La presentación del libro Innovation in Brazil: Advancing development in the 21st century en el Museo de Arte Moderno de São Paulo (foto: Felipe Maeda/ Agência FAPESP)
Entre otras iniciativas, el país debe profundizar su integración con la economía global y brindarles incentivos a sectores estratégicos, según consignan científicos del MIT y autores brasileños
Entre otras iniciativas, el país debe profundizar su integración con la economía global y brindarles incentivos a sectores estratégicos, según consignan científicos del MIT y autores brasileños
La presentación del libro Innovation in Brazil: Advancing development in the 21st century en el Museo de Arte Moderno de São Paulo (foto: Felipe Maeda/ Agência FAPESP)
Por Elton Alisson | Agência FAPESP – Durante los últimos 20 años, Brasil materializó diversas políticas y programas orientados a fortalecer la capacidad de innovación en el sector productivo. El país incrementó las inversiones en ciencia y tecnología, estimuló la interacción en investigación científica entre empresas y universidades y fomentó la creación de nuevas instituciones destinadas a facilitar la investigación y el desarrollo (I&D) en la iniciativa privada.
Más allá de haber logrado un cierto éxito en esa trayectoria, como en el caso de la consolidación de una industria de aviones que es líder global en la producción de jets comerciales –Embraer–, la explotación de petróleo en la capa oceánica presal a cargo de Petrobras y el desarrollo de automóviles con motores híbridos, movidos con gasolina o etanol, la agenda de la innovación en Brasil no ha avanzado al ritmo necesario. Desde hace menos tiempo, egresados de las mejores universidades en el país han venido creando empresas startups basadas en el conocimiento y algunas se han convertido en unicornios, compañías que valen más de 1.000 millones de dólares.
Para impulsar la innovación de manera tal de hacer posible el aumento de la productividad y el crecimiento económico del país con el objetivo de ubicarlo en la ruta de desarrollo en el siglo XXI, se hace necesario implementar un conjunto de acciones estratégicas, según sugieren los autores del libro intitulado Innovation in Brazil: Advancing development in the 21st century, presentado en abril en Estados Unidos y en mayo en Brasil, en el Museo de Arte Moderno de São Paulo (MAM-SP), con un debate sobre los retos relacionados con la innovación.
Entre tales acciones, los autores proponen profundizar la inserción de Brasil en la economía global, alinear políticas industriales y de innovación, facilitar la colaboración entre las empresas y las universidades, apoyar la innovación institucional y la promoción orientada hacia sectores estratégicos.
Este libro, fruto de un proyecto financiado por el Servicio Nacional de Aprendizaje Industrial (Senai) de Brasil, reúne reflexiones de investigadores del Industrial Performance Center (IPC) del Massachusetts Institute of Technology (MIT), en Estados Unidos, y académicos, empresarios y expertos en política científica y tecnológica de Brasil, inherentes a los desafíos para la creación de un ambiente más favorable a la innovación en el país. Y contará con una edición en portugués, cuya publicación está prevista para el mes de octubre.
“Este libro es binacional, en el sentido de que se expresa en él una participación sumamente equilibrada de autores de Estados Unidos y de Brasil. Asimismo, es interdisciplinario, toda vez que entre los autores hay economistas, sociólogos, ingenieros, físicos y empresarios. Esto permite mostrar perspectivas distintas sobre la innovación”, dijo Ben Ross Schneider, coordinador del IPC-MIT y uno de los editores del libro, durante la presentación de la publicación en São Paulo.
Los autores de esta obra –entre ellos Carlos Américo Pacheco y Carlos Henrique de Brito Cruz, director presidente del Consejo Técnico Administrativo (CTA) y director científico de la FAPESP, respectivamente– destacan que Brasil lidera las inversiones en I&D en Latinoamérica, con erogaciones que duplican con creces el promedio de recursos de los otros países, y es responsable de alrededor de las dos terceras partes de esta actividad en la región.
Los autores también apuntan que Brasil es uno de los principales inversores en I&D entre los países de medianos ingresos, junto a Malasia y Rusia. Con todo, los gastos del país con esta finalidad –equivalentes al 1,3% del Producto Interno Bruto (PIB)–, son aún bajos, pues representan alrededor de la mitad de los niveles de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Los autores ponen de relieve que las inversiones de Brasil en I&D durante las últimas décadas también han tenido escaso impacto sobre la productividad, la cantidad de registros de patentes a cargo de empresas en el país sigue siendo baja y la mayoría de las innovaciones realizadas en el sector privado se enfoca en productos y procesos orientados hacia el mercado interno.
Una de las razones para que las innovaciones brasileñas sean más bien locales, a juicio de los autores, reside en la escasa integración del país con la economía mundial, al igual que muchas otras naciones de medianos ingresos.
“Brasil sigue teniendo una de las economías más cerradas del mundo. Para que la innovación avance, es necesario que haya una mayor integración a la economía mundial, a los efectos de dar impulso a las tecnologías e ingresar a nuevos mercados”, dijo Elisabeth Reynolds, directora ejecutiva del IPC-MIT y también editora del libro, durante un debate sobre los temas abordados en la publicación.
Las importaciones y las exportaciones brasileñas se ubican casi en el mismo nivel que las de Myanmar: representan tan sólo una cuarta parte de su PIB. Y pese a que el país liberalizó su comercio en la década de 1990, siguió protegiendo a ciertos sectores, tales como el automovilístico y el textil, en parte debido a que dan empleo a muchos trabajadores.
