Así se expresó el director científico de la FAPESP en la reunión por los diez años del programa de la Fundación en el área. Los estudios en los océanos cobrarán fuerza en el futuro próximo (foto: Lian Quinn/ Wikimedia Commons)
Así se expresó el director científico de la FAPESP en la reunión por los diez años del programa de la Fundación en el área. Los estudios en los océanos cobrarán fuerza en el futuro próximo
Así se expresó el director científico de la FAPESP en la reunión por los diez años del programa de la Fundación en el área. Los estudios en los océanos cobrarán fuerza en el futuro próximo
Así se expresó el director científico de la FAPESP en la reunión por los diez años del programa de la Fundación en el área. Los estudios en los océanos cobrarán fuerza en el futuro próximo (foto: Lian Quinn/ Wikimedia Commons)
Por Maria Fernanda Ziegler | Agência FAPESP – Si bien la ciencia climática ha avanzado mucho durante los últimos años –tanto en el modelado como en el análisis de riesgos e impactos– una parte de la sociedad aún pone en duda el conocimiento científico acumulado sobre el tema. Esta situación sui géneris se ha venido observando en Brasil y en otros países que se ubican a la cabeza de las investigaciones en el área.
Para complicar esta situación, este escepticismo se plasma durante el mismo lapso de tiempo en que el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la Organización de las Naciones Unidas ha venido advirtiendo acerca de la urgencia de tomar medidas tendientes a disminuir el ritmo de los cambios climáticos.
“Los cambios climáticos constituyen uno de los mayores ejemplos de cómo la ciencia es importante para la sociedad. Pues la ciencia descubrió que este fenómeno estaba y está ocurriendo. Y desde hace décadas”, dijo Carlos Henrique de Brito Cruz, director científico de la FAPESP, en el marco de la apertura de la reunión anual del Programa FAPESP de Investigaciones sobre Cambios Climáticos Globales (PFPMCG), que tuvo lugar durante los días 20 y 21 de febrero en la sede de la FAPESP, en São Paulo, Brasil.
Esta reunión, organizada con la propuesta analizar los diez años del referido programa, lanzado en 2008, y proponer nuevos abordajes, sirvió también para efectuar una reflexión acerca de la importancia de la divulgación científica y de la alfabetización científica, más conocida por la noción en inglés science literacy, cuyo objetivo consiste en propagar el conocimiento y el método científico entre la población en general, sobre todo en las escuelas.
“Necesitamos excelencia en la ciencia y también en la comunicación con la sociedad, que padece los impactos de este fenómeno”, dijo Brito Cruz. “No es una cuestión de opinión, es una cuestión comprobada mediante investigaciones, mediciones, pruebas y verificaciones desde hace muchos años, realizadas por científicos de todo el mundo. Lo que veo es que tanto los brasileños como también científicos estadounidenses, franceses e ingleses no estamos conquistando los corazones y las mentes”, dijo.
Entre 2008 y 2018, la FAPESP invirtió 276 millones de reales en investigación sobre el tema de los cambios climáticos globales, y 151 millones de reales en estudios que forman parte del programa.
“Un tercio de esa inversión se concretó mediante colaboraciones internacionales, es decir: por cada real de la FAPESP, otra agencia internacional deposita también el equivalente a al menos un real. Esto amplia los recursos”, dijo Brito Cruz.
El cambio climático constituye el área de investigación más internacionalizada de la FAPESP, destacó Brito Cruz. En este campo, el 80% de los artículos publicados por científicos paulistas se elabora en colaboración con colegas de otros países. El promedio general del estado de São Paulo es del 40%.
“La Amazonia es fundamental en el estudio de los cambios climáticos, y la FAPESP es la agencia científica que posee la mayor cartera de investigación en ese bioma. Por eso les digo que no lo crean cuando les dicen que no existe investigación brasileña sobre la Amazonia”, dijo.
