencia y la tecnología, fundamentalmente entre los niños.
“En poco menos de 20 años, China incrementó notablemente la proporción de ciudadanos alfabetizados científicamente [que trepó de menos del 2% en 2001 a casi el 10% en 2019, con la meta de llegar al 12% al final de 2020]”, afirmó el dirigente.
En Pekín, donde se encuentran algunas de las mejores universidades e institutos de investigación del país, la proporción de ciudadanos alfabetizados en ciencias se duplicó en menos de 10 años. El porcentaje saltó del 10,03% en 2010 al 21,48% en 2018, según destacó Lin.
“La gran mayoría de los jóvenes chinos cuentan con una alfabetización científica básica y cumplen con la enseñanza obligatoria de nueve años. El índice bruto de inscripciones en la educación superior en el país ha llegado al 48,1% en los últimos años”, afirmó.
Según Lin, si bien la educación científica ya existía en China antes del siglo XX, se ceñía entonces fundamentalmente a temas prácticos y dispersos.
Al final del siglo XIX, la enseñanza de ciencias se fue institucionalizando gradualmente en el país, con la apertura de institutos formales de educación científica. Fue también durante ese período cuando se concretaron esfuerzos tendientes a popularizar la ciencia en China, con contenidos limitados a los hechos sencillos y básicos de la ciencia.
Con la fundación de la República Popular China en 1949, según dijo el directivo, la cobertura de la enseñanza de ciencias se amplió bastante, pero comunicándosela de manera sencilla y directa, con contenidos compuestos fundamentalmente por conocimientos científicos básicos y habilidades cotidianas prácticas.
Después de la reforma y la apertura de China, a partir de 1978, el país pudo aprender con la experiencia de los países desarrollados y aplicar tecnologías modernas, afirmó Lin.
“China introdujo muchos contenidos y formas innovadoras en la popularización de la ciencia y perfeccionó su capacidad para hacerlo”, sostuvo.
“En Pekín, por ejemplo, hay más de dos mil espacios orientados hacia la enseñanza y la divulgación científica, tales como museos y centros de ciencia”, afirmó.
La falta de compilación
Las investigaciones sobre cultura científica surgieron en Estados Unidos en la década de 1950, en la estela del impacto que se generó en el seno de la opinión pública del país con la puesta en órbita del primer satélite artificial de la historia, el Sputnik, desde la Unión Soviética.
Este acontecimiento contribuyó para que el gobierno estadounidense crease la National Science Foundation (NSF) –la agencia de financiación pública de la ciencia de Estados Unidos–, apoyara programas de educación científica y realizara estudios de opinión pública sobre ciencia y tecnología (C&T).
En 1979, la NSF propuso la realización de una encuesta nacional sobre percepción pública de la C&T, que desde entonces se repite periódicamente en el país.
En tanto, en la Unión Europea, los sondeos de opinión sobre C&T y temas específicos, tales como la tecnología de la información y la biotecnología, empezaron a hacerse a partir de comienzos de la década de 1990.
Posteriormente, diversos países produjeron estudios de percepción pública de la ciencia, tales como la India, China y Japón.
Brasil, en tanto, ha concretado hasta ahora cinco investigaciones sobre la percepción pública de la ciencia de alcance nacional, con periodicidad de cuatro años: la primera en 1986 y la última en 2019, en el mes de julio.
Estos sondeos estuvieron a cargo del Centro de Gestión y Estudios Estratégicos (CGEE), ligado al Ministerio de Ciencia, Tecnología, Innovación y Comunicaciones (MCTIC). Pero aparte de esa institución, la FAPESP, la Fundación de Apoyo a la Investigación Científica del Estado de Minas Gerais (Fapemig), el Instituto Butantan y el recientemente creado Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología en Comunicación en Ciencias Públicas han realizado estudios similares durante los últimos años.
“No existe actualmente una publicación que compile los resultados de todas esas investigaciones”, dijo Martin Bauer, docente de la London School of Economics, de Inglaterra, y uno de los coordinadores del proyecto.
“Otros problemas los constituyen la falta de armonización de las metodologías y de coordinación del tiempo de realización entre ellas”, sostuvo Bauer.
La realización de una investigación sobre cultura científica con un abordaje internacional también permitiría solucionar estos problemas, según destacaron los coordinadores del proyecto.
*El periodista viajó por invitación de la Academia Nacional de Innovación y Estrategia de China (CAST) y del Beijing Science Center.
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