Investigadores abogan por una base científica que pueda fundamentar la implementación de políticas públicas relacionadas con la sociedad, la biodiversidad, el medio ambiente y la economía de la región (foto: Bergadder/ Pixabay)

La conservación de la Amazonia es una cuestión ambiental, social y económica
20-09-2018
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Investigadores abogan por una base científica que pueda fundamentar la implementación de políticas públicas relacionadas con la sociedad, la biodiversidad, el medio ambiente y la economía de la región

La conservación de la Amazonia es una cuestión ambiental, social y económica

Investigadores abogan por una base científica que pueda fundamentar la implementación de políticas públicas relacionadas con la sociedad, la biodiversidad, el medio ambiente y la economía de la región

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Investigadores abogan por una base científica que pueda fundamentar la implementación de políticas públicas relacionadas con la sociedad, la biodiversidad, el medio ambiente y la economía de la región (foto: Bergadder/ Pixabay)

 

Por Maria Fernanda Ziegler, desde Manaos  |  Agência FAPESP – La Amazonia es única. Es la mayor extensión de bosque tropical y el único lugar en donde la propia selva controla su clima interior, con impactos sobre el mundo entero. Con su biodiversidad inigualable, la Selva Amazónica hace posible el mantenimiento de los servicios ecosistémicos y limpia la atmósfera del planeta. Sin embargo, para que exista un desarrollo social sostenible en la región, es necesario que el mismo posea una fuerte base científica, capaz de cimentar políticas públicas que contemplen cuestiones relacionadas con la población, la biodiversidad, el medio ambiente y la economía.

Esto es lo que pusieron de relieve los participantes en el workshop intitulado “Las dimensiones científicas, sociales y económicas del desarrollo de la Amazonia”, realizado el pasado 16 de agosto de 2018 en la ciudad de Manaos, en el marco de una colaboración entre la FAPESP y el Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonia (Inpa) y con el Brazil Institute, del Wilson Center (Washington DC, Estados Unidos). 

“Es necesario observar a la Amazonia desde diversos aspectos. No es un jardín botánico, pues no tiene un funcionamiento o un impacto lineal, y es clave en lo que se refiere al cambio climático global”, dijo Paulo Artaxo, docente del Instituto de Física de la Universidad de São Paulo – USP, en Brasil, y miembro de la coordinación del Programa FAPESP de Investigaciones sobre Cambios Climáticos Globales.

El funcionamiento biológico de la Selva Amazónica regula el clima de la región. “La selva controla el balance de energía, el flujo de calor latente y sensible, el vapor de agua y los núcleos de condensación de las nubes que intensificarán el ciclo hidrológico. Y esto sólo es posible que exista en una extensión muy grande de selva. Cuando la misma se encuentra fragmentada, deja de poseer esa propiedad”, declaró Artaxo, organizador del workshop, a Agência FAPESP.

Un ejemplo del impacto de la selva reside en su capacidad de almacenar el carbono proveniente de la atmósfera, una cuestión fundamental con respecto a los cambios climáticos.

“Pero la capacidad de la Selva Amazónica para almacenar carbono y, de alguna manera, limpiar la atmósfera, está disminuyendo. Hace tres décadas era relativamente más intensa que en la actualidad. El problema es si la selva empieza a emitir más dióxido de carbono que el que absorbe, lo cual agravaría los cambios climáticos. Lo que ocurre con la Amazonia interfiere en el mundo entero”, dijo Luiz Antonio Martinelli, docente del Centro de Energía Nuclear en la Agricultura (Cena) de la USP.

De acuerdo con Martinelli, la hipótesis principal concerniente a la disminución del almacenamiento de carbono está relacionada con los eventos extremos, como la sequía, por ejemplo, que ahora son más frecuentes y más intensos. Esto ocasiona la mortandad de los árboles y la consiguiente pérdida de la capacidad de almacenamiento de carbono.

“Quizá estemos presenciando ya al efecto de los cambios climáticos en la Amazonia. Y uno interfiere en el otro, es decir: el evento extremo degrada más a la selva, y ésta al degradarse emite más CO2, y así aumentan la intensidad y la frecuencia de los eventos extremos”, dijo Martinelli.

Los servicios ecosistémicos

Al margen del evidente impacto ambiental de los cambios climáticos, existen también consecuencias sociales y económicas.

“Las sequías como las que tuvimos en 2005 y en 2010 provocaron un impacto social enorme. Hubo municipios que quedaron completamente aislados, sin agua ni alimentos, pues por los ríos pasa el transporte en la región. En tanto, las crecidas extremas desplazan a las poblaciones que habitan en los alrededores de Manaos, por ejemplo”, dijo Artaxo.