Para descarbonizar la atmósfera
En la reunión del PFPMCG, los participantes destacaron también que, además de hacer ciencia eficiente, urge conectar los resultados con los beneficios económicos y sociales de las investigaciones. En tal sentido, los estudios que integren ciencias sociales y temas concernientes a las ciudades y a la salud cobran relevancia, por ejemplo. Otra área que debe ganar terreno es la del estudio de los cambios climáticos en los océanos.
De acuerdo con los científicos que participaron en el evento, es necesario estudiar también medidas tendientes a la descarbonización de la atmósfera, y su modelado.
“Aún sumando todo lo que los países se comprometieron al adoptar en el marco del Acuerdo de París, en 2015, no podremos limitar el calentamiento global a 1,5 °C. Si todo se materializa, se ubicaría por arriba de un aumento promedio de 3 °C. Necesitaremos a los científicos”, dijo Thelma Krug, del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe, por sus siglas en portugués) de Brasil y vicepresidente del IPCC.
Esto quiere decir que además de disminuir las emisiones de dióxido de carbono, será necesario también descarbonizar la atmósfera. En la reunión se presentaron variables que deben incluirse en los modelados climáticos con esta nueva realidad. Entre las variables se encuentra la respuesta de la naturaleza ante los cambios climáticos.
“Básicamente, se ha descubierto que la fotosíntesis se vuelve más eficiente cuando hay más CO2 en la atmósfera, y lo propio sucede con el aumento de la capacidad de almacenamiento de carbono en los océanos. Con todo, cuanto más CO2 se retira activamente [mediante tecnologías de descarbonización], menos trabaja la naturaleza. Los procesos van mermando y dejan de ser eficientes”, dijo Marcos Heil Costa, docente del Departamento de Ingeniería Agrícola de la Universidad Federal de Viçosa (UFV), en el estado brasileño de Minas Gerais.
Según Heil Costa, esto torna más complejo el modelado climático, y los procesos de descarbonización se vuelven aún más caros.
Datos abiertos e impactos sobre las ciudades
La mayoría de los participantes en el encuentro destacó la necesidad de crear un programa de datos abiertos para los científicos.
“Extrajimos datos para producir conocimiento. Por eso, y ya desde el comienzo del proyecto, tuvimos que precisar la gestión y los procesos de análisis de macrodatos. Contamos con ejemplos de buena gestión y análisis de big data”, dijo Pedro Luiz Pizzigatti Corrêa, docente del Departamento de Ingeniería en Computación y Sistemas Digitales de la Escuela Politécnica de la Universidad de São Paulo (USP).
El aspecto urbano es otro punto que deberá cobrar relevancia en los estudios de cambios climáticos. “Los científicos piensan en el futuro, pero las ciudades aún se piensan como en el siglo XIX, cuando empezó la urbanización. Aún afrontan problemas de saneamiento, movilidad y recolección de residuos”, dijo José Puppim de Oliveira, investigador de la Escuela de Administración de Empresas de São Paulo de la Fundación Getúlio Vargas (EAESP-FGV).
Para Puppim de Oliveira, los problemas y las soluciones están en las ciudades de los países emergentes. “Las emisiones per cápita en China son mayores que en Europa, mientras que el PIB per cápita chino es más de la mitad del europeo. Esto guarda relación con la urbanización”, dijo.
El investigador comentó que la ciudad china de Shanghái y la capital paulista tienen el mismo PIB, pero Shanghái emite diez veces más CO2. “Esto muestra que es posible mejorar y no es necesaria rocket science: ya tenemos las soluciones, ya existen”, dijo.
Marta Arretche, docente del Departamento de Ciencia Política de la USP y coordinadora del Centro de Estudios de la Metrópolis (CEM) –un de los Centros de Investigación, Innovación y Difusión (CEPIDs) financiados por la FAPESP–, formuló una advertencia con relación a la agenda ambiciosa.