Esos sectores efectúan inversiones significativas en innovación. El sector automovilístico, por ejemplo, es responsable de alrededor de una cuarta parte de las inversiones en I&D realizadas por las industrias en Brasil. Sin embargo, la I&D que concreta la industria automotriz en ese ambiente económico cerrado y bajo protección redunda en innovaciones que son nuevas para el mercado brasileño, pero no necesariamente lo son para el mundo. “Esto limita las oportunidades de las exportaciones brasileñas”, analizan los autores.
Algunas acciones que los autores apuntan con miras a superar esos obstáculos son la disminución de aranceles sobre los insumos destinados a I&D y sobre las tecnologías aplicadas a la producción industrial, la promoción de políticas tendientes a atraer inversiones en I&D de empresas multinacionales, el fomento de la repercusión de la inversión extranjera directa en la innovación y la disminución de las barreras al ingreso de inmigrantes calificados, especialmente científicos e ingenieros.
Pese a que Brasil ha sido relativamente exitoso a la hora de atraer a centros de investigación de multinacionales durante los últimos años, las políticas orientadas a promover la propagación significativa de esas inversiones extranjeras directa en la innovación no lo han sido tanto. Esto limita el flujo del conocimiento y de insumos claves provenientes del exterior para promover la innovación en las empresas brasileñas, consignan los autores.
“Urge hacer que el intercambio de bienes, servicios, ideas, capital y personas entre Brasil y el mercado externo gane en fluidez”, afirmó Reynolds.
El rol de las universidades
De acuerdo con los autores, una de las lecciones que Brasil puede aprender con base en las experiencias de otros países que también apuntaron a incrementar la capacidad de innovación durante las últimas décadas indica que, en común, éstos incluyeron entre sus estrategias el fortalecimiento de las universidades como socias de las industrias y del gobierno en investigaciones que pueden resultar en desarrollo económico.
En Brasil, las universidades han evolucionado durante las últimas décadas –si bien que lo hicieron en forma desigual− a la hora de implementar un abordaje que asoció la búsqueda de excelencia en la educación de sus estudiantes con la incorporación de iniciativas relacionadas con el desarrollo económico y con el espíritu emprendedor.
Con todo, algunos de los retos que se afrontan a la hora de traducir el conocimiento científico y técnico que se genera en esas instituciones de investigación en nuevos productos, procesos y servicios en el mercado residen en la pequeña cantidad de ingenieros graduados existente en el país, el alto costo de los insumos destinados a I&D, debido a las políticas proteccionistas, y la cantidad limitada de socios del sector privado dispuestos a invertir en tecnologías en estadio inicial, consignan los autores.
“Algunas universidades brasileñas, tales como la USP, la Unicamp, la Unesp y la UFRJ, mantienen actualmente una intensa colaboración con empresas. Esto puede medirse según la cantidad de recursos que captan en el sector privado para la realización de investigaciones en colaboración –ese nivel es el mismo que el de las mejores universidades estadounidenses–, por la publicación de artículos redactados en coautoría o por la cantidad de patentes en cotitularidad. Pero existe mucho espacio para incrementar esta interacción y me parece que es el momento de apuntar hacia iniciativas que las universidades pueden implementar ejerciendo su autonomía, para volverse más eficaces en educación, en investigación básica y en investigación en asociación con las empresas”, sostuvo Brito Cruz.
“En la FAPESP recibimos consultas constantes de una gran cantidad de empresas, fundamentalmente del exterior, en busca de oportunidades de colaboración en investigaciones avanzadas con universidades del estado de São Paulo. Esto muestra que la calidad de las universidades es reconocida mundialmente”, afirmó.
A juicio de Fernanda de Negri, coordinadora de investigación del Instituto de Investigación Económica Aplicada (Ipea, en portugués) y también una de las autoras del libro, existen muchas áreas en Brasil en las cuales podrían aplicarse los conocimientos que generan las universidades y los institutos de investigación. Dichas áreas, tales como salud, movilidad urbana y energía, podrían priorizarse en las inversiones en investigación científica mediante fondos específicos.
“En Brasil no contamos con estabilidad de fondos de financiación destinados a ciencia y tecnología. Esto vuelve sumamente difícil la planificación en las universidades referente a sus inversiones en investigación”, dijo.
“La creación de fondos de investigación científica orientados hacia áreas específicas puede constituir una buena estrategia con miras a priorizar o utilizar mejor los fondos destinados a ciencia y tecnología en el país”, sugirió Negri.
Otras áreas o sectores estratégicos en los cuales Brasil podría aumentar los incentivos a la innovación que los autores señalaron son los de energías renovables, tales como la energía eólica, la energía solar y la energía térmica, y los biocombustibles.
“En biocombustibles, etanol de segunda generación y ‘química verde’, Brasil está más cerca de la frontera tecnológica”, sostuvo Bernardo Gradin, fundador y presidente de GranBio, una empresa brasileña de biotecnología industrial.
Puede adquirirse la versión en inglés del libro Innovation in Brazil: Advancing development in the 21st century en el siguiente enlace: www.routledge.com/Innovation-in-Brazil-Advancing-Development-in-the-21st-Century-1st-Edition/Reynolds-Schneider-Zylberberg/p/book/9780367146894.
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