Y los modelos climáticos prevén un aumento significativo de los eventos extremos durante las próximas décadas.

“Brasil necesita contar con un plan de adaptación para la Amazonia. La elevación de la temperatura en la región fue de 1,6 °C, mientras que el aumento promedio en Brasil fue de 1,3 °C, y a nivel mundial fue de 1,1°C [desde finales del siglo XIX]. Por eso la Amazonia, al hallarse en una región tropical que recibe mucha radiación solar, es una zona sensible al incremento de la temperatura y a la disminución de las precipitaciones. Puede imaginarse el impacto socioeconómico de un día de verano en Manaos con una temperatura media 5 °C más alta. Y esto es lo que puede suceder en el futuro”, dijo Artaxo.

Un punto que debe investigarse es el de los diversos servicios ecosistémicos de la selva, tales como el procesamiento del vapor de agua y la absorción de una cantidad enorme de CO2 proveniente de la atmósfera.

“El valor de los servicios ecosistémicos que realiza la Selva Amazónica asciende a 14 billones de dólares. En la actualidad, el precio de la tonelada de CO2 en el mercado internacional se ubica en alrededor de 100 dólares, y la Amazonia absorbe una cantidad gigantesca de ese gas. Eso vale mucho”, dijo Artaxo.

Pero existe una lista mayor de servicios ecosistémicos, como el vapor de agua, por ejemplo, que es esencial para la agricultura. Durante las disertaciones en el workshop se puso de relieve la dependencia de la agricultura de todo el sur de Brasil y de los estados de Mato Grosso y Goiás con respecto al vapor de agua procesado en la Amazonia.

“Esta selva tiene un valor, es evaluable. Pero su modo de explotación actual, basado en los grandes proyectos agropecuarios, no necesariamente beneficia a la población de la región”, dijo Artaxo.

Otro punto destacado fue el crecimiento durante los últimos cinco años del índice de desmonte, que venía cayendo considerablemente en los últimos 30 años.

“No contar con esa selva en un escenario futuro de calentamiento significa no contar con un activo económico que tendrá suma importancia para prevenir grandes pérdidas en el futuro. Y al margen de ello, si Brasil pretende tener una meta situada más allá del 7% de la producción mundial [del agronegocio], es bueno evaluar la conservación. Pues sin ese sistema gigante de irrigación, no será posible alcanzar esa meta. Es una cuestión económica”, dijo Paulo Moutinho, investigador sénior del Instituto de Investigaciones Ambientales de la Amazonia (Ipam, en portugués).

Un mal ejemplo

También se debatió en el workshop la importancia de conservar la biodiversidad. Para Maria Teresa Piedade, investigadora del Inpa, es necesario generar un desarrollo sostenible que sea compatible con la biodiversidad y no al contrario. “La biodiversidad está acá desde hace mucho antes de que nosotros llegáramos y de que la región se convirtiera en la última frontera de acceso a bienes y productos”, dijo.

Piedade dirige estudios de impacto en la central hidroeléctrica de Balbina, una obra de la década de 1980 en Presidente Figueiredo, un municipio del estado de Amazonas, con despliegue hasta los días actuales.

“La central hidroeléctrica de Balbina ha sido señalada desde hace tiempo como un pésimo ejemplo de sostenibilidad. Su construcción desplazó a poblaciones tradicionales de indígenas, generó una masiva mortandad de peces y diversos otros problemas. Y más allá de esto, su eficiencia es baja”, declaró a Agência FAPESP.

“Hubo un achatamiento de la variación entre bajantes y crecidas del río. Estamos verificando la posibilidad de una mortandad masiva de árboles de las áreas más bajas y la entrada de especies de tierra firme en las más altas, anteriormente colonizadas por árboles de las áreas húmedas. Esto altera la biodiversidad local, la composición florística y el banco de semillas para peces que utilizan los ríos de la región para alimentarse”, dijo Piedade.

El workshop intitulado “Las dimensiones científicas, sociales y económicas del desarrollo de la Amazonia” continuará el día 24 de septiembre en el Wilson Center. 

Durante el evento también se pretende debatir si la comprensión física, química y biológica de la Amazonia ayuda a entender sus fragilidades y su resiliencia, y también que es necesario contar con una mirada que contemple las dimensiones sociales y económicas de la región en forma integrada.

Más información en: www.fapesp.br/eventos/amazon-workshop

 

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