“Las ciencias sociales brasileñas deben ganar en densidad con respecto a este tema. La observación de la cuestión urbana con respecto a los cambios climáticos requiere un nuevo modelo de ciudad, y esto implica un nuevo estilo de vida y la implementación de políticas públicas”, dijo.
La investigadora sugirió que los científicos climáticos tengan como base otras políticas públicas implementadas en Brasil para formular una agenda. “Problemas urgentes requieren convencimientos urgentes”, dijo. En su disertación, Arretche mencionó en carácter de ejemplo de implementación de políticas públicas la ampliación del Sistema Único de Salud (SUS) brasileño durante los últimos 30 años.
“Antes de 1988, el estándar del SUS consistía en atender a los trabajadores registrados. Eso dejaba fuera del sistema a alrededor de un 60% de la población. Si observamos históricamente, el SUS incorporó a más de la mitad de la población brasileña. El sistema tiene millones de problemas, pero ha incorporado gente. Y sólo lo ha logrado porque sensibilizó al poder central”, dijo.
“La cuestión de los cambios climáticos demanda la participación de gobiernos, empresas y ciudadanos. Es necesaria una revolución copernicana. No es algo trivial, es más que una operación de guerra”, dijo Arretche.
Un problema global con impacto individual
Otro punto destacado en la reunión anual del Programa FAPESP de Investigaciones sobre Cambios Climáticos Globales fue el abordaje de los cambios climáticos a nivel local e incluso a nivel individual, además de sus impactos sobre áreas sensibles de la economía, tales como agricultura, energía, relaciones internacionales y salud de la población.
Entre las áreas de estudio que cobran relevancia se encuentran el cálculo del riesgo sistémico de esos sectores claves de la economía y el desarrollo y la implementación de tecnologías que aseguren una mayor eficiencia.
“Lo que conmueve a los agricultores no es la disminución de las emisiones. Ellos necesitan mantenerse en la actividad agrícola, necesitan producir. Por eso, el incentivo a la mitigación mediante el incremento de la eficiencia es lo que va a funcionar”, dijo Giampaolo Pellegrino, coordinador de la Cartera de Investigación en Cambios Climáticos de la estatal Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa).
Para Pellegrino, el mayor reto es institucional, no científico. “En el caso de la agricultura, ya contamos con muchas soluciones; pero, ¿cómo hacer para que esto se vuelva accesible?, ¿cómo hacer para que la sociedad lo utilice?"
Pellegrino mencionó como ejemplo positivo e institucional la implementación del plan ABC – Agricultura de Baja Emisión de Carbono, del Ministerio de la Agricultura, Ganadería y Abastecimiento de Brasil. “Este plan cuenta con una línea de crédito para la implementación de medidas de mitigación en la agricultura de bajo carbono”, dijo.
Según Pellegrino, también hay que dar soporte al gobierno federal y a los negociadores climáticos que participan en las conferencias del clima y en cumbres internacionales. “Cuando no lo hacemos, perdemos dinero”, dijo.
La mayor eficiencia también es una cuestión importante en el campo energético. “Todas las transformaciones que están haciéndose no se concretan por haya una aflicción con respecto a los cambios climáticos, sino porque son más eficientes, gastan menos energía y, por ende, son más interesantes”, dijo José Goldemberg, docente de la USP y expresidente de la FAPESP.
Para Goldemberg, la competencia entre los países industrializados es importante para aumentar la eficiencia energética y así reducir las emisiones.
Y en el campo de la salud esto no es muy distinto. “Los análisis de la cifra de muertes por variaciones de temperatura muestran que moriremos de acuerdo con nuestro código postal. Las ciudades deben prepararse para los cambios climáticos. Existen una gran vulnerabilidad y los científicos debemos mostrar que los cambios de hábitos son en beneficio propio”, dijo Paulo Saldiva, docente de la Facultad de Medicina y director del Instituto de Estudios Avanzados de la USP.
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